Antonio
(Sevilla)
Compañeros:
Tras la lectura atenta del
artículo "Euskadi, de la esperanza a la frustración", aparecido
en el nº 1 de A LUCHAR, me he decidido a escribiros y plantearos las
siguientes consideraciones, por si tenéis a bien publicarlas.
Si se abandona por momentos
el análisis “infantil”, mecanicista, desbrozado a golpes de recetario,
es difícil no reconocerle a la tregua de ETA la virtualidad estratégica
de haber descompuesto las bases políticas, discursivas e institucionales
del frente españolista.
Durante años, los
términos del problema gravitaron en el interior del triedro “Estatuto-operaciones
(para)policiales-consenso antiterrorista”. La propia arquitectura abertzale
(soberanía de las acciones etarras sobre las condiciones políticas)
impedía traspasar la naturaleza del debate desde el terrorismo a
la violencia, de la independencia a la autodeterminación, de lo
nacionalista a lo abertzale, de lo constitucional a lo democrático,
de lo institucional a lo político.
Con el paso de los años,
la naturaleza de las acciones de ETA habían erosionado su credibilidad
y su prestigio militar, su potencia evocadora del conflicto político,
su carácter vanguardista y su ligazón con la izquierda ideológica.
Cada vez en mayor medida, su continuidad era acreedora de la situación
de los presos, del caudal militante del MLNV y de la consistente conciencia
política de miles de vascos.
La tregua inaugura un nuevo
ciclo histórico en la lucha. Reconoce la imposibilidad de ninguna
clase de victoria militar, de ningún escenario rupturista posible
en la dinámica anterior, cronificada y llena de muertos sin sepultura
y desata la preeminencia de lo político.
En pocos meses, el MLNV pasa
a la ofensiva. Se le parte el espinazo al frente españolista y estatutario
(Ajuria Enea), terriblemente sólido durante años, y brota
hacia el espacio del debate todo el conjunto de problemas políticos
que laten en el fondo del conflicto. Lizarra, Estella, la Asamblea de Municipios
Vascos, inauguran un escenario alternativo y con carácter constituyente.
De nuevo, emerge la idea
del conflicto político y, además, se consigue desmembrar
al PNV, a EA y a EB-IU de cualquier polo antiETA, reconstruyéndose
una cohesión en torno al denominado “ámbito vasco de decisión”.
La reciente Huelga General
muestra incluso las virtudes movilizadoras de la tregua, que consigue avanzar
más allá de lo político, hasta lo social. Este es
el momento actual, avanzado políticamente respecto de la situación
anterior, no frustrante y en el que el discurso españolista y constitucional,
amparado en la coartada de la lucha contra la “banda terrorista”, cede
terreno, sobre el que ahora desfila una nueva correlación de fuerzas
en pos de la soberanía, a favor del retorno de refugiados y de la
excarcelación de los presos, permitiendo el protagonismo de las
fuerzas políticas, sindicales y sociales. Nada más y nada
menos. |
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