Red Nacional
de Investigadores en Comunicación
III
Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y
prácticas"
Tipos de mediaciones en la apropiación del discurso preventivo. El caso de las campañas de Educación para la Salud en zonas rurales de Mendoza.
"Tipos de mediaciones y apropiación del discurso preventivo.
El caso de las campañas de Educación para la salud en zonas rurales de Mendoza"
Lorena Poblete
Este trabajo tiene como contexto teórico los Estudios Culturales en Comunicación. Esta posición teórica en su versión Latinoamericana, supone poner el acento el las mediaciones que tamizan los discursos de los medios. Estas mediaciones culturales, tecnológicas, cognitivas, situacionales, etc. otorgan al sujeto capacidad de resignificación de los mensajes. Es decir, de relectura de los mensajes. Esto define al receptor como activo, como constructor de un nuevo texto, frente al texto transmitido por los medios. Lo que se denomina como la negociación de los significados. En nuestro caso nos centramos en el análisis del mediador de las campañas de Educación para la Salud en las zonas rurales de Mendoza. Definimos al mediador como el negociador entre los significados sobre la salud que comparten las comunidades rurales, y los significados sobre la salud que transmiten las campañas de Educación para la Salud. Tomamos la definición de Pierre Bourdieu, donde al mediador se presenta como el vocero autorizado por la comunidad para producir un discurso de autoridad creíble, es decir legítimo. Esto implica focalizar el análisis de la creencia colectiva en un mediador determinado, con la autorización que le permite producir un discurso eficaz sobre la prevención de la enfermedad. Sólo el vocero autorizado puede producir un discurso de autoridad respecto del proceso salud/enfermedad/ atención.
El interés de este trabajo surge del análisis de la pauta de consumo post-fáctica que caracteriza a las comunidades rurales, y de las campañas de Educación para la Salud que se han implementado en la provincia en los últimos dos años. Actualmente los programas de salud implementados por el Ministerio de Salud Provincial incluyen numerosas Campañas de Educación para la Salud. Sin embargo estas campañas parecen tener un muy bajo impacto respecto de cambios en la pauta de consumo de actos médicos, tanto en las zonas rurales como urbanas.
Consideramos que esto se produce -específicamente en las zonas rurales- porque, en primer lugar, las Campañas de Educación para la Salud surgen en función de dos objetivos superpuestos: a) refuerzo comunicacional y; b) instrumento de cambio de hábito de consumo. En segundo lugar, porque no hay una codificación diferencial del mensaje según el destinatario elegido. Y en tercer lugar, porque los procesos de comunicación involucrados no parecen ser los más eficaces para producir la incorporación de categorías preventivas que reorienten el consumo de salud.
Cuando hablamos de la incorporación de categorías preventivas que permitan reaorientar el consumo de salud no estamos sosteniendo que la información sea suficiente para cambiar las conductas. Saber cómo se previene el cólera no es suficiente para cambiar las prácticas sociales que propician la aparición de esta enfermedad.
Consideramos pertinente esta aclaración porque precisamente no es evidente para algunas posiciones. La división entre "Apocalípticos e Integrados" respecto de los medios masivos de comunicación que definió la literatura en Comunicación Social desde los años 70 aún sigue vigente. Quizá ya no (tanto) dividiendo aguas dentro de las teorías de la comunicación, pero sí en el campo de los proyectos, programas y campañas de comunicación masiva.
Las Campañas de Educación para la Salud, tienen en el mundo como antecedente y modelo, las propuestas del Banco Mundial, de la Organización Mundial de la Salud, de la Organización Panamericana de la Salud y de UNICEF, entre otros. Hoy, los documentos que guían los "programas" de comunicación en salud de los distintos países de América Latina son: la Declaración de Alma-Alta patrocinada por O.M.S. y UNICEF(1978), la Carta de Ottawa (1986), la Declaración y Plan de Acción de la Cumbre Mundial de la Infancia, UNICEF (1990) y la Declaración de la Conferencia Internacional de la Salud, O.P.S. (1993). Estos organismos en los últimos cinco años han centrado su interés en la Comunicación y las Campañas de Difusión y Educación para la Salud, considerándolas como eje por su capacidad como "modificadoras de hábitos".
