Red Nacional
de Investigadores en Comunicación
III
Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y
prácticas"
Contradicciones culturales del capitalismo tardío. Imágenes de mujeres en el fin de siglo. De continuidades y rupturas.
Dra. Alejandra Ciriza
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
UNCEste trabajo intenta establecer relaciones sobre los puntos de articulación entre un conjunto de procesos y fenómenos que habitualmente consideramos como separados entre sí. Por una parte mucho se ha transformado sobre este fin de siglo. El estado actual de reproducción de las condiciones materiales de existencia incluye, como una de sus dimensiones, el fenómeno conocido como massmediatización de la cultura. Ligado al predominio del tiempo sobre el espacio y a fuertes transformaciones en las formas de construcción de hegemonía, la massmediatización ha comprimido el mundo y democratizado la información, ahora , por decirlo de alguna manera, todos, sólo con encender el televisor , podemos saberlo.
Por la otra, y en lo que concierne a las mujeres, nuestra situación se ha modificado de manera acelerada en la segunda mitad de este siglo. Una mirada triunfante hasta podría hacernos pensar que nada hay que demandar pues la igualdad est definitivamente lograda. Muchas de nosotras hasta podríamos suscribir aquello que Simone de Beauvoir se¤alara en El segundo sexo.
"Muchas mujeres de hoy, que han tenido la suerte de ver cómo se les restituían todos los privilegios del ser humano pueden ofrecerse el lujo de la imparcialidad... ya no somos combatientes como nuestros mayores...hemos ganado la partidaÿ; en las últimas discusiones sobre el estatuto de la mujer la ONU no ha dejado de reclamar ... que se realice la igualdad de los sexos, y muchas de nosotras no hemos tenido que experimentar nunca nuestra feminidad como una molestia o un obst culo...".
El registro de las experiencias y trayectorias personales de muchas mujeres (me refiero a aquellas con un cierto nivel de instrucción, inserción en el mercado formal de trabajo y cuotas interesante en la redistribución de las tareas domsticas) est allí para confirmarnos en la imagen de emancipación. Sin embargo el informe de Naciones Unidas para la dcada del 80 afirmaba " Aun cuando las mujeres representan m s del 50 por ciento de la población mundial, aportan una tercera parte de la fuerza laboral oficial y cumplen con dos tercios de todas las horas de trabajo, poseen menos del uno por ciento de las propiedades y reciben sólo una dcima parte de los ingresos mundiales". Si ello es verdad desde el punto de vista estructural, tambin lo es que el avance, sobre todo en materia de compromisos internacionales es significativo. Indudablemente son muchos los derechos conquistados, en un tiempo sin embargo cruzado por las antinomias entre capitalismo y democracia. Las mujeres nos hallamos ante un tiempo de retrocesos, ante el dudoso privilegio de ser las m s pobres, las maltratadas, las violadas, las que mueren de aborto sptico. Por cierto no todas. Algunas podemos escapar a esta suerte siniestra, pero no debemos esta fortuna a nuestra condición femenina, sino a ventajas obtenidas por otras vías: clase, educación, trayectorias individuales, es decir, en pocas palabras, a privilegios.
Si la lectura habitual de la cuestión de la massmediatización ha conducido a una visión que acentúa del fenómeno de la massmediatización sus efectos de democratización y alivianamiento, la interpretación habitual de la llamada cuestión femenina destaca los logros que, se dice, conducen inevitablemente a la extinción del patriarcado.
La interrogación que ha movido la construcción de este escrito se sitúa en el terreno de las oscilaciones y las dudas, en la indagación por las tensiones entre democratización, alivianamiento y homogeneización cultural, entre la multiplicación de las alternativas que conduzcan a formas menos estereotipadas en la construcción de im genes de la diferencia sexual y el retorno, bajo formato massmediatizado, de patrones ancestrales.
Globalización . Contradicciones culturales del capitalismo tardío.
