(*) Datos obtenidos de Historia de la Fas (Redondo Díaz) e Historia de España (del Nido Martín)
Aunque la guerra de Sertorio parece haber finalizado, los combates siguieron sucediendose en españa sin interrupción, pues Calpurnio Pisón volvió a Roma como gran triunfador en el año 69 a.C., aunque se debió seguir luchando en zonas aisladas de la Celtiberia.
En el año 60 a.C. se crea en roma una nueva forma de Gobierno, el Triunvirato, ,de forma que el Imperio pasa a ser gobernado por los tres hombres más importantes de la época, Julio César vencedor de los galos, Pompeyo que había despejado el mediterraneo de los piratas que entorpecían el comercio y Craso que aplastó la rebelión de los gladiadores capitaneados por Espartaco.
Serían apoyados en un primer momento por el partido democrático popular, pero tras la muerte de Craso en la guerra que se mantenía con los Partos, el partido aristocrático consigue que Pompeyo lidere sus pretensiones, de forma que Julio César y Pompeyo se encuentran frente a frente en sus pretensiones de gobernar el Imperio.
Julio César provocó, en su afán de gloria, a los lusitanos, sin que sus campañas tuvieran demasiada importancia. Debió de haber una pausa hasta el 56 a.C., en que reavivaron la guerra los vacceos, consiguiendo algunos triunfos guerrilleros contra Metelo Nepote. En Cantabria, entre Hispania y la Galia, Publio Craso causó a los vascones más de 50.000 bajas al sofocar sus continuos levantamientos. Finalmente, tras el triunvirato romano del 55 a.C., Hispania, poseída por Pompeyo y ambicionada por César, sería el campo de batalla donde sucumbiría la República romana.
Cuando Cayo Fabio entró en Hispania en nombre de César, con tres legiones y 18.000 auxiliares, Pompeyo desplegó sus tropas en Lusitania, al mando de Varrón, cubriendo la Ulterior con 10.000 legionarios y envió a Afranio y Petreyo a la Citerior con cinco legiones, más las cohortes hispanas, y 5.000 jinetes. Afranio trataba de entretener a César junto a Ilerda (Lérida) para dar tiempo a que Pompeyo preparase un ataque a Oriente. César, frente a su campamento aguas abajo del Segre, intentó aniquilarlo con un golpe rápido y audaz, pero el fracaso inmediato y la crecida del río que le cortó el suministro, dejaron en mala situación a los dos contendientes.
Afranio intentó atacar por Octogesa, junto al Ebro, por Mequinenza, haciendo un puente, mientras César preparaba en el Segre un vado artificial por el que retirarse en caso necesario. Concluyeron antes los pompeyanos y el 26 de julio del 49 a.C. inició Afranio la retirada, interrumpida por el enemigo que, al darle alcance, le obligó a detenerse. Intentó huir atravesando el Segre, pero César le cortó la salida y el 2 de agosto se rindió en campo abierto, con lo que César dominó toda la Citerior y perdonó la vida a sus enemigos hispanos, que volvieron a sus pueblos. También dominó la Ulterior con una política de clemencia que le abría las puertas de las ciudades.
Muerto Pompeyo, sus hijos llevaron otra vez la guerra a Hispania, donde se les enfrentó César personalmente, apreciando el valor estratégico del país y para conjurar el peligro que amenazaba su poder. Decidió plantear un enfrentamiento campal resolutivo, cuando sus enemigos preferían una guerra de desgaste apoyados en plazas fuertes y con la adhesión de los indígenas. En una sucesión de asedios, de fortuna varia, destacó un bético llamado Lucius Julius Paciaedus, que levantó con los suyos el asedio de Ulía (Montemayor) por Cneo Pompeyo y llevó a los sitiados al campo de Muncla, entre Montilla y Espejo, impuesto por César para la batalla, al amenazar las comunicaciones enemigas con Córdoba.
Cneo aceptó de grado la batalla que trató de evitar, por las ventajosas posiciones a que lo llevaron sus huidas de César. Era el 17 de marzo del 45, estaba sobre una pendiente, dominando la llanura desde, 150 metros de altura, cubierto el frente por un arroyo, un flnco por el campamento y el otro por la ciudad, pero no contó can la agresividad de su rival.
El choque resultó violentísimo, cediendo el ala derecha de César, en la que se localizaba la famosa Legio X, de valor contrastado y el combate fue decidido por la caballería númida, que al realizar un movimiento envolviendo a los seguidores de Pompeyo, por la izquierda, les hizo huir hacia Munda, donde quedaron definitivamente cercados. Finalmente César sometió definitivamente a la Bética y se retiró a Roma.
Desde el año 39 a.C. al 34 a.C. continuaron las luchas en la península, enfrentándose los partidarios de Octavio, con los de Marco Antonio, finalizando con una paz definitiva cuando se expulsaron a los príncipes africanos que quedaban de las campañas de César.