Su Música
Aunque desde hace mucho tiempo es una música que se interpreta en todo el país, Apure se presenta ante los ojos de los venezolanos como la tierra por excelencia del joropo. La música típica del apureño es el joropo y Apure es probablemente el territorio más cantado, celebrado y mencionado en las grandes composiciones que definen el género.
No existe un solo tipo de joropo, existen muchas modalidades que han ido surgiendo a lo largo del tiempo. En los Llanos Occidentales, por ejemplo, a las formas primigenias según los estudiosos, presentes en el galardón, el pajarillo, y el númerose le han agregado variantes como el zumba que zumba, la periquera, el gabán, el seis por derecho. el gavilán, la quirpa, la chipola, el corrío, el cunavichero. el quitapesares, y el propio pasaje apureño, la representación llanera por antonomasia, entre otros.
El joropo se interpreta básicamente con arpa, cuatro y maraca, más la voz. Sin embargo, en Barinas, Portuguesa y en parte de Apure no se usa el arpa sino la bandola como instrumento contrapuntal. Y el contrapunteo en sus diversas formas es parte esencial del joropo.
Hay dos contrapunteos: el que se produce entre los instrumentos y la voz -el arpa o la bandola inician las frases que son retomadas por la voz para llevarlas a su desarrollo final- y el que se produce entre dos o más cantantes a partir de la improvisación de versos y coplas, uno de los rasgos particulares de este género musical.
En Apure el joropo ha alcanzado momentos de esplendor en figuras como Ignacio "Indio" Figueredo, Adilia Castillo, Eneas Perdomo, Juan de los Santos Contreras (El Carrao de Palmarito) y en un extenso número de figuras de brillo nacional muy amplio para nombrar en este breve espacio. Todos los años, en la población de Elorza, se realizan unas fiestas, ya legendarias por la canción "Fiesta en Elorza" donde el joropo cobra vida y el contrapunteo recuerda una vez más una tradición que se remonta al siglo XVII, y remite a viejas canciones y bailes españoles.
Bibliografía.
Argenis Méndez Echenique: Historia regional del estado Apure, Academia Nacional de la Historia. Caracas. 1995.
Rafael Salazar: Del joropo y sus andanzas. Disco Club Venezolano. Caracas. 1992.
Entre las tantas y variadas tradiciones que hacen de Lara uno de los estados culturalmente más ricos de Venezuela, el Tamunangue o Baile de los Negros de San Antonio ha sido durante mucho tiempo algo así como su manifestación emblemática y la que mayor difusión ha tenido a escala nacional e internacional.
Como su nombre lo indica, la fiesta se realiza en honor de San Antonio de Padua y es, sin duda, una de las más elaboradas entre todas las manifestaciones de la religiosidad popular venezolana.
AI concluir el servicio religioso con el que se celebra el día del santo, la imagen de San Antonio es sacada de la iglesia en andas especialmente engalanadas para la ocasión, seguida de los músicos y los miembros de la cofradía encargada de organizar la festividad.
Es entonces cuando comienza el ceremonial que incluye varias etapas. Primero, La Salve y la Batalla. En la primera se recitan oraciones y se canta La Salve con toda solemnidad en un recorrido que visita altares en la casa de miembros de la cofradía ya fallecidos. En la segunda, se pone en escena una danza simulacro de lucha de garrotes o de palos que llevan en la mano cada uno de los bailarines o batalleros.
Terminado el simulacro la procesión continúa y regresa a las puertas de la iglesia, donde se improvisa un altar para San Antonio, en la mesa se colocarán varitas que cada bailarín llevará consigo mientras hace su pago de promesa, y se abre un espacio para la celebración de la danza que consta de siete etapas o sones. Estos son: La Bella, El Yiyivamos, La Juruminga, La Perrendenga, El Poco a Poco, El Galerón y El Seis Corrío. Cada uno tiene un juego coreográfico particular que va desde la simulación de diversas formas de cortejo y galanteo, pasando por burlescas caricaturas de relaciones de poder y dominación entre la pareja, hasta la realización de complejas figuras entrecruzadas entre tres parejas de baile.
La música del Tamunangue es de una gran riqueza rítmica y melódica y se ejecuta con un tambor similar al cumaco, maracas e instrumentos de cuerda como el cuatro y el seis cordófono muy popular en la región.
Bibliografía
Daría Hernández y Cecilia Fuentes: Fiestas tradicionales de Venezuela, Caracas, Fundación Bigott, 1991
En otros tiempos era frecuente escuchar entre los barineses una expresión con la que hacían referencia a los tiempos pasados: "...de cuando los bandolistas se estorbaban", solían decir. Con esa frase no hacían otra cosa que destacar el gran número de pobladores de Barinas que en el siglo pasado eran intérpretes de la bandola, un instrumento cuya ejecución es compartida con otros estados llaneros, especialmente con Apure y Guárico, pero que en distintas épocas ha encontrado en Barinas su mayor expansión y su más elevado número de ejecutantes.
La bandola es un instrumento que, según los historiadores, arribó a nuestras tierras alrededor del siglo XVI traída por los españoles, quienes a su vez la habrían heredado de las diversas familias de Laudes que los árabes llevaron a España durante los varios siglos de su dominación en la península Ibérica.
En Venezuela, en la actualidad, se encuentran varios tipos de Bandola: la Bandola oriental, de cuatro cuerdas dobles, la Bandola tachirense, de seis cuerdas, algunas dobles y otras triples, y la Bandola llanera, de cuatro cuerdas simples. La oriental y la llanera, difieren también en el tamaño y profundidad de la caja de resonancia. La caja de resonancia de la bandola oriental es más grande y profunda, y con sus cuerdas colocadas en órdenes dobles, se utiliza en los estados Sucre, Anzoátegui y Nueva Esparta donde también recibe el nombre de bandolín. La bandola llanera, en cambio, la empleada en Barinas, se caracteriza por una caja de resonancia más pequeña y por el orden simple en el que van sus cuerdas. La bandola se utiliza como instrumento solista o como acompañante de cantantes y copleros para interpretar los más diversos géneros del llano: golpes, pasajes, corridos y tonos de velorio, entre otros.
Al igual que el arpa, y en muchos casos como su sustituto, la bandola es acompañada de cuatro y maracas y resultan un instrumento excepcional para la ejecución de lo que ha sido considerado como el baile nacional, el joropo.
En Barinas la bandola ha encontrado alguno de sus mejores intérpretes entre quienes destacan Arévalo Tapia "Don Julian", Octavio Calderón, y el gran impulsador e innovador del instrumento, Anselmo López. De Barinas también es originario Mizael Montoya, el más conocido e importante constructor del instrumento. Y de Barinas, guiado por Anselmo López, se ha nutrido Saúl Vera, continuador de la tradición en la ciudad de Caracas.
Bibliografía:
Salazar, Rafael: Del joropo y sus andanzas, Caracas, Disco Club Venezolano, 1992.