Según la O.P.S., concretamente, "la educación en salud y la comunicación para la salud y el desarrollo son fuerzas vitales para afianzar políticas públicas positivas, el apoyo institucional y legislativo y los sistemas adecuados que son necesarios para una vida sana. La educación y la información constituyen la base de conocimiento y las destrezas que habilitan a las personas, las familias y las comunidades para realizar elecciones positivas en materia de salud. La educación en salud y la comunicación están en el centro de este proceso de fortalecimiento."
"La comunicación desempeña una función esencial en la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud. Los programas diseñados para promover cambios en las conductas de salud e incentivar la detección precoz y el tratamiento oportuno de las enfermedades, han demostrado que los medios masivos y otras estrategias de comunicación pueden ser efectivos para reducir el riesgo de dolencias graves."
En consecuencia, las propuestas de estos organismos se limitan a "recetas" de campañas o de procedimientos para realizar esas campañas. Esto significó para la planificación de Campañas de Prevención y Educación para la Salud la "fantasía" de que con trípticos -con más o menos iconografía, con videos didácticos y afiches - y eventualmente con agentes sanitarios- se podría transformar la pauta de consumo de salud. Bajo estas teorías subyace la idea de que el sujeto al recibir información, al conocer más acerca del mundo, opta, elige nuevos comportamientos consecuentes con las nuevas posibilidades ofrecidas. Los enunciados como "habilitar para realizar elecciones positivas en materia de salud", "promover cambios en las conductas de salud", "influir sobre las actitudes para crear apoyo para la acción", no son poco frecuentes en estos documentos, y sí muy ilustrativos de los presupuestos sobre los que se basan estas campañas y los objetivos hacia los cuales se dirigen.
Los problemas que presentan las Campañas de Educación para la Salud implementadas en las zonas rurales de Mendoza son: a) que se basan en objetivos superpuestos:, las campañas como refuerzo comunicacional o como instrumento de cambio de hábito de consumo; b) no hay una codificación diferencial del mensaje según el destinatario elegido; c) los procesos de comunicación involucrados no se muestran como los más eficaces para producir la incorporación de categorías preventivas que reorienten el consumo de salud.
Las campañas de educación para la salud implementadas por el Ministerio de Salud y Acción Social de la Provincia de Mendoza, muestran, como dijimos anteriormente, dos objetivos. Uno de los objetivos supone que las Campañas de Educación para la Salud deben funcionar como información de "apoyo" o "complemento" respecto de otros medios de comunicación (manejables o no por el Ministerio). En este caso, las campañas de educación para la Salud deben "recordar", poner en la mente del receptor "el tema".
Pero que el receptor "recuerde" implica necesariamente que ha adquirido información respecto de ese tema vía otros medios, como por ejemplo la familia, la escuela, la iglesia, el club, el hospital, etc. Es decir, que el objetivo es ser un refuerzo de otros medios de comunicación, que como dijimos anteriormente, no involucran necesariamente al Ministerio de Salud como emisor. Sin embargo, este objetivo que parece ser definido desde las posibilidades operacionales del Departamento de Educación para la Salud (concretamente hacemos referencia a los escasos recursos materiales y humanos que poseen) "ignora" o "parece ignorar" que los mensajes recibidos vía otros medios no necesariamente tienen el mismo contenido que ellos intentan "reforzar". Si por ejemplo, vía la escuela rural las maestras aconsejan a las madres asistir al médico en caso de urgencia; y al mismo tiempo, la enfermera del Centro de Salud, les dice que tienen que llevar el niño al médico cuando tenga fiebre; y a esto se suman los obstáculos económicos, de transporte y organización familiar que dificultan el acceso al centro de salud, podemos pensar que un mensaje emitido por el Departamento de Educación para la Salud que remarque la importancia del control del niño sano no será "refuerzo" ni "complemento" de ningún otro mensaje.
El otro objetivo presente en las campañas de Educación para la Salud es el ser un "instrumento de cambio de hábito de consumo" de actos médicos. En función de él, el Departamento de Educación para la Salud realiza programas de gestión micro-grupal. Reunimos en este tipo de programas a la capacitación de agentes sanitarios voluntarios, al Programa Barrio Solidario y al Programa Maestras de Lavalle, entre otros. La idea generadora de estos programas es el intento de producir cambios en la pauta de consumo de salud a partir del ejemplo y/o la participación de los miembros de la comunidad. Es decir, inscribir la Educación para la Salud dentro de las relaciones sociales existentes. Es por ello que se elige a alguien de la comunidad para que integre la comunidad al Centro de salud. La función del agente sanitario es ser el "vinculo" entre una comunidad y un Centro Asistencial.
