Red Nacional de Investigadores en Comunicación

III Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y prácticas"


 

LAS PRACTICAS DE REGULACIÓN COMUNICACIONAL AL INTERIOR DEL CATOLICISMO INTEGRAL ARGENTINO (1930-1946) 

 

Leonardo Damián Moretta

1 . Introducción

Desde mediados del siglo XIX, el mundo católico occidental asiste a un proceso acelerado y creciente de homegeneización del principio de autoridad eclesial. El Vaticano aspira a erigirse como cabeza global e indiscutible de las diversas creencias e instituciones católicas. Este proceso de reorganización, habitualmente llamado de "romanización", se inscribe en otro mas amplio que tiene como objetivo la expansión del catolicismo a nivel mundial, a partir del desarrollo de comprensiones críticas de la modernidad y de la elaboración de diversas alternativas para superarla.

El mundo católico argentino de fines del siglo XIX y principios del XX, no es ajeno a estas nuevas orientaciones, pero sus intentos de organización y movilización sufren las dificultades y limitaciones propias de la particular coyuntura social, política y cultural que viven las estructuras eclesiásticas en el país. En efecto, la debilidad institucional del catolicismo - en pugna y conflicto con el moderno estado liberal concebido por la generación del 80 - restringirá considerablemente la posibilidad de expansión de las visiones católicas, tanto al interior del estado como de la sociedad. Esta situación, tardaría mas de 40 años en revertirse, durante los cuales las diferentes posturas católicas se encontrarían intentando persuadir al demoliberalismo de atenuar los efectos sociales y morales del proyecto societal vigente, antes que generando un modelo de Estado y de sociedad alternativo al mismo. Las consecuencias de esta tendencia sobre los discursos públicos del catolicismo no deben ser desatendidas: "En este esquema o el catolicismo aparece como parte de la hegemonía del bloque dominante pero subordinado institucionalmente o es tratado como igual, con prebendas y espacios propios. En esta matriz católica, predominantes en el periodo y que denominaremos social, la principal preocupación estaba dada por definir las relaciones entre catolicismo y democracia, siendo contadas las excepciones, donde se proponían alternativas al orden social establecido.

La Argentina de la década del 20 encontrará al Vaticano alentando y vehiculizando otras posturas. Se niega toda conciliación con el socialismo y el demoliberalismo: la institución eclesial debe ser la cabeza de un movimiento católico, capaz de enfrentarse a la modernidad. Otras concepciones cobrarán fuerza al interior del catolicismo y comenzarán a disputar la hegemonía del catolicismo social, generando un sin número de tensiones.

Estas tensiones, hicieron eclosión en 1923, en ocasión del fallecimiento del arzobispo de Buenos Aires Mons. Espinoza, a raíz de la sucesión por la jefatura de la Iglesia Argentina. Mons. De Andrea - líder del catolicismo social y primer ternado nominado por el Congreso de la Nación - sostenía un proyecto orientado a la ampliación de la presencia pública y social del catolicismo. Pero el consenso institucional obtenido a nivel político, no era casual; para estos sectores, la promoción de la figura de Mons. De Andrea representaba, un proyecto eclesial de neta "conciliación" con la modernidad política y económica. El rechazo por parte del Vaticano de la candidatura de Andrea, marcará el inicio de un período de profundos reacomodamientos al interior del Episcopado y de los diversos catolicismos. Un catolicismo de enfrentamiento a las tendencias secularizantes de la modernidad se había ido gestando a nivel mundial durante más de 60 años y la sociedad argentina de los 30 y 40 sería testigo privilegiado de su accionar en la transformación de la sociedad.

Si este proyecto de restauración católica poseía en los años del liberalismo y del radicalismo, profundas limitaciones para progresar, los tiempos de la "década infame" no le serían mas propicios. En efecto, la proscripción que durante esta época sufrieron partidos, grupos y movimientos de oposición a los gobiernos, permitieron a este catolicismo intransigente y ultramontano, presentarse como una instancia de participación para amplios sectores del nivel medio y popular. Así, el imaginario simbólico de esta matriz, comenzaría a moldear la identidad de miles de argentinos. Se asiste al proceso mismo de catolización de la sociedad.

