¿Buscas buenos libros? ¡Los puedes encontrar en el e-shop de Similarly! ANTONIO MACHADO (1875-1939) Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar, Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estlas en el mar. LXXVII Es una tarde cenicienta y mustia, destartalada, como el alma mía; y es esta vieja angustia que habita mi usual hipocondría. La causa de esta angustia no consigo ni vagamente comprender siquiera; pero recuerdo y, recordando, digo: - Sí, yo era niño, y tú, mi compañera. * Y no es verdad, dolor, yo te conozco, tú eres nostalgía de la vida buena y soledad de corazón sombrío, de barco sin naufragio y sin estrella. Como perro olvidado que no tiene huella ni olfato y yerra por los caminos, sin camino, como el niño que en la noche de una fiesta se pierde entre el gentío y el aire polvoriento y las candelas chispeantes, atónito, y asombra su corazón de música y de pena. así voy yo, borracho melancólico, guitarrista lunático, poeta, y pobre hombre en sueños, siempre buscando a Dios entre la niebla. LXXVIII Y ha de morir contigo el mundo mago donde guarda el recuerdo los hálitos más puros de la vida, la blanca sombra del amor primero, la voz que fué a ti corazón, la mano que tú querías retener en sueños, y todos los amores que llegaron al alma, al hondo cielo? Y ha de morir contigo el mundo tuyo, la vieja vida en orden tuyo y nuevo? Los yunques y crisoles de tu alma trabajan para el polvo y para el viento? LXXIX Desnuda está la tierra, y el alma aúlla al horizonte pálido como loba famélica. Qué buscas, poeta, en el ocaso? Amargo caminar, porque el camino pesa en el corazón. El viento helado, y la noche que llega, y la amargura de la distancia!... En el camino blanco algunos yertos árboles negrean; en los montes lejanos hay oro y sangre... El sol murió... Qué buscas, poeta, en el ocaso? LXXXVII (RENACIMIENTO) (...) En nuestras almas todo por misteriosa mano se gobierna. Incomprensibles, mudas, nada sabemos de las almas nuestras. Las más hondas palabras del sabio nos enseñan, lo que el silbar del viento cuando sopla, o el sonar de las aguas cuando ruedan. PROVERBIOS Y CANTARES I El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve. XCIII Cuál es la verdad? El río que fluye y pasa donde el barco y el barquero son también ondas del agua? O este soñar del marino siempre con ribera y ancla? La plaza tiene una torre, la torre tiene un balcón, el balcón tiene una dama, la dama una blanca flor. Ha pasado un caballero - ¡quién sabe por qué pasó! -, y se ha llevado la plaza con su torre y su balcón, con su balcón y su dama, su dama y su blanca flor. AL GRAN CERO (Abel Martín) Cuando el Ser que se es hizo la nada y reposó, que bien lo merecía, ya tuvo el día noche, y compañía tuvo el hombre en la ausencia de la amada. Fiat umbra! Brotó el pensar humano. Y el huevo universal alzó, vazío, ya sin color, desubstanciado y frío, lleno de niebla ingrávida, en su mano. Toma el cero integral, la hueca esfera, que has de mirar, si lo has de ver, erguido. Hoy que es espalda el lomo de tu fiera, y es el milagro del no ser cumplido, brinda, poeta, un canto de frontera a la muerte, al silencio y al olvido. (Poesías Completas, Espasa-Calpe Argentina, Buenos Aires, 1940) Ritornare alla pagina precedente. Volver a la página precedente. Back to the previous page. Retour à la page précédente. Voltar à página anterior. Free Homepage by Geocities
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Caminante, son tus huellas el camino, y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar, Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estlas en el mar.
Es una tarde cenicienta y mustia, destartalada, como el alma mía; y es esta vieja angustia que habita mi usual hipocondría.
La causa de esta angustia no consigo ni vagamente comprender siquiera; pero recuerdo y, recordando, digo: - Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.
Y no es verdad, dolor, yo te conozco, tú eres nostalgía de la vida buena y soledad de corazón sombrío, de barco sin naufragio y sin estrella.
Como perro olvidado que no tiene huella ni olfato y yerra por los caminos, sin camino, como el niño que en la noche de una fiesta
se pierde entre el gentío y el aire polvoriento y las candelas chispeantes, atónito, y asombra su corazón de música y de pena.
así voy yo, borracho melancólico, guitarrista lunático, poeta, y pobre hombre en sueños, siempre buscando a Dios entre la niebla.
Y ha de morir contigo el mundo mago donde guarda el recuerdo los hálitos más puros de la vida, la blanca sombra del amor primero,
la voz que fué a ti corazón, la mano que tú querías retener en sueños, y todos los amores que llegaron al alma, al hondo cielo?
Y ha de morir contigo el mundo tuyo, la vieja vida en orden tuyo y nuevo? Los yunques y crisoles de tu alma trabajan para el polvo y para el viento?
Desnuda está la tierra, y el alma aúlla al horizonte pálido como loba famélica. Qué buscas, poeta, en el ocaso?
Amargo caminar, porque el camino pesa en el corazón. El viento helado, y la noche que llega, y la amargura de la distancia!... En el camino blanco
algunos yertos árboles negrean; en los montes lejanos hay oro y sangre... El sol murió... Qué buscas, poeta, en el ocaso?
(RENACIMIENTO)
(...) En nuestras almas todo por misteriosa mano se gobierna. Incomprensibles, mudas, nada sabemos de las almas nuestras.
Las más hondas palabras del sabio nos enseñan, lo que el silbar del viento cuando sopla, o el sonar de las aguas cuando ruedan.
I
El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve.
XCIII
Cuál es la verdad? El río que fluye y pasa donde el barco y el barquero son también ondas del agua? O este soñar del marino siempre con ribera y ancla?
La plaza tiene una torre, la torre tiene un balcón, el balcón tiene una dama, la dama una blanca flor. Ha pasado un caballero - ¡quién sabe por qué pasó! -, y se ha llevado la plaza con su torre y su balcón, con su balcón y su dama, su dama y su blanca flor.
(Abel Martín)
Cuando el Ser que se es hizo la nada y reposó, que bien lo merecía, ya tuvo el día noche, y compañía tuvo el hombre en la ausencia de la amada.
Fiat umbra! Brotó el pensar humano. Y el huevo universal alzó, vazío, ya sin color, desubstanciado y frío, lleno de niebla ingrávida, en su mano.
Toma el cero integral, la hueca esfera, que has de mirar, si lo has de ver, erguido. Hoy que es espalda el lomo de tu fiera,
y es el milagro del no ser cumplido, brinda, poeta, un canto de frontera a la muerte, al silencio y al olvido.
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