"Si se entendiera por capitalismo a un
sistema por el cual la libertad en el ámbito económico no está
encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de
la libertad humana integral y la considere como una particular
dimensión de la misma, con un centro ético-religioso, entonces este
sistema no es el modelo que es necesario proponer a los países del
TercerMundo para lograr un verdadero progreso económico y civil" (Juan
Pablo II: "Centésimus annus").
Después de los resultados de las elecciones del 8 de
septiembre pasado, se perfilan nítidamente tres modelos, que se ofrecen
a la sociedad argentina. Ellos son -desaparecida virtualmente la
izquierda como consecuencia de su derrumbe internacional-: un
capitalismo "salvaje", impulsado por el oficialismo menemista
y la Ucede; un capitalismo socialdemócrata, con los mismos fines, pero
amortiguado en sus costos sociales, representado por el alfonsinismo, y
un capitalismo nacional, propugnado por nuestro Movimiento por la
Dignidad y la Independencia.
El presente y las perspectivas del Modin han
provocado que se pretenda distorsionar nuestras ideas para generar
confusión y perjudicarnos. Por ejemplo, se ha repetido que somos
estatistas, cuando en realidad no somos estatistas ni privatistas,
porque esas son herramientas de política económica y no objetivos. El
objetivo esencial es el fortalecimiento de la Nación a través del
desarrollo nacional y la justicia social, única plataforma para llevar
un Modelo Nacional Autónomo.
La soberanía de un país reside, en última
instancia, en el control de su mercado interno.
UNA NUEVA ALTERNATIVA
Lo acaba de decir Henry Kissinger. Pero entre
nosotros ya lo advirtió claramente Carlos Pellegrini, a quien no se
puede acusar de estatista: «Todas las naciones protegen el trabajo
nacional y no puede ser de otra manera, porque el trabajo es la riqueza
y la riqueza es el poder y el engrandecimiento en todo sentido y en la
competencia universal es lógico que cada país trate de asegurar, en
primer término, para su industria, su propio mercado antes de buscar el
mercado ajeno" (Carta a Angel F. Costa, 1902).
La solución de la economía consiste
fundamentalmente en recuperar la capacidad productiva y el mercado
interno. El objetivo principal es generar las condiciones para que la
renta nacional, es decir las riquezas que los argentinos producimos con
nuestro trabajo, quede en el país en beneficio de los argentinos. En
otras palabras, la Argentina debe dejar de ser exportadora de capitales.
Es todo lo contrario de lo que está ocurriendo
ahora: la convertibilidad ha legitimado la expatriación del capital
argentino, se ha legalizado la transferencia de nuestros excedentes al
extranjero. Se van cientos de millones de dólares y no ingresa ninguno.
Este proceso se complementa con la transferencia del consumo interno a
través de la enajenación de las empresas que más facturan.
Transferencia del excedente económico y del consumo interno constituyen
las consecuencias de los programas económicos inscriptos en la lógica
del ajuste sin fin.
CON JUSTICIA Y DIGNIDAD
Insistimos en que es necesario producir y que las
riquezas queden aquí. Sin embargo, esto sería insuficiente sin
justicia social, por eso es indispensable generar riqueza, pero mejor
repartida. El desarrollo es armonía, y ella es impensable sin justicia
social.
En una de sus visitas a nuestro continente, Juan
Pablo II afirmaba:
«La persistencia de la injusticia, la falta de
justicia, amenaza la existencia de la sociedad desde dentro para afuera,
de la misma manera que cuanto atenta contra su soberanía o procura
imponerle ideologías o modelos".
La economía no es artículo de fe. No es dogma.
Pellegrini sostenía que la estrategia en lo económico y las medidas
que se instrumentan dependen en cada país del nivel de desarrollo
alcanzado, así como objetivo concreto que se persiga. Nosotros lo
sintetizamos en esta premisa: máxima libertad posible en el marco
interno y protección necesaria de la producción y del trabajo nacional
en el marco externo. Los fundadores de Nuestra Nación plantearon el
progreso como un objetivo que fue sucediéndose a través de las
generaciones ampliando su base social a partir de Yrigoyen, primero, y
de Perón, después.
Este modelo actual que se pretende imponer como logro
de modernidad, en realidad es retrógrado. Provoca un empobrecimiento
acelerado del pueblo argentino, cuya principal damnificada es la clase
media, motivando la pérdida de la tradicional movilidad social
argentina, perjudicando así a los sectores de menores recursos, que se
quedan sin referencia de progreso inmediato.
Existe actualmente otro tema central que no vamos
eludir: la corrupción. La principal corrupción es la dependencia.
La corrupción sigue a la dependencia como la sombra
al cuerpo. Recuperemos nuestra autonomía intelectual y política y
forjaremos la principal arma para encarar la lucha sin cuartel contra la
corrupción.
PARA EL HOMBRE CONCRETO
El hombre es el sujeto de la política. Creemos que
el hombre concreto -compuesto de alma y materia- orienta el sentido de
su vida hacia fines superiores. Allí, en lo trascendente, encontramos
la esencia de lo digno y lo sagrado de la persona.
Este hombre trascendente, hecho a imagen y semejanza
de Dios, posee derechos inalienables para realizarse en plenitud. Esos
derechos espirituales y materiales conforman su dignidad que, para
materializarse, debe ser objeto fundamental de la acción de los
gobernantes de modo tal que el derecho a la libertad, a la justicia, a
la seguridad, a la salud, a la educación, al salario justo, a la
vivienda, permitirán honrar a la persona como una creación única e
invalorable.
A nadie le debe estar negado el acceso al uso de los
bienes, ya sean estos materiales o espirituales. Nuestro objetivo es
conformar condiciones políticas, económicas y sociales para que en
nuestra amada Patria a ningún argentino le sea vedado el acceso al uso
de los bienes.
DE AHORA EN ADELANTE
¿Qué cambió después del 8 de septiembre en la
Argentina? Una sola cosa:
irrumpió en la vida política nuestro Movimiento por
la Dignidad y la Independencia. Entró sin pedir permiso. Le abrieron
las puertas casi 600.000 voluntades para constituir una nueva
alternativa que propone un modelo con soluciones argentinas para los
argentinos, subordinando la política y la economía al servicio del
hombre.
Si quieren ponernos un nuevo nombre, que nos llamen
oposición.
Nosotros nos opondremos frontalmente a este modelo
que no responde al interés de la Nación ni del pueblo, porque se basa
en la entrega de la riqueza argentina y el empobrecimiento de la
población, promoviendo sumisión geopolítica, dependencia económica e
injusticia social. Aún así apoyaremos todos aquellos proyectos que
hagan a la solución de los problemas concretos de la gente.
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