Red Nacional de
Investigadores en Comunicación
III Jornadas
Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y
prácticas"
Stella Martini
EL PERIODISMO, LOS MEDIOS Y LA JUSTICIA: LAS TRANSFORMACIONES DE LA INFORMACION EN UN ESPACIO PUBLICO EN INFLEXION
¿Qué fiscal, el periodista?
Algunos datos de la realidad: equipos periodísticos que investigan situaciones sospechadas de fraudulentas, auge de las cámaras ocultas, titulares tanto en la prensa gráfica como en la televisiva reclamando justicia para víctimas de homicidio- diversas calificaciones-, notas acusando a imputados o interpretando pruebas policiales o rastreando testimonios. Desde soportes varios, radio, gráfica, televisión, el formato son las noticias y el tiempo es el presente.
Otros datos: en muchos círculos del derecho y la justicia, se ve con inquietud el crecimiento del protagonismo de los medios en casos que le competen a la ley. Argumentan que ciertos titulares de la prensa se enfrentan con y/o desconocen el código penal. Y que esto es desinformación. Y ciertamente la información construída de manera errónea - desinformación - hace a la confusión pública. Pero también hace a la confusión el aparente divorcio de la justicia de las inquietudes y los reclamos de la sociedad. Y en circunstancias en que los medios estuvieron puntualmente en la mira, como en el momento cuando se suspendió la televisación del juicio por el crimen de María Soledad Morales, a fines de abril del año pasado, diversas voces - desde abogados hasta el propio ministro de Justicia - se alzaron con sus discursos en pro y en contra de la medida en los espacios de opinión de los medios. Muchos de los más fuertes representantes de la institución judicial condenaron la "intromisión" de la lente televisiva en las cortes. A su vez, la sociedad reclamó vivamente la reanudación de la televisación del juicio alegando que es la única manera de garantizar la transparencia de la actuación de la justicia. Este pedido tendría que haber inquietado al menos a las instituciones judiciales.
Si asumimos que los medios construyen, interpretan, o sea dan su versión de la realidad, la discusión cobra una fuerza interesante. Porque, por ejemplo, en los Estados Unidos, las encuestas dijeron que después del veredicto de inocencia en el juicio penal contra O. J. Simpson cayó la credibilidad de la gente en los jueces, en los fiscales, en los abogados y hasta en los mismos medios (el juicio se televisó en directo desde la corte, en un juego de cámaras impecable).
Nos centramos en nuestro país. Hay una puesta en acto de la crisis de la justicia y hasta donde se ve una atribución, otro rol para el periodismo y para los medios masivos de comunicación en estos momentos, por tanto, otro producto de su labor, otra noticia. Aquí es donde queremos indagar.
En este trabajo, pues, se intenta describir y analizar algunas de las tendencias actuales en las prácticas y en los productos periodísticos, focalizando en el tema medios y justicia y en cómo la información periodística sobre el crimen y la justicia y los cruces entre el rol del periodismo, la crisis de las instituciones que se ocupan del campo del cumplimiento de la ley y la seguridad en nuestro país, y la realidad misma operan en el ámbito de las teorías sobre el periodismo. Esto es: el objeto de estudio de este trabajo lo constituyen las reformulaciones del concepto mismo de noticia y de las clasificaciones, jerarquizaciones y ordenamientos que los medios hacen de la realidad, y de la función del periodismo en el espacio público.
Información periodística para un mundo en cambio
Probablemente, uno de los lugares comunes más comunes en los análisis de la sociedad, la comunicación y los medios sea decir que el concepto de lo público está en crisis. Más precisamente, en una etapa de inflexión y reconfiguración. Pero es desde esta realidad que es necesario plantear cualquier reflexión sobre las transformaciones de la construcción de la información en los medios. Hay tres fenómenos relevantes- entre varios más-: la reconfiguración del escenario político a nivel internacional, y de hecho,- aunque no necesariamente de manera determinística - a nivel de las políticas nacionales, del Estado nacional; la crisis de las instituciones y la notable baja en la credibilidad de los proyectos y las prácticas políticas públicas; y por fin, las profundas transformaciones en el campo de las comunicaciones- desde la posibilidad de acceder a toda la información mundial vía satélite, es decir, una globalización cultural y social, como la concentración de los aparatos massmediáticos en enormes corporaciones transnacionales, una globalización económica-. Estos fenómenos son concurrentes en la construcción de la noticia hoy, ya que presuponen nuevas y diferentes fuentes informativas, otras tematizaciones y otros tiempos informativos, la necesidad de otro tipo de información en la sociedad y la asignación de otro papel a la información, y de alguna manera también, y aquí se plantea una cuestión central, otro papel para los medios y para el periodismo en su conjunto. Y aquí, se cruzan peligrosamente cuestiones como la libertad de prensa y el derecho a la información, con la lógica del mercado y las políticas neoliberales. Temas que no serán abordados aquí.
