Сергей Бойченко

jorge luis borges


1964

I

Ya no es magico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartiras la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonias.
Adios las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy solo tienes
la fiel memoria y los desiertos dias.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un simbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.


II

Ya no sere feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es mas profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Solo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

1964


* * *

Solo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios que salva el metal, salva la escoria
y cifra en su profetica memoria
las lunas que seran y las que han sido.
Ya todo esta. Los miles de reflejos
que entre los dos crepusculos del dia
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que ira dejando todavia
Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
y las puertas se cierran a tu paso;
solo del otro lado del ocaso
veras los Arquetipos y Esplendores.


TROFEO

Como quien recorre una costa
maravillado de la muchedumbre del mar,
albriciado de luz y prodigo espacio,
yo fui el espectador de tu hermosura
durante un largo dia
Nos despedimos al anochecer
y en gradual soledad
al volver por la calle cuyos rostros aun te conocen,
se oscurecio mi dicha, pensando
que de tan noble acopio de memorias
perdurarian escasamente una o dos
para ser decoro del alma
en la inmortalidad de su andanza.


LA LLUVIA

Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayo. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le revelo una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrara en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.


Juan, 1, 14


Refieren las historias orientales
La de aquel rey del tiempo, que sujeto
A tedio y esplendor, sale en secreto
Y solo, a recorrer los arrabales
Y a perderse en la turba de las gentes
De rudas manos y de oscuros nombres;
Hoy, como aquel Emir de los Creyentes,
Harun, Dios quiere andar entre los hombres
Y nace de una madre, como nacen
Los linajes que en polvo se deshacen,
Y le sera entregado el orbe entero,
Aire, agua, pan, mananas, piedra y lirio,
Pero despues la sangre del martirio,
El escarnio, los clavos y el madero.




Odisea, libro vigesimo tercero

Ya la espada de hierro ha ejecutado
La debida labor de la venganza;
Ya los asperos dardos y la lanza
La sangre del perverso han prodigado.
A despecho de un dios y de sus mares
A su reino y su reina ha vuelto Ulises,
A despecho de un dios y de los grises
Vientos y del estrepito de Ares.
Ya en el amor del compartido lecho
Duerme la clara reina sobre el pecho
De su rey pero ?donde esta aquel hombre
Que en los dias y noches del destierro
Erraba por el mundo como un perro
Y decia que Nadie era su nombre?



Laberinto

Zeus no podria desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui, sigo el odiado
camino de monotonas paredes
que es mi destino. Rectas galerias
que se curvan en circulos secretos
al cabo de los anos. Parapetos
que ha agrietado la usura de los dias.
En el palido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traido
en las concavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.
Se que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen este Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte.
Nos buscamos los dos. Ojala fuera
este el ultimo dia de la espera.




El palacio

El Palacio no es infinito.
Los muros, los terraplenes, los jardines, los laberintos, las gradas,
las terrazas, los antepechos, las puertas, las galerias, los patios
circulares o rectangulares, los claustros, las encrucijadas, los aljibes,
las antecamaras, las camaras, las alcobas, las bibliotecas, los desvanes,
las carceles, las celdas sin salida y los hipogeos, no son menos cuantiosos
que los granos de arena del Ganges, pero su cifra tiene un fin.
Desde las azoteas, hacia el poniente, no falta quien divise las herrerias,
las carpinterias, las caballerizas, los astilleros y las chozas
de los esclavos.
A nadie le esta dado recorrer mas que una parte infinitesimal del palacio.
Alguno no conoce sino los sotanos. Podemos percibir unas caras, unas voces,
unas palabras, pero lo que percibimos es infimo. Infimo y precioso
a la vez. La fecha que el acero graba en la lapida y que los libros
parroquiales registran es posterior a nuestra muerte; ya estamos muertos
cuando nada nos toca, ni una palabra, ni un anhelo, ni una memoria.
Yo se que no estoy muerto.


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