Vivir con HIV
Fuente: Annals of Internal Medicine 131(3):194-198, Ago 1999.
Tanto los
portadores del HIV como los enfermos de SIDA manifiestan un gran deseo de vivir, están
conformes con su calidad de vida y sienten que ésta es mejor que antes del diagnóstico.
La mayoría de los pacientes con HIV tiene un gran deseo de vivir, y siente que su vida es mejor que antes de adquirir la infección. En los Estados Unidos hay entre 650 000 y 900 000 personas infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana (HIV). Para evaluar su calidad de vida en relación a la enfermedad puede recurrirse a determinaciones del estado de salud, basadas en el efecto de la enfermedad en aspectos como las funciones físicas o la salud mental, o a medidas de la valoración que el paciente hace de su propia vida, del deseo de una mejor salud o de una existencia más prolongada.
Utilizando esta última aproximación, un estudio realizado entre pacientes del Centro de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Cincinnati buscó establecer cuales son sus percepciones con respecto a su calidad de vida.
Los participantes respondieron a un cuestionario en el que se les preguntaba si su vida había mejorado o empeorado desde el momento del diagnóstico, si cambiarían los años de vida remanentes por un estado de salud mejor, y si preferirían continuar con la enfermedad o participar en una hipotética "apuesta" cuyo resultado podría ser sanar por completo o morir de inmediato.
Mediante otra serie de preguntas se estableció la importancia de la espiritualidad o la religión en la vida de los individuos. El grupo en estudio incluía pacientes con diversos grados de gravedad, desde portadores hasta enfermos de SIDA.
El análisis de los resultados demostró que la mitad de los participantes pensaba que su vida era mejor en la actualidad que antes de contraer el virus, y sólo el 29% consideraba que era peor. Por otra parte, se hizo evidente una preferencia por una vida prolongada en lugar de una salud perfecta durante menos tiempo. Los factores que contribuyeron a esta elección fueron, en la mayoría de los casos, los valores espirituales y religiosos y la preocupación por los hijos.
En general los investigadores detectaron una mayor valoración del tiempo de vida sobre la calidad de la misma. Los participantes no expresaron, en promedio, una preferencia significativa entre vivir cinco años más en su estado actual de salud y vivir 4.75 años totalmente sanos. Estos resultados no fueron diferentes entre los pacientes con SIDA y los asintomáticos. Los infectados por el HIV, así como los enfermos de SIDA, manifiestan un deseo importante de vivir, y consideran que su vida ha mejorado desde su diagnóstico.