Hace no mucho tiempo (1989), según el historiador ingls Erik Hobsbawm, se terminaba el siglo XX. El fin del siglo ha implicado la configuración de un orden realmente globalizado , construido bajo el dominio del capital, marcado por la hegemonía política del neoliberalismo y asentado sobre las bases de un sentido común construido gracias a la extraordinaria importancia adquirida por a inform tica y las nuevas tecnologías telecomunicacionales. Como indica Atilio Borónÿ:
La circulación internacional de im genes audiovisuales producidas, en una abrumadora proporción, en los países capitalistas avanzados y sobre todo en los Estados Unidos tiene como consecuencia una creciente homogeneización cultural, en donde los intereses y los valores de las clases dominantes a nivel mundial han logrado un ascendiente hasta entonces desconocido en la historia.
La hegemonía mundial del capitalismo y la construcción de un orden globalizado implica no sólo la construcción de un espacio mundializado respecto de la circulación de mercancías e im genes, sino la reconfiguración de las subjetividades. Ello no constituye en realidad una novedad. Toni Negri indica que, si en la primera fase el capitalismo arrancó a las subjetividades de su territorialización precapitalista, en la segunda las normalizó bajo la presión constrictivoÿ- consensuada del pacto, la tercera fase no necesita de intervenciones exteriores, la lógica de reproducción del capital atraviesa las subjetividades corroyendo la distinción entre producción y reproducción, inficionando y mercadorizando lo político, devastando y fracturando los procesos comunicacionales horizontales. La desregulación , a la vez que marca el final de los tiempos disciplinarios y corroe las fronteras nacionales hacindolas porosas a los flujos de capitales y de im genes, desterritorializando la cultura, a la vez que desancla a las mujeres de la necesaria reclusión en la domesticidad, instaura nuevas y m s rígidas jeraquías, dualiza la sociedad haciendo de la exclusión el nuevo fantasma que se agita como amenaza sobre una sociedad que ha levantado nuevas fronteras. Un profundo y casi religioso sentimiento de la desigualdad entre los hombres recorre el proyecto. La ilusión por la cual escindimos , en el an lisis de los proceso comunicacionales su función en el proceso de reproducción capitalista en tiempos de la subsunción real no es sino la contracara y complemento de aquella por la cual, en la era de la imagen solapamos los consumos virtuales a los reales. La ilusión de una sociedad de consumidores virtuales /ciudadanos es la violenta reintroducción del apartheid, incluso en los países centrales.
La globalización no sólo implica, como ingenuamente podría pensarse la circulación de mercancías en un espacio mundializado, la aceleración de las comunicaciones que ha roto en cierta medida con la barrera del espacio, y la revolución tcnica que ha permitido el desarrollo de tecnologías comunicacionales que, según parece, contribuyen a la disolución de las fronteras culturales por la formación de un público que, m s all de los límites de los estados nacionales, comparte un conjunto de códigos e iconos .
Implica tambin fenómenos sociales y políticos complejos, como el retorno de formas de exclusión inauditas en un tiempo que se quiere democr tico.
¨Cómo afecta la reconfiguración capitalista de fin de siglo la condición de las mujeresÿ? A la vez que indudablemente el capitalismo corre hacia la subsunción real del trabajo al capital produciendo una creciente eliminación de las diferencias extraeconómicas, eliminando las regulaciones que habían establecido en forma rígida la separación de espacios para varones y mujeres, a la vez que, como indica el informe de Naciones Unidas las mujeres aportan una tercera parte de la fuerza laboral, lo que implica una rearticulación público/privado, la significación de estos procesos permanece ambigua en relación a la emancipación de las mujeres. La dualización de la sociedad nos afecta, la inercia en los proceso de constitución de l as subjetividades, reconfigurados bajo formatos massmedi ticos , dista de portar significaciones emancipatorias. La apelación a la diferencia como nuevo principio constitutivo de identidad se esencializa y vuelve como amenaza siniestra de fusión. El retorno del tema de la maternidad y de los mitos constitutivos de la feminidad bajo formato medi tico supone pagar un duro tributo a los retornos conservadores.
Cultura massmediática . Industria cultural y cultura de la imagen
Desde el punto de vista que intentamos sostener el fenómeno de la massmediatización cultural est ligado, por una parte a las transformaciones tecnológicas y por lo tanto a fenómenos de orden , por así decir estructural. Fuertemente vinculados a la reproducción del capital y a la lógica del mercado, los medios producen en forma acelerada no sólo información, comunicación o im genes. La propaganda, el marketing y los espacios publicitarios no son un accidente, sino parte fundamental en la configuración de los mensajes televisivos.