Si vamos por partes, y sintetizando, las transformaciones en el mapa político, la desregulación y la crisis de las instituciones redundan en sociedades paradojalmente más controladas, más vigiladas, pero más desprotegidas. Sociedades que ejercen con dificultad sus tareas de contralor de su soberanía y donde las expectativas y las demandas se canalizan de manera oblicua. Y aquí es donde entra la prensa a jugar un rol diferente del tradicional.
A su vez, el desarrollo tecnológico acelerado ha permitido - y continúa haciéndolo - la explosión y la globalización comunicacionales, con tres lugares centrales, una es la concentración empresarial multimediática, la otra, y derivada de ésta, la posibilitación de entretenimiento más información, y la otra, la oferta de numerosísimos canales de información y de entretenimiento. Por un lado, los medios se concentran en pocos grupos. Y estos grupos no sólo cubren la tarea de informar, sino que se ocupan del entretenimiento también. O sea, su objeto es también hacer negocios, y el entretenimiento es más rentable, aparentemente, que la información sobre las cuestiones públicas - si a la programación televisiva nos atenemos. Por un lado, de esta manera, los medios estarían construyendo la agenda de intereses de la sociedad. Pero, por otro, esta agenda se cruza con los intereses de al menos ciertos sectores de la sociedad, que presuponemos, están cansados de la información sobre instituciones que avanzan varios centenares de metros más atrás que las transformaciones sociales. Hay ya muchos estudios que confirman la tendencia al consumo de información más localista, más de los intereses cotidianos que de la cosa pública, desde hace unos diez años. Esto no significa que los ciudadanos no se interesen por el país. Pero hay mayor desconfianza sobre la tarea de aquellos que administran la cosa pública y la clase política en general. Los medios parecen haber tomado la delantera. Y no sólo construyen la realidad. Son también los voceros de la desconfianza y la desilusión. Porque las instituciones no acompañan a la sociedad en sus transformaciones, por tanto, no pueden responder a las expectativas y necesidades sociales. Una pregunta posible es si realmente esta situación fomenta y compromete el debate público. Una respuesta que es conjetura diría que no.
Si a la justicia se le cayó la venda
Tradicionalmente, la información periodística es el relato del presente. Esto es: el periodista es el primer cronista de la historia, es el vocero de los hechos de importancia para una sociedad. Pero como informar es un servicio de interés público, y se espera que los medios pongan a disposición de la sociedad la información que le es necesaria para conocer la realidad y actuar en consecuencia, el periodismo se adjudicó - y sigue haciéndolo-, muchas veces, una tarea pedagógica. Porque la posesión de las fuentes, de la información que ha de reconstruir en forma de noticia, entre otras cosas otorga desde un cierto poder sobre los que no las tienen hasta la inevitable subjetividad del que quiere, aún a pesar suyo, operar sobre la gente. El "yo sé, ustedes no saben" encierra un sesgo que encumbra y causa vértigo. Sin lugar a dudas, esto es un riesgo para la profesión periodística. Y para el producto, o sea la noticia. En todo caso, el periodismo siempre se reservó la posibilidad de advertir a los ciudadanos y hay muchas maneras de hacerlo. Una de ellas es adoptando la forma docente. Algo así como "éstas son las noticias que lo conducirán hasta la verdad, que le explican realmente qué está pasando, que le enseñan a ver la realidad en la que vive". Pero con la actitud básica del que advierte. Podríamos recordar a los brujos de la tribu, los oráculos de la antigüedad y hasta las vanguardias ilustradas del siglo XIX y del presente. El riesgo se acentúa.
