CARTAS de  SAN ANTONIO M. ZACCARIA
Fundador de los Barnabitas,
         de las Angélicas y los Laicos de San Pablo 
SÉPTIMA CARTA (3 de noviembre de 1538)

Advertencia:

La presencia de muchos jóvenes postulantes en la Comunidad barnabita de Milán, parece haya ocasionado algún relajamiento en la disciplina religiosa, favorecido también por la prolongada ausencia de los personajes más significativos de la Orden: el Fundador pasaba muy ocupado en los laboriosísimos trámites por la venta del feudo de Guastalla; P. Bartolomé Ferrari, al frente de la Misión en Vicencia; el P. Jaime Antonio Morigia, reemplazando al Fundador en el gobierno y formación de las Angélicas, que aumentando de número día a día -eran casi cuarenta- le obligaban a pasar gran parte de la jornada lejos de sus religiosos.

La causa de esta carta fue la noticia *de cierto desorden+, que había llegado a oídos de Antonio María quien, a la sazón, se hallaba en Guastalla.

Tras un comienzo suave -*entrañas queridas+, *amabilísimos hijos+- de repente el tono se vuelve cortante, casi ofensivo e irónico: *Doy gracias a Dios que a mí me dejó ciego, para que ustedes vean mejor ...+. En seguida se aplaca en la absoluta certeza del Santo, que su obra seguirá adelante, porque es obra de Dios, así como ha sido también confirmada por unas *revelaciones privadas+.

Con la seguridad certera del enviado por lo alto -*pues Cristo es fiel a sus promesas+- hace seguir amonestaciones del caso para la buena marcha de la Congregación:

- a los Superiores debemos una obediencia total, igual que a Cristo;

- en su ausencia, el religioso debe dejarse guiar por su conciencia e interpretar lealmente los deseos del Superior;

- ninguna mezquindad entre hermanos y ninguna niñería;

- en caso que alguno cometa una falta, esmérense los demás, a fin de llenar el vacío espiritual producido;

- el empeño de todos es el de rebajarse y anonadar su propia voluntad en ara de la de Cristo; único medio para ser *hijos legítimos+ de Pablo;

- ejemplo de absoluta abnegación en San Pablo y en el P. Fray Bautista.

Así como la anterior, también esta carta trae la firma siglada de la Angélica Paula Antonia Negri, por los mismos motivos anotados.

Destinatario:

[84]{61} A los Hijos de San Pablo Apóstol y míos: P. Jaime Antonio (Morigia), P. Bautista (Soresina) con todos los demás en Milán cerca de la Basílica de San Ambrosio.

JC. XC. +

[87] Muy queridos hijos en Cristo:

Estaría tentado a pensar que el demonio quiera atormentarme a propósito de su comportamiento, insinuándome que, por no estar presente ninguno de nosotros, entre los males que anduvo y va todavía sembrando en sus corazones, hay que destacar cierto desorden en nuestra Casa, a pesar de que nada se dejó en ella que no estuviese bien reglamentado. Cuesta creerlo; sin embargo, me veo obligado a decirles mi parecer con toda franqueza.

No piensen que sea en mí como una rutina eso de las reprimendas en continuación, o lo de enviarles siempre cartas duras y picantes. Créanmelo: al hacerlo no me mueve más que un amor excesivo, el cual siempre me hace temer por ustedes. Es, pues, este temor el que me guía, no ya a creer, sino a sospechar grandemente que el demonio no diga toda la verdad.

[88] En efecto, parece que entre ustedes hay unos que están como adormecidos, {62} y nos les importa un bledo las intenciones de los Superiores.

Bien saben, entrañas de mi alma, que es cosa buena tenerlo todo por escrito: obediencia y prescripciones de nuestros Guías. Sin embargo, de nada servirían si no están escritas en nuestros corazones. Doy un ejemplo: pongamos el caso de un individuo quien no forme parte de nuestra Congregación, y sin embargo encontrase sus delicias en buscar, adivinar y cumplir cuidadosamente con nuestra voluntad ya que tiene constantemente sus ojos puestos en nuestras intenciones; decidme, )no sería éste más discípulo nuestro, que aquél otro, el cual tiene ciertamente nuestras Reglas y Ordenanzas escritas en el papel, mas no en su corazón, aunque lleve oficialmente el título de miembro de la Comunidad?

No crean que cometa una pequeña falta, el que olvida las prescripciones de sus Superiores, o las desatiende de intento. )No equivaldría esto a quebrantar nuestro primer fervor? Los culpables de una falta parecida, )no vendrían a decir con ella que, en caso de muerte o de ausencia de los Superiores, dejarían de lado [89] todas las disposiciones por ellos dadas?

Supongamos que unos discípulos sean más fervientes que sus propios maestros: )es posible que quieran destruir los fundamentos que éstos han puesto? )o no verían más bien, cómo añadir otros fundamentos más, con el fin, no ya de {63} socavar los primeros, sino de perfeccionarlos y consolidarlos más y más?

Doy gracias a Dios, que a mí me dejó ciego, para que ustedes vean mejor; y así, puedan criarse hijos legítimos, puesto que los fundadores los hemos engendrado bastardos.