La superposición de ambos objetivos produce necesariamente problemas en la producción de las campañas, así como también dificulta los logros en ambos objetivos.
Dijimos que otro inconveniente que observamos en las campañas de Educación para la Salud es que no poseen una codificación diferencial según el destinatario elegido.
Cuando hablamos de "codificación" nos referimos no sólo al cómo se dice, es decir al código lingüístico o icónico que se utiliza para transmitir un mensaje, sino también y fundamentalmente al universo simbólico -entendido como código- respecto del cual se extraen los conceptos y categorías que conforman el contenido del mensaje -es decir qué se dice-.
Respecto del cómo se dice encontramos algunas variaciones en la codificación. Corresponden básicamente a diferencias idiomáticas -por ejemplo, se realiza folletería en quechua-, o a discapacidades perceptuales -existe actualmente alguna folletería en braile-. Lo que se tiene en cuenta en estos casos es, fundamentalmente, la capacidad de acceso a un determinado tipo de información, propiamente dicho "la competencia comunicativa".
Respecto al qué se dice, es decir al contenido del mensaje, no se encuentran campañas diferencialmente codificadas. Es decir no hay una consideración de lo que representan distintas "competencias culturales". Entendemos por competencia cultural la capacidad de lectura, de significar, de dar sentido a un mensaje. Este concepto, básicamente, pone en evidencia, que a pesar de compartir una lengua, aún más, compartir la capacidad de decodificación -de lectura- de la misma, los habitantes de diferentes "regiones culturales" -urbanos, suburbanos, rurales de las distintas clases sociales, etc.- no comparten el mismo universo simbólico, por lo tanto no es posible para todos decodificar de la misma manera el mismo mensaje.
Observamos que la falta de codificación diferencial resta eficacia a las campañas de educación para la salud.
En el primer sentido señalado de codificación -cómo se dice- observamos que en ciertas zonas rurales se utilizan principalmente como soportes comunicacionales afiches y folletos con extensas explicaciones donde la mayoría de los habitantes no saben leer, o son analfabetos funcionales.
En el segundo sentido señalado de codificación -qué se dice- observamos que las campañas de educación para la salud suponen que sólo existe una única representación de lo que es salud, una única representación de lo que es enfermedad, médico, proceso de atención, proceso de curación, etc. Entonces, producen las distintas campañas de educación para la salud como si creyeran que todos comparten los mismos significados, o "como si" creyeran que los receptores no tienen ningún significado acerca de la salud/enfermedad.
Una variable más a tener en cuenta, es que en este segundo sentido, tampoco se consideran las posibilidades del entorno en el cual se espera que lleguen las campañas. Por ejemplo, muchas veces no se tiene en cuenta las dificultades propias de las prácticas sociales específicas. Por ejemplo, hay campañas que llaman la atención sobre el riesgo de accidentes de menores, y recomiendan no dejar al alcance de los niños ciertos objetos, o no dejarlos solos. En zonas en las cuales, las madres tienen que trabajar y los niños más pequeños quedan al cuidado de los hijos mayores, estas campañas no tienen mayormente sentido. Otro ejemplo, es el de las campañas contra el cólera que recomendaban poner una gota de lavandina en un litro de agua para lavar las verduras, frutas y la vajilla. En zonas donde no existe medio de eliminación de la basura, esta recomendación es insuficiente.
Las únicas variaciones observadas en las distintas campañas corresponden al perfil epidemiológico de la zona. Por ejemplo las campañas de educación para la salud que corresponden a enfermedades como el cólera se realizan en zonas urbano-marginales y rurales. Así como las campañas de educación para la salud que corresponden a la prevención de SIDA se realizan exclusivamente en las zonas urbanas.
Y finalmente, los tipos de procesos de comunicación presentes en las campañas de Educación para la Salud varían según el tipo de campaña. Si se trata de lo que denominamos campañas estandarizadas (son las que corresponden al primer objetivo) los productos comunicacionales presentes son afiches, trípticos, y algunos "spots" radiales (concretamente no se trata de clásicos spots radiales, sino de la lectura de gacetillas enviadas por el Departamento de Educación para la Salud a las radios comunitarias). Es decir, se utilizan los clásicos medios masivos de comunicación. En este caso las relaciones entre los participantes del proceso de comunicación están absolutamente mediatizadas por los medios elegidos. No existe una relación interpersonal sino que simplemente se trata del "contacto" con el afiche o el folleto, o los mensajes radiales. Dijimos anteriormente, cuando nos referimos a la codificación, que este proceso comunicacional se presenta como muy débil en sus capacidades informativas, dado que en estas comunidades la mayoría de la población no tienen capacidad para apropiarse de este tipo de mensajes. El no saber leer, o el ser analfabetos funcionales reduce la eficacia comunicacional de los trípticos y afiches a convertirlos en adornos del Centro de Salud.
