EL CENTENIARAZO
Era la una de la tarde del día domingo 14 de Diciembre.
Yo llegué tres horas antes del inicio del partido porque sabía que se llenaría el estadio.
Afuera, vi a las personas de fiesta, los carros con banderas, los hinchas en pleno furor.
Y no era para menos, era nada más ni nada menos que la final del torneo, y no sólo eso, sino que la disputaban dos equipos "Chicos".
Uno, el Quindío, que era local, había iniciado el campeonato con la única misión de salvarse del descenso a segunda división.
Y había logrado, no sólo eso, sino que a costa de buen fútbol se había metido sorpresivamente a la final.
El otro, el Bucaramanga, un eterno equipo de media tabla, de esos que no sufren por el descenso pero que tampoco llegan muy alto.
Con un técnico nuevo que era un archiconocido jugador de selección Colombia (Carlos
Mauro Hoyos) y una nómina totalmente nueva con delanteros extremadamente rápidos como Vázquez, Ballesteros y Moreno.
En el partido de ida el Bucaramanga ganó por 2-1 y a Quindío le bastaba un 1-0 para clasificar, pero 2-1 o el 3-2 lo sacaba obligando al Quindio a evitar a toda costa el gol Búcaro.
Inicio del partido, empieza dividido, el Quindío se repliega un tanto atrás y busca sorprender de contragolpe, por momentos el dominio es del Bucaramanga pero sin llegar al arco rival.
De pronto Quindío toma la manija del encuentro, Daniel Tilger, otrora responsable de gloriosas tardes, se vió un tanto apagado, consumido en una marca escalonada de 3 y hasta 4 Búcaros.
Sin embargo Quindío llegaba y llegaba bien. Pero el gol se hacía de rogar. Así concluyó el primer tiempo, 0-0,
"Ese partido está pa´cualquiera de los dos", me dijo un hincha sentado al lado mío, que de un momento a otro se convirtió en mi compadre y en el mejor comentarista de Fútbol del mundo.
"Quindío debe manejar más la pelota y meterse por el lado de Romero que está jugando mal ése".
Yo me sentí tambien un gran DT y le dije "Yo creo que Quintabani debería meter a Ceballos por Sandoval que está jugando mal".
Así, entre charlas, empezó el segundo tiempo, el cambio que pronostiqué se cumplió y en Bucaramanga también hubo un cambio.
Quindío salió con más bríos, tanto que el arquero del Bucaramanga
Castañeda fue figura esos instantes deteniendo una bolea de Tilger y un tirazo de Marquinho.
Minuto once, jugada por el centro del área. Quindío apretaba y
Bucaramanga aguantaba.
Marrero entró al area con decisión, nadie lo tocó, no se atrevieron, quién quería un penal a esa altura!!!!!!!!!! SACÓ UN REMATE FUERTE, Y DE PRONTO EL MILAGRO, LA PELOTA PEGÓ EN EL BRAZO DE MONTAÑEZ!!!!!
PENAAAAAAAAAAAAALLLLLLLLLL!!!!
La tribuna enloqueció, Quindío tenía la opción, no importaba que fuera el equipo que más penales ha desperdiciado, la gente tenía fé!!!!!!
"La fé mueve montañas y como nosotros somos montañeros Ave María por Dios!" dijo algún hincha con la adrenalina al máximo. Marrero mismo lo cobró, entró suave por el lado opuesto al portero.
LLEGÓ LLEGÓ LLEGÓ LLEGÓ LLEGÓ
GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLLL
DE QUINDIO CORAZON MIO
COMO LE PEGASTE COSTEÑO BERRACO MATAME QUINDIO, MATAME!!!!!!!!
El centenario era una fiesta, "CAMPEON QUINDIO CAMPEON" era un sonido
atronador, la algarabía se apodero de Armenia.
Los siguientes minutos fueron de infarto, el Bucaramanga era un mar de nervios, no sabía ni entendía que pasaba, Quindio controlaba.
Minuto 30, empezó el debacle.
El Quindío perdió la brújula del partido, el Bucaramanga era UNA TROMBA,
llegaban por todos lados y hacían disparos de todas formas, pero el arco
se mantenía invicto!!!.
Dos cambios del técnico del Quindío le quitaron al Quindío toda opción
de posesión de bola...
Quindío era un muro y el partido un frontón del Bucaramanga.
Pero el tiempo corría.
Minuto 45, el estadio era una sola voz "TIEMPO, TIEMPO, TIEMPO"
Bucaramanga encima, Quindío atrás, de pronto lo que pasó lo narra mejor que yo el diario el tiempo.
"El reloj marcaba el minuto 45 con 39 segundos del
segundo tiempo. Quindío celebraba el 1-0 con el que derrotaba a
Bucaramanga y ganaba el paso a la Copa Libertadores y el derecho a disputar el título de la temporada 96-97 con el América.
Diego Pizarro recibió el balón de espaldas, al borde de las 18.
Lo
marcaban tres hombres que
no le daban respiro ni espacio. No se podía voltear. Eran 45 minutos y
40 segundos en el
cronómetro.
