A pesar de todo, ya no necesito pensar (hacia rato continuaba pensando en Ruben , parece que le ha ido bien, sino hubiese regresado), porque ella vio su silueta que se aproximaba por la otra acera, tranquila, segura de si misma, sapiente que la iba a encontrar a cualquier hora. De cualquier manera el estaba por llegar…"
Mariana y yo hemos vuelto al cabo de mucho.
Ahora que escribo estas lineas (que espero finales) nos encontramos en una heladeria. Despues de despacharse la mitad de su helado se ha quedado dormida. Todo este rato ha estado asi.
Yo tambien he terminado mi helado. Me fijo en el reloj: son once y media. Apenas si me queda media hora para entregar este cuentito que tengo aca al concurso. Una pareja de mi edad, la chica me queda mirando y me sonrie; no le devulevo la sonrisa; estoy buscando unas palabras para dar por concluido este relato ( lo mas probable es que la sonrisa no la dirige a mi sino a alguien sentado tras mio, es lo mas seguro).
Dejo el lapicero en la mesa.
Me parece que Mariana esta por fin desperezandose. La miro. Yo sonrio. Miro los papeles del cuento. Me da lastima.
-¿ A que hora nos vamos Gonzalo?
La vuelvo a mirar. Que linda es. Vuelvo a sonreir. Cojo por ultima vez el lapicero. Debe pensar que parezco un estupido: no importa. Advierto lo perverso que he sido con ella. A pesar de todo, me resulta divertido. Me es imposible contener la risa, aquella sonora carcajada imposible de contener, y me escucho responderle algo que sabia de antemano:
-Cuando acabes de comer tu helado. (Punto final, dejo el lapicero.)