Tras la caída del
estalinismo, el proceso de degeneración de los partidos obreros
tradicionales se ha acelerado. Hoy por hoy, los obreros tenemos la tarea
de agrupar nuestras fuerzas en una nueva Internacional que no caiga bajo
los errores catastróficos del reformismo y el estalinismo.
"Estamos aquí para
celebrar nuestra solidaridad en la lucha contra la opresión, y por
la liberación de las masas explotadas del hambre, la pobreza y la
humillación. Dos mundos están de pie el uno frente al otro
en esta lucha: el mundo del capital y el mundo del trabajo, un mundo de
explotación y esclavitud y otro de hermandad y libertad". (Extracto
del Manifiesto publicado por los socialistas rusos en el 1º de Mayo
de 1904)
Las palabras del Manifiesto
publicado por socialistas rusos el 1º de Mayo de 1904 resumen el espíritu
del día de la solidaridad internacional de la clase obrera: la necesidad
de los trabajadores de actuar juntos en una lucha común contra todas
las formas de opresión.
La causa del por qué
la clase trabajadora necesita la solidaridad internacional es concreta.
Por todo el globo los trabajadores vemos los mismos problemas de pobreza,
desempleo, precarización del empleo y ataques al estado del bienestar.
Los problemas y la lucha no conocen fronteras. Por supuesto, existen peculiaridades
nacionales y diferencias entre cada país, pero los que dirigen la
economía, la política, la sociedad y la cultura trabajan
conjuntamente a nivel internacional.
La tarea de construir una
organización que pueda unir a los trabajadores de todo el mundo
es más crucial ahora que en épocas pasadas. País tras
país se escuchan los latidos de la explosión social que se
avecina y que puede explotar en cualquier momento, como se vió en
Francia al final del año pasado. Ésta fue una revuelta contra
los gobernantes de Francia, contra los jefes de la Unión Europea
y contra la dictadura del mercado. Fue "la primera revuelta contra la
globalización", según el diario burgués Le Monde.
Los acontecimientos de Francia
aterraron a la clase dominante a nivel internacional, particularmente a
las burguesías europeas, y dio a los obreros de otras partes del
mundo un ejemplo positivo de lo que se puede conseguir por medio de la
acción de masas.
Las luchas de Francia han
tenido un gran impacto en los obreros de otras partes del mundo. Inspirados
por el auge de la lucha en Francia, los sindicalistas de Sudáfrica
advirtieron que se podría dar "una situación similar a
la francesa en el país si el gobierno lleva adelante las privatizaciones".
La tónica común
de cada lucha ha sido la disposición de las masas para levantarse
y decir "¡Basta ya!" Éste es siempre el primer signo de un
cambio en la conciencia. Lo que ocurre en general es una reacción
contra las privatizaciones, el desempleo, la inseguridad en el trabajo,
la corrupción, el daño medioambiental y contra el hecho de
que el rico sea cada vez más rico mientras el pobre es cada vez
más pobre.
El péndulo ha empezado
a girar a la izquierda entre la gente corriente. Este cambio de ánimo
traerá la idea del socialismo y la necesidad de abolir el capitalismo
y volver a los objetivos de lucha del movimiento obrero y otros movimientos
populares.
Estalinismo
Durante los noventa, la burguesía
y los dirigentes del movimiento obrero oficial nos han machacado con la
idea de que "la economía de mercado es la única alternativa".
El derrumbamiento del estalinismo
en Europa oriental y la URSS en 1989-90 dio, según estos señores
"el golpe definitivo" a las ideas del internacionalismo, del socialismo
y de que la clase obrera puede gobernar la sociedad, la democracia obrera.
Nadie niega que el derrumbamiento
de los regímenes totalitarios estalinistas fue un hecho de importancia
histórica. La caída de estos regímenes significó
una victoria del capitalismo y se construyó un nuevo orden mundial,
pero no un mundo de estabilidad, paz y progreso como nos prometieron. El
socialismo sólo se puede construir con una verdadera democracia
obrera. La incapacidad momentánea de las masas en esos países
para tomar el poder durante la crisis de 1989-90, dio la oportunidad a
un sector de la burocracia estalinista, con el apoyo del imperialismo mundial,
a auto-transformarse en una nueva clase capitalista.
Rusia
Pero ese capitalismo no ha
elevado el nivel de vida de la población de la Europa oriental y
la ex-URSS.
