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1982

Las paredes y sobre todo los kioscos de revistas de Villa Devoto, Villa del Parque y alrededores habían sido invadidos por un extraño fenómeno. Los vecinos más senzibilizados por los embates de la entonces exhausta dictadura militar, conjeturaban que podía tratarse de un comando parapolicial. La "inteligencia" uniformada especulaba sobre la posibilidad de que fueran terroristas. Un gran periódico argentino, pronto los incluiría dentro de la bolsa de las incipientes y amenazadoras patotas. Por supuesto, ellos no tenían nada que ver con eso; pero tampoco les interesaba demostrarlo. Juan Sebastián Gutierrez y Pablo Memi (con la inestimable ayuda de Pablo Cano) sólo buscaban, con esas pintadas callejeras, pegar el primer grito. Ratones Paranoicos era el lema unificador sin demasiada consistencia musical todavía, pero con la suficiente fuerza espiritual como para mantener la ilusión latente.

Ellos eran producto de una alquimia interesante: buenas familias, una relación espantosa con el colegio y las autoridades, y mucha calle. En el colegio Copello, Juanse, Pablo Memi y Pablo Cano (luego Sarcófago), competían por ver a quién expulsarían primero. Habían formado dos bandas de corte netamente rockero, cosa que los diferenciaba al instante del movimiento que se estaba gestando a nivel nacional.

Juanse y Pablo Memi, integraban "La puñalada amistosa", junto con Gabriel Carámbula. Sarcófago tocaba en "Oxido". Como "La puñalada amistosa" no tenía sala en donde ensayar, lo hacía en lo de "Sarco", aunque para eso, debía esperar que terminaran las interminables zapadas de "Oxido". Cuando a Juanse lo echaron del Copello primero y del Evangelista después, recaló en el Pellegrini de Caballito donde iban a parar quienes no eran admitidos en ningún colegio.

Allí conoció al que sería el primer batero de los Ratones, Fabián Uñiz. En 1982, Juanse, Carámbula, Memi, y "dedo negro" Uñiz, hicieron sus primeros shows en la Universidad de Belgrano y el Teatro del Plata. Ya se vislumbraban problemas musicales con la banda. Juanse cuenta "estábamos de vacaciones y Carámbula me dijo que quería que el grupo sonase más metálico. Le contesté que de ninguna manera, que no iba a hacer un tema metálico en mi vida, que lo nuestro era el rock n' roll".


1983

Luego de este encontronazo de personalidades muy fuertes, Gabriel se fue del grupo. Probaron decenas de guitarristas, pero ninguno los convencía. Carámbula era demasiado bueno como para cambiarlo tan facilmente. Sin embargo, lo que necesitaban no era un violero espectacular y pirotécnico, sino un guitarrista con onda. Sarcófago zapaba con ellos, salía de joda con ellos. Casi vivía con ellos. Sólo faltaba oficializar su ingreso al grupo. Pero era muy colgado. Y Uñiz no lo quería. Para Juanse, sin embargo, era "El" guitarrista. A todo esto, Uñiz era más colgado que Sarco, por lo que Juanse y Memi tomaron la decisión: un día "dedo negro" se olvidó de ir a buscar su batería y sus "amigos" la vendieron para comprarse "siete gramos". Sarcófago entró oficialmente a los Ratones y entonces, lo que hacía falta era buscar un batero. Esta época de indefiniciones, coincidió con el furor de los graffitis, que se hacían, según Juanse, "para compensar la falta de personal".

Por un aviso en la flamante "Segundamano", apareció Roy, quien había vuelto a tocar la batería luego de un largo período de inactividad. Ese era el tipo que necesitaban, después de probar muchos (virtuosos o ineptos) sin la onda necesaria. Casi inmediatamente en noviembre, se produjo el primer show oficial de los Ratones con la formación que hoy se conoce. La cita fue en "McBaren", un local de Villa Devoto adónde se "mandaron" unos 50 incondicionales, todos amigos del barrio. El recital fue un descontrol (se relata en PRIMER SHOW), pero sirvió para que el público terminara de conocer los primeros temas del grupo: el "Rock del pedazo" (la primera canción compuesta por Juanse, a los 16 años), "Descerebrado", y "Autocine", entre otros.


