Home | Izquierda Revolucionaria | Estado español | Internacional | Teoría | Historia | Biblioteca | Enlaces | Bienvenidos | Welcome
logo IR
Apdo. de Correos 3041, Sevilla 41080.Tel 649 220 169 
Fax 954 384 357. E-mail: izqrev@terra.es
Euskadi, de la esperanza a la frustración. El PP no quiere la paz y aumenta su escalada represiva.
Javier García. Artículo aparecido en el número 1 de A LUCHAR, revista de Izquierda Revolucionaria (Mayo 1999)

Tras la declaración de tregua indefinida decretada por ETA en septiembre pasado un clima de esperanza se apoderó de la sociedad vasca y española.

La ilusión en un “final dialogado de la violencia”, vendida por todos los medios de comunicación, consiguió penetrar en las mentes y los corazones de millones de personas. ¿Dónde queda hoy esa esperanza?. Todo apunta a que la paz está todavía muy lejos.

Lo primero que salta a la vista es que hoy por hoy no existe ningún proceso de paz. Las detenciones en Francia de Kantauri, responsable militar de ETA y de otros siete activistas, así como la virtual disolución del comando Donosti, constituye sin duda alguna el mayor golpe policial a ETA desde la caída en Bidart de la dirección etarra con Pakito al frente.

A la presión policial se une la judicial. Egin continúa clausurado y sus responsables siguen en la cárcel. La antigua Mesa Nacional de HB continúa en prisión y el fantasma de la ilegalización no se evapora del todo. A mediados de marzo, la Guardia Civil registró dos sedes de HB en San Sebastián, incautando abundante material y documentación. Más tarde, registró una sede del sindicato vasco LAB.

La situación de los presos sigue sin encontrar una vía de solución. El Gobierno Aznar no ha variado ni un ápice la política de dispersión, pese a que el 9 de febrero, cerca de 100.000 personas se manifestaron en Bilbao bajo la consigna de “Euskal presoak, Heuskal Herrira” (Presos vascos al País Vasco).

Esta actitud provocadora de los poderes estatales, unida a la dramática situación de los presos y refugiados vascos da alas a los elementos más extremistas de la "Kale Borroka" que a veces escapan del control de Jarrai y KAS. Los asaltos e incendios a sedes del PSOE o locales de UGT, protagonizados por estos elementos son totalmente rechazables pues ahondan la división de los trabajadores en líneas nacionales lo que sólo beneficia a la burguesía.

A pesar de que Aznar autorizó el 3 de noviembre los contactos directos con ETA, éstos no se han producido, por falta de interlocutores según el Gobierno o por ausencia de voluntad política según ETA. Únicamente se ha producido un discreto encuentro entre representantes del Gobierno y EH el pasado 5 de diciembre en un hotel de Briviesca, Burgos, sin resultado alguno y que no ha tenido continuidad.

Al parecer, Aznar, tras una etapa inicial marcada por la sorpresa y la desorientación, ha seguido finalmente la línea más inmovilista del Ejecutivo, liderada por el Ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Éste, muy influenciado por el aparato del estado –CESID, Guardia Civil, etc-, ha dejado claro cuáles son las claves de la estrategia gubernamental. Resumiendo: son los estrategas de Interior los que gestionan la tregua.

La posición del Gobierno no es explícitamente lograr la derrota policial de ETA, como antes de la tregua, pero desde luego su política actual no contribuye a ningún “final dialogado de la violencia” y está marcada por la inercia del pasado.

Ésta apenas se disimula desde el momento que se presenta la tregua como una victoria del Gobierno, cuya estrategia de acoso contra el MLNV ha debilitado al mismo obligándole a entrar en una dinámica diferente. El mensaje no puede ser más claro: no es ETA la que libremente ha decidido la tregua, sino que ha sido obligada a ello por el acoso policial y judicial. Así, el PP intenta atribuirse el éxito de la tregua y legitima su política represiva porque "da resultados".

Este mensaje concuerda con uno de los pivotes fundamentales de la política gubernamental: el estado no está en tregua. Con esta política de presión constante contra el complejo ETA el Gobierno cree que puede debilitar tanto a la organización armada vasca como para no dejarle otra vía que no sea una negociación política a la baja.

Igualmente, el PNV, con la nueva estrategia de 'frente nacionalista' intenta capitalizar la tregua, recordando una y otra vez que mientras el Gobierno metía en la cárcel a la Mesa Nacional de HB y cerraba Egin, ellos negociaban con ETA y HB para dar luz al Pacto de Lizarra creando las condiciones políticas para el anuncio del alto el fuego cuatro días después de su firma.

