Las notas del violín seguían sonando en el patio de la secundaria,
cuando el profesor López gritó de nuevo.
Pr. López.-(Hacia la "cabina de sonido", que normalmente era la Oficina
del Director) ¡¡YA PARA ESA MÚSICA!! (a sus alumnas) ¡NO, NO, NO, NO!,
¡Otra vez lo están haciendo todo mal!, ¿Acaso no saben que hay
diferencia entre bailar y n'omás arrastrar los pies? ¡Otra vez, desde el
principio!
Las ocho niñas que en ese momento estaban ensayando regresaron a sus
lugares protestando, excepto una, que se limitó a regresar a su lugar.
Niña 1: ¿Acaso no estás cansada?
Niña 2: No puedo evitarlo. Creo que podría bailar "Xochipiltzahautl" por
siempre.
=========================================
El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui.
Libro I: El Largo Camino a la Redención.
Capítulo 1: Más que una Bailarina de Secundaria, Parte I.
=========================================
Media hora después, todos los integrantes del Club de Danza de aquella
Secundaria Técnica finalmente salían. La escuela se encontraba en la
pequeña Ciudad de Tizayuca, en los límites de los estados de Hidalgo y
México. Muchas de sus mamás los esperaban, pero otra alumna de la
escuela, vestida informalmente, estaba entre ellas.
La muchacha que no se quejó fue directamente hacia ella, y como saludo
se besaron en la mejilla.
Chica 3: ¿Acabaron por fin, Milly?
Milly (Chica 2): Sí.
El profesor de danza salió justo detrás de ellas, diciendo "Hasta luego,
Señorita Tuchmetztli".
Milly: Hasta el viernes, señor López.
Cuando ambas empezaron a caminar un par de niñas del grupo de baile, con
evidente envidia, las despidieron.
Chicas: Hasta luego, "Tuca".
Milly: Hasta luego, "gatitas".
Chicas: ¡Sácate, "Malinche" (Ambas se fueron, pero no se veían nada
contentas).
Chica 3: Tenía entendido que no te gustaba que te dijeran así.
Milly: Y no me gusta, pero supongo que tendré que sobrellevarlo.
Chica 3: ¿y por qué se veían tan enojadas de que les llamaras "gatitas"?
Suena tierno para mí.
Milly: ¿No te acuerdas de aquella vieja rima: "Este era un gato con los
pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?"
Chica 3: Sí, ¿y?
Milly: ¿Y cómo crees que esas dos bailan?
Ambas (a coro): ¡Como gatos con pies de trapo! (Se ríen).
Chica 3: ¡Vaya!, ahora lo entiendo.
Milly: ¿y tú, Lola? ¿cómo te ha ido?
Lola: Ya sabes, teniendo que soportar a mi hermanito hasta la hora de la
práctica. Empezaba a temer que tú no saldrías a tiempo de tu ensayo.
Milly: ¿Cómo andamos de tiempo?
Lola: Aún tenemos bastante. ¿por qué no vamos practicando algunos pases?
Hoy me tocó a mí guardas los balones.
Milly: ¿Los traes contigo? ¡Genial! ¡Vámonos!
Milagros y Dolores ahora eran buenas amigas, pero el inicio de su
amistad no fue nada sencillo. A Milagros le ha gustado la danza regional
desde muy niña, y mucha gente no entendía el por qué también le había
gustado el futbol americano femenil, o "tohito-banderola", como también
se le conoce.
"Tocheando" por el camino (aunque eso sí, con precaución) llegaron al
campo de un pequeño club de futbol americano, en el cercano pueblo de
Tecamac, pero el equipo varonil todavía se encontraba practicando.
Lola: Oh, no. los "caballeros" todavía están aquí. Tendremos que esperar
a que se dignen terminar.
Milagros: ¡y ahora qué hacemos, seguimos practicando o los vemos?
Lola: Vamos a verlos un rato, ¿no? Creo que ya he practicado bastante en
el camino, y las demás chicas podrían tratarme como te tratan en tu club
de danza. La verdad, no estoy de humor para ser "la consentida de mi
profesor".
Milagros: De acuerdo.
Ambas tomaron asiento en las pequeñas tribunas portátiles del campo,
mientras el equipo se formaba y uno de sus receptores las saludaba.
Lola: Qué tal, Manuel. Te veo luego.
Milagros: ¿Qué tal le va a tu primo?