Los primeros años de la década del 30 encuentran a la institución eclesiástica en pleno proceso de consolidación institucional y de contención de las adhesiones que el movilizacionismo católico generaba Aunque las jerarquías eclesiales y en especial, la cabeza política de la arquidiócesis de Buenos Aires, Mons. Santiago Copello, no se caracterizaban por sus proclamas extremas, es de destacar que durante este periodo, los sacerdotes que estaban a la vanguardia de las concepciones intransigentes, lejos de ver obstruida su acción personal, vieron vehiculizadas sus iniciativas y promovidas sus figuras.

Por el contrario, quienes se resistieron a la introyección de estas concepciones, afrontaron un sin número de obstáculos y hasta fueron relegados institucionalmente: tal el caso de los principales conductores de la corriente "social": Mons. De Andrea y Mons. Ussher. Pero la nueva dinámica de las regulaciones eclesiales no se conformó con la perdida de poder eclesiástico por parte del catolicismo social; también se propuso desarrollar un modulado de proyecto de resignificación de los idearios del mismo. El objetivo: penetrar en las estructuras mentales de los católicos sociales diluyendo la eficacia simbólica del discurso de conciliación con el demoliberalismo, a la vez que se inculcaba una renovada interpretación sobre la realidad social. Durante los años 30 y 40, una joven y formada generación de sacerdotes se incorporaría con este propósito a las instituciones del catolicismo social. Atender a la especificidad del desarrollo de sus funciones, aparece como un paso necesario para comprender la complejidad de este dispositivo de regulación.

En efecto, muchas veces, las instancias de control y regulación eclesial son sumamente sutiles, y es un desafío a la pericia del analista, encontrar la forma específica en que las mismas operan, tanto en el discurso público, como en la experiencia privada de los diferentes actores al interior del catolicismo. No basta con detenerse en lo superficial o en aquello que domina la escena pública, así solo se estaría observando el sentido que algunos actores otorgaron a los distintos designamientos institucionales en proximidad con el catolicismo social. Hace falta entender, con rigor metodológico y perspectiva histórica "los fuegos cruzados de las controversias" que traspasaban la experiencia privada de los hombres y mujeres que vivieron aquellos acontecimientos y las inextricables modalidades de regulación que montaron los sacerdotes al tal efecto nombrados por las jerarquías eclesiásticas.

Este trabajo se propone explorar los matices de este dispositivo de regulación, en el marco del análisis de las funciones institucionales desarrolladas por Ludovico García de Loydi - un sacerdote intransigente de suma confianza del arzobispo de Buenos Aires - en proximidad a la cúpula del catolicismo social.

2. García de Loydi y su primera misión: por un catolicismo social de enfrentamiento con la modernidad

 

2.1 (1934-1939) Su estadía en San Miguel Arcángel: la sutil trama de las regulaciones eclesiales

 

En mayo de 1934, el presbítero Ludovico García de Loydi regresa a Buenos Aires, tras dos años de intensiva formación en el Seminario Mayor de Versalles, uno de los espacios institucionales en donde, desde principios de siglo, se venían debatiendo los principales conflictos que traspasaban al catolicismo occidental. Por disposición del Arzobispo Santiago Copello, es inmediatamente designado Teniente Cura de la centenaria iglesia de San Miguel Arcángel. Esta no era una parroquia más; su párroco desde 1912, era nada menos que Mons. de Andrea, obispo social por excelencia. El movilizacionismo católico social de las décadas del 10 y del 20, le confirió a este espacio parroquial, un marcado protagonismo. En ella se daban cita, numerosas familias "tradicionales" y "notables" del catolicismo social argentino. Como ya lo habíamos anticipado, la designación de García de Loydi, no era fortuita: respondía a una planificada estrategia del arzobispado, de regulación del catolicismo social para su pleno encuadramiento dentro de las nuevas directivas eclesiales.