Sin embargo, ni la estrategia negociadora del PNV ni la política represiva del PP han sido las causas determinantes de la tregua de ETA. Las causas profundas de la tregua hay que encontrarlas en el agotamiento de la vía armada tras 30 años de terrorismo individual y el creciente rechazo social que los atentados generan. Las acciones de ETA, lejos de debilitar al Estado, lo fortalecen porque permite que su política represiva reciba el apoyo de la población.

Acciones como el secuestro de Ortega Lara o el atentado contra el edil del PP, Miguel Angel Blanco, son el mayor balón de oxígeno al Gobierno y su política represiva. Esta última acción etarra marcó un antes y un después. Las masivas movilizaciones ciudadanas en Euskadi significaron un punto de inflexión en la situación. Antes no se habian producido movilizaciones de cientos de miles de trabajadores y jóvenes contra ETA en Euskadi.

El nuevo marco internacional tras la desaparición del estalinismo también ha influido. La nueva situación en Sudáfrica con Mandela en la Presidencia, la Autonomía Palestina o el reciente Acuerdo de Stormont para Irlanda del Norte han tenido un cierto impacto en el MLNV. 

Todos estos procesos que permanecen abiertos y aún con graves dificultades tienen en cambio un punto en común: surgieron de una negociación auspiciada por el imperialismo estadounidense. No es casualidad que el Pacto de Lizarra surgiera del llamado Foro de Irlanda. Ni tampoco que el MLNV desee una internacionalización del conflicto, sentando al Gobierno francés en la Mesa de Negocación y con una mediación internacional norteamericana.

Un somero recorrido por la escabrosa realidad vasca confirma plenamente esta idea. Por uno u otro motivo Euskadi no ha dejado de ser noticia desde que se firmó el Pacto de Lizarra. Desde ese momento ríos de tinta se han escrito en relación con el alto el fuego y el llamado problema vasco. La izquierda abertzale ha sido, sin duda alguna, protagonista principal en todo este proceso.

Desde la creación de un nuevo frente electoral, Euskal Herritarrok, hasta la constitución de la Asamblea de Municipios Vascos, pasando por la invitación al parlamento kurdo en el exilio o la investidura de Ibarreche, el MLNV ha estado en la primera línea política.

La apuesta por la tregua y la negociación es tan firme en ETA que mientras que el Gobierno se ha metido en una escalada de provocaciones policiales y judiciales, la actitud de ETA ha sido la de moverse en el terreno político. 

Hasta mayo, ETA ha realizado seis declaraciones públicas. En todas ellas ha ratificado la tregua indefinida y sin condiciones. En la primera anunció la tregua y alababa el Pacto de Lizarra. Un mes más tarde, en la víspera de las elecciones vascas, ETA anunció que la actual generación de etarras no volverían a tomar las armas. Tras las elecciones vascas, hizó un balance de las mismas e instó al PNV a configurar un gobierno nacionalista. En diciembre, abogó por una negociación política directa con el Gobierno.

Pero, ¿negociar qué?. Para el PP, que en este tema tiene el total apoyo del PSOE, sólo hay que negociar la entrega de las armas y la disolución de ETA a cambio del acercamiento y posterior liberación de los presos etarras. Las dos reivindicaciones fundamentales de ETA (el reconocimiento del derecho a la autodeterminación y la territorialidad de Euskal Herria) no pueden ni siquiera tratarse por que escapan del marco constitucional y estatutario. Para el Gobierno del PP, apoyado por el PSOE, el límite es la Constitución y el Estatuto.

La burguesía española, aunque le interese resolver el problema del terrorismo, no va a hacer concesiones que pongan en entredicho la unidad del estado, cuyo garante constitucional es el ejército. Por eso el PP y el PSOE insisten una y otra vez en que no hay nada que negociar y que la tregua no tiene factura política.
Con atentados o con tregua, el objetivo de ETA no ha variado: obtener concesiones políticas del Gobierno español de turno mediante una negociación. La voluntad negociadora de ETA oculta, sin duda, una gran carga de ingenuidad política pues crea ilusiones en una autorreforma del sistema político español, la monarquía heredada del franquismo.

A pesar de todo el extremismo político de sus acciones, el MLNV tiene objetivos y métodos totalmente reformistas. La dirección abertzale siempre confió más en las acciones individuales de una minoría armada y en la negociación con el Gobierno de la Monarquía que en el apoyo de los trabajadores y pueblos del resto del Estado español.