Lola: Ya juega mejor, pero todavía es suplente. Creo que aún le queda
bastante por mejorar.
Justo cuando Lola decía esto, el quarterback mandó salir la jugada.
Cuando Manuel trató de cambiar de dirección se tropezó y cayó.
Obviamente la jugada estaba diseñada como un pase hacia él, ya que la
pelota rebotó en su casco, brinco hacia arriba y cayó mansamente en
manos de un defensivo, que así logró una fácil anotación.
Head Coach: ¡ZAMUDIO!, ¿QUÉ #$%&"% FUE ESO?
A ambas chicas les salieron grandes gotas en la cabeza, mientras la cara
de Manuel se ponía roja como un tomate.
Milagros: (bajito) ¿Decías...?
Las dos se rieron, pero en ese momento las interrumpió una serie de
ladridos estridentes. Una jauría venía persiguiendo a un perro de
mediano tamaño color gris oscuro, que tenía una extraña mancha blanca en
la frente.
Milagros: ¡Oye!, mira a esos perros...
Lola: ¿Qué?
Milagros: Ayudemos al gris.
Lola: ¡¿Qué cosa?! Tú sabes que a mí me dan mucho miedo los perros,
especialmente cuando son tantos y vienen de malas.
Milagros: OK, Yo iré, tú puedes quedarte aquí a presenciar mi
destrucción...
Lola: De acuerdo, de acuerdo, vamos.
Las dos tomaron piedras y se dirigieron a la jauría, que ya tenía
rodeado al perro gris. Uno de los rivales brincó para atacar cuando una
piedra lanzada por Lola le golpeó justo en la cabeza. Ese perro salió
corriendo asustando, y la mayoría de sus compañeros lo siguieron, pero
otros dos se voltearon hacia las chicas, y no tenían cara de buenos
amigos. Las chicas se asustaron en serio.
Lola: No sé tú, pero a mí no megusta nada cómo nos están mirando.
Milagros: ¿Sabes qué? a mí tampoco. ¿Por qué no les arrojas más piedras?
Lola: ¿Estás loca? Esa fue pura "chiripa".
Milagros: ¿Esa es la manera de hablar de una quarterback?
Lola: Una quarterback busca receptores amistosos, no perros furiosos.
Los perros empezaron a caminar lentamente hacia ellas, que ahora estaban
realmente asustadas. Milagros recogió una pequeña rama del suelo, pero
en ese momento uno de los perros brincó sobre ellas. Lola salió
corriendo, pero Milagros se resbaló y apenas pudo eludir el ataque. Este
se estaba preparando para volver a atacar, cuando un desconocido llegó a
petearlo con toda su fuerza, y el perro salió corriendo, aullando de
dolor.
Milagros: (Hacia el desconocido) Gra-gracias...
Hombre: Fue un gesto noble de tu parte, pero debes estar más segura de
lo que haces la próxima vez. (Se va)
Milagros iba a decir algo más, cuando notó que el último perro de la
jauría estaba luchando con el perro gris, que había evitado que éste
ayudara a su compañero. Otros dos jugadores del equipo trataban de
separarlos, pero sus hocicos estaban trabados. Milly trataba
desesperadamente de separar sus mandíbulas, cuando una de sus compañeras
de equipo llegó con una cubeta de agua, la cual vació mitad sobre los
perros y mitad sobre Milly.
Afortunadamente, eso bastó para que los perros se separaran, y el último
de la jauría huyó de inmediato.
Jugadora: ¿Tuca, estás bien?
Milagros: (abrazando al perro gris, totalmente empapada): Sí, pero ahora
entiendo por qué nada más juegas a la defensiva, ¡Tu puntería es
horrible!
Jugadora: Pero funcionó, ¿o no?
Milagros: Eso sí. Gracias.
En ese momento, el entrenador de los varones gritó: ¡Oigan, jóvenes,
regresen a la práctica de inmediato!
Jugadores: ¡Sí, coach!
Los jugadores regresaron a su banca, pero el coach caminó hacia las tres
niñas y el perro.
Coach: Señoritas, están interrumpiendo mi práctica.
Jugadora: ¿qué?
Coach: Si ustedes no dejan de distraer a mis jugadores, tendré que
pedirles que se retiren del campo.
Lola: ¡¿pero qué está diciendo?!, ¿acaso no vió que esos perros estaban
a punto de matar a éste?