La massmediatización de la cultura, desde nuestra perspectiva, cobra relevancia en relación a dos fenómenos, por una parte como factor destacado en la reproducción del capital sobre el fin de siglo, por la otra como instancia relevante en las estrategias de producción de las subjetividades que el nuevo orden requiere.
En este sentido adquiere inters indagar por las bases libidinales y fantasm ticas sobre las cuales los medios interpelan a los individuos, movilizan sus deseos, promueven identificaciones, estatuyen formas de constitución de la subjetividad. Desde la perspectiva de Gonz lez Requena las características macroestructurales de los discursos televisivos producen efectos psicológicos y antropológicos sobre los receptores que exceden el mbito de la conciencia comunicativa. Es decir, no sólo se trata de los aspectos conscientes involucrados, ni de las presuntas maniobras de manipulación, sino de advertir que los mensajes medi ticos conllevan formas de movilización de los deseos, la voluntad y los afectos a partir de la apelación a mecanismos inconscientes.
La forma específica de estructuración de los mensajes medi ticos, la sobresaturación de im genes, la instantaneidad y velocidad, la frecuencia y aceleración de los tiempos, la fragmentación de los mensajes, pone a los sujetos ante el desfondamiento del sentido.
La sustitución de la imagen por la palabra, hablada o escrita como materia significante no es ajena a las transformaciones en los modos de construcción de hegemonía. Factor clave en la disolución de los modernos relatos emancipatorios, y en la naturalización y consolidación de las ideologías dominantes, la cultura de la imagen implica la sustitución de la representación por la presencia directa, hiperreal casi se diría, de lo acontecido en la pantalla del televisor. Ya no se trata de la palabra hablada, o de la escrita, ya no del tiempo necesario para codificar los mensajes, ni del distanciamiento, el corte entre realidad y ficción, entre gneros, entre cultura letrada y popular, sino del pastiche y la mezcla, la sobresaturación y el sobrepasamiento de los límites como regularidad.
Este cambio en el formato cultural ha hecho que muchos autores hablen de "una cultura de la imagen", de muerte de las ideologías, de sustitución de la lógica del antagonismo por la de la seducción. En pocas palabrasÿ: la cultura de la imagen sería compatible con el nacimiento de un tiempo menos duro que el de la modernidad. Esta es la posición de Vattimo. Desde su punto de vista la multiplicación de interpretaciones que la massmediatización de la cultura engendra al multiplicar los visiones vuelve imposible el sue¤o de una sociedad transparente. La realidad es el resultado de múltiples im genes y lecturas. La forma emancipatoria ser otra, basada en la oscilación, la pluralidad, la erosión del principio de realidad.
Sin embargo la cultura massmedi tica no implica necesariamente la multiplicación de opciones, ni el surgimiento de una cultura m s democr tica, la variedad no es , en la mayor parte de los casos sino variación. Aún m s, la cultura medi tica de fin de siglo porta la impronta de este tiempo duro y desigual , mucho m s conservador que ligth, mucho m s excluyente que justo, mucho m s mercadorizado que democratizado .
Cultura mediática en tiempos de mujer . La persecución del sentido
Se dice que este tiempo ha conocido, como ninguna otra poca de la historia, la emancipación de las mujeres. Se habla no sólo de feminización de la política , sino de feminización de la cultura.
Sin embargo los medios transmiten im genes m s bien estereotipadas. Pese a la aparente variedad de la oferta las im genes de mujeres que circulan en la pantalla de nuestros televisores son m s bien tradicionales. Cabría preguntar a qu se debe la persistencia de las desagarradas heroínas de telenovelas , dispuestas a hacerlo todo por amor, y de amas de casa radiantes tras monta¤as de platos, de mam s tradicionales y edulcoradas en una sociedad donde muchas mujeres viven experiencias desgarrantes de violencia, abandono, pobreza , y otras, las emancipadas , no se reconocerían jam s en esos modelos.