Si su ojo está ciego o deformado, dejo pensar cómo podrá ser el resto del cuerpo (Mt 6,23). No escribo esto para confundirlos o humillarlos (1Co 4,14), sino para pedirles encarecidamente que usen con los Superiores ese mismo apego y lealtad, que ellos tienen para con ustedes. Para guiarlos rectamente sin necesidad de disposiciones escritas, )no debería bastar la virtud de su corazón, una vez iluminado por lo alto? Pues, si en lo venidero llegarán a ser generosos, les será fácil aprender a gobernarse por sí mismos, sin necesidad de leyes externas, porque la ley estará grabada en sus corazones, de suerte que competirán a cual mejor logre cumplir no tanto las órdenes externas, sino las mismas intenciones de los Superiores. Por que si no quieren obedecer a guisa de [90] esclavos, más que de hijos, es menester que lo hagan como les tengo indicado.

Por lo tanto, presente el Superior, déjense mandar por él, aunque estuviese allí un Ángel del cielo listo para mandarlos; cuando hay uno que manda, poco importa que sea éste o aquél. Y en caso de ausencia de todos los encargados de gobernar, les queda siempre su conciencia que debe servirles de guía. {64} Por consiguiente, con o sin la presencia de los Superiores, les será fácil guardar la unión del Cuerpo con sus Jefes; y así, evitarán toda discordia y disensión. En adelante no habrá ningún peligro que adviertan u objeten un rigor excesivo en las órdenes y disposiciones de los Superiores, porque en todo momento sabrán cómo ensanchar o estrechar la amplitud de estas disposiciones, según lo que les parezca más conforme con la intención y la mente del Superior.

Tocante al modo de proceder, no me gusta eso de imitar y remedar los modales y dichos de otros: está bien que lo hagan los niños cuando dicen *mamaíta+ en lugar de mamá, o *papaíto+ en lugar de papá; mas en personas adultas sería ridículo. Lo mismo vale en las cosas espirituales.

Otro caso: si uno de vosotros se entremete en algo de que está otro encargado, éste no sea mezquino. )Qué es esto de lo mío y lo tuyo? )Tenemos acaso cosas [91] propias? Al entrar al servicio de Cristo, )nuestro propósito fue el de echarla de señores y dueños al estilo del mundo, o bien el de ayudarnos mutuamente para sacar provecho espiritual y rebajarnos cada vez más? Siendo así, como debe ser, )por qué destruye uno lo que otro ha hecho?

Por favor, que los cumplidos no lleguen a enervarlos y ablandarlos; ni suban los humos de las loas a su cabeza; edifiquémonos, más bien, a {65} nosotros mismos y a los demás para Cristo.

Nadie debe atreverse a infringir las Reglas y disposiciones; y si alguien lo hiciera, todos los demás las guardarán con mayor fidelidad, a fin de reparar la falta. En ausencia del Superior, cada uno sea maestro a sí mismo; y hágase vencer sometiéndose gustoso a la voluntad de sus cohermanos.

Rivalizando a cual mejor, compitan en rebajarse más y más, y en volverse sencillos, y en descubrir para cumplirla no ya la voluntad propia, sino la de Cristo sobre ustedes. Pues en esta forma, llegarán fácilmente a revestirse del mismo Jesucristo (Rom 13,14) y a evitar hacer las cosas por rutina, llenando así de gozo a nuestro beato Padre (Fray Bautista de Crema). Recordarán, sin duda, cuán grande era su deseo que fuéramos [92] columnas y fundamento de la renovación cristiana (1Tim 3,15). (Si supieran cuán numerosas revelaciones ha hecho el Señor a diferentes santos y santas acerca de esta renovación por obra de los hijos e hijas de S. Pablo! A no ser que Cristo haya querido engañarlos: lo cual no puedo admitir, pues fiel es él a sus promesas.

(Oh Padre querido (Fray Bautista)!, tú te has fatigado tanto, sudando sangre; y nosotros recogeremos los frutos. Tuyas han sido las tribulaciones y la cruz; y nuestra será la abundancia del reposo, es decir, haciendo nosotros de la cruz nuestro alimento cotidiano, produciremos tus frutos y los nuestros.

{66} (Ah, hijos de Pablo y pimpollos por él plantados! (2Cor 6,11-13), dilaten sus corazones, pues los que los han plantado y plantan son más anchurosos que la mar; y no bajen la vocación con que fueron llamados (Ef 4,1).

Si están decididos a quererlo, desde este momento pueden ser los legítimos hijos y herederos de nuestro santo Padre y de otros grandes Santos; y así, sobre ustedes el Crucifijo extenderá [93] sus manos.

No digo mentiras, ni hay nadie entre nosotros que les pueda mentir. Por eso, atiendan con todo esmero a contentarme; y no olviden que esté o no esté yo presente, tienen la obligación de contentarme.

Nada más, Cristo mismo encárguese de grabar mis saludos en sus corazones.

Guastalla, 3 de noviembre de 1538

Vuestro Padre y Guía en Cristo.  

ANTONIO MARIA, sacerdote.
Sacerdote de Pablo Apóstol
y Angélica P. A. (Paula Antonia)