Ellos eran producto de una alquimia interesante: buenas familias, una relación espantosa con el colegio y las autoridades, y mucha calle. En el colegio Copello, Juanse, Pablo Memi y Pablo Cano (luego Sarcófago), competían por ver a quién expulsarían primero. Habían formado dos bandas de corte netamente rockero, cosa que los diferenciaba al instante del movimiento que se estaba gestando a nivel nacional.
Juanse y Pablo Memi, integraban "La puñalada amistosa", junto con Gabriel Carámbula. Sarcófago tocaba en "Oxido". Como "La puñalada amistosa" no tenía sala en donde ensayar, lo hacía en lo de "Sarco", aunque para eso, debía esperar que terminaran las interminables zapadas de "Oxido". Cuando a Juanse lo echaron del Copello primero y del Evangelista después, recaló en el Pellegrini de Caballito donde iban a parar quienes no eran admitidos en ningún colegio.
Allí conoció al que sería el primer batero de los Ratones, Fabián Uñiz. En 1982, Juanse, Carámbula, Memi, y "dedo negro" Uñiz, hicieron sus primeros shows en la Universidad de Belgrano y el Teatro del Plata. Ya se vislumbraban problemas musicales con la banda. Juanse cuenta "estábamos de vacaciones y Carámbula me dijo que quería que el grupo sonase más metálico. Le contesté que de ninguna manera, que no iba a hacer un tema metálico en mi vida, que lo nuestro era el rock n' roll".
Por un aviso en la flamante "Segundamano", apareció Roy, quien
había vuelto a tocar la batería luego de un largo período
de inactividad. Ese era el tipo que necesitaban, después de probar
muchos (virtuosos o ineptos) sin la onda necesaria. Casi inmediatamente
en noviembre, se produjo el primer show oficial de los Ratones con la formación
que hoy se conoce. La cita fue en "McBaren", un local de Villa Devoto adónde
se "mandaron" unos 50 incondicionales, todos amigos del barrio. El recital
fue un descontrol (se relata en
Las complicaciones, no obstante, aumentaban. La familia Memi decidió
"desalojar" a la banda de su hogar, que hacía las veces de sala
de ensayo. Es que cada "reunión" implicaba, practicamente, una toma
de la casa. Consiguieron algunos shows, como el de "Pin Up" y el de "Twist
y gritos", pub que fue clausurado después del "recital paranoico",
debido a que del edificio de al lado, un albergue transitorio, se quejaban
por "ruidos molestos". En esa época tocaban temas aún ineditos,
como "La orden de Dora", "Son vecinas" y "Registrarme", además de
otros como "Autocine", "Sedán" o "Cansado" (grabado este último
en "Hecho en Memphis").
Tocaban, tocaban. Tenían un puñado de fieles que los seguían
a todas partes, pero no pasaba nada. Tiempos de dispersión, por
otro lado. Le llevaron un demo casero al productor Gustavo Gauvry, primo
de Pablo Memei y dueño de los estudios Del Cielito. No le gustó
ni medio, pero Héctor Starc le sugirió que lo escuchara mejor,
que tenían algo especial. A él le había seducido una
parte del tema "Bailando Conmigo", que decía "Tu nena, está
caliente / yo sé quién la atiende".
Grabaron otro demo, y Gauvry cambió de parecer. Esa música
no tenía nada que ver con lo que se estaba haciendo. No era "modernosa".
No tenía nada de técno. Rock n' roll, rhythm n' blues, Rolling
Stones, ninguna relación con la camada de los nietos de los Beales
y los hijos de The Police.
