Red Nacional
de Investigadores en Comunicación
III
Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y
prácticas"
Sociedad, medios y opinión pública: algunas reflexiones sobre una tríada compleja
Lic. Guillermo Arisó (Email: ariso@ssdnet.com.ar )
Docente de la Cátedra Aníbal Ford "Teorías sobre el Periodismo" de la Carrera de Comunicación de la Facultad de Ciencia Sociales de la UBA
Hace aproximadamente un siglo Peirce integraba el concepto de realidad y de verdad en términos de comunidad, a partir del desarrollo de una teoría semiótica de base lógico/pragmática de la cual aún nos queda mucho por comprender. En distintos aspectos hoy es menos opaco el concepto de signo en términos de discurso discurso en tanto que procesos de sentido en su complejidad de funcionamiento social: «antes del discurso semiótico que los establece, los signos no existen». Los signos producen y reproducen multiplicidad de sentidos en el plexo social. Sin embargo, aún nos queda un largo camino por recorrer a la hora de diseñar y desarrollar estructuras teóricas que nos permitan recortar hipótesis más generales que puedan traspasar los distintos niveles de producción, circulación, recepción y reproducción del sentido, cuya génesis se ubica en el centro de una sociedad cuyos mecanismos semióticos viven y conviven en sistemas de sentido fragmentados a través de los soportes más diversos.
En los límites de la semiología de corte saussureano comprendimos que el funcionamiento social y las prácticas que conlleva el lenguaje proposicionalmente diferenciado no son per se mecanismos extrapolables para explicar la multidiversidad de la semiosis. Creo, sin embargo, que ha de ser plausible poder realizar la pregunta inversa: ¿cuáles son los mecanismos estructurales que construyen y reconstruyen los procesos de sentido en una sociedad, atravesando soportes, lenguajes, códigos, formas y contenidos, sean plausibles o no de ser reducidos a significantes del lenguaje proposicionalmente diferenciado? ¿A través de qué mecanismos es posible pensar la sociedad en términos reconstructivos en etapas anteriores al desarrollo del lenguaje proposicionalmente diferenciado? En términos epistemológicos, el mecanismo semiótico por excelencia: la abducción. Los procesos de producción de sentido están basamentados en la racionalidad de los sujetos individuados en la sociedad. En ese proceso de socialización en el cual el ejemplar biológico humano se hace sujeto al mirarse en los ojos del otro, aprende y aprehende a integrarse como un nodo más de la densa red semiótica. Obviamente, estos procesos de socialización se van modificando estructuralmente a partir de los cambios cualitativos de los desarrollos tecnológicos que se van integrando paulatinamente a las prácticas socioculturales cotidianas, donde hoy conviven procesos de socialización intersubjetivos conjuntamente con procesos de socialización con un otro descorporeizado como la televisión o las computadoras.
De todas formas, los procesos intersubjetivos cotidianos, entonces, estarían mediados por la racionalidad que impone un mecanismo lógico reconstruido permanentemente en el plexo social como es la abducción. El signo se monta sobre el sentido en términos de resemantizaciones constantes. Claro está que esas resemantizaciones producen discursos en el sentido que le da Habermas acotados por un sistema coactivo que busca la auto reproducción a través de la coordinación instrumental antes que el entendimiento y la coordinación racionalmente motivada la patología de la acción instrumental socava la posibilidad de una acción comunicativa.
En este punto es plausible comenzar a conjugar otros aspectos, directamente relacionados con el funcionamiento de estructuras semióticas densas, complejas y heterogéneas como son los mass media, para intentar una aproximación posible al entendimiento de su resonancia en el seno de lo social.