Desde el punto de vista que intento sostener retomando en parte la hipótesis de Gonz lez Requena y algunas consideraciones de la teórica feminista Ana María Fern ndez, la persistencia de im genes tradicionales reside en que ellas movilizan las bases libidinales y fantasm ticas sobre las cuales los sujetos procuran hallar aferramientos al desfondamiento del sentido. Los clamores por el retorno a formas tradicionales de feminidad, la alarma ante el riesgo de prdida de "lo femenino", que en el campo de la política y la teoría ha producido la tesis del pensamiento maternal, concita consenso creciente ante las mujeres refugio, aquellas que convocan y consagran una vez m s lo que Ana María Fern ndez ha llamado los mitos de la feminidad.
En lo que a las mujeres se refiere, tres son los mitos que se presentan como organizadores de la voluntad, los deseos, las emociones, ellos son el mito de la mujer madre, del amor rom ntico y de la pasividad erótica femenina. Ellos se siguen proponiendo a travs de una multiplicidad de mecanismos como modelos identificatorios para las mujeres. La eficacia de los mitos se debe, a una serie de factoresÿ: la repetición de sus tramas argumentales, la naturalización de la maternidad, el amor, la pasividad como inherentes a la "esencia" femeninaÿ; los mecanismos por los cuales, sobre la base del mismo relato, se producen exaltaciones y denegaciones, deslizamientos de sentido y polarizaciones.
A modo de ejemplo. Diana y Teresa. El amor rom ntico y la maternidad vicaria
Veamos un fenómeno reciente: los casos Diana y Teresa de Calcuta.
El tema de estas mujeres ha ocupado las últimas semanas los espacios comunicacionales con una insistencia rayana en la obsesión, quien no ha visto, o leído, o escuchado en este tiempo, hasta la saturación, la historia de Diana Spencer, la princesa de Gales, tr gicamente muerta en un accidente automovilístico, y escuchado, casi en el mismo registro, noticias acerca de la muerte de la madre Teresa de Calcuta, la religiosa cuya orden se hiciera cargo, en la India, de una gigantesca obra de caridad.
Diana y la madre Teresa tenían muy poco que ver, sin embargo el azar, la muerte y los medios, y otra industria, la de la caridad, han realizado la maravilla de asimilarlas, al menos en las p ginas de los diarios y en los noticieros, amen de alguna fotografía casual que las muestra juntas, o en la intención de la religiosa, poco tiempo antes de su muerte, de organizar una misa por la paz del alma de la princesa inglesa, tambin ella ocupada en obras de caridad. El espect culo medi tico montado entorno de sus respectivos funerales es tambin un fenómeno digno de mención.
Me gustaría indicar, aunque fuera brevemente algunos puntos para pensar. En primer lugar el asunto de la muerte, eso que nos acecha desde el momento del nacimiento a todos y que se suele convertir , cuando de alguien público se trata , en una suerte de alarmada alerta acerca de nuestra propia finitud. Quienes aparecen en el espacio público suelen ser significados como inmunes al paso del tiempo, a los avatares de la humanidad, m s próximos al celuloide que a la vida real . Su muerte nos enfrenta con la posibilidad cierta de la propia muerte, nos obliga en algún punto a reflexionar, en medio del ajetreo cotidiano.
Es entonces la cuestión de la muerte lo que aproxima a la madre Teresa y a Diana de Gales. Sin embargo... tal vez desde un punto de vista un poco menos generoso, tambin lo que las aproxima es su condición de mujeres y la posibilidad de poner en circulación a travs de estos dos casos ejemplares dos de las figuras privilegiadas en lo que al tratamiento de la condición de las mujeres se refiere .
La una y la otra encarnan de manera ejemplar las im genes bajo las cuales nuestra sociedad autoriza la inclusión de las mujeres en el espacio público
Sor Teresa y Diana se prestan de algún modo para ser incluidas en las historias de vida de mujeres ilustres. Angel la una, princesa de cuentos de hadas la otra. La abanderada de los humildes, los pobres y los desposeídos de la tierra, una mujer que en ejercicio de la maternidad vicaria a la que otorga derecho el ser esposa de Cristo, dedico su vida por otros con la abnegación, la entrega y el olvido de sí con el que sólo "una mujer" (la mujer, no las múltiples, diferentes, variopintas mujeres) puede hacer las cosas .
