5. EL FOROFO

Nada más curioso que un enfrentamiento futbolístico de los llamados de alto riesgo por las autoridades competentes. La gente, el vulgo, la plebe... pierde su normal compostura en estos casos. Se da rienda suelta a pasiones largamente refrenadas. Es el caso de nuestro amigo Manolo, el seguidor de uno de estos equipos...

Manolo es un típico empleado de una pequeña empresa familiar en la que no tiene ninguna responsabilidad de gestión. Con un contrato indefinido que le guarda sus espaldas, se limita a cumplir lo que le mandan (eso es lo que él dice... ), y si puede, y le dejan, se dedica a sus cosas, que consisten en hablar largo y tendido con su amigo Paco sobre el partido de fútbol del sábado (o del domingo, del lunes o del miércoles, que tanto da...). Dentro de sus cosas se encuentra la lectura de los llamados periódicos deportivos, que Manolo no sabe porqué no se llaman periódicos futbolísticos, y comenta frecuentemente con su amigo Paco el atrevimiento de los periodistas en publicar noticias relacionadas con otros deportes... ¡Demontre...! ¡Que publiquen otros periódicos para ellos...! La vida pública y diaria de Manolo se reduce a sus monólogos futbolísticos con su amigo Paco, la ávida lectura cultural de los periódicos deportivos... y sus agrias peleas con el encargado o capataz de su empresa, empeñado en distraerle de sus elevadas aficiones para meterle en la rutina de la actividad de su trabajo...

Nuestro Manolo también es un típico funcionario del Estado (noble profesión donde las halla...) sentado en una mesita metálica con cajones en ambos laterales. Su pasión por el desorden de los papales que caen sobre su mesa corre pareja con su afición para charlar con el Paco de turno sobre la inútil selección nacional de fútbol, incapaz de sacar aquel coraje que hizo fama por todo el mundo mostrando nuestra furia nacional... El Manolo de este ministerio es el encargado de recaudar todas las semanas el dinero de las quinielas comunitarias persiguiendo a sus pacientes compañeros de funcionariado con una mugrienta lista en la que apunta con inquisitoria rapidez el estado de sus cuentas para con el fondo común... Por supuesto, también es el encargado de hacer sesudas combinaciones y pronósticos sobre el resultado final de los partidos de las tres próximas jornadas (la verdad, no le importa mucho que cada jornada se componga de cuatro días...), entablando complicados enfrentamientos dialécticos con todo aquel bicho viviente que contradiga sus predicciones. La pasión que pone en la defensa de sus argumentos harían las delicias de nuestro aburrido Parlamento...

Hay mucho Manolo emboscado en el mundo llamado empresarial, o en el de las altas finanzas, por no decir en el de la abogacía o en el de la política... ¿quién no ha visto viajando en el asiento trasero derecho de un lujoso coche ... cochazo ... conducido por un trajeado chófer a un fulano (dicho en el mejor de los sentidos...) y que aparece con el gesto grave, la cabeza gacha y sumido en la lectura de unos papeles que parecen ser el informe final de la salvación de las finanzas patrias...? De pronto el lujoso coche... cochazo... se para en un semáforo, te cruzas junto a él, miras por la ventanilla y observas con asombro que entre el reflejo de los cristales asoma el papel imprenta del periódico deportivo estatal por excelencia... Le miras... te mira sorprendido... ¡jejejejeje...! ¡te pillé...!

Los políticos son el fiel reflejo de las virtudes y defectos de la raza patria... No debe sorprendernos, por tanto, encontrar tantos Manolos afiliados a los partidos nacionales de las rosas y las gaviotas, tan ecologistas ellos, o a partidos nacionalistas con tanto arbolito y color verde en sus emblemas, tan ecologistas como los anteriores... El Manolo nacionalista tiene su Paco querido del alma en el partido gavioto, igual que el Manolo de la rosa florida encuentra su Paco en algún banco de su oposición dialéctica... El acabose es cuando Manolo y Paco, además de compartir la misma pasión futbolística, comparten idéntica bandería política... En este caso las sesiones parlamentarias del lunes se trasladan a los bares y pasillos del edificio congresual (o senatorial, que para el caso que se le hace, tanto da...) y los autodenominados patres patriae (a ningún ciudadano contribuyente y televidente se le ocurriría llamales así...) abordan las controvertidas decisiones judiciales arbitrales, sin acatarlas, por supuesto...

...

Hoy asistimos con nuestro querido Manolo a uno de esos partidos de alto riesgo... Juegan, mejor dicho, se enfrentan, la afición del Real Capital-del-Estado con la correspondiente del Atlético Capital-del-Estado... (Alguien tendría que hacer un estudio sobre la importancia de la institución monárquica en el seno del fútbol nacional, ya que a su alta labor coordinadora entre los poderes del Estado suma la creación balsámica de clubes con el calificativo de Reales... que engrandecen aficiones y desatan nobles pasiones deportivas... El día que se destrone la Monarquía y se instaure una República, el fútbol sufrirá un gran golpe... entre otros, quizás el más importante, el Real Capital-del-Estado pasará a denominarse Republicano de la Capital-del-Estado, lo cual no es nada serio...)

Para el caso que nos ocupa, podríamos asistir también al enfrentamiento entre las aficiones del Real Primera-Ciudad-del-Estado y el Segunda-Ciudad-del-Estado C.F. En este caso, la rivalidad llega a extremos tales que los Manolos del segundo equipo afirman que el Segunda-Ciudad-del-Estado C.F. es más que un club y cosas de esas, mientras que los del Real Primera-Ciudad-del-Estado reciben a los rivales mezclando churras políticas con merinas deportivas... ¡Cosas de la vida nacional...!

