LA CAZA DEL ALCE CON ANTORCHA
La
caza del alce con fuego o antorcha se practica exhibiendo una de éstas
encendida durante la luz indecisa de los crepúsculos y aun en noches
de luna. Esta antorcha, hecha con haces de leña de abedul, se quema
en los sitios que de ordinario frecuentan los alces. La brillante luz
de esa fogata ejerce una atracción que fascina a esos animales, poniéndoles
a veces al alcance del arma del cazador.
En
las regiones lacustres de América del Norte se coloca la antorcha en
la proa de una de esas canoas indias, hechas en un tiempo de corteza
de abedul, y, según parece, la curiosidad que le causa al alce la vista
del fuego es tan grande, que se echa a nado y permite al cazador disparar
contra él desde su frágil esquife a corta distancia.
Me
extraña tanto más esta tradición que ejerce sobre los alces el fuego
cuanto más recuerdo que cuando estuve cazando en el Africa Ecuatorial
se encendía una gran hoguera en nuestros campamentos para alejar a las
fieras de la selva que pudieran sentir la tentación de penetrar en él
durante la noche. Esto no quiere decir que los datos sobre este procedimiento
para cazar alces no sean perfectamente verídicos.
Sin
duda, les pasa a estos animales como a los osos polares, que al ver
sobre el hielo algo insólito se dirigen hacia el sitio donde se encuentra
aquello que les llama la atención, por mera curiosidad, aun cuando se
trate de un ser humano.
