Advertencia: Sailor Moon es propiedad de Naoko Takeuchi, Kodansha, TOEI
Animation, TV Asahi, DiC y otros. Sus derechos en México han sido
concedidos a Ban-Dai, TV Azteca, Editorial Toukan, Intertrack de México,
Editorial Navarrete (Perú), Editorial Vid, Industrias Kay y otras.
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Milagros estaba encantada bailando ante aquella multitud en el patio de
la escuela, con las notas de la música regional veracruzana.
Milagros: (Pensando) ¡Soy tan feliz! Todo es perfecto. ¡Hey, Mamá,
mírame!, ¡Soy un éxito! (Empieza a preocuparse) ¿Mamá, Papá?, ¿En dónde
están? No puedo verlos. ¿Con quién estoy bailando? No puedo ver su
rostro.
Mientras ella trata de identificar a su pareja, de pronto empieza a
llover. Toda la gente corre a buscar donde guarecerse, pero ella no
puede dejar de bailar, y se siente cada vez más asustada.
Milagros: ¿Pero qué sucede? ¿Señor López? (Se pasa una mano por la cara,
tratando de secarla) ¡¿Señor López, dónde está?!, ¡No puedo detenerme!,
¡POR FAVOR, AYÚDENME! ¡Oh, Dios mío!, ¡Mi-mi vestido! ¡¡Se está
encogiendo!! (De repente, su vestido típico se transforma en su disfraz
de Coyolxauhqui). ¡¡Oh, no!! ¡Esto no, por favor!, ¡AUXILIO!, ¡AYÚDENME,
POR FAAAVOOOOOR....!
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El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui.
Amoxtli Ce: El Largo Camino a la Redención.
Amatl Ome (Capítulo 2): Más que una Bailarina de Secundaria (II).
Por: Mahtlactli Atl.
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Lentamente Milagros empezó a recuperar la conciencia, mientras Tameme le
lamía la cara.
Tameme: ¡Vamos, mi niña, despierta!, ¡DESPIERTA! Vaya una heroína que me
conseguí. ¡Arriba, niña!
Milagros: ¿Qué... demonios... sucede!
Tameme: (Alejándose un poco) ¡Fíííuuuu! Pensé que habías sufrido un
ataque cardíaco. ¡Como te dije, no tenemos tiempo que perder!
Milagros: ¡Oh, por todos los Cielos!, ¡¡Tú todavía estás hablando!!
(Lentamente se pasa una mano sobre el adorno en su naríz) ¡To-todavía
tengo esta cosa sobre mi nariz! (Se levanta rápidamente para verse al
espejo) ¡¡To-to-todavía traigo esta ropa encima!!
Tameme: ¿Ahora me crees?
Tratando desesperadamente de creer que aún estaba soñando, se arrojó
agua sobre el rostro. Al ver que todo seguía igual, golpeó repetidamente
el lavabo.
Milagros: ¡¡¿¿POR QUÉÉÉÉÉÉ??!! ¡¡¡¿¿¿POR QUÉ DEMONIOS YOOOO???!!!
Tameme: Vamos, niña. No te sientas tan mal. Este es tu destino. Además,
yo estaré contigo.
Cuando Milagros volteó a verlo, Tameme se dió cuenta de que eso era lo
peor que podía haber dicho.
Milagros: (a punto de explotar) Tú, pulgoso pedazo de...
Tameme: (Asustado) Ca-cálmate, No Cihuantontzin...
Milagros: Re-gre-sa-me a la nor-ma-li-dad.
Tameme: (Caminando lentamente hacia la puerta del baño) Te diré cómo, p
pero cálmate ¿quieres?
Milagros: Y-de-sa-pare-ce de mi vi-da...
Tameme: (Ahora aterrado) ¡Cielos, acabo de recordar que dejé los
frijoles en la lumbre!, ¡Ahora regreso! (Sale disparado hacia la planta
alta).
Milagros: ¡VUELVE AQUÍ, PEDAZO DE...!
Por un momento sólo se oyen ruidos de cosas cayendo arriba. Entonces
Tameme regresa abajo y trata desesperadamente de abrir la puerta de la
casa, mientras Milly trata de liberarse de uno de sus vestidos de baile,
que ahora tiene enredado sobre la cabeza.
Milagros: ¡Ven aquí, animal!
Tameme: (Por fin logra abrir la puerta) ¡Regresaré cuando te hayas
calmado!
