M.P.
(JRE)
A inicios de la década
de los '80, en el Estado español, se empezó a dar una corriente
violenta en las gradas de los estadios de futbol.
Un sector minoritario del
aficionado, generalmente joven, se dejaba fascinar por las hazañas
de los hinchas violentos ingleses (hooligans) e italianos (tiffossis) y
como moda que fue, en moda se convirtió, surgiendo como una alternativa
al típico modo de animar, generalmente pacífico, que se daban
en las gradas a base de trompetas de plástico (las famosas “vacas”),
banderas y bufandas de la abuela. En definitiva, esa minoría optó
por una visión más apasionada del futbol, llegando inevitablemente
a la estupidez de la violencia.
A mediados de los ochenta,
la extrema derecha española, al menos sus ramas más contundentes
como Bases Autónomas o CEDADE (Círculo Español De
Amigos De Europa) de tendencia neonazi, vio en las peñas “ultras”
futboleras un campo muy extenso donde captar adeptos, ya que estas están,
o lo suelen estar, formadas por jóvenes de unos ideales políticos
nulos y de una situación económica estrecha, siendo a estos
elementos a los que mejor se les “come la perola”.
Los Brigadas Blanquiazules
del RCD Espayol fueron los “pioneros” en meter la “política”, y
las comillas son adrede, de por medio, siguiéndoles Ultras Sur del
Real Madrid, por la amistad que les une a los anteriores, y así
un lamentable largo ecétera; valga como ejemplo los Frente Atlético
del At de Madrid, Supporters Gol Sur del Betis, Ultras Yomus del Valencia
CF, Ligallo Fondo Norte del Zaragoza...
Otros grupos de “hinchas
apasionados”, contrarios a los ultras fascistas, optaron por hacer frente
a los ya mencionados adoptando una posición de izquierdas. No es
raro ver que dos equipos de un misma ciudad tengan en sus gradas hinchas
antifascistas, y que los fascistas en cambio sean los del equipo rival.
También se han dado
casos de grupos ultras que se han “cambiado la chaqueta” por pura moda,
valiendo el curiosísimo caso de los Supporters Gol Sur del Betis,
que nacieron en la segunda mitad de los ochenta siendo de “ultra-izquierda”
y que en la temporada 90-91 se hicieron...¡nazis!, seguramente para
llevar la contraria a los Biris del Sevilla FC, ya que estos son de tendencia
antifascista.
La falta de una base política
genuina y la incultura de estos miembros ultras, hacen que se den los casos
más pintorescos de abstracción política en estas peñas...
teniendo como ejemplo el Frente Boquerón del Málaga CF, donde
conviven nazis y antifascistas en la misma peña (¿?).
No cabe duda que la irrupción
de los nazis en las peñas ultras y la influencia que estos tienen
en estas, supuso un aumento de las agresiones y acciones fascistas en las
calles de las ciudades del Estado español, pero, si su principal
fuente de sustento y reclutamiento son las peñas ultras, ¿por
qué los clubes no acaban con ellos expulsándolos?, ahí
está sin duda la “madre del cordero”.
La ultraderecha, aprovechando
el amplio coto que le aportan los grupos ultras, ha tejido una red (ya
sea con fanzines, con revistas de tirada estatal como Superhincha o Jugador
Número 12) con los restantes grupos fascistas que operan en el Estado
con una facilidad asombrosa, máxime cuando reciben apoyo de las
directivas de los clubes de futbol.
Y esto a qué se debe,
antes los ultras suponían una “mosca cojonera” para las directivas
de los distintos clubes, ya que son “revoltosos” y “porculeros”, pero,
eso sí, animaban y daban color como nadie.
En 1992 los clubes de la
Liga de Futbol Profesional, exceptuando a R. Madrid y FC Barcelona, se
constituyen en Sociedades Anónimas, y las directivas de los diferentes
clubes ven en los ultras un buen reclamo publicitario y unos excelentes
perros de presa a la hora de defender sus “empresas” de la presencia de
los hinchas de los equipos contrarios.
Nadie duda del inmenso capital
que mueve el mundillo del futbol profesional, los grandes fichajes, las
grandes campañas de marketing a la hora de captar socios... pero
lo que muy poca gente ve -los medios de comunicación lo silencian-,
son los numerosos casos de agresiones que se dan en cada jornada de futbol,
incluso entre los mismos aficionados.
La rotura de la portería
en el partido de Liga de Campeones de la edición 97-98, en el Madrid-Dormund,
a cargo de los simpatiquísimos Ultras Sur, y el asesinato del hincha
de la Real Sociedad Aitor Zabaleta a manos de una sección neonazi
del “Frente Atlético”, pone de manifiesto lo que suponen estos elementos
en el futbol y en la sociedad.
Pero miremos también
a los presidentes que los apoyan, llámense Sanz, Lopera, Nuñez,
etc. Y qué decir del señor Gil, hombre demócrata donde
los haya. Respecto al asesinato de Aitor Zabaleta, el “gran alcalde” decía
que por culpa de un “malnazido” no va a pagar una peña como el Frente
Atlético, ya que son unos buenos chicos. Sí, sí, buenos
chicos que llenan su fondo con banderas “franquistas” y otros símbolos
neonazis.
Todo este circo de “La Liga
de las Estrellas” nos enseña a ver hasta donde llega la hipocresía,
a ver como el futbol se convierte en el “Gran Circo de Roma” y a ver como
los distintos pueblos y ciudades se odien por culpa de un gentuza que subvenciona
a otra gentuza que giran alrededor de un deporte que consiste en dar patadas
a un balón. A propósito, ¿por qué se ha puesto
de moda entre los grupos ultras “nazionales” aquello de “puta Zabaleta”?...juzguen
ustedes. |
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