Juanse se encargó de a aclarar que "nuestro público
vive al margen de los aconteciemientos políticos". Sin embargo,
comenzó la polémica acerca de la identificación rockera
con los partidos políticos. Juanse salió al cruce de todas
las versiones echando más leña al fuego, pero dejando las
cosas claras. Declaró a la revista El Porteño: "yo no soy
radical, soy independiente. Estamos acá por un contrato (...) Si
me lo hubiera propuesto Menem aceptaba igual, si lo hacía Mussolini,
también". Indignados por esa "violación" al "espíritu"
de la convocatoria, los organizadores decidieron cancelar la actuación
de los Ratones en el último show de la gira que se realizó
en Córdoba. Sólo había sido una fase desafortunada.
La banda no necesitaba ratificar su vocación democrática.
Su público lo sabía.
Entre julio y agosto de ese año grabaron "Furtivos", que
presentó en sociedad al himno (o uno de los himnos) de los Ratones:
el "Rock del Gato". Cuenta Juanse, que antes de registrar ese tema, "el
disco estaba bueno, pero le faltaba un hit, algo que pegara e hiciera mucho
ruido. La canción salió en cinco minutos un día que
se retrasó un ensayo porque ibamos a grabar con Gauvry. Estaba solo
y afiné en sol una acústica que me había comprado.
Se lo dediqué a la mujer que estaba viviendo conmigo. Los mejores
temas de los Ratones salieron así, indistintamente. Eso me pasó
también con el "Rock del pedazo" y "Descerebrado"". El álbum
contenía también otros temas de interés, como "Caballos
de noche" y "Paren de correr", además de la participación
de Hipólito Gutiérrez, padre de Juanse, en los arreglos de
"Hay Sábados". El cantante "paranoico" declaró entonces a
Página/12 que "mi viejo es uno de los compositores más destacados
en la música polifónica. Lo respeto muchísimo y recién
ahora, me animé a pedirle que colabore con nosotros".
El 25 de noviembre se produjo el debut en obras, algo que se veía
venir, y que significó el lógico corolario de siete años
de sacrificios. Juanse reconoce que ese show, que reunió a más
de cuatro mil fans, "fue uno de los que más me shockeó. Estuve
todo el tiempo emocionado". Ese año le dio otra alegría al
cantante: la posibilidad de ver, en vivo y en directo, a los mismisimos
Rolling Stones. "No quiero morirme sin verlos", repetía siempre,
y no se quedó con las ganas. Presenció el concierto de los
Rolling en el "Shea Stadium" de New York, en el marco de la presentación
de Steel Wheels. "Los primeros cuatro temas no los ví -reconoció
después- estaba obnubilado. Yo sabía que eran impresionantes,
pero me volaron la cabeza. Cuando terminó en show, la gente se fué
y yo me quedé ahí, sentado sin hablar, sin hacer nada. No
podía reaccionar".
Ni bien apareció "Fieras...", efectuaron la correspondiente
presentación en Obras, quizás algo apresurada porque el público
practicamente no conocía el material grabado. No obstante, llenaron
el estadio de la Avenida del Libertador sin problemas, rafirmando una vez
más, su poder de convocatoría.
Juanse ya se había dado otro gusto: gracias a su presencia
(se instaló en el Sheraton durante la estadía de Richards
en Buenos Aires), logró encontrarse con el guitarrista stone y le
regaló todos los compacts de la banda.
En diciembre, vendría el único trago amargo del
año. Teloneando a Guns n' Roses, Juanse, sufrió una fractura
expuesta de tibia y peroné mientras promediaba el set... Su clásico
salto al vacó, le jugó una mala pasada. "Y bueno, salté
miles de vece, alguna vez tenía que pasar algo", argumentó
varios días después, con cierta lógica fatalista.
El cantante describió así su accidente: "Salté una
caja que envolvía un monitor de TV y apoyé la pierna en una
viga que había ahí... y se pudrió todo. No sentí
dolor, yo quería seguir, pero estaba asustado. El pie me bailaba,
lo tenía colgando. Mi primera sensación fue como si me hubiera
caído en un pozo". La operación, un aparatito especial que
lo colocaron llamado "tutor", reposo (no del todo cumplido), luego el yeso,
conformaron una convalescencia que sufrió vaivenes varios y que
postergó algunos planes inmediatos del grupo, como por ejemplo,
una interesante presentación en Portugal.