En el caso de las campañas de gestión-microgrupal se utilizan folletos, pero fundamentalmente la transmisión de la información se realiza a través del agente sanitario. Es el discurso del otro -miembro de la comunidad, conocedor de "los problemas de la comunidad porque los han vivido". En este caso la relación interpersonal fortifica las capacidades comunicaciones del proceso. A lo que se suma la importancia de que el agente sanitario pertenece a la zona y comparte los códigos del receptor, tanto respecto del cómo se dice, como del qué se dice.
Por otra parte el trabajo de los agentes sanitarios recupera a las campañas estandarizadas utilizando sus productos comunicacionales para su labor específica de promoción, prevención y protección de la salud. En este caso, los trípticos adquieren sentido al ser "explicados" por el agente sanitario, o utilizados como "ilustración" por el mismo.
Tipos de mediaciones.
Nuestro proyecto surgió en torno a la pregunta, ¿qué características del proceso de comunicación presente en la difusión de las campañas de Educación para la Salud, permiten una mayor apropiación de categorías preventivas que tiendan a reorientar la pauta de consumo de actos médicos?
Las campañas de educación para la salud fueron tomadas un texto, en el cual analizamos su forma (códigos lingüísticos -icónicos, canales de difusión), su contenido (representación simbólica del proceso salud/enfermedad/atención) y el lugar de la enunciación (el vocero autorizado).
Frente al análisis de los datos, la relevancia del proceso de comunicación total disminuye ante la presencia del rol del mediador, el articulador social. El análisis de la relación autor-lector, de los códigos y canales utilizados, y de las mediaciones involucradas, no dan cuenta de los factores que influyen sobre la mayor o menor apropiación del discurso preventivo. El articulador cultural, el mediador, aparece como eje del proceso de apropiación del saber médico, dado que es quien posee las credenciales necesarias para desplazarse de un sistema de salud a otro -y sus correspondientes cosmovisiones-. Es la capacidad de resignificar que posee el mediador la que lo define como tal, y lo plantea como el eje del proceso de apropiación del saber médico preventivo.
El papel de las mediaciones en la apropiación del discurso preventivo.
La capacidad de resignificación del mediador frente al texto de las campañas de Educación para la Salud, se analizó también en tres niveles: a) la forma; b) el contenido; c) y el lugar de enunciación.
Respecto de la forma textual observamos que el discurso de la mediación no presenta una diferencia significativa en relación a la forma textual de las campañas de Educación para la salud. Por lo tanto, la mayor o menor apropiación de categorías preventivas no se ven especialmente modificadas por el tipo de código utilizado, ni por el canal de difusión.
Respecto del contenido, observamos que la capacidad de incorporar categorías preventivas, no depende de las representaciones del Modelo de Salud Local sobre la prevención que tengan estas comunidades, sino del tipo de articulación del receptor. Es decir, si su posición intenta negar el Modelo de Salud Local, o si simplemente delimita a incumbencia de cada uno, o si presenta una posición indiferente frente al "supuesto" conflicto entre ambos.
Y finalmente respecto al lugar de enunciación, observamos que la construcción de un sujeto como vocero autorizado para transmitir el saber médico implica mucho más que la autodefinición como autoridad y la definición de autoridad por parte de la comunidad. En nuestro análisis aparecen nuevos factores, que ayudan a explicar más acabadamente de qué se trata la delegación de autoridad que realiza una comunidad, lo que Bourdieu llama creencia colectiva. Por lo tanto, la construcción de esta creencia puede ser analizada en términos de capacidad de resignificación (entendida como posición respecto al modelo popular), integración a la comunidad (entendida como lugar de residencia y relaciones afectivas), y finalmente analizando la capacidad del articulación como producto del capital que posee el mediador.
Actualmente, nuestro trabajo en curso se propone definir tipologías de mediadores en función de estos factores que construyen la creencia colectiva, y observar en comunidades específicas, qué tipo de mediación ayuda a producir una mayor o menor apropiación del saber médico preventivo que reoriente esta pauta de consumo, definida como post-fáctica.
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