Diario «El Sol»Diciembre de 1992

Cátedra para el fracaso

 

El señor Gorvachov visitó nuestro país -invitado por la "menemtroika"- para dar cátedra de fracaso. Pretende explicarnos cómo se arregla el mundo después de haber presidido la destrucción de su Estado, la Unión Soviética, a la que supo darle perestroika y gladsnoz, pero no crecimiento.

Para los argentinos, el Muro de Berlín está demasiado lejos. La caída de la Unión Soviética no es un buen negocio geopolítico para Latinoamérica, porque equilibraba la influencia de Estados Unidos, nuestro natural antagonista.

Los soviéticos provocaban un sólo problema: financiaban la subversión en nuestro continente. Pero después de la sangre derramada, hoy concluimos que en la guerra interna que nos enlutó, los combatientes de ambos bandos fueron traicionados, tanto por dirigentes subversivos como por algunos generales del Proceso, que hoy trabajan para los mismos patrones: las multinacionales.

Si el sacrificio de quienes cayeron por las ideas y no por intereses, sirviera para unirnos en el presente, las heridas del pasado cicatrizarían y nos permitirían enfrentar juntos el futuro.

Gorvachov, como Menem, terminó sirviendo al poder norteamericano. El alineamiento automático de las "relaciones carnales" no le sirve a la Argentina, porque los problemas internos de EE.UU. son tan graves, que deberían succionar recursos externos para superarlos. No podrán extraerlos de Europa ni de Japón, entonces lo harán de América Latina.

Richard Feinberg, ex funcionario del Departamento de Estado y del Departamento del Tesoro estadounidenses, estima que en la próxima década, América Latina, transferirá entre 127.000 y 154.000 millones de dólares al exterior en concepto de pago de su deuda externa. (Revista "Somos" 16/1V192).

Debemos advertir que el mundo que surgió después del derrumbe del Muro de Berlín no es monolítico y unipolar, sino dividido y multipolar, porque además de EE.UU. existen por lo menos otros dos centros de gravitación: la Europa unida, liderada por Alemania; y Japón y sus satélites económicos del Sudeste asiático. Este mundo en transición, con 36 conflictos localizados (tantos o más que antes de la caída del Muro) deja un amplio margen para ensayar modelos autónomos en defensa del interés nacional.

Con su reloj geopolítico atrasado, Menem pretende cumplir un objetivo de 40 años atrás, ingresar a la OTAN. Hoy no sirve porque está a punto de desaparecer, nuestro interés -el de América Latina- es que eso ocurra.

Así como no existe un mundo unipolar, tampoco existe un sólo tipo de capitalismo. Autores como Michel Albert y Lester Turrow coinciden en distinguir uno que denominan "anglosajón", porque fue ensayado por Margaret Thatcher en Gran Bretaña y por Reagan y Bush en EE.UU. y otro "renano", porque nació en Alemania, pero hoy se extiende a otros países europeos, que Albert considera más productivo y distributivo. Thurrow define al primer modelo como "una forma individualista, anglosajona y británico-norteamericana de capitalismo", contraponiéndolo al carácter más comunitario del alemán y japonés.

Son dos formas distintas, dos concepciones, dos modelos. El libro de Albert se llama "Capitalismo versus Capitalismo" y el de Thurrow "La guerra del siglo XXI", anticipando el enfrentamiento entre ambos. Nosotros deberemos encontrar nuestro propio camino, buscando soluciones argentinas a los problemas argentinos. Porque no sirve intentar copiar ningún modelo extraño, que como el liberalismo, la socialdemocracia, el marxismo o el fascismo, pueden haber servido en otras sociedades pero aquí están condenados al fracaso.

El MODIN es republicano en lo político y nacionalista en lo económico, así como el "menemismo" es liberal en lo económico y autocrático en lo político. Pero nuestro nacionalismo no es aislacionista, porque advertimos que la verdadera política es la política internacional tanto que, en países desarrollados como Alemania o Japón, el primer ministro es el canciller.

Nos proponemos avanzar en la integración latinoamericana a partir del análisis y la búsqueda de soluciones conjuntas a los problemas comunes: deuda externa, ecología, soberanía en la Antártida; e interrelacionarnos con el resto del mundo, según convenga a nuestros intereses. Entre el alineamiento automático con los EE.UU. y la declinación del movimiento de No Alineados, nuestro desafío es hallar el justo medio soberano, que nos permita insertarnos en el mundo con dignidad y autonomía.

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Modin. Una patria con Justicia, Dignidad y Libertad