Sea el partido que sea, nuestro Manolo se acerca ufano al estadio que dicen que es deportivo, dispuesto a gozar del espectáculo, a defender el honor de su equipo y a dejar escapar un poquito el animal que todos llevamos dentro... en resumen, a ejercitar un poco el cerebro primitivo que tiene todo ser humano, que está rodeado de los otros dos cerebros desarrollados culpables de lo que algunos llaman civilización...

Sea la época del año que sea, Manolo siente una ineludible necesidad de acudir al estadio convenientemente abrigado con una bufanda... Pero no una bufanda cualquiera, no... Tiene que ser la bufanda de su equipo, que abriga más que la de lana que le compró su mujer en las rebajas de enero... Además, en caso de entablar un civilizado intercambio de pareceres con representantes de la afición del equipo enemigo... digo... contrario (es decir, con otros Manolos), puede enarbolarse como instrumento de persuasión para proporcionar mayor contundencia a los argumentos propios

...

Otra pieza del tocado de Manolo es la gorra, a juego con los colores de la bufanda. Pero no es de obligada uniformidad, por lo que suele relegarse al ámbito de los manolitos y paquitos que acompañan a sus orgullosos padres. Por otra parte, todo el mundo sabe que ninguna gorra es susceptible de acompañar los argumentos a favor de nuestro equipo preferido, ni produce impactos contundentes en el portero del equipo contrario cuando se le arrojan elementos de presión al campo de juego sobre su portería... Para estos menesteres sirven mejor otros instrumentos de carácter lúdico cuyo uso por manolitos y paquitos tratan de evitar Manolos y Pacos por mor de erradicar la violencia incivilizada de los terrenos de juego... Este comportamiento digno de elogio muestra uno de los mayores logros de la humanidad: reglamentar la violencia y enmarcarla en términos civilizados... (glup, ¡qué cosas...!)

Una vez que comienza el partido, el Manolo tipo A siente una regresión cerebral y se convierte en aquel troglodita que siempre quiso ser y que la sociedad y su mujer le impiden aflorar... Por regla general, este tipo de Manolo siente una especial atracción por conducir camiones de bomberos a toda velocidad tocando la sirena por el carril izquierdo de la autopista, algo que, evidentemente y gracias a Dios, nunca logrará. En las próximas dos horas el centro de su particular universo se concentrará en aquel estadio, simplificando sus percepciones exteriores al modelo hollywoodiense de buenos y malos, con un señor de negro convertido en objeto de todo tipo de invectivas y calificativos de dudosa procedencia y educación... Su sentido de la expresión alcanza límites insospechados, convirtiendose en un ser extrovertido y vociferante.

El Manolo tipo B sufre una transformación en sus prioridades existenciales. De pronto las letras del piso no son su primera preocupación, como tampoco aquel informe con que su jefe de negociado le va a hacer la vida imposible durante las próximas cuarenta y ocho horas. Ya no es relevante que no salgan las cuentas para poder cambiar el coche, que tiene diez años, ni que la niña salga con aquel mendrugo cuyas pintas asustan si te lo encuentras de noche al doblar una esquina poco iluminada. Tampoco importa nada la amenaza latente del suspenso general del niño en el instituto, o el paro del mayor, que se prolonga ya muchos meses.... Nada de esto es importante... Ahora, lo verdaderamente sublime y que merece toda la atención vital de Manolo es el comportamiento de sus once representantes, trajeados con pantalón corto y enseñando los pelos de las piernas, despeinados por culpa del sudor y del agua que se empeñan en echarse por encima. El honor y la gloria de Manolo depende de ellos... lo ha puesto en sus manos, mejor dicho, en sus pies... Mientras su honor se restriega por el barro del césped (si es que llueve) patada tras patada, Manolo sufre en silencio durante dos horas las evoluciones de los adversarios y los fallos de los jugadores propios. Celebra los goles propios con bruscas y cortas expresiones de alegría en las que deja escapar la angustia acumulada. Los goles contrarios le sumen en profundas depresiones y meditaciones en las que hunde su cabeza entre sus manos mesando sus cabellos con desesperada trascendencia, digna de un césar romano... Cuando su equipo gana por muchos a cero, este tipo de Manolo, algo cenizo y propenso al pesimismo, siempre encuentra ejemplos en la historia reciente en los que el Equipo-Extranjero-de-Turno Club de Fútbol, el Rival-de-Toda-la-Vida Fútbol Club o mismamente el Equipo-que-ahora-está-perdiendo CF. remontaron en veinte minutos cinco goles en contra, consiguiendo con ello unas históricas victorias, cuyos ecos son rápidamente acallados por el resto de Manolos tipo A que rodean a este cenizo Manolo tipo B.

...

Al día siguiente, los compañeros de trabajo de Manolo, y particularmente su fiel amigo Paco, recibirán a Manolo entre vítores y aplausos... o entre bromas y pullas, dependiendo del resultado del partido del siglo de turno (cada tres meses hay un partido del siglo, lo cual demuestra la futilidad de la memoria humana...). Y Manolo, nuestro Manolo, deberá plegarse a interpretar el papel de sufridor o héroe que tanto le gusta jugar y que le aleja de su rutinaria levedad...

FIN.