El banco del Quindío estaba pidiendo tiempo, como lo hacía
desde dos minutos
atrás.
Los fotógrafos rodeaban al técnico local, Oscar Héctor
Quintabani, y los 28 mil
espectadores deliraban. Su Quindío estaba en la Libertadores.
Pero el 'búcaro' Pizarro insistía con la pelota. Eran 45 minutos y 42
segundos. No encontró
espacio. Dominó la bola con una 31. Y levantó la cabeza. Al otro lado,
por la derecha, corría
solo Gustavo 'El Mísil' Restrepo. Allá fue a dar la pelota. El paisa fue
y la buscó. La encontró y
la aseguró en su bota derecha.
Carlos Mario Hoyos, el técnico de los visitantes, miraba, como
indefenso, lo que ocurría en el
campo.
Sus manos se movían inquietas entre los bolsillos, la corbata café y el aire. Quería como meter el balón con el deseo, con el deseo del empate que le diera el lugar en la Libertadores. Su señal era clara: todos arriba.
El reloj seguía su marcha: 45 minutos y 44 segundos.
Rafael Sanabria, el árbitro, no daba por
terminado el partido, un juego que para los que estaban en la tribuna parecía liquidado.
'El Mísil'
le echó una ojeada a las 18. Daba la impresión que estuviesen como 20 defensas del Quindío y como 20 delanteros del Bucaramanga. Y tiró el centro. Cualquier cosa
podía pasar.
En el cronómetro se leía "45:46" cuando la pelota voló hasta el punto penalti. Saltaron todos. La
cabeza de Miguel Montañez, el defensa central visitante que estaba jugado, como todo su
equipo, por el todo o por la nada, llegó primero.
El golpe fue seco y abajo, cerca a la base del
palo izquierdo del portero Darío Aguirre.
Voló Aguirre. Estiró todos sus músculos al máximo. Y con la punta de sus guantes evitó que la
pelota entrara.
Eran 45 minutos y 47 segundos del segundo tiempo y el balón quedó suelto, solito, bailando a metro y medio del arco.
Un nudo se formó en la
garganta de los 28.000
aficionados que seguían el juego. Fue como si el mundo se detuviera por
un momento, como si,
por arte de magia, los corazones dejaran de latir y los pulmones de
respirar.
Un grito contenido
quedó en el ambiente.
Era el minuto 45 con 48 segundos, y como de la nada apareció 'El
Fantasma' Orlando
Ballesteros, justo ahí donde estaba la pelota. No lo dudó dos veces. Con
Aguirre en el piso y el
balón libre, no podía hacerlo.
Le pegó duro, durísimo. Fue un puntazo
con el pie derecho. La
pelota inició su último destino, la red del Quindío.
Cuando la tocó, el
reloj paró su infernal y
vertiginosa cuenta en 45:49.
¡Increíble! El marcador se puso 1-1 y la ilusión del Quindío se esfumó, tan de golpe, como el puntazo de Ballesteros.
Silencio en la tribuna. Un silencio duro.
Ballesteros se fue solo hasta la pista atlética y con su mano en el oído, y una inmensa sonrisa, buscó
los ecos de celebración en
los hinchas 'búcaros' que viajaron 10 y 12 horas para estar con su equipo del alma en El
Centenario. Claro, también comprobó el profundo silencio de los
quindianos.
Lucio España, se quitó su camiseta, y a lo Batistuta se llevó su índice a la boca. Sí, ellos
acallaron la algarabía, la frenética alegría de los hinchas locales. El campo fue invadido por los del banco visitante y los fotógrafos tuvieron que correr. En el lado local solo había asombro y confusión. La celebración estaba 20 metros al norte.
En el último segundo, en la última jugada del partido Quindío se quedaba con las manos vacías.
Un instante de obstinación del Bucaramanga acabó con el sueño.
Pizarro y su sangre fría para hacer la 31 y levantar la cabeza, en un momento en que el Bucaramanga la
tenía perdida.
La
corrida de 'Mísil' y su centro cabeceado por Montañez. La voladora de
Aguirre, su manoteada y la aparición de Ballesteros.
Un instante en el que el Quindío pasó del cielo al infierno. Bucaramanga y Quindío, los pequeños gigantes del balompié colombiano, demostraron que las finales son cosa de otro
mundo, que son para ver con un frasco de calmantes en el bolsillo".
Después de este infarto al corazón y de un ataque de pesimismo y
frustración, y aún con ese nudo en la garganta de lo que pudo ser y no fué, Quindío fue grande y grande su campaña.
Ahora estamos en Conmebol, que no está tan mal despues de todo ...
Quindío hizo mucho más de lo esperado, no hay razón para estar
tristes!!!!
GRACIAS QUINDIO POR TODO, AHORA VAMOS A LA CONMEBOL!!!!!!!!!!
GRANDE VERDEEE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ganemos o perdamos, Quindio te apoyamos!!!!!!!!
Diego Pava (Verde hasta hasta la muerte!!!!!).