Mario Madrigal Arcia. Mesa y Mujer. Acrílico 81x100 cm. 1998.

Pintura de Mario Madrigal Arcia

Erupciones de la Naturaleza

Por Marta Leonor González

Un paisaje con intensos cromáticos, es lo que tenemos a la vista cuando por primera vez conocemos un cuadro del pintor nicaragüense Mario Madrigal Arcia.

Sus primeros pasos en la plástica, están orientados hacia el grabado, en el que percibimos la colección de "Los jícaros" de los años 1980 y 1983.

Cabe destacar, que en estos años también le acompañan una serie de dibujos en plumilla con agua fuerte, y técnica mixta. Bajo la influencia de estas técnicas Madrigal Arcia, expone en la Galería Enrique Echandi en la ciudad de Costa Rica, es así como influye una etapa muy importante en su obra y da paso a la serie "Frutas objetos".

Madrigal Arcia, da comienzo a un ciclo de madurez y de identificación, las "Frutas objetos" son pinceladas en las que se descubre el erotismo y se sugiere la sensualidad del cuerpo humano.

Una serie en la que nos encontramos una pintura viva, gracia a la destreza de las técnicas del artista.

No obstante, el creador de estas frutas las convierte en partes del cuerpo humano, en objetos precolombinos y figuras bucólicas. Frutas que a su vez son paisajes nicaragüenses, trópico, mujeres con los vientres expuestos y sus vulvas en delato.

La plástica de Madrigal Arcia es única, posee códigos en cuanto a colores y motivos que hacen que su pintura pueda identificarse rápidamente.

Por otro lado, sus "Erupciones de paisaje", acrílicos, óleos, y grabados en agua fuerte, nos conducen a floreciente cosecha de frutas-objetos y volcanes, creación renovada de la vida, que le asegura un sitio en la pintura latinoamericana.

Preñados de nicaraguanidad, están sus cuadros, es evidente el paisaje lacustre, los muelles de Granada, los volcanes, lagos que nos sitúan en un paisaje poblado de vitalidad y movimiento.

El artista recrea esa naturaleza desde los 80, y la transforma, evocando la monumentalidad y la grandeza del paisaje nicaragüense, que transforma a través de su fantasía.

Un paisaje de azules intensos, morados, rojos encendidos, anaranjados colores que no encontramos en el paisaje natural, forman parte de la cultura plástica de su obra.

Los desnudos femeninos como una constante, evocan la fertilidad de la mujer, como una continuación del paisaje exuberante que lo rodea, convirtiendo una espalda en colina, o una pierna, un seno en montaña.

En cada óleo, acrílico de Madrigal Arcia vive la fábula con la que los receptores pueden ficcionar, una pintura de frutas gigantescas y emotivas.

Sus más recientes trabajos expuestos en la Galería Pléyades hasta el mes de enero de 1999, muestran lo telúrico de sus paisajes, lo áspero y agrietado de las texturas en los que se reitera la figura humana, y las erupciones de la naturaleza.


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