Chilenos
Beatriz lloraba en la plaza un 28 de
Septiembre
y el viento llevaba lejos hojas tristes
solamente.
La bandera medio izada, campanas doblando
a réquiem.
Ayer era un magnetismo poderoso de La
Habana, que bajito sollozaba.
El exilio es un camino difícil de contra
marcha
penitente y arraigado.
Me regalaron a Victor, supe de Violeta
Parra.
Y en Alamar los balcones una cueca
susurraban
y Neruda fue el poema 20 de la madrugada.
Y a dónde fuiste a dar con tu equipaje
de sol
a mi tierra, señor.
Con sus casitas pequeñitas y con balcón
y cartilla, señor
palomar de la tristeza y en sueños poder
volver.
Tus hijos van de rojo a la escuelita
mejor
pañoletas de amor.
Perdieron el acento y la admisión al fútbol,
ahora juegan béisbol
con negritos cenicientos, a la hora de
los recreos.
Algunos no entendieron ese status de
extranjero
y se fueron a buscar algo mejor.
Cada uno por su banda fueron a parar a
Holanda
o países de una nórdica región
pues de momento allí no hay
racionamiento
y hay autobuses vacíos, y el calor es más
pasable que en el mío.
Me enamoré del charango y de mujeres
chilenas.
Y me aprendí en las noche el misterio de
las quenas.
Y supe de los suicidios y de las cartas
que llegan.
Y adiviné la esperanza bajo la humedad
eterna
de aquellos ojos canela.
Discuten en sus peñas las ideas con que
sueñan
La política, la vida y el folklore
y a veces no hay concilio el parlamento
en el exilio
tiene mesas separadas por partido, casi
nada.
Muchas veces no concuerdan
y mi mente nunca llega a comprender esos
matices de la izquierda.
Pero todos se alegran al saber que en
Isla Negra
los amantes graban protestas de amor.
Que se oyen como el rayo las casuelas en
Santiago
y que el sur será posible con valor.
como un delirio, creer en el des-exilio
y el imperio de los buenos chilenos.