Red Nacional
de Investigadores en Comunicación
III
Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y
prácticas"
El tratamiento comunicacional de la defensa al derecho a la educación. La carpa docente.
Lic. Liliana Vela
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Defensa de la educación e imaginario social. Un derecho consensuado
El imaginario igualitario ligado al derecho a la educación en la Argentina opera de una manera doble, por una parte obtura la posibilidad de instalar la cuestión de la diferencia y los diferentes como un asunto relevante y digno de una consideración específica, a la vez que moviliza esfuerzos cuando de la defensa de las instituciones educativas y del derecho a la educación se trata
Es decir, la igualdad de oportunidades educativas, un relato fundante de la constitución de la Argentina como estado nación moderno retorna sobre el fin de siglo portando un conjunto de significaciones marcadamente ambiguas. A la vez que el car cter autoritario y disciplinante que la escuela argentina como institución moderna tuviera hizo de ella la base del consenso, o de la aceptación pasiva de distintas formas de dominación, la tendencia a la igualdad y homogeneización constituye el resorte que permite, sobre el fin de siglo, la apelación a la tradición para movilizar estrategias compartidas y consensuadas en la defensa del derecho a la educación. Es decir, los mismos mecanismos que contribuyeron a la aceptación de las dictaduras, y de los dispositivos efectivos de control moral y olvido del propio cuerpo y de las diferencias y desigualdades que la propia escuela instauraba y en no pocas ocasiones incluso promovía, operan hoy de manera paradojal en la defensa del sistema
La mercadorización de los derechos en la lógica del capitalismo tardío
Contra la representación de los procesos de ciudadanización como gradual y paulatina conquista de derechos, desde los derechos civiles a los políticos, de los políticos a los sociales y de stos a los derechos de "nueva generación", tales como el derecho al medio ambiente y los de las llamadas minorías desde el punto de vista ciudadano, sobre el fin de siglo una serie compleja de procesos ha conducido a la simult nea prdida de derechos establecidos y consagrados a la vez que nuevos derechos son proclamados.
Las tensiones entre democracia y mercado colocan a los sujetos ante la paradoja de ser considerados a la vez como sujetos de derecho, es decir ciudadanos, individuos en el sentido kantiano de la palabra, como capaces de hacer un uso consciente y autónomo de su razón y su voluntadÿ; y como miembros del mercado, es decir, individuos aislados que sólo disponen de su propia fuerza (traducido en trminos cl sicos, su mrito) para poder acceder al goce efectivo de tales derechos.
La lógica mercantilista, sin embargo implica la pulverización de los cuerpos intermedios, la fragilización de los lazos comunitarios, la tendencia a la atomización social. Cada uno es "responsable" de su propia suerte. Sólo que tal responsabilidad se asume no bajo las condiciones de igualdad que se postula como petición de principio, sino bajo situaciones desiguales y diferenciales que las formas dominantes de ejercicio del poder político no siempre est n dispuestas a considerar.
El desfondamiento de las instituciones del estado /nación ha implicado en buena medida la prdida de espacios tradicionalmente destinados a la satisfacción de ciertas demandas ciudadanas.
La reconversión neoliberal, el estado mínimo ha generado un territorio de nadie donde es visible la tensión entre demandas crecientes y la inexistencia de vías asumidas como responsabilidad sino estatal, al menos social para darles una respuesta. Los viejos derechos sociales han devenido servicios mercancías a los que cada cual accede en función de su capacidad de consumo.
A la vez que la imposición capitalista refuerza las representaciones de los sujetos de su propio destino como destino individual, como suerte debida m s al azar de las propias disposiciones y fortunas que al orden social establecido, la lógica de acumulación capitalista excluye cada vez con m s fuerza a sectores crecientes de la población.
La cuestión educativa en la Argentina se presenta hoy bajo ese perfil contradictorio. A la vez que el gobierno aparece como portador de una propuesta de modernización y aggiornamiento del sistema, las condiciones de realización de la reforma hacen temer por la prdida del derecho a la educación . El desfinanciamiento de la educación y la ejecución compulsiva de una reforma que no goza de consenso entre los docentes desembocó en un conflicto en defensa de la educación pública que adquirió su figura m s llamativa en la instalación de una carpa, iniciada el
2 de abril de 1997 por los maestros agremiados en CTERA, que comenzaron un ayuno por tiempo indeterminado en reclamo de un aumento presupuestario.