El compact tardó en salir. Recíen en Septiembre
estuvo en las bateas, aunque "Vicio", ya estaba sonando en las radios.
Con el tiempo, otros temas se incorporaron a la lista de clásicos
paranoicos: "Isabel", "Grand Funk", y otros.
El 6 de noviembre, en el campo descubierto de Obras (donde entran veinticinco
mil personas), con Mick Taylor y Al Kooper como invitados de honor, fue
la una oportunidad inmejorable para tastear el momento de la banda en el
pico de su popularidad. Rock n' roll fue una vez más la consigna,
como lo ha sido desde aquella "Puñalada amistosa" o aquel "Oxido".
Cuando las ilusiones adolescentes se codeaban inocentemente con el fuego
sagrado, que no necesita de fama y dinero para aparecer de repente.
1984
La vida de los Ratones se convirtió en un ida y vuelta de aventuras,
peleas y reconciliaciones. Lo echaron a Sarco porque no se ponía
las pilas. Tocaba con una guitarra prestada, no tenía amplificador,
dormía todo el día o andaba divagando por ahí. Juanse
cuenta que "un día fui a buscarlo. Mientras subía las escaleras
para llegar a su pieza, escuchaba un ruido constante. Cuando entré,
vi que era la guitarra que estaba acoplando con el equipo. ¿Sarco?
andaba colgado, en plaza..." Después de un tiempo de incertidumbre,
Sarcófago vendió el Fiat 600 en el que se movilizaba y se
compró una viola Fender y un equipo Marshall. Era la señal
que hacía falta. Para entonces Memi, a escondidas, le había
propuesto a Sarcófago de formar otro grupo. Juanse se enteró
y los convenció de que debían seguir unidos.
1985
Mientras se tramitaba la grabación del disco, la impaciencia aumentaba.
Tocaron en lugares de terror, como La Alcantarila, donde para ir al baño
había que subirse al escenario que, por otra parte, estaba invadido
por policías de civil. En distintos momentos se fueron de la banda
Roy y Pablo, desencantados pero luego volvieron. En la batería,
había entrado temporaneamente Jape, responsable de la rítmica
de "Rainbow". Juanse le dedicó "Carolina", de reciente composición,
a su novia. El Futuro del grupo era incierto...
1986
Se editó por fin "Ratones Paranoicos", una cruda selección
de temas, de la cual quedaron algunos clásicos como "Sucia Estrella".
El álbum fue presentado en el Teatro Santa Marta, donde metieron
300 personas. El promedio de ellos era de 50 "cabezas", así fue
que, practicamente sin difusión, con afiches caseros y boca a boca,
la hinchada estaba creciendo. El 20 de Septiembre de ese año, vísperos
de primavera, salieron a buscar un lugar para tocar. Encontraron un local
cerrado, convencieron al dueño para que lo abriera y convocaron
a un recital para la noche. El lugar, Shout, ubicado en Sucre y Montañeses,
se llenó de "punkies". Allí, Juanse inició el ritual
de tirarse al público, aunque fue por una circunstancia fortuita.
En medio del show, el cantante vio que le estaban pegando a una chica y
se arrojó del escenario para calmarlos ánimos. El público
quedó alucinado.
