LAS MUJERES COMO PRETEXTO. Por Isabel
Morant
(publicado en "El País Valenciá", 11-3-02)
Entre los musulmanes de hoy, parece estar reviviendo la costumbre de velar a las
mujeres, es decir de ponerles un hiyab, burka, etc que las cubra. Esto es propio de
las culturas religiosas que tradicionalmente han venido sacralizando el cuerpo de las
mujeres´, que cubrían para evitar la mirada y el deseo de los hombres. En nuestra
cultura judeo- cristiana las cosas no fueron muy diferentes. Uno de nuestros humanistas
más celebrados , Juan Luis Vives, escribe sobre esto en un libro emblemático titulado :
La formación de la mujer cristiana. En el se dice que las buenas costumbres
de las mujeres son signo de la moral de los pueblos y en este sentido Vives es partidario
de las prácticas culturales tendentes a la guarda y custodia de las
mujeres. El mismo propone un modelo de vida interior - para las mujeres, basado en
la restrición de los espacios públicos; la casa y no la ciudad debía ser el ámbito de
la mujer que no debía mezclarse con los hombres. Vives decía también que el encierro
doméstico de las mujeres le parecía más efectivo para sus propósitos morales que el
velo, que se usaba entre los musulmanres con el mismo próposito, pues, según dice, las
mujeres que llevan velo se protegen con el pero no se privan de pisar la calle,
frecuentando espacios que no les pertenecen.
Esta historia viene a cuento del debate del caso de la niña musulmana, Fátima
Elidrisi , cuyo padre se negaba a que asistiera a la escuela si no iba cubierta como,
según dice, su religión exige a las mujeres. Vaya por delante que no entro en las
creencias religiosas de este señor, cuya esposa ha permanecido en silencio. Pero digamos
también que sabiendo de donde proceden y cuales son los objetivos de estas prácticas
sospecho fuertemente de las intenciones de los que teniendo autoridad las alientan, ya
sean padres o esposos , ya sean autoridades religiosas. Me recuerdan a Vives y a las
tradiciones que las mujeres españolas hemos debido superar no hace tanto. De lo cual, que
duda cabe, estamos contentas, como lo está nuestra sociedad en general, que en esta
polémica tiende a pensar, por experiencia, que bien estaría que se superaran de una vez
por todas las tradiciones que, ni en el pasado ni en el presente, han favorecido para nada
a las mujeres. Más bien les han perjudicado
Digamoslo claro estas prácticas identitarias, sirven hoy como marca de distinción ,
cuando no como arma arrojadiza, de unas gentes que en su desamparo, al que ciertamente
contribuye la política occidental, acuden más que antes a la religión . En esta
tesitura las mujeres musulmanas son el cuerpo necesario para simbolizar y construir las
diferencias. El asunto es grave. Amenaza a las mujeres de origen musúlman y si nos
decuidamos a nosotras mismas. Al menos hasta que no desparezcan todas las leyes
discriminatorias contra las mujeres que se conservan en sus países de origen. No creeré
que el velo es una cuestión menor hasta que los hombres y mujeres significativos en las
comunidades que discriminan, por razón de sexo , no defiendan públicamente la igualdad
de derechos entre hombres y mujeres. La otra amenaza que me preocupa es la convivencia con
estos emigrantes . Lo que está en juego es la resolución - pacifica o conflictiva - de
la nueva situación creada con la afluencia de una gentes que, nos pongamos como nos
pongamos, seguirán llegando porque deben vivir . Por eso me horrorizan los que,
católicos, protestantes o musulmanes, que hablan de ejes del mal. O los que piensan que
las mejores costumbres son las de uno y los otros son siempre ciudadanos de segunda. Y en
ello incluyo a los creyentes musulmanes que si no pueden pensar en nosotros como
ciudadanos de segunda, sí piensan que somos gentes de malas costumbres y esto se aplica
sobre todo a las que somos mujeres. ¿ No son estas gentes imbuidas de autoridad moral,
las que deciden qué es bueno y cómo conviene vestir o educar a sus mujeres ?. A las que
no se privan de guardar en casa o de retringirles el saber por mor de que son mujeres.
Esto, señores, no puede consentirse , ni a los musulmanes ni a los cristianos. Por
encima de sus creencias o de los intereses del grupo están los derechos socialmente
reconocidos a las personas . No puede consertirse, pues , que no se las escolarice a las
niñas al igual que a los niños y durante el mismo tiempo. Como no puede consentirseles
que se las obligue a casarse o a cualquier otra cosa que no sea de su voluntad. Y hablar
de voluntad es un decir, todas sabemos cúan difícil es ejercer la libre voluntad cuando
se tiene un padre , una madre o un marido autoritario, al que su comunidad le permite
saltarse las leyes.
En las leyes y en el progreso de las niñas, de la niña Fátima, me parece que pensaba
la directora del colegio público, donde finalmente la muchacha estudia, cuando declaraba
en la T. V. sus reservas por la actitud del padre que anteponía los preceptos, no se sabe
si de su religión o de su sexo, a la educación de la niña. Menos explicable- y sobre
todo menos generosa con la niñas emigrantes- me parece la actitud de las religiosas que
han intervenido en este asunto. No me digan que no resulta chocante el ver en la
televisión a una monja cubierta con su toga explicando como debía ir la niña al
colegio. No nos extrañe pues que viendo como son aquí las cosas los musulmanes más
avezados argumenten que están discriminados y que ellos también tienen derecho a vestir
según su costumbre y a pedir si cabe subvenciones para su religión.
Tampoco parece responsable la actitud del delegado de educación de la comunidad de
Madrid. Este señor ha solucionado el problema de un plumazo, la niña no ira´ a las
monjas que al parecer tienen dificultades para comprender los intringulis de otra
religión. La niña irá a un colegio público y vestirá como quiera ella, o su padre . Y
miren ustedes qué liberal que soy. Pues no señor, se ha pasado usted de liberal. Usted
lo que no quiere es mojarse. Podía usted , como autoridad que es, ponerse en su
obligación de argumentar algunas cosas, de recordar por ejemplo, el valor de la
educación en igualdad, según las nuevas costumbres que en España nos gastamos en el
trato de las mujeres. ¿ O es que no son buenas las libertades que solo recientemente
disfrutamos ? .
La verdad es que no se si pensar que estos políticos son unos frivolos o que les
importa bien poco cómo les vaya a los emigrantes. ¿ cual será el futuro de estas
niñas- y niños - con esta inhibición, que ciertamente es calculada?. ¿ Donde iremos a
parar, con la errática politica educativa que nos toca padecer ?.
ISABEL MORANT.
PROFESORA DE HISTORIA
U. DE VALENCIA.