Desde nuestra perspectiva se trata de una forma de protesta en la que se pueden analizar un conjunto de fenómenos ligados con la massmediatización de la cultura. Si una serie de factores hacen de la carpa una medida original, a l o que se une el indudable consenso social del que la defensa de la educación pública goza, la visibilidad de la carpa ha dependido en no poca medida de su inclusión en los medios.
Realizaremos en este trabajo un recorrido intentando marcar la ambivalencia entre una protesta cargada de contenidos, si se quiere modernos, y su organización bajo nuevos formatos.
El tratamiento comunicacional. ¨Posmodernización del conflictoÿ?
Como un signo de los tiempos, la cl sica forma de protesta deja su lugar a ciertos formatos de escenificación del conflicto de inequívoco cu¤o audiovisual .
La huelga, en el sentido cl sico, implicaba el cese de obligaciones establecidas y, por ende revestía una amenazante transgresión al contrato m s primario de la relación capitalista.
La protesta moderna estuvo no sólo ligada al uso de la calle como escenario fundamental, sino a la necesidad de plantear argumentativamente, en discursos prolongados y enf ticos las razones de la protesta. El conflicto y su forma de manifestación estaba fundamentalmente dirigido a generar solidaridades internas, reconocimientos mutuos ante el adversario exterior y común. La huelga era una instancia de forjamiento de la vocación sindical, despertaba entre los participantes formas de relacionarse y significar en función de las solidaridades grupales. No se salía indemne de semejante experiencia de lucha compartida
Lo que ha entrado en crisis hoy es precisamente toda la red semiótica donde se fundaron los conceptos políticos de la modernidad. La fragmentación del sujeto democr tico rompe la lógica relativamente clara que comandaba las pr cticas políticas en una sociedad donde clases, intereses, partidos, estado, sociedad civil, se entrelazaban según el principio de maximización de los campos en conflicto. La lógica del conflicto moderno, establecida en torno del enfrentamiento / acuerdo /coacción /consenso de sujetos colectivos, verdadera met fora de la figura del individuo moderno, cede lugar a una configuración mucho m s ambigua.
Ya no es tan visible el papel de intermediación de los partidos y los gremios respecto de las demandas políticas dirigidas desde la sociedad civil hacia el estado. Los viejos actores del sistema político est n descolocados en lo que concierne a su viejo rol de vehículo de los intereses, demandas y expectativas. La ruptura de la representación configura no sólo una nueva forma de relacionamiento, sino que conlleva la emergencia de nuevas formas de significar .
Como indica Rigoberto Lanzÿ: "La idea medi tica de sociedad se construye a partir de los nuevos registros (claves de lectura, modos de subjetivación, redes semióticas). La subcultura massmedi tica penetra las pr cticas discursivas configurando otro universo de significaciones, otro tipo de sensibilidad, distintos mecanismos de articulación entre individuos, otros espacios para el despliegue de las pr cticas sociales".
Las sociedades actuales tienen, a la vez que una tendencia a la atenuación del conflicto, formas aún m s radicales de exclusión que las que la modernidad capitalista conociera. A la vez que los sujetos, en tiempos posmodernos, tienden a la reclusión en el espacio privado en defensa de su intimidad y de sus intereses individuales ante el recrudecimiento de los peligros de la calle y la prdida de consenso de los grandes relatos, a la hora de los reclamos colectivos, no sólo se acude al espacio público, sino que se potencia enormemente el accionar a travs de la imagen medi tica.
De modo que el conflicto se reconfigura en función de los nuevos espacios, implica innovaciones estratgicas, cambios de escenarios, nuevas modalidades, modificaciones en las formas de comunicar ligadas al predominio de la imagen y a las transformaciones en el tipo de relación que propone a los sujetos respecto del conflicto y del conjunto de la sociedadÿ: del afrontamiento directo se pasa a protestas destinadas a concitar la atención de la sociedad.