En términos de lo que implican hoy los procesos de producción mediáticos, el análisis de las rutinas productivas nos permite visualizar de un modo más concreto que el viejo concepto de cuño frankfurtiano de manipulación no puede ser trasladado sin más a una estructura teórica del funcionamiento de los medios y sus efectos en la sociedad. La investigación en comunicación periodística nos muestra que existen hábitos, reglas y prácticas establecidas en la construcción de la noticia que atraviesan los medios periodísticos y sus soportes. Esto no implica dejar de lado los juegos y enfrentamientos de intereses que se libran en las batallas cotidianas de la construcción de la información, pero son engranajes mucho más complejos que la simpleza seductora de una teoría de la manipulación, monjes negros incluidos. Conceptos como newsmaking, contrato de lectura, construcción de verosímil, lectorados, condiciones de noticiabilidad, son ejes que dan la primera pauta acerca del funcionamiento y del rol de los mass media en la sociedad, o la relación entre la parte y el todo.
Sin embargo, el solapamiento entre estructuras argumentativas de la información y géneros narrativizados, entre información y entretenimiento las megafusiones en términos económicos y su correlato en la producción de estructuras simbólicas mediaticas como el infoteitment van complejizando los procesos de sentido y de inferencia en el plexo social, reconstruyendo permanentemente las estructuras contrafácticas del imaginario, lo que incide directamente sobre el horizonte de consumo de audiencias fragmentadas y en la permanente reorganización de los medios informativos en términos de redefinición de sus contratos de lectura y de construcción de verosímil.
Así, en términos de una pragmática de la recepción con audiencias que cada vez más consumen metadiscursos sobre los medios y sus reglas de construcción, impregnando los lenguajes cotidianos con conceptos técnicos pero también, nos guste o no, integrando al debate epistemológico cierta doxa difusa, es posible comprender que las audiencias resemantizan los procesos de significación a través de procesos abductivos de inferencia pero acotados coactivamente en términos de competencia comunicativa y de prácticas socicoculturales por la necesidad auto reproductiva del sistema.
Ahora bien, ¿cómo es posible construir un concepto de opinión pública en el marco de una intensa fragmentación de audiencias y lectorados? El concepto de opinión pública ha sido estudiado por las más diversas disciplinas, desde las ciencias jurídicas a las ciencias sociales, atravesando posiciones idealistas hasta estructuras teóricas que buscaron operativizar diversas variables para el trabajo de campo, lo que implica que aún hoy arrastra una polisemia de significados.
En una historia de los marcos teóricos que pretendieron dar explicaciones sobre la relación mass media/sociedad es plausible observar que los estudios sobre los efectos de los mass media en la sociedad han tenido siempre una grave falencia: es imposible discutir la concepción de la relación medios/sociedad sin una teoría de la sociedad que le dé ubicación y contenido a la parte dentro del todo. De todas formas, hay un denominador común: una forma de medir los efectos de los mass media dentro de la sociedad está en estrecha relación con la acción social. Esta falencia de no poder establecer la relación parte/todo de la estructura medios/sociedad deriva en una serie de apreciaciones inconclusas y de aporías en los intentos de comprender los soportes técnicos de la imagen y sus efectos. Es que la discusión de los efectos del mensaje mediatizado en términos de sujeto o de sociedad es inconducente sin marco teórico abarcativo de las estructuras sociales de interacción. Procesos similares se pueden observar también en Formación y funciones sociales de la opinión pública, de Böckelmann, y en Opinión pública y comunicación política. La formación del espacio público, de Monzón. En todos estos trabajos, con los principales marcos teóricos de los medios puestos en perspectiva, es claramente contrastable que las distintas posiciones construyen cimientos endebles al ignorar gran parte de las variables que deben converger para entender como un todo la relación comunicación/cultura/sociedad. Esta falencia de las teorías también ha sido resumida por McCombs: «Lo que ha pasado como teoría de la comunicación de masas ha sido, en realidad, una deshilvanada colección de orientaciones en busca de datos y unas cuentas generalizaciones empíricas. Si bien nuestro conocimiento tiene un elevado peso empírico, posee escasa importancia teórica para contribuir a una explicación de la comunicación de masas y su papel en la conducta política».