1984

La vida de los Ratones se convirtió en un ida y vuelta de aventuras, peleas y reconciliaciones. Lo echaron a Sarco porque no se ponía las pilas. Tocaba con una guitarra prestada, no tenía amplificador, dormía todo el día o andaba divagando por ahí. Juanse cuenta que "un día fui a buscarlo. Mientras subía las escaleras para llegar a su pieza, escuchaba un ruido constante. Cuando entré, vi que era la guitarra que estaba acoplando con el equipo. ¿Sarco? andaba colgado, en plaza..." Después de un tiempo de incertidumbre, Sarcófago vendió el Fiat 600 en el que se movilizaba y se compró una viola Fender y un equipo Marshall. Era la señal que hacía falta. Para entonces Memi, a escondidas, le había propuesto a Sarcófago de formar otro grupo. Juanse se enteró y los convenció de que debían seguir unidos.

 Las complicaciones, no obstante, aumentaban. La familia Memi decidió "desalojar" a la banda de su hogar, que hacía las veces de sala de ensayo. Es que cada "reunión" implicaba, practicamente, una toma de la casa. Consiguieron algunos shows, como el de "Pin Up" y el de "Twist y gritos", pub que fue clausurado después del "recital paranoico", debido a que del edificio de al lado, un albergue transitorio, se quejaban por "ruidos molestos". En esa época tocaban temas aún ineditos, como "La orden de Dora", "Son vecinas" y "Registrarme", además de otros como "Autocine", "Sedán" o "Cansado" (grabado este último en "Hecho en Memphis").

Tocaban, tocaban. Tenían un puñado de fieles que los seguían a todas partes, pero no pasaba nada. Tiempos de dispersión, por otro lado. Le llevaron un demo casero al productor Gustavo Gauvry, primo de Pablo Memei y dueño de los estudios Del Cielito. No le gustó ni medio, pero Héctor Starc le sugirió que lo escuchara mejor, que tenían algo especial. A él le había seducido una parte del tema "Bailando Conmigo", que decía "Tu nena, está caliente / yo sé quién la atiende".

Grabaron otro demo, y Gauvry cambió de parecer. Esa música no tenía nada que ver con lo que se estaba haciendo. No era "modernosa". No tenía nada de técno. Rock n' roll, rhythm n' blues, Rolling Stones, ninguna relación con la camada de los nietos de los Beales y los hijos de The Police. 


1985

Mientras se tramitaba la grabación del disco, la impaciencia aumentaba. Tocaron en lugares de terror, como La Alcantarila, donde para ir al baño había que subirse al escenario que, por otra parte, estaba invadido por policías de civil. En distintos momentos se fueron de la banda Roy y Pablo, desencantados pero luego volvieron. En la batería, había entrado temporaneamente Jape, responsable de la rítmica de "Rainbow". Juanse le dedicó "Carolina", de reciente composición, a su novia. El Futuro del grupo era incierto... 

1986

Se editó por fin "Ratones Paranoicos", una cruda selección de temas, de la cual quedaron algunos clásicos como "Sucia Estrella". El álbum fue presentado en el Teatro Santa Marta, donde metieron 300 personas. El promedio de ellos era de 50 "cabezas", así fue que, practicamente sin difusión, con afiches caseros y boca a boca, la hinchada estaba creciendo. El 20 de Septiembre de ese año, vísperos de primavera, salieron a buscar un lugar para tocar. Encontraron un local cerrado, convencieron al dueño para que lo abriera y convocaron a un recital para la noche. El lugar, Shout, ubicado en Sucre y Montañeses, se llenó de "punkies". Allí, Juanse inició el ritual de tirarse al público, aunque fue por una circunstancia fortuita. En medio del show, el cantante vio que le estaban pegando a una chica y se arrojó del escenario para calmarlos ánimos. El público quedó alucinado. 