Este rol compartido por los medios y los periodistas se confunde a menudo, y en etapas críticas, con la imagen del formato noticioso no sensacionalista y con el periodista "serio". Que hasta resulta premiado. Pero ése es otro tema.
Lo cierto es que el contexto puede destacar y enfatizar este rol. En la actualidad, una sociedad que transita por una democracia débil y con instituciones poco creíbles, si nos atenemos tanto a los funcionarios procesados o imputados en causas de corrupción como a los sondeos de opinión, se constituye en lugar ideal para el ejercicio de un periodismo que aparece como combativo, comprometido y vigilante de las funciones públicas. Y que, por tanto, puede ser el mejor pedagogo, y especialmente, el mejor fiscal y el mejor juez. Aquí se instaló la trampa. Y no es fácil salir de ella, pero tampoco lo es proponer una función diferente. Porque si las fuerzas de seguridad son casi absolutamente inseguras - no protegen, atacan - y si las instituciones pertinentes han descorrido la venda que les asegura la imparcialidad al administrar justicia, la sociedad desplaza los ámbitos a los que debería acudir en busca de seguridad y de justicia. Y los casos extremos - muchos de ellos lamentables - son la modalidad cada vez más frecuente de justicia por mano propia - una suerte de Far West decididamente cercano - y los equipos de vigilancia privada - verdaderos ejércitos paralelos - y los barrios amurallados que alojan a sectores de alto poder adquisitivo. Comentarios escuchados en el ida y vuelta de la vida cotidiana y en los medios, exigencias de la gente común ante automovilistas que atropellan a niños y ancianos, delincuentes que matan a civiles desarmados a mansalva: estamos ante criminales que merecen la reclusión perpetua o la pena de muerte. Estos siguen siendo los hechos.
el periodismo adquirió otro protagonismo
Qué pasa con la noticia, qué pasa con el periodismo y con los medios en una realidad como la nuestra en estos momentos. En ese desplazamiento que realizan los sujetos sociales en su intento por seguir siéndolo, buscan la voz de los medios. Voz que se hace protección, investigación, denuncia, es decir, vigilante y justiciera. Si hasta la misma justicia pide a los equipos periodísticos que hacen investigaciones - al de Telenoche, por ejemplo - las pruebas obtenidas con la simulación y la cámara oculta.
Y la noticia fruto de tales requerimientos y de esta función periodística con tareas extra se carga de un valor simbólico muy fuerte. Tanto, que deja de ser noticia para convertirse en la realidad misma. Porque la noticia es una construcción y una construcción implica propósitos y modalidades particulares. No es el territorio, es un mapa de la realidad. A diversas escalas. Hay un contexto metacomunicacional puesto en juego. Y justamente entre este contexto y esta realidad antes descripta no hay una identificación absoluta. El interjuego del rol de detective - abogado - juez adquirido por el periodismo, o al menos parte de él, ante determinados acontecimientos, más la complejidad del escenario de las empresas massmediáticas hoy aportan de manera decisiva al marco de la noticia. Y los medios son algo más que medios. Está otra vez la identificación del mapa con el territorio. Pero siempre en el marco de la necesidad de encontrar el territorio necesario y ajustado para los propósitos perseguidos. O para la necesidad que no permite el lugar real de sujeto social. Me refiero a la sustitución de lugares. Podemos recordar que hubo gente que, luego de cometido un crimen, se entregó frente a las cámaras en un estudio televisivo; o que hace escuchar sus reclamos locales ante las cámaras televisivas o los cronistas radiales que van al barrio, a la escuela, al lugar con conflictos, a la situación donde los reclamos no son escuchados ni la seguridad y la justicia pueden ser garantizadas por las instituciones pertinentes. A menudo la información da cuenta de gente que exige o ruega justicia, denuncia atropellos - injusticia - , bajo diversas formas. Los medios de comunicación masiva son comisaría, tribunal o simplemente la escucha sustituta. Cada uno con sus diferentes niveles de eficacia. Las emisoras radiales se abarrotan de denuncias y de pedidos. La televisión y los diarios filtran - seleccionan- y eligen los acontecimientos más noticiables.