Ahora bien, la realidad es una construcción social intersubjetiva, ligada casi directamente al ámbito de lo público. Habermas señala que «dado que todo el conocimiento es discursivo, al pensar, no podemos hurtarnos a la dimensión de la mediación. Por lejos que nos remontemos de nuestras conclusiones a sus premisas, seguiremos prisioneros de nuestras propias interpretaciones, pues incluso los datos aparentemente últimos se resuelven, a su vez, en interpretaciones». Por eso, la conclusión de una verdad intersubjetiva es obvia: «La verdad es pública. Ninguna determinación que valga tan sólo privadamente, para sujetos individuales, puede referirse a lo real. Sólo las convicciones que valen independientemente de las idiosincrasias personales, y afirman su propia validez intersubjetiva contra dudas reiteradas cuantas veces se desee, representan estados de cosas reales. Por eso no podemos atribuir existencia en sí a las expresiones singulares del sentimiento y de las sensaciones, que son puramente privadas, ni elevarlas a fundamento de la realidad: sólo en la medida en que desembocan en inferencias simbólicamente mediadas y se convierten en elementos integrantes de interpretaciones pueden adquirir contenido cognoscitivo y con ello ser verdaderas o falsas». Pero ese desembocar en «inferencias simbólicamente mediadas» muestra un dato insoslayable: la realidad no sólo es construida, sino que además esa construcción no es verdadera, sino verosímil. Desde el momento en que se produce la interpretación, desde el preciso instante en que toma cuerpo la inferencia abductiva, sólo nos queda la posibilidad de barnizar de credibilidad a esa hipótesis puesta en práctica. Como ha señalado Stella Martini, vivimos entre verosímiles. Esos verosímiles, construidos a partir de la intersubjetividad simbólicamente mediada e instalando los cimientos de sentido del imaginario social, constituyen el contrafáctico sobre el cual las estructuras sociales intersubjetivas se piensan a sí mismas, y varían en términos espacio/temporales. Pero ese contrafáctico que funciona como una estructura de interpretación y de creencia se conjuga directamente con la facticidad de la vida cotidiana. Kimball Young con conceptos desarrollados en los primeros años de la década del 40, en su Social Psychology señalaba que las opiniones son «creencias» y que «la opinión pública es inferencial e imaginativa». Así, conjugando el plano simbólico con el plano material se construye el interpretante lógico final y la modificación del hábito.
En ese espacio público intersubjetivo donde los procesos de sentido son resemantizados constantemente, se conforman y constituyen los estados de opinión, que algunos apresurados llaman opinión pública. En base a esto es plausible estar de acuerdo con Marc Ferry cuando asegura que «la "opinión pública" no es ya ese concepto heredado de la Ilustración, concepto normativo de una opinión (idealmente) formada por la razón. Designa más bien a la masa segmentada de opiniones particulares en las que se expresan intereses divididos y hasta conflictivos. Por otra parte, ese concepto de "opinión pública" es el que posteriormente retomarán, de manera implícita, los grandes institutos de encuestas. Se deduce que el carácter público de la opinión, es decir su representación institucionalizada en la prensa y el parlamento ya no puede ser identificada como antes con algo así como una "voluntad general" digna de ese nombre». Sin embargo, el mismo concepto de resemantización intersubjetiva es el argumento para considerar conceptualmente objetable articular el espacio público con el marco mediático, como también señala Marc Ferry.
«La extensión de la autoridad pública sobre ámbitos privados señala Habermas (...) comienza a destruir las bases de la publicidad burguesa (...) surge (así) una esfera social repolitizada que borra las diferencias entre los ámbitos públicos y privados». La autoridad pública que podría ser pensada tanto como sociedad política o Estado, porque hoy no son conceptos coincidentes no sólo regula normativamente los espacios públicos sino también el tráfico de personas privadas. De hecho Habermas marca que quienes se encuentran en el mercado en una posición desventajosa se oponen con medios políticos. Actualmente, los «medios políticos» están en un punto de inflexión entre el fuerte sostén de un discurso técnico/instrumental que en la Argentina cobró cuerpo en el plano económico con las transferencias de recursos y las reformas realizadas desde principios de los 90 y estructuras axiológicas impregnadas en la narrativización de la información. Este eclecticismo es el que permite sobrellevar en términos de imágenes públicamente aceptadas las crisis estructurales del capitalismo transnacionalizado con Estados impotentes para encarrillar políticas públicas propias frente a procesos globalizados.