1987

El grupo tenía infinidad de canciones que se habían acumulado por el retraso de la salida del primer disco. Ya querían grabar otro, porque de "Ratones Paranoicos", se habían vendido tres mil placas y nadie sabía cómo. O mejor dicho sí: a fuerza de tocar. Se presentaban fin de semana por medio en Montana de Flores, y pronto cada integrante se las rebuscó para conseguir un lugar donde actuar. Roy consiguió "Number One" de la Salada; Gauvry, "Pinar de Rocha" y Juanse "Arena" de Belgrano. Un ranking de mayo de 1987, los ubicó en el puesto 47. Se inició una serie de shows en "Prix D'Ami". Allí los conoció Charly García, quien quedó impactado por la polenta de la banda. Le gustaba sobre todo el tema "Sucia Estrella" y subía a zapar con ellos. Los Ratones no tenían nada que ver con el rock nacional, aunque eran bien de acá. Empezaban, sin embargo, a relacionarse con sus ocacionales colegas. Con algunos, por supuesto. 

1988

Editaron "Los chicos quieren rock", disco que marcó algunos cambios con respecto al primer álbum. Demostró la madurez alcanzada por la banda. Ya no rodo era crudeza y seductora desprolijidad. Este disco dejó como legado excelentes canciones de rock, con más melodía como "Carol" y con una fuerza irresistible como "Enlace". Todos ellos, más "Ceremonia en el hall", "Rainbow", "Una noche no hace mal" y "Sucio gas", entre otros, hoy ya son clásicos del grupo. El 4 de junio tocaron en el teatro "Fenix" de Flores y ratificaron un paulatino aumento de popularidad. El festival por los cinco años de democracia, realizado en la avenida 9 de Julio con la participación de Charly García, Fito Paez y Paralamas, entre otros, los tuvo como uno de sus números más atractivos. Los tiempos estaban cambiando. 

1989

El peor año para muchos argentinos. Hiperinflación, saqueos, compañías discográficas que cancelaron los contratos de muchos artistas, la mayoría de ellos jóvenes. Tiempo de elecciones, también. Los políticos trataban de sacar rédito de cualquier lado, y esta vez, el rock fue el blanco elegido. Se organizó una maratónica "Gira por Angeloz", que nucleó a varios de los más renombrados músicos nacionales: Charly García (quién sólo actuó en la etapa porteña del tour), La Torre, el flaco Spinetta y los Fabulosos CAdillacs (quienes no obstante, hicieron público su repudio a las leyes de obediencia debida y punto final, dictaduras durante el gobierno de Raúl Alfonsín). Los Ratones también fueron contratados. Era una excelente oportunidad para mostrar su música por todo el país. Lo hicieron con una visión un tanto ingenua de las circunstancias que rodeaban ese hecho político-musical.

 Juanse se encargó de a aclarar que "nuestro público vive al margen de los aconteciemientos políticos". Sin embargo, comenzó la polémica acerca de la identificación rockera con los partidos políticos. Juanse salió al cruce de todas las versiones echando más leña al fuego, pero dejando las cosas claras. Declaró a la revista El Porteño: "yo no soy radical, soy independiente. Estamos acá por un contrato (...) Si me lo hubiera propuesto Menem aceptaba igual, si lo hacía Mussolini, también". Indignados por esa "violación" al "espíritu" de la convocatoria, los organizadores decidieron cancelar la actuación de los Ratones en el último show de la gira que se realizó en Córdoba. Sólo había sido una fase desafortunada. La banda no necesitaba ratificar su vocación democrática. Su público lo sabía.

 Entre julio y agosto de ese año grabaron "Furtivos", que presentó en sociedad al himno (o uno de los himnos) de los Ratones: el "Rock del Gato". Cuenta Juanse, que antes de registrar ese tema, "el disco estaba bueno, pero le faltaba un hit, algo que pegara e hiciera mucho ruido. La canción salió en cinco minutos un día que se retrasó un ensayo porque ibamos a grabar con Gauvry. Estaba solo y afiné en sol una acústica que me había comprado. Se lo dediqué a la mujer que estaba viviendo conmigo. Los mejores temas de los Ratones salieron así, indistintamente. Eso me pasó también con el "Rock del pedazo" y "Descerebrado"". El álbum contenía también otros temas de interés, como "Caballos de noche" y "Paren de correr", además de la participación de Hipólito Gutiérrez, padre de Juanse, en los arreglos de "Hay Sábados". El cantante "paranoico" declaró entonces a Página/12 que "mi viejo es uno de los compositores más destacados en la música polifónica. Lo respeto muchísimo y recién ahora, me animé a pedirle que colabore con nosotros".