Jugadora: Sí, y además nosotras también estamos aquí para entrenar. Sólo
estamos esperando a que ustedes nos dejen el campo para iniciar.
Milagros: Calma, Susana...
Coach: Este campo es para jugar futbol americano.
Milagros: Nosotras somos jugadoras de futbol americano.
Coach: (Despectivo) No creo que "eso" que ustedes juegan sea futbol
americano.
Milagros: ¡Oigame! (En ese momento suelta al perro, que cae pesadamente
y se queda ahí, contrariado).
Coach: Eso que ustedes juegan no es mas que una "cascarita" sin sentido,
y cualquiera de mis jugadores podría matarlas si ustedes se atrevieran a
jugar verdadero futbol.
Milagros: (empezando a perder el control) Nosotras no somos hombres,
señor. Por eso jugamos "tocho-bandera".
Coach: Pues como ya dije, este campo es para jugar futbol americano.
Milagros: Lo que jugamos se adapta a nosotros, y es tan válido como su
juego.
Coach: Le repito que...
Hombre: ¿Algo malo, entrenador?
Un señor ya grande, gordito y simpático, se acercó al grupo. Era el
Señor García, en ese momento el presidente de la mesa directiva del
club.
Coach: Nada, señor. Simplemente le estaba pidiendo a las señoritas que
no interrumpieran mi práctica.
Sr. García: ¿Qué?, ¿Acaso me está diciendo que tres jovencitas pueden
detener el entrenamiento de un equipo de futbol americano completo?
El coach se mostró contrariado y las chicas rieron por lo bajo.
Coach: No, señor. Ellas estaban protegiendo a este perro, y algunos de
mis jugadores tuvieron que venir a ayudarlas.
Susana: No se los pedimos...
Sr. García: Calma, señorita, calma. (Al coach) Por cierto, me parece que
se ha excedido en su tiempo, y estas señoritas tienen el derecho de
iniciar su sesión. ¿Requerirá de más tiempo?
Coach: No, señor García. (Suena su silbato y grita hacia el campo) ¿De
acuerdo, jóvenes, tres vueltas al campo y a las regaderas!, ¡Se acabó la
práctica!
Sr. García: Gracias, coach. Estoy seguro de que las señoritas comenzarán
de inmediato.
El coach simplemente se quejó, y se encaminó hacia las oficinas del
club.
Milagros: Gracias, señor García.
Sr. García: Por nada, Tuca..., ¿oh!, lo siento, Milly.
Milagros: (resignada) Está bien, seño. Ya me estoy acostumbrando. Todas
las chicas me llaman así.
Sr. García: Por cierto, parece que las están esperando.
Las tres jugadoras (Milly, Lola y Susana) voltearon a las tribunas y
vieron al resto de su equipo sentado en ellas. Todas ellas empezaron a
aplaudirles.
Jugadora 4: ¡Ahora sí que la hiciste buena, Tuca!
Jugadora 5: ¡Discutir con el coach Cuevas!, Cielos, no muchos "chavos"
se atreven a tanto.
Jugadora 6: ¿Qué sigue?, ¿nos conseguirás la expulsión sumaria del Club?
Milly empezó a sentirse realmente mal, cuando manuel llegó desde los
vestidores. El se había ofrecido para entrenar al equipo femenil.
Manuel: Es suficiente, chavas. Ya quisiera yo que muchas de ustedes
mostraran tanto amor por el equipo a la hora de jugar.
Las tres chicas que hablaron se sonrojaron.
Manuel: ¿Y ese es tu perro, Milly?
Milagros: ¿Qué?, ¡Oh, cielos, me olvidé por completo de él! (Se dirige
hacia el perro, que sigue tirando en el mismo lugar en que lo dejó caer)
Lo siento mucho, bonito. ¿Estás bien?
Manuel: Es un machito.
Milagros: Sí, es un "escuincle". No es fácil encontrar un niño de estos
hoy en día.
Manuel: Muy bien. ¿Empezamos la práctica?
Milagros: Sí, Ma... digo, coach. (Hacia el perro) Muy bien, bonito, ya
te puedes ir. ¡Andale!
Jugadora 4: ¡Andale, Tuchmetztli! ¿A poco ahora vamos a tener que
esperar a que termines de hablar con un perro al que ni siquiera
conoces?
Milagros: Allá voy, "Pies de plomo".
El perro permaneció en ese lugar, todavía algo adolorido del hocico,
pero un brillo extraño apareció en sus ojos desde que oyó aquel extraño
apellido: Tuchmetztli...
