[ Al silencio ] - [ El valle de la inquietud ] - [ Los espíritus de la muerte ]

 

- Al silencio -

Hay cualidades, incorpóreos seres

que tienen doble vida y son espejo

de esa entidad gemela que dimana

de materia y de luz, sólido y sombra.

 

Hay un doble silencio -mar y costa-

cuerpo y alma. Uno mora en sitios solos

con nuevas hierbas; una grave gracia,

algún recuerdo humano, algunas lágrimas,

Quítanle horror, su nombre es "ya no más"

es el silencio corporal: ¡No temas!

Carece del poder de hacer el mal.

 

Mas, si el hado veloz (¡suerte imprevista!)

te presenta su sombra (elfo su nombre

que vaga en soledades, que no ha hollado

el pie del hombre), encomiéndate a Dios.

 

- El valle de la inquietud -

Hubo aquí, antaño, un valle callado y sonriente

donde nadie habitaba.

Partiéronse las gentes a la guerra,

dejando a los luceros de ojos dulces,

que velaran, de noche, desde azuladas torres

las flores y en el centro del valle cada día

la roja luz del sol yacía indolente.

Mas ya quién lo visite advertiría

la inquietud de ese valle melancólico.

No hay en él nada quieto

sino el aire que ampara

aquella soledad de maravilla.

¡Ah! Ningún viento mece aquellos árboles

que palpitan al modo de los helados mares

en torno de las Hébricas brumosas.

¡Ah! Ningún viento arrastra aquellas nubes,

que crujen levemente por el cielo intranquilo,

turbadas desde el alba hasta la noche

sobre las violetas que allí yacen,

como ojos humanos de mil suertes,

sobre ondulantes lirios,

que lloran en las tumbas ignoradas.

Ondulan, y de sus fragantes cimas

cae eterno rocío, gota a gota.

Lloran, y por sus tallos delicados,

como aljófar van lágrimas perennes.

 

- Los espíritus de la Muerte -

I

Tu alma, con sus sombríos pensamientos,

Se hallará sola en la siniestra tumba.

Nadie querrá saber lo que en secreto

Tu corazón y tu conciencia ocultan.

II

Sé silencioso en soledad tan grande,

Que no es tal soledad, pues te circundaban,

Los espíritus todos de la muerte,

Que ya en vida rondaban en tu busca.

Ellos querrán ensombrecerte el alma

Con sus negros arcanos y sus dudas.

Sé silencioso en soledad tan grande;

Cierra los labios cual la misma tumba,

III

Y la noche, aunque clara y luminosa,

Se tornará de pronto en cueva oscura;

Desde sus altos tronos las estrellas

No alumbrarán tu soledad adusta.

Mas sus rojizos globos sin fulgores

Han de ser a tu tedio y a tu angustia

Como incendio voraz, cual una fiebre

de los que la libre no has de verte nunca

IV

No podrás desechar los pensamientos

Ni las visiones que tu mente turban,

Y que antes en tu espíritu dejaban

la huella del rocío en la llanura.

V

La brisa, que de Dios el puro aliento,

Soplará en torno de la helada tumba,

Y en la colina tenderá su velo

La niebla vaporosa y taciturna.

Las tinieblas, las sombras invioladas

Símbolo y prenda son; hablan y auguran.

Sobre las altas copas de los árboles

Tiende el misterio su cerrada túnica.

 

 

[ Volver al inicio de página ]  [ Lovecraft ] [ Ir al menú "Literatura" ]

[ iNeRcIa by me ] [ Menú principal ]