Las funciones desarrolladas por García de Loydi en aquellos años, son un emblemático ejemplo de como operaba el proceso de regulación del catolicismo social por el catolicismo integral. La oposicionalidad existente entre un catolicismo de conciliación con la modernidad demoliberal y un catolicismo "alternativo" a la misma, está en el trasfondo de esta cuestión. Se trata de un conflicto al interior del mundo católico con profundas imbricaciones en la realidad social y política, nacional e internacional. Nos encontramos frente a un proyecto de homogeneización totalizante dispuesto a definir "lo católico" sin contradicciones ni diletantismos.

Pero si este proyecto católico intransigente, sustenta sus relaciones con la sociedad a partir de desarrollar posturas combativas y desafiantes - privativas de unas estrategias que buscan ganar nuevos espacios sociales - al interior del mundo católico sustentará posiciones dialoguistas, que antepondrán las prácticas de reeducación y persuasión a las de sanción y exclusión. Resumiendo, García de Loydi se incorpora al interior de este complejo y delicado dispositivo de reconversión de las creencias "heterogéneas" del catolicismo social según las constantes doctrinarias del pensamiento católico integral.

2.2 Su esfuerzo por masificar una concepción intransigente de la doctrina social cristiana

 

García de Loydi, era un especialista en la "cuestión social" y un amplio conocedor de la fina trama del debate que la misma suscitaba en Europa. Su amena y expositiva oratoria, pronto le permitió ganar la confianza y afecto de los numerosos católicos sociales que se congregaban en la iglesia San Miguel Arcángel. El ilustrado presbítero, se abocaría a difundir entre la feligresía cercana al obispo de Temmos, una intransigente concepción de las doctrinas sociales pontificias. Desde una visión marcadamente antimoderna, la cuestión social era presentada como responsabilidad del Estado Liberal y de su fracaso; consecuentemente, la solución a los problemas sociales de los sectores populares, no debía provenir de la caridad de los sectores favorecidos, sino de un Estado católico inspirado en la justicia social cristiana. Cabe aclarar que, con el correr de la década, la perspectiva sustentada por García de Loydi, se convertiría en clima de época al interior del catolicismo social, el que progresivamente iría adoptando posturas de enfrentamiento a la modernidad.

Este proyecto de resignificación de los idearios del catolicismo social, no solo buscaba traspasar las interacciones próximas a Mons. De Andrea; también buscaba plasmarse en aquellos imaginarios de masas que se sentían identificados con la figura del obispo social. La estrategia de masificación de un pensamiento católico intransigente sobre la cuestión social y de marcado enfrentamiento con el liberalismo, no podía prescindir, todavía, del principal referente al que aparecían asociados aquellos idearios, como así tampoco del uso de modernos medios de comunicación. Es así como, desde el arzobispado de Buenos Aires, se planifica bajo la responsabilidad de García de Loydi, el inicio de las transmisiones radiales dominicales de la Santa Misa, desde la parroquia San Miguel Arcángel. La campaña fue titulada: "El evangelio sobre los tejados, una hora con Dios a través del éter", y tenía como principal y casi exclusivo orador a Ludovico García de Loydi, quien con inobservable oratoria, difundía su comprensión del papel del catolicismo social frente a la modernidad. Según estimaciones eclesiales, este programa llegó a contar con una audiencia de mas de un millón de oyentes esparcidos por toda la República Argentina, Uruguay, sur de Brasil y Chile. Mas allá de lo veraz de los números, "El evangelio sobre los tejados", se transformó en un importante momento semanal de difusión de la liturgia de un renovado pensamiento católico asociado a la cuestión social. Desbordados por la solidez argumental de su pensamiento y seducidos por la amenidad de su estilo, en San Miguel Arcángel, la estrategia de reeducación del catolicismo social se producía sin mayores conflictos.

