Beto Cuevas y su nuevo look para 1999.

Gracias a Fraky por las fotos y la entrevista.
“Dejé atrás mis demonios”

El vocalista de La Ley, Beto Cuevas, dice que ha aprendido a superar la angustia de pasar tanto tiempo fuera de Chile y confiesa que aún no es momento para iniciar una carrera solista.

Por: Renato Castelli

De paso breve en el país antes de partir a Los Angeles, California, para proseguir con la grabación del nuevo disco de La Ley, su vocalista y líder, Beto Cuevas, se da tiempo para analizar las angustias que le ha impuesto la distancia entre Chile y México, base de operaciones del grupo.
El músico está calmado y reflexivo. Las dificultades parecen haberse resuelto con un fuerte trabajo personal, medicinas alternativas y el apoyo de su mujer, Estela Mora.
La argentina se encarga de “regalonearlo”, reconoce él, como hizo recientemente al celebrarle su cumpleaños número 32 con una fiesta que desbordó el pub La Feria.


¿Cómo ha sido tu doble vida entre Chile?
-Lo que pasa es que yo no vivo en México. Estamos instalados como grupo, con oficina, pero yo vivo en Chile. Es decir vivo en Costa Rica, Perú, en México, Argentina, en Canadá. No vivo en un país. Pero mi casa está acá. De hecho, estuve durante varios meses armando una casa en México y tratando de seducir a mi mujer para que se fuera, pero después me di cuenta de que no era buena idea.

¿No le gustó a ella la idea?
-Lo que pasa es que mi mujer tiene su cuento propio y respeta que yo viaje por todos lados. Así que debo respetar lo que ella tiene y no convertirla en un ama de casa en un país donde el machismo es preponderante y no tendría las oportunidades que tiene acá. Por eso viajo por lo menos nueve veces al año.

¿Te sientes solo cuando estás en México?
-Sí, echo de menos todo: mi casa, mi familia, mi hijo, mi nana, mis amigos, mis padres, mi perro, las calles de mi barrio. Pero cuando estoy acá echo de menos mis escenarios y mis cuartos de hotel. Me deprimo un poco, pero soy un sobreviviente.

¿A qué recurres?
-A medicina alternativa, tanto para un simple dolor de cabeza como para una depresión. He estado viendo todo lo que tiene que ver con las flores de Bach y sus propiedades curativas. Tiene mucho que ver con la fe que tú le pongas.

¿Eres depresivo?
-No, realmente, pero sí he tenido esos momentos de sentir que ha pasado un tiempo importante: una década con La Ley y cumplí 32 años. Son periodos donde te cuestionas muchas cosas.

¿Qué te preocupaba últimamente?
-Cuando tienes un hijo y estás tanto tiempo fuera, te cuestionas si es correcto estar tan lejos o si deberías sacrificar todo lo que tienes para estar con él. En todo caso, cuando vengo le doy todo mi tiempo. El también se ha acostumbrado a tener un papá que viaja. Llamo por teléfono todo el día y hablo con él después de que sale del colegio. Le demuestro que me preocupo de él.

¿Cómo superas esos momentos de separación?
-Desahogándome. Aprovecho mucho esos momentos de tristeza y angustia, con la guitarra y grabando con un aparato de bolsillo. Si se me ocurre una idea, la grabo. Además, tengo facilidad para llorar, aunque no sea públicamente. Eso me permite despojarme de cosas que me pueden causar enfermedades y de traspasarlo a canciones.

Manejas bien la tristeza.
-Nadie es ajeno a esos sentimientos. Creo que hay que aprender mecanismos de desahogo y no dejar una cagada como pegarse un tiro. Parece una solución válida, pero es terrible tanto para uno como para los que te rodean. Si estuvieras solo en el mundo podría ser, pero dejas a tanta gente marcada. Lo pensé, cuando era más joven, en el colegio.

¿Y ahora, más maduro?
-No, porque me he dado cuenta de que hay gente que la pasa mal y tiene fuerza para salir, que uno no puede ser tan ciego. Hay que ser bien hombrecito cuando la vida te pega tus remezones y tratar de aprender.

¿Cuál fue ese último remezón?
-Hay una cosa que me movió el corazón. Mi relación con mi hijo tiene que ver con la relación con mi padre. Uno va repitiendo esquemas. Mi papá viajó mucho en una época y yo me sentía un poco abandonado. Ahora entiendo que eso me distanció de él. Una de mis misiones es superar todas esas trancas que te alejan de tus viejos y tratar de acercarme. No me gustaría que cuando mi hijo fuera más grande no me diera pelota.

Se te ve más reposado ahora.
-Sí. Estoy en Chile, grabando un disco y desahogándome en muchos aspectos. Hubo épocas en que estuve más darki y eso se reflejó en “Vértigo”, con su temática más oscura, que hablaba del cliché del cambio, del fin de milenio y de toda la gente que creía que una nave gigante los iba a salvar. En esa época tenía yo mis propios demonios, que he ido dejando atrás.