Hora y media después el entrenamiento llegaba a su fin y las chicas se
dirigían a sus hogares. Milagros y Dolores se fueron juntas.
Lola: Oye, Milly, has mejorado bastante.
Milagros: Gracias, pero creo que aún estamos lejos de ser un buen
equipo.
Dolores: ¿Cómo podríamos saberlo, si no encontramos contra quién jugar?
Milagros: Si no fuera por el señor García, el coach Cuevas ya nos
tendría de porristas.
Lola: (Fingiendo enojo) ¿Tienes algún problema con las porristas?
Milagros: ¡No, no! Yo sé que te uniste al grupo de animación para apoyar
a tu primo, pero yo lo que quiero es jugar. No es lo mismo.
Lola: Oye, ¿ya notaste que el perro nos viene siguiendo?
En efecto, cuando ambas chicas voltearon el perro se detuvo, tomó
asiento, y se les quedó viendo plácidamente.
Lola: ¿Y ahora qué hacemos?
Milagros: Bueno, mis padres se fueron a acompañar a Servando a la Feria
de San Agustín, así que supongo que podría quedarse a dormir en mi casa
esta noche.
Lola: ¿Y mañana?
Milagros: Mañana ya veremos. ¡Oye!, ¿no quieres pasar un ratito a mi
casa?
Lola: No, gracias. Si mi hermano le dice a mis padres que lo dejé
encargado más tiempo del que acordamos me van a sacar del equipo, y eso
si tengo suerte.
Milagros: Lo siento. Esos son los privilegios de ser el "hermanito
menor". Entonces, ¿te veo mañana?
Lola: Okey. Ahí viene mi autobús. ¡Nos vemos!
Milagros: ¡Hasta luego!
Milly y el perro se quedaron viendo partir al autobús. Permanecieron ahí
un momento y lentamente se voltearon a ver. Permanecieron callados un
momento, hasta que Milly habló.
Milagros: Bueno, bueno, bonito. Supongo que tendré que cuidar de tí por
esta noche, y no creo que ningún camión me permita subirme contigo, así
que andando.
Obedientemente, el perro siguió a Milly de regreso a Tizayuca, a donde
llegaron luego de un rato.
Milagros: De acuerdo, perronto, pásale (El perro entra) ¡Oh, Rayos!, no
tenemos comida para perros. Iré a pedirle a la vecina. (Va a la cocina y
toma una taza, y entonces se dirige al perro) Espérame tantito, voy a
conseguirte unas croquetas. Pórtate bien.
En cuanto Milly salió, el perro subió las escaleras para revisar la
planta alta. Ahí encontró tres cuartos. One de ellos estaba muy bien
ordenado, con una cama matrimonial. Era sin duda el de sus padres. El
segundo también lucía muy limpio, con grandes posters de toreros famosos
en las paredes, e incluso un "traje de luces" puesto en un maniquí. Ese
era el cuarto del hermano mayor de Milagros, Servando.
Cuando el perro se asomó al tercer cuarto casi se cae de la impresión.
Los tonos verdes con que estaba pintado denotaban un cuarto de mujer,
pero era un completo desastre. Lo que parecían ser toneladas de ropas
estaban desperdigadas por todo el lugar, revueltas con cuadernos, libros
revistas y muchas otras cosas.
En ese momento la puerta sonó, y el perro bajó las escaleras
rápidamente.
Milagros: ¿Subiste?, no te hagas muchas ilusiones, porque no creo que
mis padres me permitan conservarte, sobre todo por mi hermano.
Ella decía esto mientras caminaba a la cocina, seguida por el perro.
Entonces se detuvo y volteó a ver al animal, tiernamiente.
Milagros: ...Pero a mí me gustaría adoptarte. De veras.
El perro se le quedó viendo, entendiendo aparentemente. Entonces
Milagros se dirigió al refrigerador, buscando algo para cenar.
Milagros: Si te quedas, ¿cómo podría llamarte?, Bueno... ¿Qué te parece
"Querreque", ¡Me gusta tanto ese son!... No, no, el profe López me
sacaría del Club de Danza si se entera... ¿De qué otro modo?...
¿Ruffo?... ¿Firulais?...
Perro: "Tameme".
Milagros: No, eso suena como... como... (!)... ¿Q-quién dijo eso?
Tameme: Fuí yo.
