Gemma
Macias
Se ha dicho que «American
History X» es la película que todos los adolescentes deberían
ver para conocer la realidad del movimiento neo-nazi y cómo éste
actúa en la juventud.
Es cierto: Tony Kaye, director
que debuta con este film, ha realizado un ejercicio brillante sobre la
formación de un joven skin-head, en el que no deja títere
con cabeza: denuncia desde la pasividad de los centros educativos al racismo
institucional, y, sobre todo, la falta de optativas para los jóvenes
en el extra-radio de las grandes ciudades, que lleva a muchos de ellos
a girar hacia ideas fascistas, racistas, violentas, cuando descubren que
la sociedad les da la espalda.
Edward Norton es el actor
que encarna al neo-nazi protagonista, cuya juventud es descrita por
medio de un complicado y preciso puzzle de imágenes del pasado y
el presente. La película narra, fundamentalemente, su proceso de
redención (al experimentar la intolerancia de sus ideas en carne
propia), al tiempo que contempla cómo su hermano pequeño
(Edward Furlong, el chico de Terminator 2), sigue sus pasos dentro del
grupo de neo-nazis.
La película retrata
con exactitud de documental las vivencias neo-nazis y nos muestra sus argumentos,
para después desbaratarlos por completo con una simple frase, con
un simple dato numérico (sobre la realidad de la inmigración,
por ejemplo) o con la mirada agónica de la madre del protagonista,
mientras exclama «me avergüenza que tú hayas salido de
dentro de mí».
Los sucesos de la «American
History X» son ahora aún más actuales que cuando la
película se estrenó, debido a la reciente matanza de Littleton
(Arizona), en la que dos chicos, pertenecientes a un grupo de ideología
neo-nazi (White Coats), asesinaron a una decena de compañeros en
el instituto el día que se cumplían 100 años del nacimiento
de Adolf Hitler. |
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