CARTAS de  SAN ANTONIO M. ZACCARIA
Fundador de los Barnabitas,
         de las Angélicas y los Laicos de San Pablo 
SEXTA CARTA (8 de octubre de 1538)

Advertencia:

Con el retorno a Milán de Antonio María, a cargo de la Misión de Vicencia había quedado el P. Bartolomé Ferrari con los Barnabitas y Angélicas que le acompañaban, el cura Castellino y Fray Bono, brazo derecho de Antonio María en la implantación de la Solemne Adoración de las Cuarenta Horas en la ciudad.

Con esta carta el S. Fundador quiere ayudar y envalentonar a todos los Misioneros que dejó, y en particular al mismo jefe, el P. Ferrari. Es una de esas cartas propias de los *hombres de negocios espirituales+, que caracterizan la vida de Antonio María en sus últimos años. Se nota en ella cierto desorden, amontonando quejas, consejos y personajes, entremezclando las exhortaciones al P. Ferrari con las que dirige a las Angélicas. Quiere que la atención a las Benedictinas sea aún más esmerada; dispone que le sea enviado a Milán el cura Castellino, ya que piensa cerrar *pronto el negocio por la adquisición del sitio y Oratorio de S. Bernabé+, futura Casa Matriz de la naciente Orden Barnabita; exige que Fray Bono sea mejor conocido y apreciado por los amigos de Vicencia, con vistas a una mayor difusión del Jubileo de las Cuarenta Horas. De entre los amigos que recuerda y manda saludar, menciona explícitamente al mesonero, al peluquero y a su señora. No quiere que se le escape nada ni nadie, encomendando al P. Ferrari que supla él *si por el cansancio hubiese olvidado alguno+. Y para que sus colaboradores puedan trabajar con la mayor tranquilidad, se hace cargo él de los problemas de cada uno, como eso de interesarse, llegando a Guastalla, por el envío del dinero que la condesa Torelli aún debe a Basilio Ferrari, hermano del P. Bartolomé.

Aun en una carta de tantas preocupaciones terrenales, brilla el espíritu sobrenatural del Santo, que todo lo impregna de Dios: obras apostólicas, amistades, dinero, compras, relaciones sociales, delegación de poder ante Notario...

Verdaderamente, el Santo jamás se desmiente.

Esta y las dos siguientes cartas traen también la firma siglada *A.P.A.+ de la Angélica Paula Antonio Negri -mujer de dones naturales y sobrenaturales extraordinarios-, a quien Antonio María había particularmente asociado a sus obras apostólicas.

Destinatario:

[70]{54} Al Revdo. Padre y Hermano en Cristo, el P. Bartolomé Ferrari, convento de las Arrepentidas, en Vicencia.

JC. XC. +

[74] Santas *entrañas+ de mi alma, en Cristo

)Por qué duda? )No ha notado usted que jamás en esta empresa le faltó ninguna cosa que dar a los que tenían necesidad? No hay nada más apropiado para infundir certeza y confianza que la misma experiencia.

Los que le aman, aunque lo quisieran, no tiene por cierto las mismas riquezas de Pablo o de Magdalena. Sin embargo, confían en Aquél que enriqueció a los dos y que, gracias a la fe de usted y a la de cuantos le han sido encomendados, Cristo completará lo que falta a cada uno de ellos. Sí querido; tengo por cierto que aun antes que usted pida, y en el mismo acto de pedir, el Crucifijo se le anticipará y acompañará no sólo todas sus peticiones, sino también las mismas santas intenciones.

San Pablo decía (2Cor 10,13) que se extendía hasta el límite que Cristo le había puesto. Y por lo que toca a usted, el Crucifijo le tiene[75] prometido por medida que llegue a traspasar los corazones hasta la médula (Heb 4,12).

{55} )No ve usted que fue el mismo Crucifijo quien le abrió las puertas con sus propias manos? )Quién, pues, podría obstaculizarle e impedirle que entre y cambie usted a esos corazones, hasta el punto de renovarlos y adornarlos con las virtudes más santas? (Nadie! Absolutamente nadie; ni el demonio ni ninguna otra criatura.

