Mercede
Blanco
El uranio vaciado (DU) es
uno de los más peligrosos desechos radioactivos. Recientemente este
material ha sustituido al plomo en las balas y misiles de la OTAN, y fue
por primera vez usado en la guerra del Golfo.
Es uno de los mayores causantes
del Síndrome de la Guerra del Golfo, experimentado por el pueblo
iraquí y los veteranos yankees.
El DU se inflama por el impacto
cuando da en el blanco. El 70% del uranio se quema y produce un humo de
partículas tóxicas, también llamadas de cerámica,
de unas dos micras de tamaño.
La inflamación del
uranio hace que el proyectil pueda perforar las corazas de los tanques
o el hormigón armado de los hangares de los aviones, soltando dentro
de ellos esta especie de aerosol mortal de uranio radioactivo matando a
todos sus tripulantes.
Pero, lo verdaderamente peligroso
del DU es que el polvo radiactivo puede viajar decenas de kilómetros
y depositarse en los pulmones irradiando los tejidos con partículas
alfa, causando enfisema y fibrosis. Las partículas al ser respiradas
por los seres humanos o los animales no se elimina en por lo menos 10 años.
El DU puede también
ser tragado y dañar el aparato digestivo y los intestinos. Con el
tiempo, traspasa los tejidos de los pulmones y entra al torrente sanguíneo.
Puede ser guardado en el hígado, el riñón, los huesos
u otros tejidos durante años generando cáncer.
Los científicos de
la OTAN se defienden argumentando que las dosis de radiactividad no superan
los límites permitidos para el ser humano en virtud de estudios
y pruebas realizadas. Sin embargo, estos estudios se hicieron sobre objetivos
aislados en zonas no pobladas al aire libre.
Teniendo en cuenta que la
OTAN, cada vez más, bombardea áreas urbanas pobladas por
civiles, con edificios y zonas residenciales, estaríamos ante una
verdadera tragedia.
Al producirse la explosión
en una zona urbana, un poco al amparo del viento, la contaminación
del aire está más concentrada y debe durar mas tiempo. En
estas circunstancias, la contaminación es nueve veces superior a
la radiactividad que puede asumir durante un año un trabajador de
una central nuclear.
Además, el polvo
puede ser levantado de nuevo por el viento, o contaminar productos alimenticios
u objetos utilizados por los seres humanos, o alcanzar directamente las
manos, la piel de las personas y dañar las cadenas de ADN. Puede
también contaminar los animales que luego serán comidos por
el hombre, o contaminar las plantas, el agua, etc.
Los peligros e incertidumbres
no son mínimos cuando se bombardean sistemáticamente zonas
urbanas. La polución debida al bombardeo de zonas urbanas no afecta
solo a adultos con buena salud sino también a personas mas sensibles
(enfermos, ancianos, niños...) para los cuales el riesgo parece
mucho mayor. Además, no solo actúa la radioactividad.
Falta el aspecto químico.
El óxido de uranio es por si mismo muy tóxico, mucho peor
que los óxidos de plomo. Es, pues, una toxicidad química
elevada la que se añade a la radioactividad. Suficiente para afectar
seriamente, en cualquier caso, a las personas de salud frágil.
!Es imperativo que todos
denunciemos esta guerra tóxica! El daño que se está
haciendo no sólo causará una pena interminable para las víctimas
de hoy, sino que el daño genético puede heredarse a sus descendientes.
Semejantes armas y la guerra misma deben ser condenadas como barbaries
absolutas. |