Y en un juego más que paradojal esta situación encierra aún más al periodista en ese rol de policía, fiscal, acusador y juez. En cualquier manual de estilo o de teoría del periodismo aparece la investigación como una de las tareas básicas y naturales del periodismo. Porque investigar significa buscar y chequear las fuentes de información, pero también observar la realidad y buscar en los problemas emergentes las tendencias sociales que se van dando. Investigar es asimismo sondear la opinión pública para conocer qué le preocupa y qué tipo de información necesita. En ciertos casos puntuales, investigar es destapar "ollas podridas", hacer de pseudo detective. Pero, salvo en casos de censura política, de dictaduras o de crisis en el sistema democrático, esa investigación tendría que ir alimentándose de los datos que las mismas fuentes policiales y judiciales realizan. Por supuesto, siempre hubo y habrá casos excepcionales. Existió una investigación que se tradujo en el texto Operación masacre, llevada a cabo por Rodolfo Walsh - y que es quizás uno de los modelos de investigación político- periodístico- incluso por la forma en que se fue construyendo; existió un caso Watergate en el país que se considera el bastión y el paradigma de la democracia en el mundo entero. Esto es: es natural que el periodista investigue, que trate de llegar a la verdad, o al menos acercarse a ella.
También está en su función que se haga eco de las protestas o muestre las necesidades de la sociedad, porque está al servicio del interés público. Pero hay formas.
Están los riesgos de juzgar y condenar - aunque sea simbólicamente - sin conocer todo un caso, sin tener acceso a todas las pruebas y sin conocer a los imputados. Y creer que eso es hacer justicia. Cuando de simplificaciones se trata, el debate público pierde. Es inevitable que ante casos de fuerte repercusión social, el público o sectores de él tome partido, "juzgue", elabore juicios, opine. Es parte del rol de la opinión pública. De su razón de ser. El riesgo es instalar el tribunal paralelo. Es sentirse incitado a instalarlo - y no estamos hablando de una voluntad conspirativa en los medios y en los periodistas en todos los casos-. La función en realidad es exigir el pleno y correcto funcionamiento de las instituciones judiciales y de seguridad.
Los riesgos de que la opinión pública identifique a los medios con la corte o la comisaría, que crea que el debate se da en los medios, y que las instituciones quedan afuera son grandes. Como se señaló antes: así el debate público se simplifica, se debilita. Marcha por caminos incorrectos- o al menos desviados. La debilitación del debate público afecta a la sociedad en su conjunto. Pierden las instituciones, pero también y especialmente perdemos los ciudadanos. Pero aquí no se está otorgando la responsabilidad ante este fenómeno exclusivamente a los medios. Sería muy fácil y muy ingenuo, pero también muy peligroso. La responsabilidad primera ante esta situación es del Estado en su conjunto, de las instituciones (las públicas y las privadas), de la clase política en general. Los medios y el periodismo se hicieron cargo de una posta equivocada. Y son responsables por la información que ofrecen y por la forma en que la construyen. Y por no poder esquivar este falso lugar que se ha denominado de "cuarto poder", que puede trastocar los sustentos del concepto de república y de delegación de la soberanía.
La importancia de llamarse noticia
Aparece otro tipo de noticia. Una noticia que apela con variados recursos a la conciencia del público. Y es noticia que remite al ámbito policial, y tiene que ver fundamentalmente con la corrupción, que es política. Las noticias policiales ocupan un espacio más prominente en los medios, en los últimos tiempos. Y se resideñan. Porque hay una información político-policial.