Ahora bien, con «(...)una esfera privada reducida a la familia (...) el tiempo del ocio significa el tiempo reservado a lo privado», lo que implica teniendo en cuenta que el ocio ya no es reflexión sino consumo una ruptura de la intersubjetividad en términos de tejido social, en el cual hay una desestructuración de la familia tradicional. El proceso de disgregación de la familia tradicional repercute a través de la socialización de los sujetos en que la motivación deja de basamentarse en razones sustantivas para integrarse en razones funcionales. En este punto es menester comprender que el espacio público suburbanizado implica modos de intersubjetividad que establecen mecanismos publicitarios distintos, porque el mundo de fin de siglo es un mundo de ciudades, urbano, y una civilización de masas donde lo masivo tiende a desaparecer.
Junto a todo esto es posible señalar que el lector disperso del cual hablaba Benjamin es un concepto que permite comprender claramente los mecanismos de reapropiación de la producción mediática, porque hace mucho más ostensible la comprensión de la pérdida del sentido crítico y la estetización de la experiencia cotidiana que plantea Jameson.
En relación a los medios y la sociedad de masas no hay que perder de vista que entre mediados y fines del siglo pasado, la escuela preparaba para la lectura del diario, y el diario era el elemento de discusión de la «esfera social repolitizada». Ahora la escuela no enseña una lectura crítica de los mass media y éstos con noticieros en formato de videoclip no son parte integrante de mecanismos reflexivos de apropiación de la información, sino de consumos estéticos cortados al tallo de lo kitsch. A todo esto se suma que la lógica social de resolución de conflictos posee la tendencia de atarse al online y al directo televisivo mientras que la lógica temporal de las instituciones mantienen estructuras casi decimonónicas. Esto en un marco en el cual el Estado que debe tratar a los ciudadanos bajo la égida del marketing, como clientes antes que ciudadanos, para renovar el apoyo a su gestión. La ampliación excesiva y difusa de la esfera pública está relacionada con el crecimiento mediático. La notoriedad pública que funciona como un capital simbólico engarza con el concepto de publicidad representativa, otorgando prestigio y legitimidad enunciativa a quien posee ese capital simbólico. Pero hay que tener en cuenta también que la presencia reiteradas en los medios cuya estructura de géneros está regida por el infoteinment también banaliza, y en ese proceso de búsqueda de la información/entrenimiento la democracia en muchos sentidos puede ser sufrir peligros extremos: Aníbal Ford ha planteado que José Luis Cabezas, el reportero gráfico asesinado en Pinamar, provincia de Buenos Aires, el 25 de enero de 1997, fue muerto «después de sacar fotos en una de esas fiestas de celebridades que inunda el periodismo en el mundo. O sirviendo a lo que hoy algunos han empezado a llamar el postperiodismo. Es una de las primeras víctimas del infoentretenimiento, y esto no es una afirmación superficial, en la medida en que el infoentretenimiento es una de las caras visibles de la corrupción». Trasladado esto a cuestiones de políticas públicas, el riesgo se multiplica: «Dado que la esfera de la opinión pública se ha desmoronado y por ello el proceso de una conformación genuinamente democrática del interés común emancipante ha quedado estancado, los medios de comunicación tienen que improvisar una esfera de interés común, en la forma de un contexto más suelto de complejos de significados públicamente aceptados (...) (Así) la comunicación social de masas institucionalizada (....) contribuye a la selección de una realidad pública» en la que la función representativa de la publicidad va en desmedro de las posiciones argumentativas de las decisiones. Por esto, los márgenes de maniobra de un debate público son en extremo acotados. La falta de soporte argumentativo de las opiniones adoptadas por la vía axiológica/ estética/ representativa implica que los mecanismos a través de los cuales el sujeto individuado en la intersubjetividad se pueda reapropiar de información tengan una inercia muy baja al cambio de actitudes.
