Nuevamente nos encontramos
ante una cita electoral.
El 13 de junio elegiremos
nuevos municipios, un nuevo Parlamento Europeo y también habrá
elecciones en las Comunidades Autónomas, excepto Andalucía,
Cataluña, Euskadi y Galicia.
A nadie se le escapa la importancia
de estas elecciones. Tras cuatro años soportando la gestión
municipal de la derecha en las principales ciudades, es necesario que la
izquierda y las políticas de izquierdas vuelvan a los Consistorios.
Estas elecciones, además,
son la antesala de las generales del año que viene. Una victoria
de la izquierda socavaría notablemente la difícil situación
parlamentaria del Gobierno del PP, que posee un apoyo parlamentario propio
muy exiguo, el más pequeño de toda la "democracia".
Con las Comunidades Autónomas
y los principales Ayuntamientos en manos de la izquierda, al PP le sería
cada vez más difícil recabar el apoyo de la derecha nacionalista
y no tendría más remedio que adelantar las elecciones en
una situación de franca debilidad.
En un contexto así,
la izquierda tendría la posibilidad de arrebatar el gobierno central
al PP, a condición de que se dote de un programa que ilusione a
los trabajadores, las mujeres y la juventud. Un programa de transformaciones
sociales por el que merezca la pena luchar y movilizarse tanto en la calle
como en las urnas.
Indudablemente, este programa
debería ser adoptado por las centrales sindicales y los principales
partidos de izquierda. No obstante, tanto el PSOE como las direcciones
de UGT y CC.OO. no están por la labor.
Cándido Méndez
y Antonio Gutiérrez se han embarcado en una política de pactos
con Arenas y Pimentel que les ha llevado a firmar acuerdos que sólo
benefician al Gobierno y a la gran patronal.
El PSOE, por su parte, sumido
en una crisis de liderazgo, reduce toda su política a una débil
y testimonial oposición parlamentaria que esconde su acuerdo básico
con el PP en los temas fundamentales.
Izquierda Unida, en cambio,
ha sido la única fuerza parlamentaria de izquierda que ha mantenido
una inequívoca política de oposición a la derecha
y a las políticas de derecha tanto desde dentro de las instituciones
como en la calle.
Los sondeos pre-electorales
pronostican un alza del PP. Sin embargo, el ascenso de la derecha no tiene
una base sólida. Se basa fundamentalmente en la frustración
y el desencanto provocados por la falta de alternativa real dentro de la
izquierda.
Nunca han existido más
razones que hoy para cortar el paso a la derecha. A pesar del famoso 'giro
al centro', el PP ha desarrollado desde el Gobierno central, las Comunidades
en que gobiernan y también desde los municipios la política
de la derecha de siempre. Los trabajadores no nos debemos dejar engañar
por los cambios de estética del PP, que no afectan a los fundamentos
de su política. Como dice el refrán: "Aunque se vista de
seda,...".
Parar a la derecha es también
cortar el paso a las políticas de derecha. Votar a un partido como
el PSOE que durante trece años de gobierno ha traicionado la confianza
de millones de familias obreras es volver a repetir un error que casi le
cuesta a la izquierda su propia existencia.
La mejor forma de oponerse
a la derecha es votando las candidaturas de Izquierda Unida, la única
fuerza parlamentaria que lucha por las 35 horas, contra la guerra y los
ataques del Gobierno tanto en las instituciones como en la calle.
Sin embargo, para detener
los ataques del Gobierno contra los trabajadores e impedir la amenaza de
un ascenso del PP es necesario, hoy más que nunca, luchar por un
programa que represente una auténtica alternativa de cambio social.
Necesitamos un programa que
defienda con honestidad y valentía los intereses de nuestra clase
por encima de fronteras y nacionalidades; un programa que impida que los
recursos de la sociedad continúen en manos de un puñado de
parásitos que nos explotan para su exclusivo beneficio personal.
Los representantes de Izquierda
Unida en las instituciones deben estar siempre al servicio de las movilizaciones
obreras y populares. Hay que utilizar parlamentos y ayuntamientos como
cajas de resonancia de las ideas de cambio y transformación social.
Los dirigentes y cargos públicos
de IU deben tener un estrecho contacto con la realidad de la calle y no
enclaustrarse entre las cuatro paredes del Parlamento. Para ello deben
vivir y sufrir las mismas penalidades que el conjunto de los trabajadores,
deben cobrar, por tanto, el sueldo medio de un trabajador y entregar el
resto a las luchas y movilizaciones.
El programa de IU no es lo
suficientemente combativo con el capitalismo. La falta de claridad a la
hora de oponerse al sistema y la negativa a proponer un programa de trnsformación
socialista de la sociedad ha restado apoyo a IU en el pasado y también
lo hará en el presente y el futuro.
Debemos preguntarnos donde
han ido a parar todos los votos que ha perdido el PSOE desde que lograra
los diez millones de sufragios en 1982. Una gran parte de estos votos no
han sido ganados por IU. Hay que preguntarse por qué.
Por ejemplo, entre los jóvenes
existe un rechazo mayoritario hacia lo que ellos consideran política,
lo que alimenta las prácticas abstencionistas. ¿Cómo
es posible que IU no haya sido capaz de aglutinar el voto juvenil?.
La mitad de los jóvenes
están en paro, del PP no esperan nada y la experiencia con el PSOE
fue muy negativa. Pero esto no quiere decir que la juventud sea apolítica
y que le de igual quién esté en el gobierno. La experiencia
negativa de los jóvenes, tanto los que son explotados por las ETT's
como los que están en paro, ha empujado a muchos a sacar conclusiones
contra el sistema capitalista.
Por eso es muy importante
que IU se dote de un programa que represente una alternativa real de cambio
social, un programa que arrebate el control de los recursos de manos de
los capitalistas, que nacionalice la banca, los monopolios y los latifundios,
utilizando estos recursos en la construcción de viviendas dignas,
de hospitales, de escuelas y centros comunitarios en beneficio de todos.
En esta época en que
el capital está determinado a seguir atacando a los trabajadores
para poder sobrevivir, no existe espacio para la ambigüedad: o se
está con los trabajadores o con los patronos. IU debe alinearse
sin ningún género de dudas con los primeros y hacer suya
la lucha por el socialismo. |