Milagros: ¡Oh, no, no lo harás! (Sin pensar que hacía, se detuvo en la
puerta y elevó su mano derecha, como al final de su transformación)
¡Alto ahí!, ¡¡TEOCENTZON HUITZNAHUAC, AXCAN!!
En ese momento, un rayo púrpura pareció salir de su mano, provocando una
gran explosión enmedio del jardín. Por un momento, Milagros se quedó
viendo la gran nube de polvo levantada por la explosión. Aterrada, dió
otro grito como el que dió en el baño, y salió corriendo a toda
velocidad hacia su cuarto. Estaba a punto de llorar cuando cerró la
puerta detrás de sí. Lentamente tomó su mano derecha con la izquierda, y
se le quedó viendo.
Milagros: Oh, no... Maté al perro... ¡¡MATÉ AL PERROOO!! (Llorando) ¡POR
FAVOR, QUE ALGUIEN ME AYUDEEE!!
Como si la hubieran escuchado, se empezaron a escuchar fuertes toquidos
en la puerta de enfrente. Ella se mordió la mano para dejar de gritar.
¡No podía permitir que nadie la viera vestida así! Trató de recuperar la
compostura, y bajó las escaleras tan silenciosamente como pudo.
Voz (Mientras tocaba): ¿Milagros?, Niña Milagros, ¿Estás bien?
Milagros: (Reconociendo a su vecina, trató de fingir un bostezo? ¡Qui
quién?, ¿Es usted, vecina? Estoy bien... Bien...
Voz: Oí un estallido por aquí, y me pareció oirte gritar. ¿Estás bien?
Milagros: ¡Sí, sí...! Su-supongo que tenía una pesadilla... je, je...
(Le sale una gran gota sobre la cabeza).
Vecina. Hay una gran mancha negra en tu jardín.
Milagros: ¿En serio? Oh, bueno... ji, ji... ya-ya sabe la clase de
cohetes que los niños truenan hoy en día...
Vecina: ¿Seguro que estás bien?, ¿Puedo entrar?
Milagros: ¡¡¡NO!!! (Se dá cuenta de cómo habló, y trata de controlarse)
Yo-yo... este... quiero decir que estoy... estoy...
Vecina: ¿Estás...?
Milagros: ¡DESNUDA! Sí, sí, me dí un baño antes de dormir, y ahora estoy
"encuerada".
Vecina: ¿Y?
Milagros: ¿y?... Bueno... Es que ahorita me sentiría muy contrariada...
usted sabe cómo somos para estas cosas...
Vecina: (No muy convencida) Bueno, como quieras, pero ¿realmente estás
bien?
Milagros: En serio, deveras, no se preocupe, señora, ¡Muchas gracias por
venir!
Vecina: De acuerdo. Tienes mi número de teléfono por si necesitas algo.
Milagros: De acuerdo. Gracias. (Pega el oído a la puerta, tratando de
asegurarse de que la mujer se ha ido) ¡Fiuuuuu! ¿Ahora qué hago?
Lentamente regresa al baño, mira al espejo y toca el extraño adorno en
su nariz) ¿Ahora cómo me quito todo esto?
Tameme: Te las arreglaste bien.
Por el susto, Milagros soltó un grito y brincó hasta el techo, dejando
una gran grieta en él. Con un gran parche sobre la cabeza, volteó a ver
al perro bajo la regadera del baño, tan calmadamente sentado como
siempre.
Milagros: ¿Cómo entraste?
Tameme: Yo también tengo mis trucos bajo la manga. Pero, ¿tú como lo
recordaste?
Milagros: ¿Qué cosa?
Tameme: El control de la energía de las Estrellas del Sur.
Milagros: Te refieres a... ¡Cielos, perdóname, creo que me exalté¿
¿Estás bien?
Tameme: Casi me matas, No Cihuantontzin, pero estoy feliz de ver que ya
te encuentras mejor.
Milagros: Bueno, no del todo, pero... (Voltea a verlo tiernamente). ¡Por
favor, dime cómo puedo cambiarme!
Tameme: Es fácil. Sólo pon ambas manos sobre el broche... No, la derecha
primero... Bien... Cierra los ojos... y ahora simplemente dí
"Tlazohkamatih".
Milagros: Tlazohkamatih.
