
27 de septiembre de 1999,
39 Aniversario de la
Nacionalización de la Industria Eléctrica,
palabras del Secretario General
Rosendo Flores.
Sindicato Mexicano de Electricistas.
Compañeras y compañeros,
Honorables invitados,
Queremos expresar, con mayor claridad que nunca nuestras convicciones y nuestras perspectivas como trabajadores electricistas.
En esta fecha, 27 de septiembre, es inevitable el recuento sobre nuestra industria eléctrica y su conexión con la historia nacional. Los tiempos actuales de política neoliberal hacen caso omiso de los recuentos; los tiempos y las políticas actuales de autoritarismo proponen el olvido y sostienen el interés neoliberal como única alternativa. Son tiempos del aquí y del ahora, no hay más. O se privatiza "el sector", o no habrá futuro, pues con el pasado ya se cumplió, nos dicen.
En esta fecha, 27 de septiembre, hace treinta y nueve años se logró completar un ciclo, para que la nación mexicana fuese la propietaria de sus recursos energéticos, elementos estratégicos de su desarrollo, pero sobre todo, porque con ellos ha mantenido su posición independiente y autónoma frente al mundo asechante del mercado dominado por las potencias imperiales de primer orden. Petróleo y electricidad al servicio de la nación, para fijar rumbo y elegir destino. Lo inicio Lázaro Cárdenas, lo completó López Mateos. Como el liberalismo mexicano del siglo pasado lo postuló con Mora, con Arriaga y con Juárez, en beneficio de un pueblo y para la construcción de un Estado moderno, que impulse democracia, crecimiento y justicia sociales, frente a las potencias imperiales que someten y explotan.
Ese viejo liberalismo mexicano del siglo pasado se consolidó en el artículo 27 constitucional de 1917, con una revolución política, donde los recursos estratégicos son propiedad de la Nación y sirven al pueblo mexicano, como lo había expresado con claridad Morelos, en la misma trayectoria histórica. Se propone ser siervos de la nación, escuchar su mandato y acatar; porque el pueblo manda. Nación y soberanía son una y radica en el pueblo de México. Hoy se quieren vender ambas, al entregar o concesionar los recursos al capital, porque dicen que no tenemos presupuesto se pretende postrarnos y hacernos serviles. Los trabajadores mexicanos no aceptamos esta propuesta ni la aceptaremos. Porque no somos serviles a los intereses extranjeros sino siervos de la nación.
Sin libertad económica, no podrá haber nunca libertad política, ni soberanía plena: esta es la trayectoria nacional, de lucha constante y fragor libertario. Tres siglos de coloniaje nos desangraron y marcaron, contra ellos cientos de miles de mexicanos bregamos. Son siglos de lucha, que se quieren entregar. Esta es la esencia misma de los artículos 27 y 28 constitucionales, sin libertad en el manejo de sus recursos estratégicos, nuestra patria estará sometida siempre a los mandatos extranjeros. La traición a nuestra lucha, a nuestra historia, a nuestra esperanza, es evidente. Por eso seguiremos insistiendo: ¡la Patria no se vende! ¡La Constitución no tiene precio!
Por esta nueva perspectiva neoliberal, nosotros recurrimos a la trayectoria histórica, a la lucha del pueblo mexicano y, sin dudarlo, a la posición del gobernante que propuso la nacionalización de la industria eléctrica, Adolfo López Mateos, quien en 1958 frente a los desafíos económicos del mundo, ante la necesidad de un programa latinoamericano expuso: "mientras la integración económica y social de nuestros países no sea una realidad operante, semejante cambio estructural no tendría más resultado que descompensar artificialmente la evolución política de nuestros pueblos, retrasando quizá a la larga, en vez de acelerar, la creación de una auténtica comunidad de naciones en América."
Su idea y su programa los plasmó el 27 de septiembre de 1960 con la nacionalización de la industria eléctrica y en la trayectoria nacional fue claro. Sus convicciones, que fueron programas de gobierno, nos permiten ubicar su proclama, su ideología. Lo expresó sin dilemas, el 27 de septiembre, de 1962, y en perspectiva como "una gesta de trabajo, un paso más de nuestro pueblo en la tarea de edificar un México más libre y más independiente: el derecho de la Nación para ejercer dominio pleno sobre sus recursos naturales".
Dijo entonces con firmeza y vocación nacionalista:
"Para nosotros el progreso es indivisible de justicia social. No desmayaremos en tratar de satisfacer, cada vez con más eficacia, las demandas populares, al mismo tiempo que robustecemos la soberanía de la Patria en que vivimos y vigorizamos su independencia, al abrir rutas para ser dueños indiscutibles de los recursos de nuestro suelo...
Nada ni nadie nos detendrá en hacer de la nuestra una nación grande y justa. Ustedes y nosotros estamos en el camino acertado, porque es el camino de México, es el camino de la Independencia, de la Reforma, de la Revolución social de México..."
Hoy se ha perdido el rumbo y se olvida la historia. En el presente sexenio esta fecha histórica en especial, se borró de la agenda presidencial durante tres años y hace un año, se le recordó en voz baja, en la oscuridad de sus intereses, pretendiendo que pasara desapercibido, que no recordáramos los mexicanos que existe, un derecho constitucional que se tiene como propiedad de un pueblo. Se minimizo una perspectiva nacionalista, pero el dos de febrero de este año se aclaró el porque y se precisó la agenda: hay que vender al mejor postor el "sector eléctrico".