El MLNV debería entender que desde las alcantarillas del estado hasta el Estado Mayor del Ejército, de las salas de torturas hasta el despacho del Ministro del Interior, cualquier salida política está descartada. Existe una complicidad política total entre los ejecutores de Lasa y Zabala y los altos responsables del aparato estatal que, en su día, presionaron con éxito al Gobierno del PSOE para que abandonara las conversaciones de Argel.

De esta otra parte, sólo se puede esperar más GAL, más guerra sucia, más etarras suicidados con las manos atadas a la espalda, más represión, menos libertad,... Eso es lo que hay.

Los derechos democráticos del pueblo vasco no se conseguirán por la vía de la negociación con el Estado, ni con tregua ni con bombas. Sólo la lucha organizada de la clase obrera y la juventud vasca, junto a los trabajadores y jóvenes del conjunto del estado, en torno a un programa de transformación social puede hacer frente con éxito a la represión política y garantizar el libre ejercicio del derecho a la autodeterminación, incluyendo la libertad de separación.

Por esto el MLNV debe romper su alianza con el PNV, representante fiel de la burguesía vasca y máximo responsable de la Ertzanza, y corresponsable, por tanto, de la represión en Euskadi. El MLNV no debe olvidar que con sus votos sostiene a Ibarreche, lehendakari de un partido, el PNV, asociado parlamentariamente en Madrid al PP. Con la legitimidad que nos da haber defendido a HB y a Egin de la represión del estado, debemos decir bien alto que la investidura de Ibarreche fue un error que lleva a EH a un camino interclasista y reaccionario y representa un giro hacia la derecha.

El nacionalismo burgués del PNV utiliza las justas demandas democráticas del pueblo vasco como moneda de cambio a la hora de obtener una mayor porción en el reparto del pastel y para garantizar una posición privilegiada que le permita explotar mejor a "sus obreros". Su nacionalismo acaba donde empiezan sus intereses de clase. No se debe olvidar nunca que el BBV, buque insignia del capital financiero vasco, forma parte indisoluble del capital financiero español, al que le une un oceáno de comunes intereses.

El PSOE también debe romper su alineamiento con el nacionalismo español que le ha llevado, a veces, a posiciones a la derecha del gobierno. No lo decimos por sus dirigentes de los que no esperamos nada positivo sino fundamentalmente por los millones de trabajadores que todavía votan al PSOE. El seguidismo de la dirección "socialista" respecto al PP en el tema vasco es una completa claudicación ante el nacionalismo más criminal y represivo que existe, el español.

Por otro lado, Ezker Batua-Izquierda Unida ha acertado al separarse de este nacionalismo español, pero al firmar el Pacto de Lizarra, junto al PNV, hipoteca completamente su independencia, haciéndose rehén de las maniobras de la burguesía vasca. IU tiene en sus manos un gran reto para el futuro: desmarcarse claramente del Estado burgués y luchar de una manera consecuente por los derechos democráticos, sin caer en brazos de la estrategia del PNV o de la izquierda abertzale. 

Esto sólo se puede conseguir adoptando una política de independencia de clase, internacionalista y revolucionaria, es decir, luchando por el socialismo, por la unidad de los trabajadores, única forma de garantizar los derechos nacionales de los pueblos oprimidos. Si IU se dotara de una perspectiva marxista atraería hacia sus filas a lo mejor de la izquierda abertzale, donde hoy por hoy, se encuentran muchos militantes revolucionarios honrados que quieren luchar contra el capitalismo.

Desde la opción que representa el marxismo revolucionario sólo existe esta vía, que no es fácil, sin duda, pero que es la que nos lleva a una salida a los problemas que genera el capitalismo en su época de declive. Bajo el capitalismo el problema de la violencia no va a tener solución. El capitalismo es sinónimo de guerras, de hambre, de miseria, eso también es violencia. Violencia de los poderosos contra los débiles. Bajo este sistema y en la medida en que no levantemos una alternativa revolucionaria, el terrorismo será un cauce para los más impacientes. Aunque sea un cauce nefasto e ineficaz. 

Los revolucionarios rechazamos tajantemente esos métodos, pero no por ello somos pacifistas. Amamos la paz, pero no tenemos ningún problema moral en coger las armas en una guerra civil, contra un golpe de estado fascista, o en una revolución. En última instancia, la lucha por la revolución socialista, por una Federación Socialista, es el único camino que puede garantizar la libertad de los pueblos.

Izquierda Revolucionaria, Apdo. de Correos 3041, Sevilla 41080.
Tel 649 220 169. Fax 954 384 357. E-mail: izqrev@terra.es