El 25 de noviembre se produjo el debut en obras, algo que se veía venir, y que significó el lógico corolario de siete años de sacrificios. Juanse reconoce que ese show, que reunió a más de cuatro mil fans, "fue uno de los que más me shockeó. Estuve todo el tiempo emocionado". Ese año le dio otra alegría al cantante: la posibilidad de ver, en vivo y en directo, a los mismisimos Rolling Stones. "No quiero morirme sin verlos", repetía siempre, y no se quedó con las ganas. Presenció el concierto de los Rolling en el "Shea Stadium" de New York, en el marco de la presentación de Steel Wheels. "Los primeros cuatro temas no los ví -reconoció después- estaba obnubilado. Yo sabía que eran impresionantes, pero me volaron la cabeza. Cuando terminó en show, la gente se fué y yo me quedé ahí, sentado sin hablar, sin hacer nada. No podía reaccionar". 


1990

La banda cambió de sello. El éxito evidenciado el año anterior avivó a las multinacionales, algunas de las cuales les habían cerrado los caminos seis años atrás. Firmaron contrato con CBS y emtregaron su primer disco "Tómalo o Déjalo", un album de transición que dejó el clásico "Juana de Arco" y un puñado de canciones interesantes, aunque sin la magia de las anteriores y de las que vendrían luego. 

1991

Después de un histórico show en obras realizado el 16 de Mayo, en el que homenajearon a los Rolling Stones, el azar, la casualidad, o simplemente la buena estrella le dieron el puntapié inicial a una etapa inolvidable para el grupo. Si alguna vez soñaron en voz alta habrán dicho, mezclando de ilusiones personales y profesionales: "Si Andrew Oldham nos produjera un disco...". Siempre habría quedado en eso, en una expresión de deseos. El primer productor de los Stones, el que moldeó su imagen, su estilo y también, (aunque algunos digan lo contrario), su evolución musical (¿quien sino le encontró la vuelta a "Satisfactcion" para que se convirtiese en himno rockero?), pareció demasiado lejos de una banda argentina que hacía rock n' roll. Un día Juanse encontró en la valija del ingeniero de sonido Mariano Breuer, una partitura. Cuando descubrió que pertenecía a Oldham, se volvió loco. ¿De dónde lo conocía a Breuer? ¿Qué esperaba para hacerles un contacto? Finalmente, no fue el técnico quien sirvió de intermediario, sino Carchorro López. Ambos conocían a Oldham de un viaje que habían hecho a Colombia, residencia del productor desde hacía varios años. Juanse no dejó tranquilo a Carchorro hasta que éste le juró que haría la conexión de los Ratones. Llegaron cassettes e información de la prensa a la residencia de Oldham, y el tío Andrew, pensó que se podía realizar algo bueno con esos chicos. Es más ofreció producirlos. Es más, bajó a Buenos Aires para hacerlo. Los casi tres meses que demandó la grabación de lo que sería "Fieras Lunáticas", resultaron al mismo tiempo un jolgorio y un parto. La emoción de estar con un maestro en serio por un lado, y el profesionalismo al ultranza de Oldham que hizo sufrir a los Ratones en sesiones interminables, dieron como resultado un disco formidable. La tensión acumulada, los nervios y el stress, le hicieron bien al album, que fue un compendio de rock n' roll, rhythm n' blues y buen gusto. Temas como el "Rock del Pedazo", "Ya morí" y "Cowboy", arrasaron todas las defensas y, el producto global les dió el certificado de masividad que merecían. "Fieras Lunáticas" lleva vendidas hasta hoy, octubre de 1993, noventa mil placas y provocó un "efecto arrastre", que llevó a albums anteriores como "Enlace" (recopilación de los primeros éxitos), a vender casi 30 mil unidades.

 Ni bien apareció "Fieras...", efectuaron la correspondiente presentación en Obras, quizás algo apresurada porque el público practicamente no conocía el material grabado. No obstante, llenaron el estadio de la Avenida del Libertador sin problemas, rafirmando una vez más, su poder de convocatoría.

