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La lógica armada (Reflexión sobre el atentado de Miguel Angel Blanco)
Javier García. A título personal (15 de julio de 1997)

Mucha gente honrada de izquierda se extrañó por la acción cometida por ETA en la persona de Miguel Angel Blanco. Para la mayoría ha sido un acto brutal, un asesinato injustificable y, además, un profundo error político. Para una minoría, se trató de una ejecución. Una acción más dentro del conflicto que enfrenta a la organización armada vasca con el aparato policial y político del Estado español.

Dentro de algunos circulos de izquierda había extrañeza: "¿Cómo es posible que la dirección de ETA se mantenga inmune a la voz de la calle? Sí, es verdad que las movilizaciones estaban manipuladas, pero hubo millones de trabajadores y jóvenes en las calles. Eso no se puede negar. ¿Cómo no han sido más sensibles?". Esa era la melodia que se escuchaba.

La otra parte intentaba responder: "ETA declaró hace tiempo que los cargos públicos del PP eran objetivos militares. Ahí está el atentado de Aznar. ¿No sé porque la gente se extraña tanto?. Además, sí el Gobierno hubiera anunciado que iba a cumplir la ley y acercar a los presos, no hubiera pasado nada".

La verdad, sin embargo, es que la dirección de ETA no contempló en ningún momento la posibilidad de liberar con vida al joven edil del PP. Primero, porque sabía que el Gobierno no iba a ceder. Aznar no movió un dedo en los más de 500 días de secuestro de Ortega Lara, ¿por qué iba a cambiar ahora?. Y segundo, porque tanto el Gobierno como ETA están atrapados en una lógica terrible, en una dinámica acción-reacción, que les lleva a responderse mutuamente elevando la espiral violenta hasta límites insospechados.

ETA plantea que el actual régimen constitucional no es democrático, sólo es la continuación del franquismo. Que no hubo una verdadera ruptura con la dictadura y, mientras que no se reconozca el derecho a la autodeterminación y otras reivindicaciones, no dejará las armas. 

Esta postura implica necesariamente una política armada muy dura. Cuanto más dura, mejor para los objetivos etarras. Si tras un grave atentado, el Estado español reacciona recortando libertades y derechos y extiende aún más la represión, la concepción política de ETA se verá legitimida. Por eso los terroristas tienen que dar caña, mucha caña. "Cuanto peor, mejor".

Por el contrario, desde las alcantarillas del estado hasta el Estado Mayor del Ejército, de las salas de torturas hasta el despacho del Ministro del Interior, cualquier salida política está descartada. Existe una complicidad política total entre los ejecutores de Lasa y Zabala y los altos responsables del aparato estatal que, en su día, presionaron con éxito al Gobierno del PSOE para que abandonara las conversaciones de Argel.

De esta otra parte, sólo se puede esperar más GAL, más guerra sucia, más etarras suicidados con las manos atadas a la espalda, más represión, menos libertad,... Eso es lo que hay. Las dos dinámicas se alimentan mutuamente. Es la lógica armada.
La dirección de ETA debería reflexionar seriamente sobre todo lo sucedido. Las masivas movilizaciones ciudadanas en Euskadi significan un punto de inflexión en la situación. El atentado de Miguel Angel Blanco marca un antes y un después. 

Ahora bien, el Gobierno, con su inflexibilidad y cerrazón, también fue en parte responsable de esa trágica muerte. Y desde luego, la izquierda no tenía que haber ido a esas manifestaciones de la mano del Gobierno, que es quién ha salido fortalecido.
Bajo el capitalismo el problema de la violencia no va a tener solución. El capitalismo es sinónimo de guerras, de hambre, de miseria, eso también es violencia. Violencia de los poderosos contra los débiles. Bajo este sistema y en la medida en que no levantemos una alternativa revolucionaria, el terrorismo será un cauce para los más impacientes. Aunque es un cauce nefasto e ineficaz. 

Los revolucionarios no podemos ser pacifistas. Amamos la paz, pero no tenemos ningún problema moral en coger las armas en una guerra civil, contra un golpe de estado fascista, o en una revolución. Pero una cosa es la lucha por el poder con las armas en las manos si fuera necesario y otra muy distinta pegarle dos tiros en la cabeza a un chaval, por muy del PP que sea. Eso no es lucha armada.

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