La defensa de la educación pública, fuertemente relacionada con la imaginarización de la educación como un elemento inherente a la identidad nacional, casi un relato fundacional en la constitución de la Argentina moderna, conserva, aún en estos tiempos paradojales, una enorme fuerza convocante. Pocos reclamos han conocido el grado de consenso y aceptación que la protesta docente tiene.
Hecha en nombre de valores plenamente modernos, la protesta sin embargo se adaptó a los códigos establecidos. La elección, por parte del sindicato, de la estrategia de la carpa se perfiló como justa y correcta contra el fondo de la estigmatización de los reclamos colectivos como "huelgas salvajes", o demandas corporativas. Hecha en nombre de otros, de valores indudablemente justos (los alumnos, la educación, la igualdad de oportunidades), acudiendo a elementos de formato innovadores, logró instalarse como estrategia legítima para el conjunto de una sociedad reacia a la protesta.
Algunos de los rasgos atribuidos a la massmediatización de la culturaÿconfiguran elementos decisivos en el consenso obtenido y su paradojal ineficacia. Por una parte la forma "carpa docente " se articula bien con el requerimiento de alto impacto de los mensajesÿ; por la otra la fragmentación de las informaciones referidas al conflicto atenta contra la percepción de su continuidad como un elemento relevante en el momento de hacer presión sobre el gobierno.
Una extra¤a combinación de naturalización e irrupción medi tica constituyen elementos que socavan las posibilidades de logro respecto de los objetivos iniciales de la medida. Tras m s de doscientos días de protesta, el reclamo no ha sido satisfecho.
Las transformaciones en las formas de protestar han conducido a la necesidad de decir de un modo que ha de ser sinttico y preciso, que ha de componer una met fora visual sugerente o impactar en una primera plana. No se trata sólo de que hayan desaparecido los largos discursos, se ha esfumado tambin en cierto modo la experiencia del conflicto (la medida no implicó suspensión de actividades, salvo de forma excepcional) y las formas de experienciar la temporalidad. El conflicto adquiere una presencia intermitente, efímera y centelleante en la pantalla y esto contribuye, paradójicamente a desdibujar la percepción de su duración . Un conflicto inusualmente prolongado en el tiempo, que parece no tener final, o al menos no el final previsible para una huelga modernaÿ: su xito o aplastamiento represivo. Ello no implica que el gobierno no haya hecho uso de la violencia en relación al conflicto docente cuando ste ha adoptado otras formas de manifestaciónÿ: marchas, tomas, recitales, cortes de ruta.
Otro de los elementos a considerar es la presencia de ciertas personalidades, ligadas al espect culo, o de reconocida trayectoria pública que concurrían a la carpa a fin de hacer conocer su solidaridad con la medida. La lógica de la presencia de los "famosos" puede ser leída en un doble registro. Por una parte, remanente de la modernidadÿ: instituirse en portavoz de un relato moderno, el de la igualdad de oportunidades educativasÿ; por la otra situarse en el espacio medi tico, y bajo su lógica a fin de adquirir visibilidad. De este modo el gremio logró instaurar, con códigos medi ticos , el conflicto educativo en la sociedad.
La capacidad de hacer explícito, de hacer público un acontecimiento, es decir de hacer objetivado, visible, decible aquello que, con anterioridad formaba parte casi exclusivamente de la experiencia disgregada de la comunidad educativa, por una parte docentes, por la otra alumnos, por la otra padres, afectados desigualmente por el deterioro creciente del sistema, cobró existencia ante el conjunto de la sociedad civil.. La capacidad para hacer público el conflicto representa, sin lugar a dudas un formidable poder social, el poder de lograr consenso explícito en todo el cuerpo social .
La reconfiguración de lo público como espacio racional del debate de intereses en función de la maximización de beneficios, tal como la modernidad lo interpretara, se ha desvanecido. Sin embargo ello no implica su desjerarquización como lugar propio para el planteo de los asuntos que, aun en esta sociedad fragmentada, siguen siendo de inters general. Si bien no se trata ya del espacio público moderno, es al menos problem tico que sólo se trate de la "agregación massmedi tica de lo público".
