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Cover-up (1)
Génesis de un cuento de hadas


Más o menos esta es la forma que reviste el cuento de hadas del cover-up. Los detalles pueden variar y la longitud del cuento puede ser de una página o de dos mil; pero en esencia ésa es la historia. Tal como describe perfectamente Bruno Betelheim en su obra Psicoanálisis de los cuentos de hadas [Betelheim-77], éstos sufren un proceso darwiniano. Algunos mueren en su lucha por la existencia. Otros, los que responden mejor a ciertas necesidades sociales, sobreviven. Al igual que con las especies, los cuentos de hadas que perduran son los mejor adaptados, pero nunca tienen un forma definitiva: se van transformando a lo largo del tiempo. Los que no son capaces de evolucionar mueren.

Este es, sin duda, el caso del cover-up; por un lado, es un mito que ha sobrevivido, eso indica que está bien adaptado a las necesidades de nuestra sociedad; por otro lado, como cualquier especie biológica, ha evolucionado por los mismos motivos que lo hacen aquéllas: para irse adaptando a los cambios del medio (los cambios en las culturas) y porque los competidores en la lucha por la existencia también van refinando sus armas de defensa y ataque.

Lo que sorprende a una mente medianamente crítica es que un cuento de hadas tan burdo haya calado tan profundamente en nuestra sociedad. La idea del encubri-miento, es por esencia infalsable. Si el gobierno lo oculta y no encontramos nada es que la ocultación es muy buena. El no encontrar ninguna prueba es una buena prueba de que las pruebas existen.

Siempre hay muchas razones para que nazcan los mitos; pero, normalmente, es muy difícil rastrear los orígenes de los mismos. En este caso la situación es un poco diferente, es un mito moderno y, por tanto, puede ser rastreado en la prensa y en la literatura de la época. Este es el objeto de este trabajito: bucear por bibliotecas y hemerotecas en busca de las posibles causas del nacimiento del cuento de hadas que nos ocupa.

Cualquier mito, como cualquier ser biológico, hunde sus raíces en épocas inmemoriales. De hecho, la selección natural nos enseña que todos procedemos de un primer ser vivo que se ha ido diversificando. Con ello quiero decir que para explicar el mito del cover-up podríamos retroceder hasta la época en que los homínidos bajaron de los árboles y empezaron la odisea que les llevó a ser hombres. Podríamos hablar de la tremenda perplejidad de aquel homínido que, por primera vez, fue capaz de ser autoconsciente de sus limitaciones, de la enfermedad y de la muerte y que, para no suicidarse, inventó una vida más allá de la muerte; podríamos hablar del miedo a los fenómenos naturales que les hicieron crear dioses; podríamos hablar de la creencia, fuertemente establecida en Europa, de que los planetas estaban habitados; podríamos hablar de Schiaparelli, el astrónomo aficionado, que creyó ver canales en Marte; podríamos hablar de Sir Percival Lowell que estaba convencido de que los canales que descubriera Schiaparelli eran artificiales; podríamos hablar de Madame Blavastki y de la teosofía, de sus atlantes; podríamos hablar del pánico que causó la emisión, en 1938, de la obra de H. G. Wells titulada La guerra de los mundos; podríamos hablar de las obras de ciencia ficción de los años 30 y 40, en las que las naves extraterrestres eran argumentos cotidianos; podríamos hablar de Charles Fort [Fort], que murió en 1932, y su abigarrada colección de hechos extraños que él explicaba en base a unos seres extraterrestres; podríamos hablar de Ray Palmer, de sus revistas (primero Amazing Stories y luego Fate magazine) y de su influencia en la conformación final del mito ovni y del cover-up...[Gámez-94]

Pero todo ello nos llevaría muy lejos. Nos alargaría demasiado; así que hemos preferido empezar en la década de los 40 y en el país en el que nació el mito: Estados Unidos.