 

2.3 Su producción bibliográfica: el desarrollo de un ceremonial litúrgico asociado a la justicia social

 

El inició de la actividad sacerdotal de García de Loydi está signado por la relegación de los estudios históricos y el inició de una profusa producción en temas de ascética y apologética. Varios libros y mas de media docenas de artículos, enmarcarán su obra en otra de las comisiones confiadas por el arzobispado de Buenos Aires : desarrollar la normatividad específica del ceremonial litúrgico del catolicismo social argentino. Su popularidad en estos temas estaba fuera de duda: su actividad dominical en la celebración del oficio de la "santa misa" por radio, hace de García de Loydi la principal figura a la que aparece asociada esta ceremonia. Sus pedagógicas obras, "La Santa Misa" y "El Evangelio sobre los tejados", se trasformaron en libros de importante difusión de la normativa litúrgica que las jerarquías eclesiales deseaban imponer al interior del catolicismo integral argentino. Que un especialista en la "cuestión social", haya sido comisionado para delinear una nueva modalidad de comunicación del ceremonial litúrgico, no debe ser desatendido. Responde a una planificada política del arzobispado de masificación de unos rituales simbólicos profundamente asociados a un renovado pensamiento sobre la cuestión social. El proyecto es recristianizar toda la sociedad, pero ello es imposible sino se recrean imaginarios alternativos frente a la crisis que vive la organización social capitalista de los años 30. La apelación a la doctrina social de la Iglesia, aparece en el seno de un discurso católico que purga por arraigarse en los sectores medios y populares. La asociación del ceremonial litúrgico a la doctrina social, se enmarca en este proyecto de manera de intentar acercar aquellos sectores a la "civilización parroquial".

 

2.4 Las regulaciones eclesiales sobre el discurso público del laicado: su función censor

 

Las implicancias de este dispositivo de reconversión de las creencias, supera el objetivo de regularizar el pensamiento católico sobre la cuestión social. No hay hegemonía cultural y social del catolicismo en la sociedad si antes no hay hegemonía del proyecto integralista al interior del catolicismo. Se trata de sumar y no de restar adhesiones; para alcanzar esta meta, no se puede prescindir de las familias "tradicionales" ligadas a las riquezas agropecuarias que décadas atrás se incorporaron al proyecto del catolicismo social. El Arzobispo de Buenos Aires, Santiago Copello, cuenta con sus contribuciones económicas como principal fuente de recursos para el desarrollo de su proyecto de expansión de la organización parroquial del arzobispado. Para que la onerosa forma de "adhesión" al catolicismo que se exige a las mismas, sea lo mas cuantiosa posible, es necesario maximizar su fidelidad a la jerarquía eclesiástica, ya que esta es personalmente quien solicita, gestiona y retribuye simbólicamente estas contribuciones. Consecuentemente, la efectividad de la solicitación económica esta en estrecha relación con la eficacia simbólica del principio de autoridad eclesial al interior del catolicismo social. Para el éxito de esta operación de revalorización de la figura de la jerarquía, se debían alcanzar al menos tres objetivos. En primer lugar, introyectar un discurso normativo integral que, ajeno a toda racionalidad secularizante, resignifique sus antiguos modos de pensar y sentir lo religioso, según una concepción teológica de la autoridad religiosa, por sobre toda otra autoridad. En segundo lugar, regular la memoria colectiva del catolicismo social, encuadrando todo intento de gestión de la misma en el anterior discurso normativo. Finalmente, desdeñando todo tipo de visiones conspirativas, sobre la relegación institucional y pérdida de presencia en la esfera pública del catolicismo social, inscribir la tradición del grupo en una línea de continuidad con el proyecto del catolicismo integral, tanto en su intransigencia como en su integridad doctrinal. Y es precisamente en la obtención de este último objetivo donde García de Loydi, afrontará las mayores dificultades y pondrá a prueba los recursos de su privilegiada capacitación.

