La última semana de febrero fue condenado a
muerte el líder de la secta “Aum Shinrikyo” o “Verdad Suprema”,
Shoko Asahara (cuyo verdadero nombre es Chizuo Matsumoto). El fue encontrado
responsable del ataque con gas sarin que en 1995 mato en el metro de Tokio
a 12 personas y afecto a otras miles más. La secta “Verdad Suprema”
también estuvo detrás de otros ataques con gas sarín
que mataron a otras personas en diferentes circunstancias.
La secta ”Verdad Suprema”, ahora con otro líder que ha señalado que abandonaron la violencia, y secta que permanece bajo estricta observancia policial, desato en ese entonces una psicosis entre los japoneses que se preguntaban como pudo haber ocurrido un crimen tan horrendo en un país que es considerado uno de los mas seguros (sino el mas seguro) en el mundo. Asimismo llamo la atención el hecho de que varios de los miembros de este grupo eran personas profesionales, egresados de excelentes Universidades del país nipón.
Lo cierto es que en los últimos años en Japón se ha observado un incremento en los hechos de violencia indiscriminada y contra personas indefensas como niños y jóvenes. Por ejemplo, el año pasado Japón observo con asombro como un niño de 12 años había dado muerte a otro mucho menor en Nagasaki. La pregunta es, ¿por que? Esto ocurre en un país con un altísimo nivel de vida (donde las disparidades de ingreso entre pobres y ricos no son altas como en otros países) y con niveles elevados de educación.
Para responder a esto habrá que apuntar que han ocurrido cambios en la sociedad japonesa en los últimos años que producen desajustes y algunas (o quizás muchas) personas no se han podido adaptar a estos cambios. Por ejemplo, desde la década de 1990 los japoneses, acostumbrados muchos de ellos a tener empleo de por vida en una compañía, han empezado a perder su empleo o están en peligro de perderlo. Esto crea stress, y en una sociedad donde la violencia contra otros era mínima, esto se ve a veces como una válvula de escape.
Esta inseguridad en el empleo, sumado a que se trabaja largas horas en una compañía japonesa, hace que por ejemplo, casi el 30% de los nuevos jóvenes que ingresa a trabajar después de terminar el colegio o universidad, se retiran de la compañía en el transcurso del primer año. Esto crea más stress entre ellos y se suma a un aumento de la inseguridad en su futuro.
Los niños y jóvenes, sometidos a una educación
rígida y memorística, se revelan frente a este hecho a veces
asumiendo actitudes violentas frente a otros niños y jóvenes.
Con las familias actuales que tienen generalmente un solo niño/a
en Japón, hay una fuerte presión de los padres para que su
único hijo/a estudie más. Todo esto añade más
stress sobre estos niños y jóvenes.
Hay otras razones para el aumento del stress y la violencia
en Japón, como, la poca comunicación entre padres y niños,
la influencia (se dice) occidental, etc. Hasta que los japoneses
se adapten a los nuevos cambios, y modifiquen por ejemplo, su sistema educativo
a los nuevos tiempos donde se debería poner más énfasis
en la inventiva, creación personal, y menos en la memorización,
estos hechos violentos podrían continuar. En todo caso, para los
latinos en Japón, es un reto vivir en una sociedad que por si es
muy organizada y por eso a veces estresante. Una fortaleza de la comunidad
latina es que en esta la familia en si es muy unida. Habrá que fortalecer
este hecho para que la comunidad latina pueda evitar en cierta forma, o
afrontar mejor, esta violencia en Japón. Aun con esto, este país
sigue teniendo el índice de criminalidad más bajo en el mundo.
Artículo publicado en la
Revista Hyogo Latino
Abril 2004
Osaka, Japón.
URL:
aquino.pe.nu
www.oocities.org/Eureka/Plaza/1406/
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