Vicente Hidalgo (JRE) Artículo
publicado en A luchar nº 4 (Marzo 2000)
Al
contrario de lo que nos hacen creer los medios de comunicación,
la sacrosanta justicia no es igual para todos: todavía, 25 años
después de la muerte de Franco, las continuas acciones violentas
de grupos de extrema derecha son minimizadas y castigadas con penas ridículas,
mientras que los grupos antifascistas son tratados como el verdadero enemigo,
perseguidos y criminalizados incluso por acciones no violentas o legales.
Todos recordamos la represión
en la Sevilla de la Expo ‘92. En esa ocasión la policía disparó
con fuego real para disolver una manifestación pacífica de
cincuenta jóvenes, hiriendo a tres personas. Una de ellas, una joven
que salía de misa. En el juicio, los jóvenes fueron condenados
a multas elevadas y algunos a penas de cárcel, mientras que los
policías responsables de los disparos fueron absueltos.
En cambio, cuatro nazis que
golpearon a un magrebí en Balaguer, fueron puestos en libertad dos
días después sin ni siquiera declarar ante el juzgado de
guardia; dos semanas después, otro magrebí fue atacado en
la misma ciudad: el nazi que detuvieron estaba en la calle sin cargos al
día siguiente. En Sevilla, todas las agresiones denunciadas han
terminado sin condena o cargos de importancia para los ultraderechistas.
Sin embargo, en la manifestación
anti-fascista del barrio de Sants en Barcelona (12-Oct-99), la policía
envió provocadores para criminalizar esta acción, relacionando
a los organizadores con Jarrai para endurecer los cargos y las posibles
condenas.
En Tenerife, el joven gitano
Francisco Romero fue condenado a ocho años por robar 10.000 ptas.
Recientemente en la comarca de El Ejido, la consigna de no intervención
que partía del Ministerio del Interior animó a los vecinos
más exaltados y provocó tres días de asedio continuado
a los inmigrantes con heridos y destrozos materiales. Sin embargo, ningún
responsable de Interior o policial ha sido citado a declarar.
En los casos de auto-defensa
contra agresiones nazis, hemos podido comprobar cómo la justicia
se ha mostrado mucho más severa, dejando ver su parcialidad. No
es casualidad que esto ocurra así: un informe de SOS Racismo advierte
que un significativo número de los miembros de organizaciones de
ultraderecha pertenecen a las fuerzas de seguridad del estado (policía,
ejército, guardia civil...) o tienen relación familiar directa.
No debemos olvidar que hay
jueces, comisarios de policia , etc... que con la democracia no fueron
purgados ni removidos de sus cargos. Pero sobre todo, no debemos pasar
por alto que tanto policías como jueces forman parte del aparato
del estado que defiende los intereses de la clase capitalista (grandes
empresarios, banqueros, etc...).
Todos sabemos que el dinero
manda, y no nos engañemos: los grupos de ultraderecha, con toda
su propaganda anti-democrática y anti-capitalista, no hacen más
que seguirle el juego al sistema y atacar a aquellos que el sistema considera
“indeseables”, “peligrosos” o “molestos”, como pueden ser inmigrantes –en
momentos en los que no hace falta tanta mano de obra barata- y luchadores
obreros o estudiantiles.
Lo que esta claro es que
la justicia del patrón no nos sirve, sólo la organización
y acción conjunta de la clase obrera y la juventud puede protegernos
efectivamente contra las agresiones del fascismo y el capitalismo. |