CARTAS de  SAN ANTONIO M. ZACCARIA
Fundador de los Barnabitas,
         de las Angélicas y los Laicos de San Pablo 
DÉCIMA CARTA (11 de junio de 1539)

Advertencia:

Esta Carta se parece a la séptima tanto por el motivo que la provocó -una falta de un Religioso- como por el argumento tratado -la obediencia-. Pero hay en ella un calor y una ternura que nos manifiestan cuán rebosante de amor debía estar el corazón de este Padre y Forjador de Santos. Fundamento de la vida religiosa es la obediencia, que Antonio María quiere que sea total y sincera; en todo Superior *los hijos de S. Pablo+ deben ver al mismo Fundador; antes bien, al rostro mismo de Cristo.

Destinatario:

[112]{75} A nuestro querido hijo en Cristo, el P. Bautista (Soresina).

JC. XC. +

[115] Querido hijo en Cristo, salud:

Acabo de recibir su carta. Al tener que contestarle para retribuir sus saludos, no puedo dejar de añadir unas pocas palabras.

Mi mayor deseo ha sido siempre el de ver a usted crecer cada día más en la virtud. Si por casualidad me hubiese percatado que usted no estaba correspondiendo con toda entereza a mis deseos -no importa que su falta fuera por malicia o por ignorancia o por simple inadvertencia-, ello me habría significado una puñalada en el corazón, traspasándolo de lado a lado. Claro está que sería para mí mucho peor si se tratara de una falta que atañe a otros y no a mí. Porque usted sabe que estas faltas me afectan mucho más que las cometidas en contra mía; [116] así como mayor es la alegría que experimento cuando veo que los actos virtuosos son para con los demás, ya que en este caso quedaría de manifiesto que usted posee una virtud más grande y más sólida. En efecto, ello probaría que se deja guiar exclusivamente por esa noble Obediencia, la cual guarda el mismo fervor, estén o no presentes los Superiores.

{76} (Qué grande era la alegría de Pablo cuando podría decir que los Corintios habían reconocido por experiencia que él les había dicho la verdad acerca de Timoteo y de Tito! (1Cor 7,13-14). Por lo mismo, si a usted y a sus compañeros la gente los encontrara sumisos, sencillos, fervorosos, prontos a desgastarse por la salvación de las almas, fuertes y nada medrosos en los tumultos de las pasiones o en las tormentas de las pruebas, guardando, en cambio, no menor imperturbabilidad en los momentos de pena y de acosamiento, que en los de la calma y de los halagos... si pues os encontraran tales como acabo de pintarlos y bien avenidos con lo que en todo momento os he encarecido, entonces sí, mi gozo será pletórico. En cambio, haciendo todo lo contrario, me darían aflicción y muerte.

Deje que a usted, querido P. Bautista (Soresina), le diga, con el corazón en la mano, una palabra muy especial. Con inmensa pena he oído que usted no usa con el Padre Superior (Jaime A. Morigia) la misma sencillez que [ 117] conmigo, sino que con él anda con doblez. Lo cual me traspasó el corazón; y habría hecho mucho más si yo no hubiese, en parte, dudado de la exactitud de esta noticia.

(Ay de mí! )Cómo calificar la conducta de usted si todo correspondiese a verdad? )De quién podría yo gloriarme si verdaderamente fuese usted culpable de una falta parecida; usted, a quien llevo en mi corazón y de quien no esperaba recibir más que alegría? (Desdichado que soy! Si todos mis hijos tienen tan pocas ganas e interés en contentarme, mejor habría sido que nunca los hubiese engendrado, para que así no bastardearan.

{77} )Era esto lo que hacías tú, oh Timoteo? )Era esto lo que hacías tú, oh Dionisio; y tú, oh Tito, con vuestro Pablo? (Ah!, lejos de obrar así, llevaban constantemente en ustedes el amor y la presencia de su Padre (Pablo); y su única preocupación era la de contentarle. Desgraciadamente, mi suerte no es la misma. (Quisiera fuera otro el que me engaña! Pero usted, Padre Bautista, a quien he confiado todo aquel Tesoro que tenía entre mis manos, para que lo custodiara, si, pues, me hubiese hecho esto, (ah! me resultaría demasiado duro.

Yo le digo y certifico -séame Cristo de testigo- que si usted quiere, puede hacerme [118] vivir contento; usted puede llenarme de gozo, sólo que ande sencillo y recto con todo el mundo.

)Qué saca usted con atormentarme? )Qué utilidad encontrará en causar a usted daño y a mí aflicción? )Y qué gana con perder lo sumo de su provecho espiritual? Yo le aseguro que el Crucifijo colocará a usted en tal grado de perfección, que le dará dentera a los demás Hijos de Pablo (Barnabitas), con tal que me escuche; esto es: con sólo querer ver a mí y a mi rostro en los demás Superiores. Y esto no una sola vez, sino siempre. Hasta cuando, pues, no le vea a usted totalmente cambiado y no le vea correr hacia esta meta, vale decir:

, que en todos los demás Superiores vea a mí, (siempre!;

, que viéndome a mí, o a quienes me representan, vean en mí y en ellos al mismo Jesucristo en persona, Pastor de nuestras almas;

{78} , que ande sincero, humilde y recto, obrando virtuosamente tanto conmigo como con los demás, al igual que lo hiciera con el mismo Jesucristo;

yo no estaré contento de usted y pediré al Crucifijo que me saque de este mundo, para que no me vea nunca más en semejantes penas.

[119] Si en adelante volviera usted a caer, me obligaría a creer todo lo que llegó a mis oídos; y entonces, tanto de lo que pasó, como de lo presente y futuro, me veré obligado a conjeturar que Jesucristo quiere que yo muera dejando hijos degenerados y nada legítimos.

No agrego más porque estoy seguro que, aunque hubiese usted faltado por malicia, no lo hará nunca más: en lo venidero, usará rectitud y sinceridad para el Padre Jaime Antonio (Morigia) y con todos los demás. Le pido y suplico que lo haga, porque de usted y de sus compañeros depende y deriva toda la felicidad, todo el bien mío.

Humíllese bajo la mano de todos y no deje de sacar provecho celando la salvación de las almas. Huya vivir arrinconado, para que yo crea que su humildad es en todo momento, inspirada por la caridad y por el deseo de obedecerme, y no ya por cierto resentimiento de su corazón.

Muchos recuerdos a mi querido P. Dionisio (De Sesto), al fiel Juan Santiago (De Caséis), al humilde Padre Francisco (Crippa), al ávido de padecimientos Juan Antonio (Berna), a mis amables Juan [120] Antonio y Tomás (Dati), al incansable P. Camilo (Negri), al {79} duendecillo Righetto (Ulderico Groppelli) y al sencillo Don Conrado (Bobbia). Déles mis saludos a don Felipe y a don Jánico, a Don Modesto y a su señora, a don Bernardo (Omodei) y a sus hijos, al sobrino de don Juan Antonio (Berna) y a mis amables don Baltazar (De Médicis) y a don Juan Pedro (Besozzi), y a todos los demás.

En mi nombre, pida para mí la bendición a mis Reverendos padres, y en primer lugar a mi Padre Superior (J.A. Morigia) y al P. Bartolomé (Ferrari), a quienes no escribo nada, porque Cristo mismo les va a escribir en sus corazones; ni quiero encomendarles ninguna cosa, porque saben bien que todo descansa sobre sus hombros.

Cumpla Cristo en usted mi satisfacción y alegría.

Guastalla, 11 de junio de 1539.

Su Padre en Cristo,

ANTONIO MARIA, sacerdote
.