En este punto hay que redimensionar la estructura teórica, articulando analíticamente los conceptos de discusión pública y publicidad representativa porque «las opiniones surgidas en el ambiente de la cultura industrial se forman en el contexto de intercambio de gustos e inclinaciones». Si bien «la opinión pública profesionalizada de los medios de comunicación no sólo administra el razonamiento público, sino que asume además funciones pertenecientes a la esfera de lo privado (...) del mercado, y del poder público, de esferas que se neutralizan mutuamente puesto que se invaden mutuamente», hay que tener en cuenta que «la opinión publicada en los medios organiza la esfera de la circulación de la opinión pública, pero no la crea». Así, los conceptos de agenda (agenda setting, agenda building, agenda pública) deben ser interrelacionados no sólo con la agenda que tienen los medios, sino también con las agendas y procesos estructurales de las organizaciones intermedias, partidos, sindicatos, nuevos movimientos sociales, etcétera, que fluyen multidireccionalmente en la sociedad a través de los procesos de producción, circulación y recepción del sentido, y que presionan sobre el reclamo publicitario. Vale recordar que ya Kimball Young marcaba a principios de los 40 las diferencias entre la producción simbólica mediática y los mecanismos de interacción en términos de movimientos sociales. Según Young, es en este segundo plano donde «un público determinado se vuelve realmente efectivo». Sin embargo, articular un concepto de discusión pública requiere de una complejidad tal que cuenta en su haber más intentos fallidos que aciertos. En términos políticos, Habermas resume esta situación de a siguiente forma: «La elección y confirmación de los gobernantes o de quienes pueden gobernar son por lo general actos plebiscitarios, y como a lo único que la votación se refiere es a qué personas han de ocupar las posiciones en las que es ineludible decidir y no las líneas maestras a las que han de atenerse las decisiones mismas que han de tomarse, la elección democrática se realiza aquí más bien en forma de aclamaciones que de discusiones públicas».
Además de la acción, el otro eje constitutivo de lo político es la representación, que también ha sufrido variaciones patológicas acorde a un mundo de la vida instrumentalizado: la representación ha dejado de ser una forma comunicacional cortada al tallo del discurso argumentativo cuyo enunciador es el hombre público, para girar a un discurso de base apelativa y emotiva, constituyendo (conjuntamente con otros factores) una tendencia cada vez más acentuada a la publicidad representativa. Esta publicidad es la que invade el espacio público a través de estructuras discursivas de corte narrativo, fuertemente cruzadas por estereotipos axiológicos, con los medios masivos como soporte técnico y material. En este sentido es plausible señalar que «la demanda de legitimación del poder público ( ) esta "crisis de lo público" bien puede ser planteada como una crisis que afecta tanto a cierta modalidad particular de construcción de sentidos comunes como a los términos de su definición. El mismo Habermas da las primeras pistas de ello cuando, con el nombre de "refeudalización", indica el modo en que la transformación de la estructura de la publicidad se materializa en sus instituciones más importantes, a saber: la prensa y el parlamento. La progresiva mercantilización y "privatización" de la esfera pública, esto es, la presión ejercida por intereses privados privilegiados tendientes a lograr su exposición pública con el objeto de legitimarse como intereses generales, se manifiesta tanto en la orientación empresarial del subsistema de medios y su consiguiente concentración económica, como en la opacidad de la negociación política de las burocracias partidarias. Este proceso tiene como contracara una suerte de retorno a los modos precapitalistas de exhibición de dominio, caracterizado por una espectacular puesta en escena de un aura de autoridad y prestigio personal, en desmedro del juicio, la argumentación y la crítica, con lo cual se consigue sustraer a dicho interés privado, vuelto objeto de reclamo publicitario, de su examen público bajo el principio de razonabilidad». Política y espectáculo se cruzan tanto en las crónicas y en los informativos como en las novelas, los culebrones o en las películas, todo en formato videoclip o cuento corto. Las políticas públicas ya no son objetos noticiables salvo que tengan el soporte narrativo de un caso que oficie de estructura. La historia de vida gana espacio mientras que por ejemplo, en la Argentina la información sobre la deuda externa prácticamente desaparece, a pesar de que durante la administración Menem se incrementó cerca de un 50%, venta de las empresas estatales incluida.