Sin lugar a dudas las sociedades masivas hacen sumamente dificultosa una efectiva apropiación del espacio público, una recuperación de las relaciones directas y de los contactos y solidaridades efectivizados a travs de la presencia, indudablemente el consenso se obtiene por vía medi tica, y esto no es un detalle menor.
La noción de demanda ha sido recolocada al interior del propio mecanismo de producción de subjetividad . Es dudoso que exista un demandante al estilo del sujeto ilustrado, ciudadano investido de derechos y de una tica de la responsabilidad. El discurso massmedi tico produce el horizonte de legimitimidad de esas demandas, su pertinencia.
Las estrategias dependen de las relaciones de fuerza, una de las armas con la que históricamente contaron los trabajadores fue la fuerza física, destacando los valores de virilidad y de combate. Hacia principios de siglo los diarios anarquistas y socialistas destacaban el car cter viril de la protesta, aún cuando se tratara de huelgas de mujeres, tal como fue el caso de la huelga de los inquilinos en 1907. En aquel caso la violencia era directa, y consistía en el enfrentamiento callejero con las fuerzas de seguridad.
Cabría considerar que en el caso de la carpa docente, la elección de la estrategia ha consistido en el uso de la violencia simbólicaÿ: la instalación de una carpa donde los docentes ayunan. Ayunar implicaría poner en juego la propia vida dentro del marco de regulaciones y controles que las actuales condiciones permiten. Aun cuando todos sabemos que nadie morir de hambre en la carpa, el car cter extremo de la medida pone de manifiesto, de manera simbólica, la rispidez del conflicto. El gobierno se niega a escuchar y los docentes ayunan. Sin embargo ello no es aún suficiente .
A modo de consideración final podríamos se¤alar que hemos realizado el seguimiento de un acontecimientos particular, la carpa docente, como modelo en relación a la compleja articulación de formatos medi ticos y contenidos modernos, de inercia de viejas pr cticas e innovación estratgica, de dificultosa tensión entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que aún no acaba de nacer.
Por una parte la comparación normativizante entre el espacio público moderno y las nuevas formas de la protesta social pueden dejar el regusto amargo de un dficit en relación a los niveles de responsabilidad y compromiso deseables, o a la efectividad de las medidas adoptadas. Por la otra el xito medi tico de la carpa, el hecho de que haya contado con la presencia de famosos y con momentos de visiblidad en los medios pueden conducir a una mirada optimista respecto de la efectividad de la medida.
En todo caso lo acontecido, lo que aún acontece, muestra que los procesos sociales se constituyen en bordes, en lugares de tensión en los cuales coexisten viejos contenidos y nuevos formatos, que la reconfiguración massmedi tica de lo público aún alberga configuraciones de sentido que deben mucho a los momentos fundacionales del estado nación . Sin la imaginarización de la escuela pública como el non plus ultra de la igualdad el consenso obtenido es difícilmente pensable. Sin la massmediatización y la adecuación de los formatos, a su vez indicio claro de la crisis de las entidades de la política moderna y de las formas cl sicas de la protesta social, la carpa se hubiera reducido a un acontecimiento local. Sin embargo tal vez lo que cabría precisar es que ese consenso no equivale a efectividad, a articulación de respuestas eficaces en una sociedad en la cual la desigualdad no ha dejado de crecer .
Thomas, Marshall, "Citizenship and Social Class", en Sociology at the Crossroads and Other Essays", London, Heineman, 1963.
El tema de las tensiones entre democracia y mercado es tratado por el teórico italiano Salvatore Veca en "Individualismo y pluralismo ", en Modernidad y política, Caracas, Nueva Sociedad, 1995.
Rigoberto Lanz, "El vaciamiento Massmedi tico del discurso político", en RELEA, 0, 1995
Ibídem .
La información al respecto y el relato detallado de los acontecimientos se puede ver en Juan Suriano Movimientos sociales. La huelga de inquilinos de 1907, Bs. As., CEAL, 1983.
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