1987
El grupo tenía infinidad de canciones que se habían acumulado
por el retraso de la salida del primer disco. Ya querían grabar
otro, porque de "Ratones Paranoicos", se habían vendido tres mil
placas y nadie sabía cómo. O mejor dicho sí: a fuerza
de tocar. Se presentaban fin de semana por medio en Montana de Flores,
y pronto cada integrante se las rebuscó para conseguir un lugar
donde actuar. Roy consiguió "Number One" de la Salada; Gauvry, "Pinar
de Rocha" y Juanse "Arena" de Belgrano. Un ranking de mayo de 1987, los
ubicó en el puesto 47. Se inició una serie de shows en "Prix
D'Ami". Allí los conoció Charly García, quien quedó
impactado por la polenta de la banda. Le gustaba sobre todo el tema "Sucia
Estrella" y subía a zapar con ellos. Los Ratones no tenían
nada que ver con el rock nacional, aunque eran bien de acá. Empezaban,
sin embargo, a relacionarse con sus ocacionales colegas. Con algunos, por
supuesto.
1988
Editaron "Los chicos quieren rock", disco que marcó algunos cambios
con respecto al primer álbum. Demostró la madurez alcanzada
por la banda. Ya no rodo era crudeza y seductora desprolijidad. Este disco
dejó como legado excelentes canciones de rock, con más melodía
como "Carol" y con una fuerza irresistible como "Enlace". Todos ellos,
más "Ceremonia en el hall", "Rainbow", "Una noche no hace mal" y
"Sucio gas", entre otros, hoy ya son clásicos del grupo. El 4 de
junio tocaron en el teatro "Fenix" de Flores y ratificaron un paulatino
aumento de popularidad. El festival por los cinco años de democracia,
realizado en la avenida 9 de Julio con la participación de Charly
García, Fito Paez y Paralamas, entre otros, los tuvo como uno de
sus números más atractivos. Los tiempos estaban cambiando.
1989
El peor año para muchos argentinos. Hiperinflación, saqueos,
compañías discográficas que cancelaron los contratos
de muchos artistas, la mayoría de ellos jóvenes. Tiempo de
elecciones, también. Los políticos trataban de sacar rédito
de cualquier lado, y esta vez, el rock fue el blanco elegido. Se organizó
una maratónica "Gira por Angeloz", que nucleó a varios de
los más renombrados músicos nacionales: Charly García
(quién sólo actuó en la etapa porteña del tour),
La Torre, el flaco Spinetta y los Fabulosos CAdillacs (quienes no obstante,
hicieron público su repudio a las leyes de obediencia debida y punto
final, dictaduras durante el gobierno de Raúl Alfonsín).
Los Ratones también fueron contratados. Era una excelente oportunidad
para mostrar su música por todo el país. Lo hicieron con
una visión un tanto ingenua de las circunstancias que rodeaban ese
hecho político-musical.
1990
La banda cambió de sello. El éxito evidenciado el año
anterior avivó a las multinacionales, algunas de las cuales les
habían cerrado los caminos seis años atrás. Firmaron
contrato con CBS y emtregaron su primer disco "Tómalo o Déjalo",
un album de transición que dejó el clásico "Juana
de Arco" y un puñado de canciones interesantes, aunque sin la magia
de las anteriores y de las que vendrían luego.
1991
Después de un histórico show en obras realizado el 16 de
Mayo, en el que homenajearon a los Rolling Stones, el azar, la casualidad,
o simplemente la buena estrella le dieron el puntapié inicial a
una etapa inolvidable para el grupo. Si alguna vez soñaron en voz
alta habrán dicho, mezclando de ilusiones personales y profesionales:
"Si Andrew Oldham nos produjera un disco...". Siempre habría quedado
en eso, en una expresión de deseos. El primer productor de los Stones,
el que moldeó su imagen, su estilo y también, (aunque algunos
digan lo contrario), su evolución musical (¿quien sino le
encontró la vuelta a "Satisfactcion" para que se convirtiese en
himno rockero?), pareció demasiado lejos de una banda argentina
que hacía rock n' roll. Un día Juanse encontró en
la valija del ingeniero de sonido Mariano Breuer, una partitura. Cuando
descubrió que pertenecía a Oldham, se volvió loco.
