Que no escape el asesino vitalicio
Pinochet a la cárcel
(Sep/98)
El 11 Septiembre de 1973 un golpe
militar urdido por los jefes militares, con el beneplácito de la
oligarquía y la derecha chilena y el apoyo descarado del imperialimo
yanqui, acabó con el Gobierno de Salvador Allende y aplastó
sangrientamente un proceso revolucionario de varios años en el que
la clase trabajadora y las masas populares tomaron decisivamente el camino
hacia el socialismo.
Fue una experiencia única en la historia del movimientro obrero,
dado que la transformación social se hacía bajo un escrupuloso
respeto a las reglas de juego de la democracia burguesa y la Constitución
chilena, intentando una vía parlamentaria al socialismo.
25 años después, en 1998, las movilizaciones populares
exigiendo castigo para los responsables de la represión y oponiéndose
a las políticas antiobreras del gobierno actual vuelven a las calles
de Chile.
El asesino Pinochet está inmerso en un largo proceso judicial
que indudablemente es una victoria de sus víctimas. La democracia
'sui generis' que existe en Chile yace sobre el ocultamiento de la verdad
y la impunidad que protege a los responsables de los crimenes de la dictadura.
Por tanto, el hecho de que el prinicipal responsable de la dictadura esté
procesado es un triunfo para los cientos de miles de chilenos y chilenas
que tuvieron que soportar las torturas y el asesinato impune.
No obstante, Pinochet es sólo el personaje visible que sirve
para ocultar al resto de la institución militar y a la oligarquía
y la derecha chilena. La dictadura militar -de la cual Pinochet era uno
de sus protagonistas- fue el instrumento del capital para detener al movimiento
popular en auge.
La derecha chilena aliada con intereses norteamericanos, no pudo derrotar
a Allende mediante elecciones, sabotaje económico o la ayuda encubierta
de la CIA. Por tanto, acudieron a la única opción restante:
la intervención militar. El golpe fascista fue la última
carta jugada por las fuerzas conservadoras para derrotar el proceso revolucionario
que se vivió en Chile entre 1970 y 1973.
Que se juzgue a un personaje como Pinochet -con el cual se identifican
todos los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas- es un gran
avance, pero en ningún caso nos debe hacer olvidar el rol institucional
al servicio de la clase capitalista que cumplen los ejércitos y
demás instituciones represivas.
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