Panfleto
de Izquierda Revolucionaria
(Sep/99)
Tras el referéndum
del 30 agosto, grupos armados, protegidos y animados por el Ejército
de Indonesia siembran el terror, asesinan a centenares de inocentes y acosan
a periodistas y observadores, con el fin premeditado de impedir que se
respete la voluntad nacional del pueblo de Timor Oriental.
El masivo voto favorable
a la independencia de Timor Oriental, expresado democráticamente
(78,5%) en el referéndum no deja lugar a dudas sobre cómo
quiere construir su futuro y por donde quiere caminar el pueblo timorés.
La
actual crisis es el resultado de 25 años de ocupación indonesia.
Después de muchos años sin poder derrotar militarmente a
la guerrilla timoresa, el gobierno de Jakarta aceptó a regañadientes
la realización de un plesbicito bajo la presión del gobierno
de EE.UU.
Sin lugar a dudas, ambos
gobiernos esperaban que, después de años de brutal represión
y repoblación, la mayoría de la población de Timor
Oriental optara por la integración en Indonesia.
Sin embargo, la holgada victoria
de la opción independentista ha quebrado sus planes de anexión
definitiva. Ante esto, la respuesta del Gobierno de Yakarta y sus apéndices
paramilitares ha sido intentar forzar un nuevo status quo, basado en el
terror y el caos, con el objetivo de mantener bajo su control las zonas
más ricas de Timor Oriental.
El plazo de dos meses dado
por la ONU para la retirada de las tropas indonesias favorece la concreción
de este objetivo, materializado por medio de la matanza de independentistas.
UN POCO DE HISTORIA
En 1975, cuando Portugal,
tras la revolución de los claveles, se retiró de Timor Oriental,
la guerrilla timoresa declaró la independencia. El Gobierno norteamericano,
tras la derrota de Vietnam y bajo la paranoia de "una nueva expansión
comunista", impulsó a Suharto a ocupar este territorio masacrando
a comunistas, independentistas y cualquiera que se opusiera a la invasión.
Suharto, fiel aliado de EE.UU.
en la zona, ya había jugado antes el papel del Pinochet de turno
en Indonesia. En 1965, protagonizó un golpe de estado que recortó
el poder del Presidente Sukarno -destituido dos años después-,
dirigiendo una violenta represión contra el PKI (el Partido Comunista
de Indonesia), cuyo resultado fue el asesinato masivo de 100.000 comunistas
y la expulsión de un millón y medio de chinos que fueron
repatriados a su país.
El movimiento de liberación
nacional del Timor Oriental tiene una base de izquierdas, obrera y campesina,
y una tradición de lucha anticapitalista y antiimperialista desde
los tiempos en que fue colonia portuguesa.
Tanto EEUU, como Australia
y Nueva Zelanda, con grandes intereses económicos en todo el Pacífico,
en un contexto de guerra fría, veían este movimiento como
una amenaza que había que extirpar. Sin involucrar tropas directamente,
impulsaron, apoyaron y financiaron la invasión indonesia.
Al mismo tiempo, mantenian
bajo su control las rutas marinas comerciales que unen el sudeste asiático
con el Oceano Índico y el Pacífico.
Con la caída del Muro
de Berlín y el colapso del estalinismo, los líderes de la
guerrilla (FRETILIN), al igual que muchos otros movimientos guerrilleros
de liberación nacional, se replantearon la estrategia de lucha armada.
Años después, abandonaron las armas y aceptaron el proceso
de paz impuesto por la ONU. En el camino, quedaban 300.000 timorenses asesinados
por las fuerzas represivas indonesias durante los 24 años de ocupación
militar.
LA MORAL DEL "DOBLE RASERO"
El caso de Timor Oriental
es sintomático de la doble moral con que actúa EE.UU. y el
resto de las potencias occidentales. Bombardearon y destrozaron Serbia,
Montenegro y Kosovo por supuestas "razones humanitarias". Quieren intervenir
militarmente en Colombia bajo la excusa de la "guerra al narcotráfico".
Asfixian y agreden cada día a Irak. Pero se desentienden de la suerte
y de los derechos del pueblo de Timor.
Los poderosos intereses y
lazos políticos y económicos que existen entre Indonesia
y EE.UU. son más importantes que las miles de vidas que caen cada
día victimas de los paramilitares indonesios. No olvidemos que la
ocupación ilegal de Timor Oriental ha contado durante 24 años
con el apoyo de EE.UU., Australia y Nueva Zelanda.
¿UNA INTERVENCIÓN
INTERNACIONAL?
Las dramáticas imágenes
de los asesinatos y matanzas están empujando a parte de la izquierda
a exigir una intervención internacional que protega al pueblo de
Timor y garantice la independencia.
Sin duda, a mucha gente que
promueve esta salida les mueve la sana intención de acabar de una
vez con la violación masiva de los derechos individuales y colectivos
del pueblo timorés.
No obstante, una intervención
internacional puede dar como resultado un nuevo sometimiento de Timor Oriental
en forma de protectorado como ha ocurrido en Kosovo. Recordemos que también
el pueblo kosovar votó masivamente por su independencia y tras la
criminal intervención de la OTAN ni siquiera se ha reconocido su
legítimo derecho a la autodeterminación.
El Gobierno de EE.UU. y sus
socios, que de hecho no respetan los derechos humanos en sus respectivos
países, como recientemente denunció el Informe Anual de Amnistía
Internacional, ni son capaces ni tienen legitimidad moral alguna para garantizar
los derechos humanos en algún lugar del planeta.
Realmente, es una total hipocresia
creer que los mayores enemigos de la independencia de Timor Oriental durante
tantos años puedan ahora haber cambiado de lado.
¿QUE HACER?
Ante la urgencia de la situación
y teniendo en cuenta la debilidad del gobierno indonesio que enfrenta en
el interior una fuerte oposición, proponemos como medidas inmediatas:
Convocar movilizaciones frente a las embajadas y consulados indonesios
o en frente a las oficinas de Garuda Airlines.
Impulsar el establecimiento de un bloqueo internacional a Indonesia. Debido
a la lejanía de este país, deben ser, particularmente, los
trabajadores de Australia y Nueva Zelanda quienes deben evitar que sus
gobiernos aprovisionen a las tropas indonesias.
El movimiento obrero internacional debe hacer un llamamiento a los trabajadores,
estudiantes y campesinos de Indonesia para que luchen en su propio país
por la retirada inmediata de las tropas y paramilitares indonesios de Timor
Oriental y se respete el resultado del referéndum.
Debemos apoyar económica y políticamente los esfuerzos del
pueblo timorés por su autodefensa frente a las bandas criminales
de los paramilitares, apoyados por el ejército.
Como demostraron las movilizaciones
de masas de los estudiantes y obreros indonesios durante los últimos
años, es posible derribar el regimen totalitario de Suharto-Habibi.
Hay un solo camino para la
liberación de Timor Oriental: la organización y movilización
del pueblo timorés alrededor de un programa internacionalista y
revolucionario que rechace cualquier atisbo de intervención y defienda
vigorosamente la independencia nacional.
No obstante, aún gozando
de la independencia, un pequeño país como Timor, en base
al capitalismo, será presa de los grandes consorcios industriales
y financieros internacionales. Por eso la lucha por la independencia debe
ir unida a la lucha por una Confederación Socialista del Sudeste
Asiático en la perspectiva de una Federación Socialista del
Pacífico y del Mundo. |