¿De dónde lo conocía a Breuer? ¿Qué
esperaba para hacerles un contacto? Finalmente, no fue el técnico
quien sirvió de intermediario, sino Carchorro López. Ambos
conocían a Oldham de un viaje que habían hecho a Colombia,
residencia del productor desde hacía varios años. Juanse
no dejó tranquilo a Carchorro hasta que éste le juró
que haría la conexión de los Ratones. Llegaron cassettes
e información de la prensa a la residencia de Oldham, y el tío
Andrew, pensó que se podía realizar algo bueno con esos chicos.
Es más ofreció producirlos. Es más, bajó a
Buenos Aires para hacerlo. Los casi tres meses que demandó la grabación
de lo que sería "Fieras Lunáticas", resultaron al mismo tiempo
un jolgorio y un parto. La emoción de estar con un maestro en serio
por un lado, y el profesionalismo al ultranza de Oldham que hizo sufrir
a los Ratones en sesiones interminables, dieron como resultado un disco
formidable. La tensión acumulada, los nervios y el stress, le hicieron
bien al album, que fue un compendio de rock n' roll, rhythm n' blues y
buen gusto. Temas como el "Rock del Pedazo", "Ya morí" y "Cowboy",
arrasaron todas las defensas y, el producto global les dió el certificado
de masividad que merecían. "Fieras Lunáticas" lleva vendidas
hasta hoy, octubre de 1993, noventa mil placas y provocó un "efecto
arrastre", que llevó a albums anteriores como "Enlace" (recopilación
de los primeros éxitos), a vender casi 30 mil unidades.
1992
Fue un año sin producción discográfica (salvo la edición
del EP "La Nave") pero con muchísima actividad. Un año de
"emociones fuertes". La presentación en Obras, el 25 de abril de
ese año, ante un público enfervorizado, con Charly García
y Juanse cantando a duo el "Rock del Pedazo" y el clásico de Sui
Generis "Mr.Jones", fue solo el comienzo. El espectacular show para ocho
mil espectadores brindado en el Centro Municipal de Exposiciones (nadie
daba mucho por la asistencia de los fans a esta fecha, porque poco tiempo
atrás habían hecho Obras), fue la natural continuación
del excelente momento que vivía la banda. También hubo una
interesante visita promocional a Colombia y una gira lunática que
los paseó por veintidos ciudades del interior de la Argentina. A
la vuelta, Juanse y Pappo empezaron a juntarse más seguido para
zapar. Surgió la Juanse & Pappo Roll Band, que amenazó
con sacar un disco (todavía está pendiente), pero... todavía
faltaba la yapa: se confirmó que antes de fin de año, bajaría
a la Argentina nada menos que Keith Richards. Los Ratones eran número
puesto para hacer de soporte de su show, pero la confirmación tardó
más de lo deseado. Múltiples especulaciones ponían
nerviosos a los músicos y a los fans. Sarcófago decía,
resumiendo un sentimiento generalizado: "Si llegan a poner a otros, nosotros
vamos y los bajamos del escenario". No hizo flata. Como era de esperar,
el 7 de noviembre, los Ratones estuvieron en Vélez teloneando a
Richards, en un show inolvidable (con Pappo como invitado) ante cuarenta
mil espectadores. Después hubo zapada en "The Roxy" hasta altas
horas de la madrugada.
1993
Habría revancha, en 1993, la revancha se llamó "Hecho en
Memphis", grabado nuevamente bajo la batuta de Oldham, con el aditamento
de haberlo realizado en la cuna del rock n' roll. El conocimiento mutuo
entre los Ratones y el primer productor de los Stones, determinó
un album maduro, abarcativo de muchos matices musicales y siempre dentro
de la órbita del rock. Participaron glorias, como el ex-violero
de los Rolling Stones, Mick Taylor, y el prestigioso tecladista Al Kooper.
Ni bien volvieron de Memphis, la banda ofreció la presentación
correspondiente en Obras, que sólo incluyó como teman nuevo
"Perro loco", en tres shows dificilmente olvidables.
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