El periodismo moderno, primero la gráfica y más tarde la televisión, abordó el tema de la justicia, por lo general bajo la clasificación de "información policial" y/ o "información judicial". La información de esta índole fue siempre una información más conectada con las llamadas secciones "blandas" de la gráfica, en tanto no refería específicamente - y salvo algunos casos puntuales - a acontecimientos referidos al gobierno político. La información policial, uno de los pilares básicos del periodismo sensacionalista, arrastra una larga tradición que, en la historia tiene que ver hasta con la costumbre de presenciar los juicios y al hecho de que las ejecuciones fueran públicas. Curiosidad, morbosidad, necesidad de asistir al castigo ejemplar (en épocas de la Inquisición, frecuentemente los sujetos pertenecientes a las clases populares eran obligados a asistir a la quema de "brujas"). En fin, se asume que los sujetos sociales se interesaron, por razones diversas, en los casos policiales y en las formas diferentes en que se ejercía la justicia. La historia de las sociedades primero y la historia del periodismo después brindan testimonio de este interés por asuntos que son públicos, en la medida en que la sociedad ejerce los derechos de restablecer el orden. O sea, a la gente el género la ha apelado siempre. Y en épocas en que la inseguridad se acentúa el fenómeno aumenta. Se necesita saber qué pasa, dónde pasa, cómo se podría prevenir el ataque, etc., entre otras posibles motivaciones. Quizás sea una manera de "conjurar" el peligro. Es decir, el crimen vende. Los medios quieren vender. La ecuación es sencilla.
Pero los datos demuestran que la información vende menos que el entretenimiento. Entonces, y en el contexto mayor antes descripto - de instituciones débiles, de desregulación y de consumo exacerbado, de una lógica tirana del mercado, de una fuerte competencia empresarial, de una retracción de lo público hacia el ámbito privado, de una cierta superficialización de los intereses comunes - la información se construye más en clave de entretenimiento. Veamos los ejemplos: casi todos los noticieros de la TV por aire están a cargo de parejas - hombre y mujer - de presentadores/ locutores o periodistas que ofician de tales, cuyo aspecto (prestancia, atractivo, belleza) es destacado por peinados, trajes y maquillajes ad hoc. El escenario está construído como tal: el tema es la información, sintetizada en el lugar común de la redacción con computadoras y aparatos televisivos -casos América Noticias o Telenoche, por ejemplo-, con aperturas que remiten al desarrollo tecnológico, flashes, etc. Las sonrisas, el ceño adusto, el gesto que acompaña o enfatiza remiten a la actuación, no a la presentación de la información. La inclusión de noticias de tono más blando, y hasta jocoso, la musicalización, el conjunto de las imágenes llaman al contrato de lectura complejo de un canal o de toda una programación televisiva global, el entretenimiento, en forma de ficción, de documental, de programas de interés general, de humor, etc. La información también puede ser espectáculo. El espectáculo es exhibición, deleite para la vista, apela a las sensaciones más que al razonamiento, al ornamento y al brillo más que a la sustancia. Por eso, la sangre que salpica desde las imágenes televisivas o los relatos prmenorizados de violaciones o de abusos a niños, aún en horarios de protección al menor, o hasta en los titulares de los diarios. Noticia - espectáculo en la sociedad del infoentretenimiento. Y aquí juntamos los hilos: si los soportes mediáticos son la corte judicial y esa corte a su vez se ofrece como espectáculo, la noticia desmerece la calidad necesaria para la argumentación que es origen y sostén de la formación de la opinión pública. El problema de la desazón ciudadana está por demás a la vista.
Y aumentando la confusión de lugares y la simplificación de la cosa pública, los talk-shows despliegan los escándalos, o los vicios, o al menos las situaciones confusas de la vida privada en clave pública. Y se juzgan los casos privados con ligereza y sensacionalismo, con modalidades de la enunciación que remedan la cientificidad de la consulta especializada y de la justicia más seria. En horarios preferenciales de la tarde. Y si un individuo es un ex convicto, adicto a las drogas, ha sido abusado de niño y padece de Sida, sus posibilidades de gozar de publicidad se multiplican. Pero la publicidad de las políticas de salud, de protección de los derechos de los menores y de la discriminación no se discuten. Los problemas públicos se reducen a conflictos privados, a asuntos individuales, donde el desvío tiene que ver con el individuo mismo, con su familia o acaso con la genética.