Un informe oficial de lo
que ha estado ocurriendo lo dice claro: "El sueño del capitalismo
democrático ha llegado a ser una pesadilla para muchos europeos
orientales. Según un reciente informe de UNICEF, las reformas económicas
(la restauración de capitalismo) han creado 75 millones de 'nuevos
pobres' desde 1989. La tasa de mortalidad en Rusia y el Báltico
ha subido al 70% en los últimos cinco años. La esperanza
de la vida en Rusia es ahora de 58,2 años, la misma de Pakistán".
(The European, 7-12-1995).
El derrumbamiento económico
en la zona ha tenido un efecto desastroso en la antigua Unión Soviética.
Sólo este año, en la antigua Unión Soviética
contraeran la difteria entre 150.000 y 200.000 personas, mientras que en
1991 esta enfermedad afectó a menos de 2.000.
La experiencia reciente ha
confirmado que ni el estalinismo ni el capitalismo podían o pueden
ofrecer una solución de avance para la humanidad. El capitalismo
intenta incorporar los antiguos estados estalinistas al mercado mundial,
lo que aumentará las contradicciones entre capitalistas y acrecentará
la rivalidad entre las potencias imperialistas.
Dirigentes
La ofensiva ideológica
de la burguesía contra el socialismo y la propiedad pública
penetraron en el movimiento obrero y, sobre todo, en su dirección.
Los dirigentes obreros y el movimiento sindical giraron muy rápidamente
a la derecha durante los noventa. Muchas organizaciones de izquierda claudicaron
y aceptaron los argumentos defendidos por los profetas del capitalismo.
Los viejos partidos obreros y los altos burócratas del movimiento
sindical han dejado de defender los intereses de los trabajadores. Ésta
es la razón principal por la que la burguesía internacional
ha sido capaz, en muchos países, de dar importantes pasos adelante
en su ofensiva mundial contra el estado del bienestar y contra los derechos
sindicales que los obreros previamente ganaron durante el largo auge capitalista
de la postguerra (1950-1973).
En todas las ocasiones los
gobiernos que se autodenominaban socialistas actuaron como vehículo
de la burguesía en su ofensiva contra los trabajadores y han obedecido
ciegamente al FMI o el Banco Mundial.
Confusión
Esta traición extendió
la confusión y desorientación política entre los obreros
y la juventud.
El proceso de aburguesamiento
de los viejos partidos obreros social-demócratas y socialistas ha
entrado en una fase donde esos partidos son cada vez más identificados
como parte del sistema capitalista. El control de estos partidos por sus
alas más derechistas y conservadoras junto con sus políticas
cada vez más burguesas han desorientado a trabajadores y jóvenes
en los últimos años y lo seguirá haciendo también
en el futuro.
Muchos de los viejos partidos
obreros ya no son vistos como "nuestras organizaciones" por los trabajadores,
a pesar de que en algunos países, como Gran Bretaña y España,
todavía se ven como la única alternativa electoral para parar
a la derecha. Más y más secciones de la clase obrera, particularmente
la generación más joven, no ven a estos partidos como vehículos
para la lucha.
La degeneración política
de los viejos partidos obreros hace aparecer la tarea compleja de crear
nuevas formaciones socialistas en los países capitalistas avanzados.
El vacío político en la izquierda y la ausencia de una dirección
que luche por el movimiento obrero son rasgos importantes de la situación
actual.
Era lo mismo que pasaba cuando
los obreros, al final del siglo pasado, comenzaron a organizarse políticamente
en sus propios partidos. Esto llevará tiempo y costará muchos
sacrificios antes de que pueda construirse una nueva dirección socialista
basada en un partido de masas.
Cualesquiera que sean las
dificultades que quedan en nuestro camino, los socialistas tenemos la responsabilidad
de preparar el terreno para la creación de una organización
socialista de masas y una nueva Internacional Obrera.
Esta preparación es
política en cuanto que significa tener un programa y unas demandas
que puedan desarrollar la conciencia e iniciar actividades, pero también
es práctica en cuanto significa construir un apoyo a los obreros
en su lucha y llevar a cabo amplias campañas que engloben a todo
aquel que quiera tomar parte en una lucha por mejores condiciones de vida.
De esa manera se pueden atraer capas nuevas a la lucha y preparar el camino
para nuevas formaciones políticas en el futuro. |