Por el ejercicio soberano como integrantes del pueblo de México, discrepamos de las propuestas y los propósitos del actual gobierno. Siempre con apego a la ley, y considerando que la soberanía radica en el pueblo, del cual tenemos un mandato. Por el ejercicio democrático que miles y miles de mexicanas y mexicanos hemos expresado desde entonces para defender una de los más claros bienes estratégicos de la nación: la industria eléctrica.
Hoy además, los electricistas del Mexicano recibimos en el Seminario Internacional Impactos de la Privatización Eléctrica a Nivel Mundial Estado, Desarrollo, Soberanía, la experiencia y el análisis de profesionales de la industria, de camaradas sindicalistas y de expertos investigadores del mundo para aclarar, precisar y abordar la problemática integral de la ola expansiva de la privatización eléctrica.
No se trata de una experiencia regional. Es el sable implacable del capitalismo salvaje que ronda el planeta buscando exprimir más a nuestros pueblos en aras de una acumulación despiadada e inmoral de capital, marginando las necesidades sociales.
Las conclusiones son atroces: la miseria asola al mundo del trabajo. La nueva fase del capitalismo, en su programa neoliberal, destruye las industrias estratégicas estatales, deteriora los servicios públicos, provoca desempleo masivo, trastoca organizaciones sindicales, nulifica contratos colectivos, desmorona fronteras y a los pueblos les despoja de esperanza. La sociedad del siglo venidero, será cada día y cada vez más polarizada en extremo. Miseria y desolación en los pueblos, concentración de riqueza y privilegios, en los propietarios del capital.
Los derechos universales del hombre se resquebrajan con esta nueva ideología neoliberal, la libertad, la fraternidad y la igualdad, se entregan al interés político y al mercado simple de la oferta y la demanda, donde el mejor postor podrá adquirirlos. Sucede lo mismo con los llamados derechos humanos, de vivienda, educación y salud, pues de ser responsabilidad de los programas sociales de los gobiernos, ahora tienen un costo unitario y un precio individualizado. Vida y destino, se compran en el nuevo mundo neoliberal. Las conquistas y los derechos de los pueblos y los trabajadores del mundo, se destruyen o se les pone precio, se dice falazmente que: se flexibilizan. El resultado fue el mismo, se despoja a los obreros del mundo de sus derechos universales. Se hace tabla rasa del pasado. Se dijo ya, desde hace mucho tiempo, el capital no tiene amigos ni conoce fronteras, sólo intereses. El hombre no importa, es el interés usurero el nuevo signo y la perspectiva.
Ha sido evidente además, que la condición histórica de los pueblos de América Latina les ha dado características sociales diferentes y contrastantes a la situación de las potencias europeas y del norte, de donde provienen los proyectos privatizadores o los programas "financieros de apoyo" a su aplicación.
Las condiciones imperantes, con sello del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, mutilan el crecimiento económico e impiden el desarrollo social, pues cada "apoyo" significa una deuda inmensa, cada privatización otro préstamo y otra deuda, con intereses crecientes que a su vez genera otra deuda: a veces se paga una parte del principal, a veces se paga una parte de los intereses. En otras ocasiones, se nos otorga más "dinero fresco", se dice para pagar otra parte. Y la deuda nunca se acaba. La deuda externa de nuestros pueblos, es en estos tiempos, una deuda eterna. No existen parámetros ni perspectivas de análisis similares a las del primer mundo, por esto nuestra perspectiva es diferente y contraria.
Contra ello, se manifestó el propio Seminario Internacional. Por ello mismo, es inaplazable impulsar el bienestar de nuestros pueblos explotados con educación y salud, pero sobre todo proyectar al trabajo como factor fundamental de los más elementales derechos humanos. Por eso, los recursos estratégicos, como la industria eléctrica, son propiedad de los pueblos para permitir un ejercicio de simple soberanía, definir un destino quizás sin abundancias pero pleno de esperanza, justicia, democracia e independencia.
Sólo entonces podremos vencer la ira que nos provoca la miseria y la pobreza; solo entonces la soberbia del capital terminará. Mientras tanto, los obreros del mundo mantenemos el ideal y el programa de una vieja proclama, la realización de una clase trabajadora total y efectivamente consciente, unificada, disciplinada y apta, capaz de llevar a cabo el establecimiento de un sistema económico justo que permita a todos los hombres y mujeres aptos para trabajar, vivir holgadamente del producto de su propio trabajo, y haga imposible el enriquecerse con el trabajo de los demás.
Por todo lo anterior el Sindicato Mexicano de Electricistas hace suyas las palabras de nuestro Presidente López Mateos, cuando declaro:
"Estimo que la vida de la industria eléctrica de México en general, es decir, de la producción y distribución de energía eléctrica, ha arrancado por un inmejorable camino: por el camino en que trabajadores y gobierno son responsables conjuntamente ante el pueblo de México del destino que habremos de darle a esa industria recientemente adquirida".
Y en consecuencia ante la presencia solidaria nacional e internacional y en nombre de los trabajadores a los que servimos afirmamos:
¡ Que no claudicaremos!
¡Que seguiremos en la defensa de nuestra Soberanía!
¡Por la creación de la red internacional de resistencia!
¡Por la defensa universal de los derechos humanos!
¡Por la defensa de los recursos estratégicos de los pueblos!
¡Que viva la nacionalización de la Industria Eléctrica!
¡La patria no se vende!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
Responsable de la Publicación Ramón Pacheco Llanes. Srio. del Exterior SME.
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