Milagros: ¡¡¡Aaaaaaaayyyyyy!!!, ¡¡El perro está hablando!! Yo... por
Dios... Creo que esa bola de perros me asustaron más de lo que pensé.
¡Eso debe ser!, ¡Te-tengo una crisis ne-nerviosa y estoy oyendo cosas!
Tameme: Cualquier ser inteligente al que quisieras darle un nombre tan
horrible como "querreque" protestaría. Además, te he estado buscando, No
Cihuantontzin Coyolxauhqui.
Milagros: ¡N-no sé que demonios dijiste, pero "botellita de jerez" para
tí!, ¡Más vale que te vayas antes de que te agarre a patadas!
Tameme: Es tan imposible que me alejes de tí ahora que te he encontrado,
como el que me hagas hablar delante de alguien más. El destino del mundo
depende de ello.
Milagros:¿El destino de...?, ¡Oh, vamos!, ¿quién te crees que soy, la
Mujer Maravilla?
Tameme: Por el bien de todos espero que lo seas. Además, no sólo te
ofrezco salvar al mundo, sino enmendar tus errores del pasado.
Milagros: ¿Mis errores del pasado?, ¿Te refieres al chicle que le pegué
en el pelo a una niña en tercero de primaria? La pandilla del salón me
tenía amenazada, y...
Tameme: ¡No, Demonios!, ¡Hablo de errores realmente serios y pasados!,
¡Errores de otra vida!, ¡¡Errores que te costaron la vida!! (El perro se
quedó callado. Evidentemente le resultaba muy doloroso aquello que
estaba recordando, lo que sea que fuera).
Milagros: ¿Mi-mi vida?, pero ¿qué...?
Tameme: Si pudieras callarte por un ratito, podría explicártelo. (Se
aclaró la garganta) Como ya te dije, mi nombre es Tameme, fuí enviado a
este tiempo por to madre, Mo Nantzin Coatlicue, que de algún modo supo
que tendrías que revivir ante la llegada del Chicuazentonatiuh.
Milagros: ¡Espérame, espérame, espérame! suenas como mi maestro de
Ciencias Sociales. ¿Mi madre quién?, ¿El chico-qué?
Tameme: Tu madre Coatlicue, y el chi..., quiero decir, el sexto sol.
Milagros: ¡Vamos!, si no recuerdo mal la leyenda, estamos en el quinto.
Tameme: ¡Ese es exactamente el peligro! Tu tío Tezcatlipoca ha
despertado y reclama el imperio del sexto sol, el cual desea despertar
ahora. Se ha unido a Mictlantecuhtli para gobernar al Mictlán, el Reino
de los Muertos, y ahora está planeando destruír la era actual. ¡No
tenemos tiempo qué perder...!
Milagros: ¿Y yo qué cuernos puedo hacer al respecto?
Tameme: Tienes que despertar como Yaocihuatl (Guerrera) y después
resurgir como la Diosa Coyolxauhqui, encontrar a las demás Diosas
dispersas por todo el país, y luchar juntas para encontrar a los
Yaotecameh (Dioses) y reestablecer el orden en el Macuiltonatiuh, o sea
el quinto sol, al menos hasta que su verdadero final llegue.
Milagros se levantó lentamente, y entonces dijo con marcado sarcasmo:
Bueno, bueno. Por un momento lograste asustarme, así que ¿dónde
prefieres dormir, afuera o afuera?
Tameme: Supongo que no me has creído ni media palabra.
Milagros: ¿Qué comes que adivinas?
Tameme: Bueno, permíteme un momento...
El perro empezó a correr en círculos, como si persiguiera a su propia
cola.
Milagros: (aplaudiendo aún más sarcásticamente) ¡Bravo, bravo!, ¿Ya
puedo ir a comer?
Pero el perro giró cada vez más rápido hasta convertirse en una mancha
borrosa, y repentinamente se detuvo. No parecía estar mareado en
absoluto, y en medio de donde corrió se encontraba un extraño broche
dorado.
Milagros: ¡Vaya!, ¿dónde aprendista a hacer eso?
Tameme: Eso no importa ahora. Este broche es para tí.
Milagros: ¿En serio?, pues gracias, pero ni creas que te voy a creer por
un simple regalo. (Se coloca el broche en el pecho y se dirige al baño,
donde se voltea a ver al espejo). ¡Está precioso! Se parece al
calendario azteca.