En el caso de Diana, la movilización del imaginario social tiene que ver con otras significaciones no menos estereotipadas que las antes referidasÿ: Diana simboliza el mito del amor como centro de la vida femenina. Bella, joven, rica, Diana encarna el modelo femenino exitoso en estos tiempos de fin de siglo.
Como indica María Moreno, en un lúcido an lisis publicado en el diario P gina 12ÿ: " Diana no era Rosa Luxemburgo ni una defensora de los derechos humanos. Era una flor acorde con el imperio neoconservadorÿ: una adicta al amor por el que derramó ríos de l grimas, y que soportó, sin quemar Buckingham la noticia de que su marido quería ser el tampax de su amante Camillaÿ; no alguien con objetivos políticos propios, sino una fil ntropa siempre agachada - para atenuar su rango - al borde del lecho de enfermos preferentemente de corta edad y cuyo modesto sue¤o no era cuestionar la monarquías brit nica, sino acercarla a la gente .
Im genes complementarias y en algún modo polares, la abnegada religiosa capaz de ofrendar su vida por los humildes y la princesa que, por amor e incapacidad para sujetarse al rígido protocolo brit nico hizo tambalear la monarquía.
Ambas, mal que nos pese , indican m s la medida de lo que no ha cambiado que la medida de lo que se ha transformado. Implican la aceptación de las mujeres en el espacio comunicativo sobre la base de modelos fuertemente sentimentalizados, monocromos, ancestrales. Las mujeres como dadoras de afecto, como caritativas y suaves, humildes y finalmente subordinadas.
Ello no sólo impide la circulación de im genes m s abiertas de feminidad, sino la visualización de los aspectos oscuros de estas mismas mujeres. En el caso de Teresa su subordinación a los mandatos de un iglesia patriarcal que ni siquiera acepta en las mujeres el ejercicio del sacerdocio, de una iglesia que proclama la defensa de la vida desde la concepción a la vez que, en tiempos del SIDA prohibe a sus practicantes el uso de preservativos , que no se apiada de las muertes por aborto sptico . La "madre Teresa" adscripta a la Iglesia Católica, la misma que quemaba adolescentes judías en la hoguera y que 400 a¤os despus "decide" perdonar a Galileo.
En el caso de Diana su car cter de miembro de una monarquía conservadora, su aceptación del orden establecido, que de ninguna manera cuestionaba , sino cuya cara quería "dulcificar". Como dice María Moreno Diana no era precisamente Rosa Luxemburgo.
Simone de Beauvoir, El segundo sexo,, Siglo XX, 1984, p. 23
Atilio BORàN, Requiem para el Neoliberalismo" (Ponencia presentada al Seminario sobre Estrategia del PT, Sao Paulo, 6-7/6/97)
Toni Negri, Fin de siglo, Paidós - ICE Barcelona, 1989.
Nstor García Canclini, "Comunidades de consumidores. Nuevos escenarios de lo público y la ciudadanía", en Gonz lez Stephan, (compiladora), Cultura y tercer mundo. Nuevas identidades y ciudadanías, Caracas, Nueva Sociedad, 1996.
Gonz lez Requena. El discurso televisivo, espect culo de la posmodernidad, Madrid, C tedra, 1995.
Varios teóricos han tratado esta problem tica, desde Oscar Landi en Devórame otra vez , Bs. As. , Planeta, 1992 hasta Beatriz Sarlo en diversos escritos , particularmente en "Estética y Política, la escena massmedi tica", en Política y comunicación, Bs. As., Cat logos, 1992.
Gianni Vattimo, La sociedad transparente, Barcelona, Paidós, 1990
Ana María Fern ndez, La mujer de la ilusión, Bs. As., Paidós. 1993.
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNCuyo. Centro Universitario - Parque General San Martín. CP (5500) - Mendoza. Fax: 061-381347. Tels: (061) 234393 / (061) 257701 [int. 2024]