Duhalde y Cavallo son partidarios
de adelantar las elecciones legislativas de este año, según informaron
los diarios de los últimos días. El primero porque está demorando el
ajuste en la provincia y no quiere realizarlo antes de los comicios. Y
los argentinos sabemos a qué se refieren los funcionarios cuando hablan
de "ajuste": más despidos, disminución de condiciones
laborales, suspensión de convenios y estatutos, empeoramiento de
servicios y aumento de impuestos.
El gobernador Duhalde obró como un
hábil financista: durante 1992 no hizo nada, para luego volcar todos
los recursos en 1993, que es un año electoral. Pero después del
comicio habrá que gritar "Sálvese quien pueda", a menos que
los bonaerenses coloquen con su voto un dique de contención en las
cámaras legislativas para paliar la atropellada oficialista.
Mientras tanto, el plan social
bonaerense no es una panacea, sino el mínimo cumplimiento de una
responsabilidad administrativa: comprar patrulleros para las comisarías
o asfaltar accesos a las escuelas, no debería ser motivo de propaganda
proselitista, sino de trámite rutinario.
El caso Cavallo es más agudo. Su
urgencia es mayor que la de quien sufre colitis para llegar al baño.
Según entiendo, el cien por ciento es el doble de algo. Por ejemplo: el
cien por ciento de 1 es 2 y el de 100 es 200. Pero Cavallo parece haber
estudiado matemáticas en un libro distinto al mío porque desde el
inicio de su plan de convertibilidad los alquileres han aumentado el
112%, las frutas el 79%, las verduras el 74% y las carnes el 64%, y él
sigue diciendo que hay estabilidad.
En realidad lo único estable es el
dólar. Por eso, los argentinos que este verano llevan gastados 300
millones de dólares en Brasil, habrán advertido que allá todo les
resulta más barato. Pero como la mayoría de los argentinos no residen
todo el año en Brasil sino en la Argentina, todo les resulta caro.
Por otra parte, al haber aumentado
todo menos el dólar, vender productos argentinos en el exterior deja
poca ganancia a los exportadores, y mucha a los importadores que compran
artículos en el extranjero. Esta situación se refleja nítidamente en
el déficit de nuestra balanza comercial que alcanzó los 2600 millones
de dólares durante 1992.
Cavallo admite ahora que en 1993 el
déficit puede alcanzar los 3000 millones de dólares, pero esa cifra
puede trepar hasta los 5000 millones, si el nivel de demanda aumenta un
5 por ciento, y esto es todavía menos de lo que supone el Ministerio de
Economía. Como gran parte de lo que se importa son productos de consumo
como electrónicos, alimentos y automóviles, el comercio venderá menos
artículos argentinos y consecuentemente se reducirá más la
producción nacional y aumentará la desocupación.
Frente a la crisis que padecemos,
Cavallo no encuentra otra solución que acentuar la apertura y la
recesión interna. Exactamente lo contrario de lo que propone el MODIN:
impulsar la producción nacional hasta satisfacer la demanda interna -lo
que generaría mayor empleo- y exportar el remanente a precios
marginales, para poder competir en el exterior. En síntesis: producir
más riqueza y distribuirla mejor.
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