Así, los espacios públicos hoy poseen un carácter excesivamente ampliado y difuso, desgastados ante el avance de los medios masivos de comunicación, que pretenden mostrarse como si fueran el espacio público en su totalidad, sin demasiada distancia entre acontecimiento y noticia, con el directo televisivo como modelo y meta a seguir. O como la fast food, ese invento maravilloso que vende comida y desnutrición en un mismo producto, la infoteinment comercializa noticias y desinformación. Y la nave va
Muchos autores prefieren plantear la relación medios/políticos/electorado en términos de efectos, cuando los efectos de los medios en la opinión pública son, por cierto, una articulación más compleja. Por eso, Miguel de Moragas Spa señala que entre las conclusiones más destacadas a las que llegan los investigadores es que en las estructuras de comportamiento, la decisión del voto más que ser el resultado de una influencia puntual del acto comunicativo, es el resultado de una interinfluencia de grupo. Y el mismo McCombs ha marcado que «la conversión no es la función significativa de los medios». O Elihu Katz: «Pese a lo que creen ciegamente publicistas, políticos, (algunos) universitarios y el público, para quienes las campañas de los medios son capaces de inducir cambios masivos de opinión, de actitud y de acción, los resultados (del trabajo de campo) son tercos». Y no todos tratan de evitar incluso los reduccionismos de plantear que el interlocutor de la opinión pública son los medios.
No son pocas las posiciones teóricas que no alcanzan marcos explicativos porque no superan el nivel de la descripción. En el Libro de Manuel texto que en los 70 fue casi un manual de redacción periodística Cortázar decía que «un puente es un hombre cruzando un puente, si no, no es un puente». Un diario, un programa de televisión, es alguien leyendo un diario o viendo ese programa. Si no, no hay diario ni programa. Pero para entender esa relación compleja hay que superar los reduccionismos y las simplificaciones. Por suerte, el mundo de fin de siglo no es simple: en el horizonte apenas si alcanzamos a palpar una sociedad que no termina de imaginarse ni de comprenderse a sí misma. Un mundo que no sabe a ciencia cierta cómo reconstruirse conceptualmente: hoy, como nunca, las preguntas son más que las respuestas. La lista (siempre inconclusa) es larga: estructuras sociales en desestructuración constante, conformación de nuevos movimientos sociales, tejidos intersubjetivos erosionados por el dominio de la razón instrumental, violencia urbana y política, bombardeos multidireccionales de sentido a través de medios de comunicación cuyos soportes tecnológicos se actualizan a diario, crisis de las instituciones de la Modernidad que ponen en jaque los sistemas socioculturales de representación y participación, el desanclaje tiempo/espacio llevado al paroxismo, Estados nacionales demasiado pequeños para los procesos socioeconómicos globalizados y demasiado grandes para la eficiente resolución de los problemas cotidianos, fronteras nacionales difusas y en movimiento celular acelerado, la clonación en marcha, fuentes de información cada vez más complejas que requieren para su correcta interpretación e utilización conocimientos cada vez más específicos, sociedades de control en perfeccionamiento, fragmentación, hiperrealidad, estetización de la experiencia cotidiana, pérdida del sentido crítico, brechas socioeconómicas cada vez más profundas, y siguen las firmas...