Como lo señalamos anteriormente, la década del veinte fue una etapa de profundos cambios de las mentalidades y de las estructuras de decisión al interior del catolicismo. Esta situación - como lo atestiguan los periódicos y libros de la época - no podía menos que generar profundos resentimientos y tensiones que, lejos de apaciguarse, devinieron en memoria colectiva al interior del catolicismo social. Pero la nueva dinámica de las relaciones de autoridad al interior del catolicismo no se conformó con la pérdida de poder eclesial por parte del catolicismo social, sino que también llevó a cabo una operación de regulación de la memoria colectiva del mismo: se debe expurgar de la misma todo resentimiento por su relegación eclesiástica; a la vez, se debe resignificar toda conducta pasada según la nueva matriz católica de enfrentamiento con la modernidad. Y es aquí precisamente donde García de Loydi, cumple su misión mas significativa. A las funciones de escritor y orador, se le suma otra de vital importancia para esta operación de regulación: la de censor eclesiástico. Creemos que, atender la forma en que la misma se puso en práctica, nos puede brindar pistas para comprender la multiplicidad de las tensiones que traspasaban al catolicismo social y la forma en que desde la jerarquía se afrontaban las mismas.

En escasas excepciones, la sociología histórica de la religión cuenta con documentación suficiente para analizar la función del censor al interior del catolicismo. Muchas veces, las observaciones de estos examinadores, se realizan en forma oral y confidencialmente y las sucesivas correcciones de los textos, son desechadas por el mismo autor, impidiendo entonces realizar una interpretación comparada de sendos procesos escriturales.

Un ejercicio de censura realizado por García de Loydi hacia abril de 1937, pueda quizás ayudarnos a comprender la forma especifica en que el sacerdote ejercía esta función y las profundas tensiones que intentaba regular.

El 21 de abril de 1937, el obispo de Temmos cumplía 25 años como curato en la parroquia de San Miguel Arcángel. En ocasión de sus bodas de plata, su feligresía disidió rendirle un cálido y pomposo homenaje. De Andrea, desautorizando toda ampulosa celebración, solamente consintió en la realización de una Misa de Comunión, al final de la cual serían leídos los discursos de dos hombres de su círculo íntimos de allegados: Carlos Conci y Pedro Podestá. Atendiendo a sus labores, García de Loydi planificó una campaña de promoción de tal celebración, en diversos medios radiales y periodísticos, sin dejar de resaltar el renunciamiento a toda ostentación ejercido por De Andrea.

Pero ahí no terminaron sus responsabilidades; acorde con unas regulaciones eclesiales ajenas a la influencia del sacerdote homenajeado, debía cumplir con el cometido de "censar" los discursos que Conci y Podestá recitarían en ocasión de la celebración. Discursos de los cuales García de Loydi conservó en su poder los originales, tanto de los presentados para su censura, como de aquellos definitivamente "autorizados" a ser leídos. Un análisis detallado de los matices y diferencias que presentan ambos discursos antes y después de la censura realizada por García de Loydi, nos puede brindar indicios, acerca de los resentimientos y tensiones que aún traspasaban al catolicismo social y sobre las sutiles instancias del control eclesial, que se instauraron para regular los mismos.

 

2.4.1 Los intentos del laicado por gestionar la memoria colectiva del catolicismo social

 

Desde sus orígenes - durante el gobierno eclesiástico de Mons. Espinoza - el catolicismo social argentino surge con una marca distintiva: un laicado de "notables" dispuesto a deslastrarse de la tutela teológica y sostener posturas de "conciliación" con el liberalismo a fin justificar su ligazón con los sectores dominantes. Estos notables, - que tuvieron en la figura de Carlos Conci, uno de sus mas emblemáticos representantes - ejercieron durante las dos primeras décadas del siglo, una fuerte influencia sobre distintas personalidades eclesiales, entre ellas Mons. De Andrea. Parte del entorno cotidiano de Andrea, colaboraron en la organización de distintas instituciones laicales plasmando su esquema de comprensión del rol del catolicismo en la sociedad. A pesar de la deficiente fundamentación teológica y filosófica que poseía este esquema, el pensamiento del laicado católico social llega a ser dominante en la década anterior y posterior a las Fiestas del Centenario. Como ya lo hemos señalado, la década del 20, marco el comienzo de una serie de conflictos cuyos rasgos mas emblemáticos son la relegación eclesial de sus principales figuras (De Andrea y Ussher), y una progresiva sustitución de este laicado de diferentes ámbitos de responsabilidad por una renovada y formada camada de jóvenes sacerdotes. Incapaces de comprender la profundidad de las concepciones teológicas, filosóficas y políticas que subyacían a su desplazamiento institucional, este laicado - junto con algunos sacerdotes, ajenos en su mayoría al clero secular - se abocaron a la construcción de una diversidad de relatos complot, donde página a página plasmaban su desilusión, resentimiento y desazón en la explicación de los cambios acontecidos. La Historia de esta desafección pasó a inscribirse en la memoria colectiva del catolicismo social.

