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Chechenia: Fuera las tropas rusas
Declaración de Izquierda Revolucionaria (Oct/99)

De nuevo la tragedia y el horror se extienden sobre el Caúcaso. Como ocurriera en 1996, el Gobierno ruso ha decidido acabar con la independencia de la pequeña República de Chechenia. 

Pero esta vez el Kremlin ha aprendido la lección del fracaso de hace tres años. En primer lugar, la invasión no se presenta como una lucha contra la independencia de la república rebelde, si no como una operación para acabar con las bases de la guerrilla fundamentalista musulmana, a la que se ha culpado de la reciente oleada de atentados criminales en Moscú. 

De esta forma han logrado, a diferencia de la pasada campaña, el apoyo de la opinión pública rusa horrorizada por los atentados salvajes que castigaron los barrios obreros de Moscú. Asímismo, la intervención goza del consenso de toda la élite política rusa. 

Sin embargo, está lejos de probarse la implicación de estas guerrillas o de la República de Chechenia en estos atentados. Más bien parecen obra de las alcantarillas del Estado ruso a las órdenes de Yeltsin. ¿Qué busca Yeltsin y la nueva burguesía rusa? Para empezar escarmentar a los chechenos y curar el malogrado orgullo nacional ruso que quedo por los suelos tras la derrota de 1996. La victoria de las harrapientas milicias chechenas sobre el todopoderoso ejército ruso hirió el prestigio de Rusia como principal potencia de la zona. 

La intervención es un nuevo aviso para los movimientos separatistas del Caúcaso, una región estratégica para Rusia debido fundamentalmente a su riqueza petrolífera. El mensaje de Moscú es claro: si quieres separarte, reduciremos tus ciudades y aldeas a cenizas y escombros. Hasta para un nacionalista el precio a pagar seria demasiado caro. 

Otro de los objetivos del Kremlin seria desviar la atención del pueblo ruso de la interminable crisis económica y política que castiga a Rusia desde hace una década. No es casualidad que la intervención militar coincida con el escándalo financiero en el que se ha visto involucrado Yeltsin y su familia. Teniendo en cuenta, además, que el próximo año son las elecciones presidenciales, una victoria en Chechenia podría catapultar al jefe de gobierno ruso y delfin de Yeltsin, Vladimir Putin, a los primeros puestos de las encuestas de popularidad. 

Como vemos la camarilla que dirige Rusia tiene mucho que ganar con esta guerra. En cambio, los chechenos ponen en juego su independencia y libertad. Por eso resulta, como mínimo, difícil, creer que detrás de los atentados de Moscú puedan estar los chechenos. Hasta sectores de la prensa rusa han cuestionado abiertamente la versión oficial del Kremlin. Después de la invasión de Chechenia por el ejército ruso queda claro que nos encontramos ante un bien orquestado montaje mediático para obtener el apoyo de la población a esta nueva campaña de guerra. 

En 1996 cientos de madres rusas partieron al frente con la intención de llevarse a sus hijos de vuelta. Este hecho, junto a las miles de bajas, impactó en la opinión pública que se opusó energicamente a la guerra. 

Ahora, los generales rusos han planificado la operación al estilo occidental, cuidando el aspecto político de la intervención y evitando en lo posible exponer la vida de los soldados a combates abiertos de infantería. Como hizo la OTAN en Kosovo, el protagonismo es de la aviación y de los misiles, a la que se añade la eficaz artillería pesada de largo alcance del ejército ruso. 

Estamos ante una reaccionaria guerra de agresión de Rusia contra Chechenia que en 1996 había conquistado una precaria independencia formal. Entonces, los rusos y chechenos llegaron a un acuerdo por el que la parte rusa respetaba el status quo -es decir, la independencia de Chechenia- hasta que en el 2001 se reanudaran las conversaciones entre los dos países. La agresión rusa rompe este acuerdo. 

La decisión rusa ha contado con la aquiescencia del imperialismo occidental que han considerado el conflicto un asunto interno de Rusia, legitimando la ruptura unilateral del acuerdo establecido tras la pasada guerra. Con esta actitud, el Gobierno de EE.UU. y la Unión Europea revelan de nuevo su "doble rasero" ante las violaciones masivas de los derechos humanos. 

La clase obrera rusa debe hacer suya la causa del pueblo checheno por su libertad e independencia nacional y no dejarse arrastrar por el chovinismo gran ruso, detrás del cual están los intereses de la camarilla del Kremlin y la burguesía rusa. Los trabajadores rusos deben movilizarse para poner fin a esta guerra reaccionaria y denunciar los sucios manejos de Yeltsin y Putin, verdaderos responsables de los atentados en Moscú. 

Los trabajadores y campesinos chechenos deben tomar las armas para defender su independencia nacional contra el ejército invasor, rompiendo cualquier lazo con las guerrillas integristas o con el Gobierno nacionalista checheno. Al mismo tiempo deberían entablar contactos con las organizaciones obreras rusas para restablecer los vínculos de clase y hacer una llamada común por la unidad internacional de los trabajadores, por la defensa del derecho a la autodeterminación y por la construcción de una federación socialista. 

Los trabajadores del resto del mundo debemos movilizarnos para exigir la inmediata retirada de las tropas rusas y denunciar el papel jugado por el imperialismo occidental como cómplice de esta nueva masacre genocida. 

¡Fuera las tropas rusas de Chechenia!
¡Regreso de los refugiados! ¡No más limpieza étnica!
¡Por el derecho de autodeterminación!
¡Abajo el Gobierno Yeltsin!

Izquierda Revolucionaria, Apdo. de Correos 3041, Sevilla 41080.
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