Por eso aún es posible hablar de opinión pública a pesar de las audiencias fragmentadas en una sociedad donde la tensión de lo político aún se construye como acción y representación, y donde el concepto de videopolítica o campañas mediáticas, como variable excluyente, muestra sus límites no sólo formales sino también su escasa efectividad. De hecho, el rol de los famosos en política un mecanismo cuyos márgenes de maniobra se muestran acotados a pesar de que es un sistema por el cual se ahorran los altos costos de instalación de los candidatos es el mejor ejemplo para comprender el concepto de Interpretante Lógico Final de Peirce en términos de hábitos y actitudes. Frente a esto vale recordar que hablar de audiencias fragmentadas en términos de recepción y resemantización no significa hablar de compartimentos estancos, y hablar de indecisos en términos electorales obliga a pensar en las invarianzas que cruzan las distintas estructuras socioeconómicas y culturales.
Buenos Aires, primavera 1997
Bibliografía utilizada
- Arisó Guillermo, "Racionalidad y semiótica lógico/pragmática en Peirce: la posibilidad de establecer una articulación epistemológica de los mecanismos sociales de interacción", ponencia presentada en las II Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, realizadas en noviembre de 1996 en la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría
, "La teoría crítica de Habermas y la semiótica/lógico pragmática: dos modelos conecesarios para el estudio de los medios masivos de comunicación", ponencia presentada en las Primeras Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, realizada en noviembre de 1995 en el Instituto de Investigación Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA
, Apuntes para una epistemología de la comunicación social. Una crítica semiótica de Jürgen Habermas, tesina de graduación de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, diciembre de 1995
, "La realidad inventada. Los asesores de imagen como nuevos fabricantes relatos", suplemento cultural diario La Prensa, Buenos Aires, 14/5/95
, "Creer o no creer. Dilema para un fin de siglo", suplemento cultural diario La Prensa, Buenos Aires, 4/12/94
, "Imaginario social y capital simbólico", suplemento cultural diario La Prensa, Buenos Aires, 24/10/93
, "Pensar la sociedad. Nuevas tecnologías, medios de comunicación, lo público y lo privado", suplemento cultural diario La Prensa, Buenos Aires, 26/7/92.
- Aumont, Jacques, La imagen, Paidós, Barcelona, 1992
- Benjamin, Walter, "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica", en Discursos interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires, 1989
- Böckelmann, Frank, Formación y funciones sociales de la opinión pública, Gustavo Gilli, Barcelona, 1983
- Bourdieu, Pierre, Cosas dichas, Gedisa, Buenos Aires, 1988
- Castoriadis, Cornelius, La institución imaginaria de la sociedad (Volumen II), Tusquets, Barcelona, 1898
- Cortázar, Julio, El libro de Manuel, Sudamericana, Buenos Aires, 1986
- De Filpo, Stella y Pelacoff, Javier, "Justicia y comunicabilidad: ¿agota el privatismo el concepto de estetización?", ponencia presentada en las II Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, realizadas en noviembre de 1996 en la Facultad de Ciencias Sociales de Olavarría.
- Eco, Umberto, Apocalípticos e integrados, Lumen, Barcelona, 1990
, La estrategia de la ilusión, Lumen/La Flor, Buenos Aires, 1988
, De los espejos y otros ensayos, Lumen, Buenos Aires, 1988
- Erich, Fromm, Lo inconsciente social, Paidós, Barcelona, 1992
- Ford, Aníbal, "La Biblia, el calefón y la sinergia. Infoentretenimiento y postperiodismo", en suplemento Futuro, Página/12, Buenos Aires, 22/3/97
, "Blow Up", en suplemento RADAR, Página/12, Buenos Aires, 2/3/97
, Navegaciones, Amorrortu, Buenos Aires, 1994
y Longo Elía, Fernanda, La exasperación del caso. Algunos problemas que plantea el creciente proceso de narrativización de la información de interés público, Documento de la cátedra Aníbal Ford, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 1996 (en curso de publicación editorial)
