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Palabras del Secretario General,
del Sindicato Mexicano de Electricistas,
C. Rosendo Flores Flores,
en la ceremonia inaugural del Seminario
20 de Septiembre de 1999.

Un saludo fraterno a todos los asistentes, a todas las organizaciones sindicales y sociales, que han aceptado nuestra invitación para compartir experiencias, estudios y análisis, los cuales nos permitan en México, enriquecer una alternativa a las pretensiones de privatizar la industria eléctrica, pivote estratégico del desarrollo de nuestro pueblo.

Salud y gratitud a todos.

Los países de América Latina no podemos analizar la situación internacional, llámese neoliberalismo o globalización, con los mismos elementos ni en la misma perspectiva como lo hacen desde el Fondo Monetario Internacional o desde el Grupo de los Siete, como potencias que controlan el mundo. No tenemos una situación equivalente; el mundo a pesar del avance en muchos rubros, sigue siendo desigual en lo económico y en lo social. América Latina tiene una perspectiva diferente de la globalización, ni duda cabe.

Los trabajadores de América Latina y de todo el mundo, tampoco podemos analizar la globalización en la perspectiva de la OCDE o del Banco Mundial. El mundo del trabajo ha sido determinado a sufrir los embates de esta nueva fase del capitalismo, pero no a gozar sus beneficios. Dos elementos son precisos en esta perspectiva, desde la mira de los trabajadores: la flexibilización generalizada [el crecimiento de la explotación en forma intensiva y extensiva] y el despido masivo. Tan sólo por estas dos categorías de análisis, los trabajadores sindicalizados contemplamos la internacionalización del capital, a contracorriente, en oposición.

Cuando desde los grupos gobernantes se propicia una política económica de plena apertura a los capitales mundiales, sin consideración a la diversidad cultural, al desarrollo social y a las normas constitucionales de trayectoria histórica de cada pueblo, sabemos, los trabajadores que el destino nacional se trastoca y socava por el mísero interés del usurero. No podemos, ni ahora ni después, estar de acuerdo. El trabajo, a pesar de los pesares, durante siglos, ha sido y será el sustento vital de un pueblo y el forjador de su propia riqueza, la construcción de su destino. Ni miseria ni hambre del pueblo trabajador auguran un futuro social promisorio.

La globalización es inevitable, es cierto, pero las consecuencias sociales de esta nueva etapa del capitalismo para el mundo del trabajo, sí pueden serlo. Se puede evitar el hambre, el analfabetismo, el cólera, el desempleo y el hacinamiento. Los trabajadores estamos obligados a luchar con sentido clasista en contra de la injusticia sembrada por el gran capital, y asumida por los gobiernos.

En México, por ejemplo, dos indicadores dan muestra palpable de ello: la creación de los fondos de pensiones, como política de ahorro nacional y la deuda interna inmensa, a costa del presupuesto federal, para el rescate de los bancos. La intención de está política económica es clara, todo el interés estatal para el capital financiero e industrial, a costa del presupuesto social y el control financiero de largo alcance, de las pensiones que surgen de los trabajadores. Crecimiento sostenido para unos, desolación y miseria para otros: la política económica, de Estado, para promover la desigualdad social. A esto decimos, ¡basta!

Este es el marco general de la política económica, y en una rama industrial estratégica, como lo es la energía eléctrica, se pretende su entrega total al capital internacional, pues bien sabemos que el nacional no tendrá ni la capacidad financiera ni la capacidad tecnológica.

En febrero de este año, desde el propio poder ejecutivo, se lanzó la iniciativa para modificar los artículos 27 y 28 constitucionales que, en la actualidad, otorgan la propiedad del usufructo de la energía a la soberanía de la nación y del pueblo de México, en beneficio del desarrollo social. Desde febrero el argumento es uno: no existe dinero para financiar la demanda creciente de electricidad. O se abre el mercado al capital o el presupuesto requerido se toma de lo asignado a salud, educación y vivienda: dilema de usura. Ni más ni menos. También en esto decimos, ¡basta!

La privatización del sector eléctrico en México, atenta contra varios elementos sociales y económicos; por ello insistimos que en América Latina y en México, la privatización de las ramas económicas estratégicas no puede aceptarse, pues sus características son diferentes y contrastantes, no son equiparables a la situación inglesa, francesa o yanqui. Los recursos estratégicos desangran a nuestra América y postran al trabajo, cuando son entregados a los imperios, por ello tendremos que reforzarlos y utilizarlos en beneficio del desarrollo social de nuestros pueblos.