Este fenómeno, por ahora propio de la televisión, salta por encima de las clasificaciones y jerarquizaciones habituales del soporte. La propuesta programática no remite al humor, ni al entretenimiento. Sino a los conflictos personales, sociales. Es cosa seria. Es decir, que el público tiene la posibilidad de informarse sobre el estado de la cosa pública en los noticieros tradicionales y de ciertos conflictos privados - que suben al rango de públicos - en los programas de la televisión verdad. Los talk-shows y otras formas de la televisión verdad como los programas de Viale, por ejemplo, acuñan una nueva forma de noticia: desprolija, procaz, absolutamente sensacionalista, recortada y ocultadora del verdadero conflicto político- social. Sin entrar en la profundidad del tema, cabe una pregunta: ¿qué agenda propone la televisión abierta al público? Y entendemos por agenda el listado o el conjunto de temas que un medio ofrece a su público como aquellos que son relevantes y sobre los cuales tendría que focalizar para su discusión pública.
Por su parte, la prensa gráfica sigue carriles algo más tradicionales. Pero intenta "aggionarse", tanto desde un concepto de noticia más breve y más compacta, hasta la inclusión de infografías - de las que se hace abuso muchas veces - y de fotografías en color, junto a titulares más grandes, impactantes y atractivos. Y hasta podríamos asumir que algunos de ellos construyen información que intenta alcanzar los niveles del talk-show, aunque nadie esté en el otro lado del diálogo, cuando incluyen en secciones centrales, y junto a información sobre asuntos de interés público, infografías e informes sobre cómo es eso de estar enamorado, o de qué manera y con qué saña un amante despechado ultimó a su compañera.
Necesidad de la focalización
Una primera conclusión, y aun cuando estos temas están en etapa de análisis todavía, es que es necesaria la reformulación de los roles de los medios y del periodista, y en especial cuando se trata de temas que atañen al funcionamiento de la justicia y al debate público como tal.
El énfasis tendría que ponerse sobre una nueva agenda pública que seleccione y clasifique de otra forma de la información, información enmarcada en las políticas sociales, económicas, culturales, etc. Entendemos que la agenda de los medios debe coincidir lo más posible con la agenda de la sociedad.
Y por sobre todo son necesarias políticas que organicen y guíen el trabajo de los medios de comunicación masiva. Aunque pueda sonar irrisorio, es importante que los medios y el periodismo se detengan a pensar desde qué lugar encaran su trabajo. Qué filosofía está implícita en el trabajo de informar a la opinión pública.
Stella Martini. Docente de Teorías sobre el Periodismo y de Teoría y Práctica de la Comunicación II. Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
Investigadora en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
Domicilio: Agüero 1746- 4º piso (1425). Bs. As.
Teléfono: 824-2787
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Stella Martini
EL PERIODISMO, LOS MEDIOS Y LA JUSTICIA: LAS TRANSFORMACIONES DE LA INFORMACION EN UN ESPACIO PUBLICO EN INFLEXION
Resumen
Las transformaciones económico- políticas globales y nacionales, las correspondientes a la globalización de las comunicaciones y a la concentración de las empresas multimediáticas unidas a la debilidad del Estado y a la crisis de las instituciones han llevado a una reformulación, en muchos casos, de la tarea del periodismo y del papel de los medios en la sociedad. Los casos de inseguridad policial y de corrupción o al menos de mal funcionamiento de los ámbitos judiciales aparecen como motivo para un lugar diferente del periodista y de los medios: se plantean a menudo como detectives - abogados - jueces. La noticia producida en este contexto implica desde un riesgo para los fines de la profesión periodística cuanto el problema del debilitamiento y la desvirtuación del debate público que permite a los ciudadanos ejercer sus tareas de contralor de los funcionarios que ejercen la representación de la soberanía popular. Se hace necesaria la focalización de la labor de los medios y la construcción de una información que no transforme a los sujetos sociales en remedos de jurados que no pueden implementar su operación de argumentar con calidad y certeza.
En este trabajo, pues, se intenta describir y analizar algunas de las tendencias actuales en las prácticas y en los productos periodísticos, focalizando en el tema medios y justicia y en cómo la información periodística sobre el crimen y la justicia y los cruces entre el rol del periodismo, la crisis de las instituciones que se ocupan del campo del cumplimiento de la ley y la seguridad en nuestro país, y la realidad misma operan en el ámbito de las teorías sobre el periodismo.
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