La década de los 40 está marcada por un hecho trascendental: la Segunda Guerra Mundial y dentro de ella, hay un aspecto sumamente destacable: el lanzamiento de las primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Tampoco debemos olvidar que, en Estados Unidos, la paranoia anticomunista iba creciendo paulatinamente a lo largo de la década y que desembocaría en la caza de brujas del Senador McCarthy.

Creemos que estos dos temas son muy importantes en el nacimiento del cuento de hadas del cover-up, por lo que los vamos a tratar en más profundidad.

Nace la bomba atómica

Oppenheimer - GrovessEmpecemos el 16 de julio de 1945 a las 5h 30m de la mañana, en una esquina del campo de tiro de la Fuerza Aérea en Alamogordo. Julius Robert Oppenheimer acaba de dar la orden de detonar la primera bomba atómica de la historia. El general Farrell, ayudante del general Grovess, responsable del "proyecto Manhattan", cuyo fin era obtener la bomba atómica, nos cuenta así sus impresiones:

Militares y secretos

Este era el resultado de algo más de dos años de trabajo en el laboratorio de Los Álamos, en Nuevo Méjico. Oppenheimer - GrovessA principios de 1943, Los Álamos no era nada más que una escuela de Exploradores, instalada a 2.000 metros de altitud en plenas montañas, contando con suministro de agua y electricidad. La ciudad más cercana es Santa Fe. Unos meses después, tres mil personas del ejército empezaban la construcción de un laboratorio de investigación nuclear que en su faceta científica sería dirigido por J. Robert Oppenheimer y en la militar por el general Grovess. Respecto a aquel laboratorio todo era secreto. Secreto el trabajo que realizaban, secreta su localización e incluso secreta su existencia. Pero por mucho que se intente es muy difícil mantener en secreto un lugar en el que trabajan más de 1.500 personas. No obstante se intentó. El personal destinado al laboratorio recibía como dirección el número 109 de East Place en Santa Fe. Allí les recibía Dorothy MacKibbing quien, tras algunas explicaciones, les hacía montar en un autobús militar que les transportaba a "la Meseta". Oficialmente Los Álamos no existían, por tanto, todos los trabajadores recibían su correspondencia en el apartado de correos 1663 de Santa Fe. Las cartas eran censuradas, lo mismo que las llamadas telefónicas. Las visitas a Santa Fe estaban restringidas a una al mes. A nadie se le permitía decir nada que hiciera sospechar la existencia del laboratorio.

Eleanor Jette, en la obra citada añade que:

Pretender mantener el secreto de un laboratorio en cuya construcción trabajaron 3.000 personas y en el que vivían 1.500 era como intentar poner puertas al campo. Todavía peor, había enormes dudas sobre los efectos de la radiactividad en los humanos. Se intentaba por todos los medios que la explosión se hiciera en un día calmado, para evitar que los vientos transportasen los detritus radiactivos a las poblaciones vecinas. La climatología era fundamental, por ello durante los días anteriores a la detonación los meteorólogos

Todavía más, había grupos de científicos esparcidos por todo el sur de Nuevo de México preparados para controlar la precipitación radiactiva, y con ellos había grupos de policías militares cuyo trabajo sería evacuar a la población si los niveles de radiactividad se hacían demasiado altos. Un último detalle, una de las grandes incógnitas sobre el lanzamiento de la bomba era si un avión sería capaz de arrojarla y huir lo suficientemente deprisa como para evitar que la onda expansiva lo alcanzase. Para verificarlo, todos los días un avión B-29 despegaba de la cercana base aérea de Roswell y efectuaba pruebas de tiro por encima del lugar previsto para la explosión. De hecho, planeaban volar cerca de la torre justo antes de la detonación, dejar caer un paquete de instrumentos en vez de la bomba real, y luego alejarse a toda prisa. Era un ensayo del lanzamiento sobre Japón.

Los rumores se extendieron por Santa Fe y sus alrededores.

El día señalado para la explosión, el general Groves estaba histérico, pensó en posibles saboteadores, incluso pensó en los japoneses, llegando en paracaídas, e insistió en poner guardias militares en la torre donde estaba la bomba.