Los cambios acontecidos en la década del 30, donde un catolicismo intransigente, romanizado y de marcado enfrentamiento con la modernidad llega a convertirse en matriz dominante, encuentra a buena parte de aquellos "notables" marcadamente en disidencia. Se resisten a introyectar los dispositivos institucionales de regulación de lo creíble, impuestos desde esta nueva matriz. Se insiste en gestionar la memoria colectiva del catolicismo social desde un esquema de conciliación con el conservadorismo político y el liberalismo económico argentino.

Dentro de este comportamiento, se inscriben los discursos sujetos a censura de Carlos Conci y Pedro Podestá en ocasión de las Bodas de Plata del párroco de San Miguel Arcángel. Ambos borradores construyen, con mayor o menor pericia y con diferentes argumentos, un itinerario sobre la figura de Mons. De Andrea. Aunque no disponemos de tiempo para explayarnos sobre el análisis de los mismos, podemos afirmar que ambos presentan regularidades que los enmarcan mas que ejemplarmente en esta matriz que denominamos de "conciliación". La censura sobre estos discursos no dejó de hacerse sentir y atender a la especificidad de esta práctica de regulación resulta central para la comprensión de los objetivos de la misma.

2.4.2 La censura como intento de remodelación de la memoria del catolicismo social

Generalmente se tiende a pensar la función del censor al interior de un proceso de regulación de los diferentes particularismos católicos por parte de la institución eclesial. Este proceso de homegeneización cultural es comprendido en el marco de una matriz católica intransigente, que justifica una relación marcadamente asimétrica de la institución con sus miembros y con los diversos catolicismos. Pero no debemos confundir regulación con manipulación. Es un profundo reduccionismo, inscribir todo el funcionamiento interno de la Iglesia bajo la noción, profundamente sesgada, de autoritarismo. Este tipo de perspectivas, impiden comprender la dinámica relacional de los diversos catolicismos con la institución , donde las diferentes posturas y debates que se suscitan, se inscriben en un consenso mas amplio, que tiene entre sus basas, la demanda de regulación eclesiástica. Estos esquematismos son frecuentes, a la hora de analizar la función de las prácticas de censura al interior del catolicismo. No se observa por ejemplo, como al interior del laicado católico, el sometimiento a la censura es, muchas veces, un acto voluntario por parte de los actores a fin de legitimar su discurso a nivel de las instituciones "dadoras de sentido". O sea, a fin de "unificar" su pensamiento con el de las personas designadas para su control y así poder entonces acceder al preciado status de las "voces autorizadas". Creemos que, esta dimensión del análisis de la censura, resulta central para entender el consenso obtenido por ciertas prácticas de regulación eclesial.

En el caso del Ludovico García de Loydi, la censura parece una función implícita en el marco de la responsabilidad de organización de la difusión de los discursos emitidos desde San Miguel Arcángel. En el ejercicio de la misma, su ocupación se centró en el laicado allegado a Mons. De Andrea, el que en la percepción de Loydi, se encontraba muy influenciado por el "liberalismo ambiente" . Pero pocas veces el historiador puede evaluar, el alcance de las prescripciones del censor o el grado de normalización alcanzado por los discursos. Si atendemos a los discursos definitivamente "autorizados" a ser leídos, en ocasión de las Bodas de Plata de Mons. De Andrea, observamos profundas diferencias con aquellos presentados a la censura. La homegeneización alcanzada tras las "sugerencias" desarrolladas por García de Loydi, nos muestra los fuertes condicionamientos impuestos por el censor, el que logró introyectar en la comprensión de ambos actores, los elementos centrales de una matriz católica social de marcado "enfrentamiento" con la modernidad.


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