Necesarias diferencias
por Marcela Tarallo de Campero y Gabriel Campero
 

        La sexualidad humana es un conjunto de formas anatómicas, fisiológicas y sicológicas que determinan las diferencias entre el hombre y la mujer. Desde el punto de vista fisiológico “somático” esto es claro:

Hombre:

Mujer:         Debemos tener en cuenta que sicológicamente puede haber una coparticipación de rasgos.

        Sexualidad no se limita a organicidad, sino que hay una profunda relación con la personalidad  y es un fuerte estímulo que nos abre a los demás. Fundado en la sexualidad surge el erotismo, que nos lleva al encuentro con el otro por una fuerza de atracción, siendo una apertura del YO al TÚ orientado al amor recíproco. Pero erotismo no es pornografía, que es la degradación de las formas y los mecanismos de la sexualidad humana a un nivel animal.

        El amor existe cuando lo erótico coincida con el afecto y el deseo de donación mutua, más allá del placer sexual o intereses socioeconómicos. Puede haber erotismo sin amor (sólo goce) pero no hay amor sin erotismo.

        Para lograr la maduración de ese amor es necesario pasar por varios pasos que brinda el noviazgo:

Enamoramiento:

Consolidación: Profundización:         Así, el noviazgo es un período de decidida orientación al amor conyugal, un período en el que se construye y crece en los dos sexos la voluntad de pertenecerse de una manera total y definitiva, de acogida recíproca, paciencia y confianza. Desde el punto de vista cristiano, es ya en sí un signo de gracia.

        El noviazgo no se reduce a ser amado, no busca a la persona ideal.

        El noviazgo exige el cuidado del otro, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento mutuo.

 


Jóvenes de Acción Católica Argentina 
Arquidócesis de Rosario 
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