En el laboratorio de Los Álamos, además de la bomba que acaba de estallar, se habían construido otras dos. Una del mismo tipo que la recién explosionada, de tipo de implosión con plutonio, que por su aspecto redondeado fue apodada Fat Man (Hombre Gordo); previamente se había construido otra bomba, basada en uranio 235, cuyo aspecto era mucho más alargado, pues para alcanzar la masa crí-tica se lanzaba una parte del combustible mediante un cañón interno. Su aspecto larguirucho y delgado le valió el sobrenombre de Little Boy (Niño).

Hiroshima y Nagasaki

Nada más realizarse la prueba experimental de Alamogordo, varios B-29 de la base de Roswell partieron para el Pacífico llevando a bordo a Little Boy y a Fat Man.

A las 2h 45m del día 6 de agosto, el bombardero B-29 llamado Enola Gay, que había sido especialmente adaptado para transportar a Little Boy, despegaba de la isla de Tinian, cerca de Guam, en las islas Marianas. Su destino: Hiroshima.

A las 8h 14m de la mañana, hora local, el mayor Thomas Ferebee dejó caer la bomba. Unos pocos minutos más tarde hubo un brillante destello, más brillante que mil soles (dirían algunos). Poco después, del centro de Hiroshima sólo quedaban unas miserables ruinas.Oppenheimer - Grovess

El terrible poder del átomo quedaba demostrado. Según las cifras oficiales murieron en el acto 78.000 personas, aunque la ciudad de Hiroshima eleva a 200.000 esta cifra. Más de 60.000 edificios fueron destruidos. Pocos minutos después los incendios asolaban el resto de la ciudad.

Un minuto después del mediodía, el 9 de agosto, Fat Man, un duplicado de la bomba que se había probado en Alamogordo, explosionó sobre Nagasaki. La ciudad fue destruida y hubo 68.000 muertos.

Los B-29 volvieron a su base de Tinian y de allí a Roswell, donde tenía su base el Grupo de Bombarderos 509 de la Octava Fuerza Aérea, que así, se convirtió en el primer "agrupamiento" atómico del mundo.

El día 14 de agosto, por primera vez en la historia del Japón, un emperador se dirigía a su pueblo, anunciándoles que la guerra se había acabado, que habían sido derrotados

El 2 de septiembre, los japoneses firmaban la capitulación a bordo del buque norteamericano "Missouri" que estaba en la bahía de Tokio [Hart-72]. La guerra había acabado; pero comenzaba la guerra fría. El enemigo de Estados Unidos ya no eran Japón o Alemania ahora eran los Rusos, los comunistas. Todo lo que oliera a socialista era tachado de comunista y de colaboracionista con el enemigo.

El triángulo de los secretos

Oppenheimer - GrovessPodría haberse pensado que con el fin de la guerra los Álamos y Alamogordo dejarían de tener sentido; pero no fue así. El laboratorio de los Álamos siguió construyendo bombas atómicas, las pruebas continuaron en Alamogordo. Tanto en la base aérea de Alamogordo (hoy llamada de Holloman) como en White Sands que está muy cerca, pero un poco más al norte, se continuaron realizando pruebas de cohetes y de misiles dirigidos. Roswell continuó siendo una Agrupación con armas atómicas. Los tres lugares forman más o menos un triángulo isósceles cuya base está formada por Alamogordo y White Sands al sudoeste, Roswell al este y Los Álamos al noroeste. En toda la zona (Santa Fe, Albuquerque, Socorro, Belén, San Antonio...) circulaban los rumores y se respiraba un cierto ambiente de secreto y confidencialidad.

La paranoia anticomunista

Durante la guerra, los sindicatos y trabajadores habían establecido una tregua para hacer posible la victoria militar. Todos trabajaron para lograr la impresionante producción armamentística de aquellos años. Pero al acabar la guerra la tregua se rompió. En 1946

En 1947 el Congreso aprobó una ley que limitaba las prerrogativas de los sindicatos y sometió a sus dirigentes a un continuo acecho.

