Sólo la última de estas tres reglas de oro se cumple rigurosamente
durante la hora y media en la que el rock´n´roll animal y padre
de familia permanece sentado -se para una vez para buscar unos cigarrillos
que no están por ningún lado y otra para revolear una cajita
de insectos chinos de fantasía que parecen vivos- en un butacón
azulado para desnudarse frente a la soledad (su futuro como solista) y
la paranoia (la convivencia ya no tan sagrada con el resto de los Ratones).
Dice primero: "De hecho, nunca estuve muy acompañado. El único
lugar en el que no me siento solo es el escenario. El otro día pensaba
lo importante que sería para mi poder establecer toda mi vida ahí.
Llevar la oficina, el living, el baño y la cocina al escenario.
Esa es mi utopía". Y después: "Cuando yo tenía doce
años y pensé en la palabra paranoico no sabía nada.
Ahora sé que es un asunto más serio. Es terrible... aunque
venga Carlitos Balá sentís pánico por todas partes''.
Las cosas están así, entonces. Los Ratones Paranoicos
parecen no haberse repuesto nunca del "chutazo de popularidad" post-Rolling
Stones, cuando 300.000 personas los vieron en los conciertos en Rìver.
Pasaron más de dos años desde entonces y las señales
públicas más fuertes que dio el grupo fueron su presencia
con "Vicio" en los treinta puntos de rating de la apertura de Videomatch,
y Planeta paranoico, un álbum por el que la Sony invirtió
250.000 dólares y con el que el grupo falló en sumar otro
hit a la notable cadena que va desde "Enlace" hasta, justamente, "Vicio".
La cortina sigue ahí porque "el tiempo de que la gente identifique
al grupo con eso ya pasó" y Juanse cobra dinero por eso ("tarde
pero bien"). Y Sony, dice, todavía no les devolvió el contrato
por el que tienen que grabar dos discos más. Hubo una gira mexicana
con sabor a obligación promocional y hay la promesa de un unplugged
MTV para el que tal vez sea el grupo menos MTV de Argentina después
de los Redondos. Mientras, la publicidad radial va y viene: "Condenados
a estar juntos, nunca se alejaron del rock. La energía es nueva.
Los Ratones Paranoicos, la mejor banda de rocanrol. Sábado 16, estadio
cubierto de Vélez", así dice.
-Diez años atrás dijiste que tu sueño era que
los Ratones Paranoicos se transformaran en una leyenda. ¿Ya están
para eso?
-Lo único legendario nuestro, el milagro, es que hayamos durado
tanto tiempo. Tal vez en un futuro el grupo sea una leyenda, nada más
que una leyenda.
-¿Cuánto más pueden durar?
-Eso no depende de mi solamente. Yo estuve ocho años sin salir
de vacaciones, estoy saturado. La pasé fantástico pero prefiero
concentrarme en el estudio. No sé que pensaran los otros miembros
del grupo.
-¿Cómo? ¿No hablan?
-Y, hablamos poco... mejor que hablen nuestros instrumentos.
-¿Como funciona un grupo si no hablan entre ustedes?
-Perfecto. Sin hablar.
Desde hace un año y medio, Juanse ha pavimentado una fuga a
la supuesta condena de la que habla el aviso. Sus correrías con
Pappo, Charly García o Gabriel Carámbula dieron con la autopista
a su carrera solista, que empieza con un disco inminente llamado Expreso
Bongo, un homenaje a la película que le cambió la vida a
su adorado Andrew Loog Oldham, y termina aún no se sabe bien como.
Por lo pronto, ha tomado algunas decisiones. Ninguno de los demás
Ratones participa en el disco, está audicionando gente para una
eventual banda que toque "su" material y estableció una sociedad
con Cachorro López, el productor artístico del disco. ¿Por
qué uno de los cruzados más vehementes de nuestro rocanrol
elige a un hacedor de éxitos pop como Diego Torres?. "Es bueno en
lo que hace y es una garantía de éxito interno para mí.
Yo confié en él para mostrarle mi material, nos juntamos
sin que nadie nos diga nada y quedó algo espectacular". ¿Y
la banda paralela? "Mi intención no es salir a tocar el disco pero
si viene alguien y me ofrece algo interesante lo voy a hacer".
-¿Estás en condiciones económicas de dejar de
tocar?
-Yo, si quiero, no toco más. Pero siempre voy a estar tocando
algo... pero no "Algo" el tema de los Beatles (lo dice por "Something"
de George Harrison).
-¿Cuando seas grande querés ser Charly o Spinetta?
-No, qué me decìs. Charly hay uno solo, Spinetta hay
uno solo y tal vez algún día yo sea uno solo.
Entonces entre el Juanse solo y el paranoico hay una brecha cada vez
más grande. Los Ratones necesitan tocar para mantenerse vivos y
el prefiere refugiarse en el estudio. El grupo dejó a su manager
histórico, Edgardo Moré, hace ya un tiempo y Juanse lo elige
para que maneje esta incipiente vida solista. Ha estado, al fin, hablando
de "ellos" y "yo" sin inmutarse, sentado en un butacón azul. "Todo
esto del disco solista es como darnos un cachetazo", dice, los ojos apuntando
a la ventana.
-¿No será que les das un cachetazo vos a ellos?.
-No... yo también soy el grupo. Me lo estoy dando a mi también,
quiero despertarme... tal vez despertemos algún día.
-¿Pueden haber Ratones Paranoicos sin Juanse?
-Eso hay que preguntàrselo a ellos.
-Además de no hablar dejaron de funcionar como unidad musical...
-Eso te lo voy a contestar después del 16 de agosto. Ahora no
puedo responder...
-¿Cabe la posibilidad de que ese sea el último recital
entonces?
-Could be the last time (contesta en inglés, citando una canción
de los Stones). Puede ser la última vez. En todas las bandas hay
conflictos; el tema es como los administrás. Los Stones nunca dijeron
que se separaron y estuvieron siete años sin tocar.
-Un futuro tipo Riff...
- No, son casos distintos
-¿Qué va a pasar, entonces, el 16 de agosto?
-No lo sé. Tenemos que evaluar como vamos a seguir juntos.
Fernando García