En América latina el desarrollo de la industria eléctrica ha servido como un instrumento de justicia social, sobre todo cuando las colonias populares y las zonas rurales tienen acceso a ella o cuando facilitan el crecimiento de las pequeñas y medianas industrias. La política de tarifas eléctricas de subsidio, para esos sectores sociales, también ha sido factor de ese desarrollo social, no podemos soslayar estos aspectos.

Pero también tiene su contraparte, con subsidios irracionales a las grandes corporaciones económicas y a sectores del gobierno sean federal, estatal o municipal, incluso como prebendas a ciertos personajes del grupo gobernante, que impiden ingresos a las empresa eléctricas estatales.

En México, en los últimos25 años se logró la integración nacional de la industria, el sistema de transmisión y distribución están unificados, logrando solventar problemas de apagones de zonas diversas en forma casi inmediata. Hoy, la iniciativa presidencial, propone su privatización dejándola en poder del capital extranjero.

De una industria nacional e integrada, se propone volver al pasado como a principios de siglo; múltiples empresas eléctricas de generación, de transmisión, de distribución y de comercialización. Creando monopolios zonales manejadas bajo el interés utilitario de la usura y el capital, la ganancia, por encima del interés público y social, con esta perspectiva se desintegrarían los logros técnicos de la industria nacionalizada.

Las privatizaciones recientes en México, han provocado desempleo, pérdida de derechos obreros, ruptura de contratos colectivos y quiebra de las organizaciones de los trabajadores; en otro sentido, aumentaron las tarifas de los servicios y éstos no han sido tan eficientes ni eficaces como se ofertaba.

Se dice que la privatización de la energía eléctrica en otros lugares no ha resuelto ni con satisfacción la demanda, ni promovido las bajas tarifas ni el aumento del empleo; por estas contradicciones, acudimos a la experiencia industrial, técnica y social de los procesos de privatización de la industria eléctrica. Que nos permita conocer los montos de los fondos financieros para su crecimiento y las variantes de los mismos. Que nos permita conocer la condición del mercado de la industria su flexibilidad y cobertura; para ubicar los procesos modernos de organización industrial o los avances tecnológicos indispensables.

Esperamos conocer el debate sobre la continuidad de las empresas estatales, sus controles políticos y administrativos o, en su caso, los elementos básicos para considerar la presencia mínima del capital privado en ellas. Las experiencias y el análisis sobre los contratos colectivos de trabajo, las formas de participación en el orden productivo y en la política industrial, sin afectar salarios, prestaciones ni pensiones o jubilaciones; por supuesto, los electricistas mexicanos, queremos compartir y conocer las limitaciones que se han impuesto a las organizaciones sindicales con las privatizaciones o el requerimiento básico de la relación bilateral, para que los procesos de reestructuración y modernización de los procedimientos administrativos y productivos en la industria eléctrica, cumplan con los objetivos sociales elementales, de impulso a la industrialización y desarrollo social compartido, como servicio público.

Entorno a todo esto elementos, pensamos que los trabajadores, los profesionales y los investigadores sociales de México y del mundo aquí presentes, aportarán experiencias, críticas, estudios, descripciones y sugerencias, que permitirán una comprensión más clara, más precisa de nuestra materia de análisis para construir una base sólida:

Primero, de solidaridad y de unidad para afrontar el reto de la globalización neoliberal;

Segundo, que reconozca los aspectos negativos que los procesos de privatizaciones eléctricas en el mundo han probado

Tercero, que impulse el reconocimiento social de los trabajadores y de sus organizaciones sindicales, como elementos necesarios para la construcción de un mundo cada día más justo y cada día más democrático.

Finalmente deseo terminar reconociendo nuestra imposibilidad para agradecer de manera suficiente la solidaridad.

La solidaridad expresada en la respuesta impresionante de la comunidad sindical internacional, de todas las siglas, hoy presentes con nosotros.

La solidaridad de los especialistas que de todas partes del mundo, han venido a este foro de los trabajadores a exponer sus conceptos sólidos y luminosos.

La solidaridad de nuestros camaradas del Frente Nacional de Resistencia Contra la Privatización de la Industria Eléctrica, a los partidos políticos comprometidos, a los sindicatos, a las organizaciones sociales, artistas, periodistas, investigadores, estudiantes, a todos aquellos que desde sus trincheras han cobijado la lucha de resistencia de los trabajadores electricistas, al pueblo de México les digo en nombre del

SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS:

GRACIAS, MUCHA GRACIAS POR ESTAR CON NOSOTROS

¡QUE VIVAN LOS OBREROS DEL MUNDO!

"POR EL DERECHO Y LA JUSTICIA DEL TRABAJADOR"

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