Después de la guerra, la dura realidad se imponía. La desconcertante actitud soviética aumentó los sentimientos antisocialistas. "Se odiaba a los comunistas igual que se odiaba a los anarquistas unas décadas antes por su decidida voluntad de subvertir el orden constituido y sustituirlo por otro orden social del que mostraban como ejemplo a la Unión Soviética. En su afán de demostrar que el mundo debía estar contra cualquier dictadura, no se daban cuenta de que ellos mismos hacían una propaganda de tipo tan intransigente, intolerante y malvada como aquella... Para el descubrimiento de las actividades no-americanas [Un-American: antiamericanas, como se ha traducido algunas veces] trabajaba una comisión que había indagado, denunciado y acusado... Gracias a la propaganda de la Comisión sobre los supuestos ‘traidores al país’, la opinión pública se fue convenciendo cada vez más de que a los Estados Unidos les amenazaba, ahora más que nunca, una peligrosa fuerza que se escondía en los rincones, en todas las casas y en las oficinas, que podía estallar de un momento a otro una espantosa ofensiva que trastornaría la existencia de la Confederación... Por ello no podían tolerar lo más mínimo a los comunistas. Sólo con oír nombrarles, los norteamericanos se erguían, se ponían en pié de guerra...

Aunque se refiere a una época un poco posterior, la película La tapadera, dirigida por Martin Ritt y en la que trabaja Woody Allen, puede reflejar bastante bien el infierno de aquella época. Cabe destacar que el director, el guionista y algunos de los actores, que representaban sus propios papeles, estuvieron el la "lista negra" de McCarthy. Un buen síntoma, pues demuestra que en Estados Unidos aquella enfermiza fiebre ha amainado.

Bombas atómicas, radares y globos

La bomba atómica fue posible gracias a que los conocimientos de Inglaterra fueron traspasados a Estados Unidos. Los británicos eran muy conscientes de que no tenían recursos suficientes para desarrollarla en solitario por lo que cedieron sus conocimientos a los norteamericanos.

El éxito de la Batalla de Inglaterra había sido debido, en gran parte, a un invento puesto a punto por el inglés Alexander Watson-Watt: el radar. Al igual que ocurriera con la bomba atómica, los ingleses tampoco tuvieron ningún reparo en pasar sus conocimientos a los norteamericanos que siguieron perfeccionando el invento.

El gran temor de los americanos era el que los rusos fueran capaces de desarrollar la bomba. Había sospechas de que gran parte de la información secreta sobre la misma había sido filtrada a los soviéticos. Los americanos empezaron varios proyectos cuyo propósito era conocer rápidamente cualquier explosión atómica que pudieran realizar los soviéticos. Uno de ellos se basaba en la detección de las ondas de choque generadas por las posibles explosiones nucleares, el proyecto Mogul. En él se utilizaban grandes globos, en los que navegaban como carga útil diversos detectores de ondas de choque. Para mantenerlos a altura constante utilizaban radares. Los globos eran de neopreno o de polietileno y, por tanto, eran transparentes para las señales de microondas de aquellos radares. Era necesario, por tanto, que llevasen colgando algo que actuase como reflector de los impulsos del radar. Nor-malmente esto se conseguía con unas estructuras de forma cúbica de muy poco peso (se las ha comparado con las cometas infantiles) revestidas con papel de plata.

[NOTA: Siguiendo el lenguaje normal llamamos "papel de plata" a una hoja metálica tan fina como un folio de papel, de color plateado. Hoy en día lo más habitual es que sean de aluminio.]

Se las dio el nombre de blancos RAWIN. Durante los meses de junio y julio de 1947 se estuvieron haciendo muchas pruebas con estos dispositivos en Alamo-gordo y en White Sands. El secretismo era tal que los globos iban disfrazados de equipo meteorológico.


continuación: los platillos volantes entran en acción

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bibliografía


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