No se deje desalentar por las dificultades que podría encontrar en la predicación y en los demás ejercicios apostólicos, porque bien sabe usted que en eso pasa lo mismo que lo que le pasa a uno que frecuenta las clases: cuanto más hace ejercicios, tanto más disminuye su ignorancia. )Y con el hierro no pasa el mismo fenómeno? Cuanto más se le maneja, más reluciente se pone. Ahora bien, la misma cosa sucede en el apostolado, es decir: cada cual se perfecciona con la práctica. Al comienzo, Pablo no era lo que llegó a ser después. Dígase lo mismo de los demás.

Tenga, pues, confianza y apóyese en San Pablo: eso le permitirá edificar sobre su fundamento, no ya heno o madera, sino oro y perlas preciosas (1Co 3,12); y por consiguiente, sobre usted y sobre los que dirige, se abrirán los cielos que derramarán todos sus tesoros (He 7,55).

Dulces y queridas almas nuestras, desde lejos os doy a cada una el abrazo más efusivo [76] y todo me regocijo en el Señor por la perfección de los sentimientos que os animan. (Ah! si estuvieran presentes, ninguna cosa podría impedirme de estrecharles entre mis brazos sobre mi corazón, y ahogarles con mil cariños. Mas (Cristo querido! dáselos tú en mi nombre.

{56} Hijo santo, no está solo a cargar con la obra que tiene a mano; yo también cargo con ella junto con usted; de lo cual quizás hasta se haya percatado. En realidad, yo no puedo dejar de estar con usted en todo momento, ya que mi corazón no sabría estar sino donde se encuentra el de usted. Por lo cual, de ahora en adelante, avance usted sin miedo, a equivocarse. Esa libertad tan amplia que siempre le hemos dado, le debe servir de garantía para nuevos y más resonantes éxitos en el apostolado.

Amable Priora, no vaya a perder el tiempo en bagatelas personales, preocupada por su persona en demasía. Aunque juzgara ser negra como un demonio o tuviese la impresión de ser colocada, no ya en agua y barro solamente, sino también sobre un estercolero, [77] o como quiera que sea, no le haga caso a todo eso. En cambio, sea su única preocupación, la de gastarse y desgastarse en bien de las almas que el Crucifijo le ha encomendado y seguirá encomendándole cada día más.

Oh, tú, que llevas impreso la imagen de Aquel que es nuestra vida y nos alimenta con su propia carne, acuérdate que eres generosa y que el Crucifijo nunca dejó de mostrarse pródigo con todos vosotros; por lo cual, los que les quieren como a sí mismos, )cómo no irán en su ayuda?

Y usted Francisca, al comprobar que el mal se trocó en bien no ya por sus méritos, sino por {57} la obra de quienes en Cristo trabajan para dar a usted la vida espiritual, reconozca humildemente que lo que hace por ellos, les es debido, entiendo hablar de aquel esmero de su parte, para contentarles en todas las fatigas que sobrellevan por usted. Saque provecho espiritual para usted misma y para todas las demás.

Idéntico consejo doy a todos.

No le encomiendo, Padre, nuestras Monjas Benedictinas de San Silvestre, porque sé que considera usted un deber preocuparse de ellas; no en vano están a su cargo. De todos modos, dígales de mi parte [78] -si lo juzga a propósito- todo lo que crea usted oportuno, tanto a cada una en particular como también a toda la Comunidad.

Tocante a los que están lejos de la ciudad, puede usted escribirles en mi nombre, si lo cree conveniente, ya que estando allí, ve usted mejor que nosotros lo que ellos necesitan. Además, la cantidad de negocios me tienen muy ocupado, al punto que me resulta ya imposible satisfacer aquellos que debería y a los cuales me siento en obligación de escribirles.