Tameme: Es el amuleto del quinto sol, el "Nahuiollin". Es un regalo de
tu madre para tí y las otras diosas. Ahora tenemos que encontrarlas.
Milagros: ¿Por qué "Diosas", pervertido?, ¿No sabías que había también
Dioses?
Tameme: (Exasperado) ¡Por supuesto que lo sé, no soy un estúpido, pero
tu madre fue muy clare al respecto...!
Milagros: ¡¿Ya déjate de ese cuento, quieres?! Mi madre es Teresa
Vallejo de Tuchmetztli y ella fue con mi padre y mi hermano a la Feria
de San Agustín. ¿Está claro?
Tameme: Supongo que aún no me crees.
Milagros: ¡Ni un comino!
Tameme: Bueno, entonces supongo que no tendrás miedo de hacer lo que te
diga.
Milagros: ¿Pôr qué debería hacerlo?
Tameme: ¿Tienes miedo?
Milagros: ¡Respóndeme!
Tameme: ¿Miedito, "Toxtli"?
Milagros: ¿Qué significa eso?
Tameme: ¿Le "sacateas", Toxtli?
Milagros: ¡Ya párale, que odio los apodos!, ¡CÁLLATE YA!
Tameme: ¿Lo harás?
Milagros: ¡Si eso ayuda a que me dejes en paz, haré lo que sea!
Tameme: De acuerdo. Entonces, toma el broche en tus manos... La derecha
sujetando, la izquierda detrás... bien... ahora extiéndelo frente a tí.
Milagros: (Tras hacer lo que el perro le dijo) ¿Eso es todo?
Tameme: Paciencia. Ahora, eleva las manos, sigue al amuleto con la
mirada, y trata de apuntarlo hacia la luna... Un poco más a la
izquierda...
Milagros: (bajando las manos) Está el techo aquí arriba, ¿no sabías?,
¿cómo diablos quieres que encuentre la luna?
Tameme: ¡Yo SÉ dónde está!, ¿de acuerdo? Además, ¿prefieres que hagamos
esto en la calle, a la vista de todo mundo?
Milagros: De acuerdo, de acuerdo...
Tameme: Muy bien, otra vez desde el principio (Milly repite lo que ya
había hecho en un sólo movimiento fluído). ¡Bien, aprendes rápido! Ahora
repite tras de mí: "To Nantzin Metztli..."
Milagros: To Nantzin Metztli.
Tameme: ...¡Ollin!
Milagros: ¡Ollin!
Para Milagros todo sucedió en apenas unos segundos, pero un cono de luz
salió del amuleto, envolviéndola por completo, con su cuerpo girando
lentamente un vestido de sailor empezó a formarse aunque con algunas
variantes, mientras que sus manos se separaban y descendían lentamente,
la derecha sujetando el amuleto. Cuando el disfraz estuvo completo, su
mano derecha colocó el broche en su pecho, y después siguió su
movimiento hacia arriba, terminando totalmente extendida hacia el cielo,
mientras la izquierda descansaba en la cadera. Sus piernas estaban
abiertas el ancho de los hombros, y ella miraba hacia enfrente.
Cuando la transformación terminó, ella abrió lentamente los ojos, pero
no se atrevió a voltear a verse. Sentía un peso extraño en su nariz, y
con mano temblorosa tocó un adorno de jade que tenía ahí.
Milagros: ¿Qué-qué es esto?
Tameme: Oye, a lo mejor ahora los tenochcas parecemos incivilizados,
pero ciertamente sabíamos de plata y de reflejos, y para eso son los
espejos.
Como un robot, Milagros volteó hacia el espejo para verse, y no pudo
creer lo que vió reflejado. Era ella misma, en efecto, pero con un
vestido muy raro.
Como ya dijimos, era básicamente un vestido de Sailor Scout, pero su
falda no era plisada, sino cónica y triangulada enfrente y atrás. Su
"cuello" y falda tenían adornos con un patrón cuadrado en zig-zag.
Además, sus botas y guantes tenían raros adoronos, de esos que tanto le
gustaba ver en los antiguos dibujos aztecas. Además llevaba grandes
aretes y ese extraño adorno en la nariz, ambos hechos de jade pulido.
El grito que dió fue comparable con los del niño de "Mi Pobre Angelito",
y acto seguido se desmayó.
(Continuará...)
               (
geocities.com/tokyo/field/7176)                   (
geocities.com/tokyo/field)                   (
geocities.com/tokyo)