 


1992

Fue un año sin producción discográfica (salvo la edición del EP "La Nave") pero con muchísima actividad. Un año de "emociones fuertes". La presentación en Obras, el 25 de abril de ese año, ante un público enfervorizado, con Charly García y Juanse cantando a duo el "Rock del Pedazo" y el clásico de Sui Generis "Mr.Jones", fue solo el comienzo. El espectacular show para ocho mil espectadores brindado en el Centro Municipal de Exposiciones (nadie daba mucho por la asistencia de los fans a esta fecha, porque poco tiempo atrás habían hecho Obras), fue la natural continuación del excelente momento que vivía la banda. También hubo una interesante visita promocional a Colombia y una gira lunática que los paseó por veintidos ciudades del interior de la Argentina. A la vuelta, Juanse y Pappo empezaron a juntarse más seguido para zapar. Surgió la Juanse & Pappo Roll Band, que amenazó con sacar un disco (todavía está pendiente), pero... todavía faltaba la yapa: se confirmó que antes de fin de año, bajaría a la Argentina nada menos que Keith Richards. Los Ratones eran número puesto para hacer de soporte de su show, pero la confirmación tardó más de lo deseado. Múltiples especulaciones ponían nerviosos a los músicos y a los fans. Sarcófago decía, resumiendo un sentimiento generalizado: "Si llegan a poner a otros, nosotros vamos y los bajamos del escenario". No hizo flata. Como era de esperar, el 7 de noviembre, los Ratones estuvieron en Vélez teloneando a Richards, en un show inolvidable (con Pappo como invitado) ante cuarenta mil espectadores. Después hubo zapada en "The Roxy" hasta altas horas de la madrugada.

 Juanse ya se había dado otro gusto: gracias a su presencia (se instaló en el Sheraton durante la estadía de Richards en Buenos Aires), logró encontrarse con el guitarrista stone y le regaló todos los compacts de la banda.

 En diciembre, vendría el único trago amargo del año. Teloneando a Guns n' Roses, Juanse, sufrió una fractura expuesta de tibia y peroné mientras promediaba el set... Su clásico salto al vacó, le jugó una mala pasada. "Y bueno, salté miles de vece, alguna vez tenía que pasar algo", argumentó varios días después, con cierta lógica fatalista. El cantante describió así su accidente: "Salté una caja que envolvía un monitor de TV y apoyé la pierna en una viga que había ahí... y se pudrió todo. No sentí dolor, yo quería seguir, pero estaba asustado. El pie me bailaba, lo tenía colgando. Mi primera sensación fue como si me hubiera caído en un pozo". La operación, un aparatito especial que lo colocaron llamado "tutor", reposo (no del todo cumplido), luego el yeso, conformaron una convalescencia que sufrió vaivenes varios y que postergó algunos planes inmediatos del grupo, como por ejemplo, una interesante presentación en Portugal. 


1993

Habría revancha, en 1993, la revancha se llamó "Hecho en Memphis", grabado nuevamente bajo la batuta de Oldham, con el aditamento de haberlo realizado en la cuna del rock n' roll. El conocimiento mutuo entre los Ratones y el primer productor de los Stones, determinó un album maduro, abarcativo de muchos matices musicales y siempre dentro de la órbita del rock. Participaron glorias, como el ex-violero de los Rolling Stones, Mick Taylor, y el prestigioso tecladista Al Kooper. Ni bien volvieron de Memphis, la banda ofreció la presentación correspondiente en Obras, que sólo incluyó como teman nuevo "Perro loco", en tres shows dificilmente olvidables.

 El compact tardó en salir. Recíen en Septiembre estuvo en las bateas, aunque "Vicio", ya estaba sonando en las radios. Con el tiempo, otros temas se incorporaron a la lista de clásicos paranoicos: "Isabel", "Grand Funk", y otros.

El 6 de noviembre, en el campo descubierto de Obras (donde entran veinticinco mil personas), con Mick Taylor y Al Kooper como invitados de honor, fue la una oportunidad inmejorable para tastear el momento de la banda en el pico de su popularidad. Rock n' roll fue una vez más la consigna, como lo ha sido desde aquella "Puñalada amistosa" o aquel "Oxido". Cuando las ilusiones adolescentes se codeaban inocentemente con el fuego sagrado, que no necesita de fama y dinero para aparecer de repente. 


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