Una luz brillante llenó el cuarto, y cuando se apagó Milagros se
encontró de nuevo con su ropa de calle (su jersey de futbol americano y
la falda de su escuela).
Tameme: Es fácil, ¿no?
Milagros: Sí, gracias, pero ¿por qué yo?
Tameme: ¿Por qué tú qué?
Milagros: ¿Por qué yo soy esa Coyo... Coyo...
Tameme: ¿Coyolxauhqui?
Milagros: Sí. ¿Por qué piensas que yo soy ella, por qué no Lola o algún
otro miembro del equipo?
Tameme: Yo fuí tu mascota en el pasado, y te recuerdo bastante bien,
pero aparte to madre fue muy clara al respecto: "Se verá tal y como la
recuerdas, pero además encontrarás en ella el signo del Conejo Lunar".
Milagros: ¿El Signo del Conejo Lunar?, ¿qué significa eso?, ¿tengo algo?
Tameme: Sí, tu apellido. Tuchmetztli significa "Conejo de la Luna".
Milagros: Sí, pero cualquiera de mis primas o hermanas lo tendría.
Tameme: (Levantando una ceja) Veamos, ¿Tienes alguna hermana?
Milagros: No.
Tameme: ¿Alguna prima?
Milagros: N-no...
Tameme: ¿Algún tío por parte de tu padre?
Milagros: No, papá es hijo único.
Tameme: ¿Lo ves? Esa es otra señal. No hay duda. Tu eres mi dueña
Coyolxauhqui, la persona a la que he estado buscando.
Milagros: ¿Por qué ahora?, ¿Cómo sabes que mi hermano no tendrá una hija
y que ella será quien buscas?
Tameme: Porque el momento es ahora. Si Tezcatlipoca gana, ni tu hermano
ni nadie más podrá tener hija alguna. Él debe ser detenido en este
momento.
Milagros: ¿Pero cómo?. ¿qué puedo hacer yo al respecto?
Tameme: Como acabas de ver, tú no eres una niña común y corriente.
Repentinamente, los ojos de Milagros se iluminaron.
Milagros: ¿Quieres decir que soy alguna especie de Sailor Scout?
Tameme: (Con una gran gota en la cabeza) ¿Eres una qué?
Milagros: Una Sailor Scout. ¡Vamos!, no me digas que no has oído hablar
de las chicas japonesas, las guerreras del amor y la justicia. (Vuelve a
verse al espejo, y ahora posa como una modelo) ¡Cielos, soy una
Sailor!...
Tameme: No sé de quienes me estás hablando, y no me interesa. Tú eres
una Yaocíhuatl.
Milagros: Una Sailor.
Tameme: Una Yaocíhuatl.
Milagros: (Levantando la mano derecha) Una Sailor...
Tameme: (Ocultándose tras la cortina del baño) Está bien, está bien.
¡Eres lo que quieras, pero baja esa mano! ¿quieres?
Milagros: (Dándose cuenta de lo que estaba haciendo, rápidamente baja la
mano, sujetándose por la espalda) Lo siento...
Tameme: Bueno. Creo que mejor nos vamos a dormir. Ya casi es medianoche,
y has tenido demasiadas emociones para un día.
Milagros: Tienes razón (ahora bosteza en serio). ¿Dónde vas a dormir? no
puedo dejarte adentro hasta que hable con mis papás.
Tameme: No te preocupes, me quedaré afuera. Lo he hecho muchas veces en
los últimos días.
Milagros: (Mientras se dirige a la puerta delantera) De acuerdo, pero no
te vayas. Necesito hablar contigo mañana.
Tameme: También yo. Buenas noches, No Cihuantontzin.
Milagros: (Mientras el perro sale) ¿Sabes?, me has llamado así varias
veces esta noche. ¿Qué significa?
Tameme: "Mi venerable niña".
Milagros: Es hermoso. Buenas noches, bonito...
Voz: Milagros... Milagros... Despierta, ya es hora.
Milagros: (Tratando de despertar) ¿Ma... Mamá?
Mamá: Lamento despertarte, pero ya casi es medio día.
Milagros: ¿A qué hora regresaron?
Mamá: Alrededor de las cuatro. Debiste ver a tu hermano, los sorprendió
a todos.
Milagros: Sabes que odio la violencia hacia los animales, no importa qué
tan fieros se vean.