Tengo muchas ganas de escribir a nuestra buena Paulina, pero no veo cómo encontrar un rato libre. Quisiera hacer lo mismo con nuestra fiel doña Lucrecia, más no me da el tiempo. Sin embargo, dígale de mi parte que tome ejemplo de mí; o sea, quiero que se esmere en sacar provecho para sí -lo que no es gran cosa- y al mismo tiempo ayude a las demás a hacer otro tanto. A nuestra Decana dirá que nunca me olvido ni de ella, ni de su hermana. {58} Diga la misma cosa a mi amable doña Faustina, añadiéndole que me sería imposible olvidarme de ella; puede contar con mi promesa.

[79] En fin, a todas, déles la seguridad de que ya no me pertenezco más a mí mismo, sino a ellas, y que el Crucifijo me obliga a amarlas porque son generosas.

A nuestro querido P. Fray Bono y al Cura Castellino envío un montón de cariñosos y cristianos recuerdos; déles un fuerte abrazo de parte mía. Gustoso les habría escrito a los dos, pero me fue imposible: quieran disculparme.

Recuérdele a nuestro Padre Abad Santo ()Fray Bono?) -que se encuentra entre sus hermanos- no le olvide y que el demonio va en búsqueda para asaltarlo y ver si puede arrancarlo de allí, por temor a que le sobrevengan al maligno cosas desagradables, ya que bien sabe por experiencia que la sencillez y santidad del Padre cantó siempre victoria de sus artes diabólicas y que jamás echó las redes sin coger grandes y bellos peces.

Tengo un gran deseo de ver a mi buen cura Castellino. Quisiera que no nos prive por más tiempo de su presencia; proyecto cerrar pronto el negocio por la compra de San Bernabé (casa y sitio con Oratorio), y mi gran deseo es que él asista a la bendición por la toma de posesión. Jamás haría tal cosa sin su presencia.

Además quiero que usted delegue en él [80] su poder para que lo represente en el acto de finiquitar el contrato. Sé que le va a costar a usted permitirle que se venga; pero sé también que usted prefirió siempre {59} anteponer la caridad al prójimo a toda satisfacción personal: es por lo que me animo a pedirle que lo deje pronto desocupado enviándolo en seguida para acá. Mientras tanto, dígale que me encomiendo a sus oraciones, y pídale de mi parte que venga pronto para que los dos concluyamos ese bendito negocio.

Recuérdeme a nuestros queridos don Ludovico y a don Antonio, a los fieles criados Franceschi y a nuestro mesonero maestro Andrés, y a todos los demás: un abrazo a cada uno.

Muchos saludos también al conde Brunoro, a Julio, al peluquero y a su mujer, a los Presbíteros don Alejandro, don Luis y don Antonio. Quisiera que todos ellos conociesen la bondad de nuestro P. Fray Bono, porque en este caso el Solemne Jubileo de las Cuarenta Horas y demás obras apostólicas, marcharían a las mil maravillas. (Ojalá llegue a conocerle doña Magdalena! Dígaselo de mi parte y encomiéndome a sus oraciones.

Si acaso despidiere a doña Juana, [81] avíseme; y de Jerónimo, no sé qué decirle: sólo diré que no vale la pena ocuparse de ellos.

Dulce vida mía, si por el cansancio hubiese olvidado alguno, súplalo usted.

Cristo bendiga los corazones de todos ustedes y de cada uno en particular, y quiera comunicarles su mismo Espíritu.

Cremona, 8 de octubre de 1538.

{60} P. D.- Si la condesa (Torelli) no hubiese cancelado la deuda a su hermano (Basilio), no se preocupe, porque entre hoy y mañana yo iré a Guastalla y me ocuparé del asunto junto con Paula Antonia (Negri), la cual sé que ya escribió a la condesa. Vea las cartas que mandé escribir por el P. Camilo Negri, y si son del agrado de usted, entrégueselas a los destinatarios. Cristo le santifique.

Suyos en Cristo

Padre: ANTONIO MARIA
Sacerdote
y Madre A.P.A.