Diario «La Nueva Provincia» Bahía Blanca, 12 de marzo de 1993

Terroristas de mercado

 

 

Los argentinos pasamos del estatismo a la ausencia del Estado. Uno era malo, pero el otro es peor. La deserción del Estado de sus responsabilidades nos puede costar desde el empobrecimiento hasta la vida.

El Estado ausente del desgobierno menemista no controla nada. Así puede surgir un brote de cólera en un vuelo de Aerolíneas, una intoxicación masiva por propóleo o decenas de víctimas fatales por consumo de vino adulterado. Por falta de control elemental pueden desaparecer 30 millones de dólares del Banco Central, o perpetrarse una fabulosa estafa por reembolsos a la Aduana.

Mercado sin Estado es mercado negro. Después de fundir a la Argentina y dejar en la pobreza al 46% de los argentinos, los terroristas de mercado juegan a la ruleta rusa con nuestras vidas.

Y así como no controlan a los demás, tampoco admiten que se los controle a ellos. El gobierno ha desarticulado todos los organismos de control del Estado. La maniobra culminó el 30 de septiembre pasado, cuando entre otras 150 leyes se sancionó la de Administración Financiera y Sistemas de Control del Sector Público, por la cual se suprimen el Tribunal de Cuentas de la Nación y la Sindicatura General de Empresas Públicas y se crean la Sindicatura General de la Nación (SIGENAC) y la Auditoría General de la Nación (AUGENAC).

Se ha institucionalizado la impunidad, a tal punto, que el Presidente de la Nación, el vicepresidente, los ministros y magistrados judiciales quedan exentos del control de ambos organismos, ya que la ley establece que para estos funcionarios el control será ejercido exclusivamente por el Congreso.

Aunque parezca mentira, los actos administrativos que afectan a la hacienda del Estado, como los casos de los guardapolvos de Bauzá, los contratos de peaje de Dromi, la reconversión de deudas con organismos financieros internacionales y otros de similar envergadura, quedan totalmente exentos de control.

Para colmo, cualquier funcionario que haya causado daño al fisco, pasados dos años del hecho generador, queda liberado de responder civilmente. De modo que cualquier corrupto que permanezca en su cargo más de dos años podrá neutralizar o evitar el control.

El objetivo real de la ley es la privatización del control público, partiendo de la falsa premisa de que el Estado no es competente para ejercer el control de los actos de sus funcionarios. Tal contralor terminará siendo efectuado por auditores "independientes", para lo cual ni siquiera se contratarán firmas nacionales de auditorías, sino filiales de grandes multinacionales, avanzando en el camino de la dependencia.

En realidad sólo existirá una máscara de control porque el destino de los dictámenes de la AUGENAC será irrelevante. Una vez realizada la auditoría, será elevada por el organismo a una "Comisión Mixta Revisora" que no tiene facultades sancionatorias, ni obligatoriedad de efectuar denuncias judiciales o de dar difusión a los informes.

Los terroristas de mercado intentan copiar modelos foráneos, pero copian mal. El liberalismo irresponsable que preconizan no existe en ninguna parte del mundo desarrollado. Hasta las opiniones que más respetan se pronuncian en contra. El ex-canciller japonés Saburo Okita aseguró en Buenos Aires que "los mecanismos del mercado no son infalibles; requieren la intervención del Estado a través de políticas de planificación". Lester Thurrow, decano de la Escuela de Administración del Instituto de Tecnología de Massachusetts sostiene que "el mercado no tiene una propiedad autocorrectora para mantener el sistema en crecimiento, por lo tanto el Estado debe intervenir para sacarlo de los períodos de recesión". La influyente publicación "The Economist" estima que "sin la mezcla correcta de Estado y mercado, los países nunca tendrán una infraestructura económica que estimule el crecimiento".

Los argentinos debemos recuperar el equilibrio entre el estatismo del pasado y la ausencia estatal del presente. La misión del Estado es fijar equilibrio entre el modelo nacional y la libertad; entre la regulación y la iniciativa privada. No queremos ser "hijos" del Estado, pero tampoco huérfanos.

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