Mamá: (Se da la vuelta en la cama) Ya sabes que a mí tampoco me gusta,
pero eso es lo que tu hermano quiere hacer en la vida, y tenemos que
apoyarlo.
Milagros: Si tú así lo crees... (bostezando) ¿Dónde está papá?
Mamá: Arreglando el coche para tu hermano. Firmó para torear en un
cartel en Tulancingo el próximo sábado.
Milagros: (Estirándose en la cama) Bien por él...
Mamá: Por cierto, nunca antes había visto ese hermoso broche en tu
tocador. ¿Acaso es un regalo de Dolores?
Milagros: ¡¿¡¿QUÉÉÉ?!?! (Se cae de la cama, va gateando al tocador, y
tras tirar algunas cosas toma el Nahuiollin) ¡Dios mío, no fue un sueño!
¡Mamá!, cuando llegaron ¿no viste un perro gris allá afuera?
Mamá: ¿Qué?
Milagros: Un perro gris, como de este alto (indica el tamaño con su
mano).
Mamá: Sí, había un perro gris, pero tu hermano lo ahuyentó...
Milagros: ¿Qué?, ¿¡Con qué derecho hizo eso!?
Mamá: Tú sabes que él odia a las mascotas, y... ¡Oye!, ¿y tú por qué
estás tan interesada en ese perro?
Milagros: (Rápidametne va a la ventana y busca al perro en la calle) No
ha regresado...
Mamá: No. Tu hermano dice que el perrero se lo llevó.
Milagros: ¿¿QUÉÉ?? (Rápidamente empieza a vestirse, poniéndose su jersey
de futbol americano y los primeros pantalones vaqueros que encuentra)
Tengo que encontrarlo.
Mamá: Hija, ¿qué hay tan importante en ese perro?
Milagros: Es una larga historia, Mamá, pero DEBO encontrarlo.
Mamá: Pero tu padre y to hermano no quieren...
Milagros: Me ocuparé de eso después. Ahora debo encontrar a Tameme.
Mamá: ¿"Tameme"?
Milagros: (Terminando de vestirse y peinándose un poco) Así se llama.
Mamá: ¿Pero qué tanto hiciste ayer?
Milagros: Hablaremos de eso después, ¿sí? Tengo que ir al antirrábico
para ver si puedo encontrarlo. Nos vemos (Sale rápidamente, llevando el
broche en la mano)
Mamá: Oye, ¿no vas a desayunar?
Mientras guardaba el broche en su bolso, camino de la calle, encontró a
su papá bajo el coche.
Papá: Buenos días, bella durmiente.
Milagros: (Corriendo hacia él) ¡Hola, Papá! (Lo besa) Tengo que ir a
Ecatepec.
Papá: ¿Ahora?
Milagros: Sí.
Voz: Lo vez, padre, esta ni siquiera sabe despertarse como se debe.
Milagros se dirigió a la persona que habló, que no era otro más que su
hermano.
Milagros: ¡Escúchame, señor "Mataor"! La próxima vez que quieras
ahuyentar a un animal de nuestro jardín, pregúntame primero, ¿quieres?
Servando: ¿De qué estás hablando?
Milagros: Ahora no tengo tiempo (sale a la calle).
Papá: ¡Hey!, ¡Vuelve aquí, jovencita!
Milagros: Lo siento, papá, pero esto es demasiado importante para mí (se
va corriendo).
Padre: ¿Qué diablos le ocurre?
Mamá: (Desde la puerta) No lo sé, pero parecía muy preocupada por el
perro que Servadno espantó anoche.
Padre y Hermano: ...
Tres horas después Milagros había llegado hasta Tultepec, pero no había
encontrado ninguna señal del perro.
Milagros: Tampoco está aquí, ¿qué hago ahora? (Voltea a ver su bolso)
¿Cómo podré encontrar la luna sin él? (Por unos momentos camina sin
rumbo definido, y de repente se detiene) Debo intentarlo. Se lo debo.
Pero ¿dónde?, ¿dónde puedo transformarme? (Volteando hacia todos lados,
se detiene mirando a la pequeña colina conocida como "el Xahuento"). Lo
siento, papá, pero a esto es a lo que yo llamo una emergencia.
Al poco rato de trepar la colina encuentra un claro solitario.
Milagros: OK, Na...na... como sea. Por favor, ayúdame.
Tomando el amuleto como Tameme le enseñó a hacerlo, cerró los ojos,
deseando que el nahuiollin pudiera encontrar la luna por sí mismo, pero
pasó un minuto sin que nada ocurriera.