¿A qué le temías?
-A las malas relaciones, a vivir fuera y quejarme más que agradecer. Siento que ahora me he iluminado, me he dado cuenta de que tengo muchas cosas. Uno se aproblema tanto por cualquier cosa. Cuando llevas más de un mes y medio fuera te conviertes en un extranjero con tu familia. Eso me desligaba y ellos se encargaban de hacérmelo ver porque me quieren.

Pareciera que eso lo has superado.
-Sí, ¿sabes qué pasa? Soy súper abierto con la gente. Viene una niña, me pide un autógrafo, se lo doy, la miro y le pregunto cómo se llama. Cuando eres conocido te viene un impulso de que debes ser bueno. Eso te hace cargar con la onda de mucha gente y te absorbe un montón de energía. Además, hay mucha gente que te rodea que no necesariamente te quiere, sino que te tiene envidia.. Eso me ha pasado y me baja un poco la energía. Por eso he recurrido a medicina alternativa antes de siquiatras o sicólogos que me den medicamentos para que ande dopado, lo que es peor. Creo que es una cosa de fe, de tener una motivación para cambiar.
En este momento, Beto Cuevas advierte el cariz medio dramático que ha tomado la conversación y acota, con risas: “En todo caso, no estoy ni cerca de cantar canciones evangélicas ni nada por el estilo”.

¿Cuál es el papel de Estela Mora en este proceso de superar tristezas?
-Ella es mi mujer, mi compañera y una persona que me escucha mucho. A pesar de que se piense que influye mucho en mis decisiones, ella es súper cool: últimamente le he pedido consejos y ella quiere escucharme. Nos hemos convertido en muy buenos amigos aparte de ser pareja. Hemos desarrollado, puede ser que con la distancia, una relación que va más allá de la pasión intrínseca.

¿No es ella la que domina tu carrera?
-Existía esa percepción, sobre todo cuando se fue nuestro manager, Alejandro Sanfuentes. Salió una nota que sugería que ella era la Yoko Ono de La Ley. Las decisiones las tomo yo y a mí ella ni siquiera me sugiere lo que debo hacer. Estela se ha puesto cada vez más sabia porque tiene claro que aunque me diga que la estoy cagando, yo soy el que va a decidir. Ahora no existe tanto ese cuento: lo que circula es que yo soy el hijo de puta, el dictador de La Ley. Tampoco me molesta.

¿Qué te molestaría?
-Que dijeran que soy el tontito de La ley. Por último, la imagen del malo es de respeto. Y eso me protege de la gente mal intencionada.

¿Ya sabes bien quién es quién?
-Cada vez cacho más. Ahora miro más a la gente a los ojos y así se pueden saber las intenciones turbias. Me he ido poniendo más brujo.

¿Cómo te ves en 10 años más?¿Todavía como una estrella del rock?
-Me gustaría distribuir mejor mi tiempo, pero no me imagino en una casa en la montaña, viviendo con mi familia todo el año. Me imagino más maduro, íntegro mental y físicamente, y haciendo cosas a nivel creativo. No te podría decir que me imagino como estrella de rock. Pero sí quiero hacer una película.

¿Una película?
-Me gusta escribir guiones y tengo un montón de ideas. Además, he conocido a mucha gente del área. Así que algo de eso haré.

El dolor ante la crítica.

Beto Cuevas niega enérgicamente que ejerza su liderazgo en La Ley con método dictatoriales. “Si fuera dictador no le pediría su opinión a nadie y haría lo que se me ocurre. No es así. Soy el líder del grupo, no solamente porque soy la cara, sino que porque me he tomado a pecho defenderlo. El día que no me interese más y quiera ser dictador, me hago solista. Y no tiene nada de malo quiera hacerlo”.

¿No es el momento?
-No todavía. Me interesaría hacerlo algún día y sacarme esa espina.

La experiencia en el disco de homenaje a Neruda fue importante para ti.
-Fue una buena experiencia porque me encanta el poeta y porque él fue incomprendido en Chile. Salió de Chile para triunfar... aunque yo no me siento tan gran artista como él.

Y tampoco has sido tan incomprendido en Chile.
-Sí, un poco. No lo digo por la gente, sino que por los medios. Cuando sacamos el disco “Vértigo” en otros países se destacaban la temática, las formas y la experimentación. Pero aquí fue una reverenda cagada para algunos críticos. Eso me duele porque no estamos siendo bien considerados por el trabajo.

¿Realmente te han tratado tan mal?
-En estos años hemos logrado como grupo cierto nivel. Y eso no ha sido muy tomado en cuenta. Yo aprendo de las críticas, pero cuando son mal intencionadas y cuando reflejan la antipatía personal que el autor siente por mí, no las valido. Entiendo que nuestra música no le guste a todo el mundo, pero creo que merecemos respeto.
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