- Galeano, Eduardo, "Ventana sobre la utopía", en Las palabras andantes, editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 1993, pág. 310
- Germani, Gino, "Surgimiento y crisis de la noción de opinión pública" en Young, Kimball y otros autores, La opinión pública y la propaganda, Paidós, México, 1993
- Giddens, Anthony, Consecuencias de la Modernidad, Madrid, Alianza, 1994
- Graber, Doris (compiladora), El poder de los medios en la política, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1986
- Habermas, Jürgen, Ensayos políticos, , Península, Barcelona, 1994
, Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, Amorrortu, Buenos Aires, 1991
, Conocimiento e interés, Taurus, Buenos Aires, 1990
, Teoría de la Acción Comunicativa, Taurus, Buenos Aires, 1989, Volúmenes I y II
, Ciencia y técnica como ideología, Tecnos, Madrid, 1989
, Historia y crítica de la opinión pública, Gustavo Gilli, México, 1986
- Jameson, Frederic, Ensayos sobre el posmodernismo, Imago Mundi, Buenos Aires, 1991
- Jung, Carl Gustav, Lo inconsciente, Losada, Buenos Aires, 1992
- Katz, Elihu, "La investigación en la comunicación desde Lazarsfeld", en Marc Ferry, Wolton y otros, El nuevo espacio público, Gedisa, Barcelona, 1995
- Monzón, Cándido, Opinión pública y comunicación política. La formación del espacio público, Tecnos, Madrid, 1996
- McCombs, Maxwell, "La comunicación de masas en las campañas políticas: información, gratificación y persuasión", en Moragas Spa, Miguel (compilador), Sociología de la comunicación de masas. Volúmen III: propaganda y opinión pública, Gustavo Gilli, Barcelona, 1985
- Mc Luhan, Marshall, La galaxia Gutenberg, Planeta, Barcelona, 1985
- Marc Ferry, "Las transformaciones de la publicidad política" en Marc Ferry, Wolton y otros, El nuevo espacio público, Gedisa, Barcelona, 1995
- Martini, Stella, "Qué pone en juego un texto periodístico", Documento de la cátedra Aníbal Ford, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 1996
, "Periodismo y debate público", Documento de la cátedra Aníbal Ford, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 1996
, "Imaginarios sociales e identidades : una aproximación", Documento de la cátedra Aníbal Ford, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 1995
- Noëlle Neuman, Elizabeth, "La espiral del silencio. Una teoría de la opinión pública", en Marc Ferry, Wolton y otros, El nuevo espacio público, Gedisa, Barcelona, 1995
- Peirce, Charles, Obra lógico semiótica, Taurus, Madrid, 1987
, The electronic edition of The Collected Papers, reproducing Vols. I-VI ed. Charles Hartshorne and Paul Weiss (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1931-1935), Vols. VII-VIII ed. Arthur W. Burks (same publisher, 1958)
- Price, Vincent, La opinión pública, Paidós, Barcelona, 1994
- Reigadas, Cristina, "Globalización", Documento de la Cátedra de Principales Corrientes del Pensamiento Contemporáneo, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 2do. cuatrimestre de 1996
- Sprott, W.J.H., "La opinión pública", en Young, Kimball y otros autores, La opinión pública y la propaganda, Paidós, México, 1993
- Saperas, Enric, La sociología de la comunicación de masas en Estados Unidos, Ariel, Barcelona, 1985
- Sartori, Giovanni, Teoría de la democracia, tomo I: El debate contemporáneo, Alianza, Madrid, 1988
- Silverstone, Roger, Televisión y vida cotidiana, Amorrortu, Buenos Aires, 1996
- Verón, Eliseo, La semiosis social, Gedisa, Buenos Aires, 1987
- Wolton, Dominique, "Los medios, eslabón débil de la comunicación política", Marc Ferry, Wolton y otros, El nuevo espacio público, Gedisa, Barcelona, 1995
- Wolf, Mauro, Los efectos sociales de los media, Paidós, Barcelona, 1994
- Young, Kimball, "Opinión pública", en Young, Kimball y otros autores, La opinión pública y la propaganda, Paidós, México, 1993
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNCuyo. Centro Universitario - Parque General San Martín. CP (5500) - Mendoza. Fax: 061-381347. Tels: (061) 234393 / (061) 257701 [int. 2024]