Milagros: ¡Vamos, vamos, por favor!, ¡Tameme nos mecesita! Se guía sin
pasar nada, y de pronto ella dijo sin pensarlo) ¡Ximo! (*Por favor).
Y en ese momento, el amuleto empezó a moverla hacia la derecha, unos 60
grados aproximadamente y apuntando un poco hacia abajo. Entonces ella
abrió los ojos.
Milagros: ¿Está ahí? ¡Por Dios, que esté ahí! (Respira profundamente) Muy bien, aquí vamos. ¡To nantzin metztli, Ollin!
Entonces inició su secuencia de transformación, y al poco tiempo se
había convertido en Sailor Coyolxauhqui.
Coyolxauhqui: (Crecientemente excitada) ¿Lo recordé? ¡Gracias a Dios, lo
recordé! ¡Ja, ja, ja...! (De repente se da cuenta y trata de calmarse).
¡No, no, no!, Calma, calma, que aún no encontramos a Tameme.
¿Nahuiollin, puedes encontrar a mi perro?, ¡Guíame, por favor! (Ella
cerró los ojos fuertemente y se arrodilló. Poco después su visión se
volvió anaranjada brillante, como cuando se ve directamente al sol con
los ojos cerrados. Cuando volvió a abrirlos, se encontraba en el
interior del centro antirrábico de Ecatepec, pero al parecer no había
nadie más ahí.
Coyolxauhqui: ¿Aquí está? ¡Pero si aquí empecé a buscarlo!
Entonces escuchó algunos ruidos tras una puerta, y un gruñido que ya
había escuchado en el campo de futbol. Era sin duda Tameme. Corrió a la
puerta y la abrió, notando que daba a un sótano. Desde su punto de vista
sólo veía a su perro, aparentemente listo para atacar a algo... o
alguien. En ese momento notó que su nariz no estaba negra, sino roja
brillante.
Coyolxauhqui: Tameme...
Tameme: (Tras verla por un momento, vuelve a enfocarse en lo que tiene
enfrente) Lo siento, no cihuantontzin, me temo que tendrás que iniciar
tu misión antes de lo que hubiera querido.
Coyolxauhqui: (Sin saber a quién se dirigía) ¡Detente ahí, quienquiera
que seas! Soy Sailor Coyolxauhqui, Diosa de la Luna, y para alcanzar mi
redención y proteger al Macuiltonatiuh, voy a detenerte
Tameme: (Contrariado) ¿De dónde sacaste eso?
Coyolxauhqui: (También contrariada) No sé. Sólo me vino a la cabeza.
Entonces el perrero se asomó desde el otro lado de la pared, y lo que
más asustó a Milagros fue el ver que sus ojos estaban tan rojos como la
nariz de Tameme. Sus ropas tenían varias rasgaduras, en señal de que
Tameme ya tenía algún rato peleando con él.
Coyolxauhqui: ¿Pero qué...?
Tameme: Está poseído por un Mictlacatecólotl.
Coyolxauhqui: ¿Pero qué es eso?
Tameme: Un siervo de Mictlantecuhtli. ¡Tienes que detenerlo!
El hombre empezó a subir lentamente las escaleras.
Coyolxauhqui: ¿Pero cómo? Dímelo rápido, no me gusta la forma en que me
mira.
Tameme: Muy bien, te daré algo. Tú entretenlo. (Empieza a correr en
círculos)
Coyolxauhqui: ¿QUÉ? ¡SANTO CIELO! (Corre hacia afuera y cierra la
puerta, tratando de atrancarla con su cuerpo) ¡APÚRATE, SO...! (Pero la
fuerza del perrero poseído era mucha, y fácilmente logró hacerla a un
lado. Ella empezó a retroceder hacia un escritorio) De-detente ahí,
amigo. Más-más vale que te detengas, o yo... o yo... (El hombre tendió
los brazos hacia ella) ...O yo ¡GRITARÉÉÉÉÉÉÉ!
Ella corrió hacia el perrero, tratando de eludirlo por un costado, pero
él rápidamente le tomó un pie, haciéndola caer. Ella empezó a patearlo
desesperada, tratando de liberarse.
Coyolxauhqui: ¡¡NO, NOO, SUÉLTAME!!
Repentinamente el cuerpo del hombre voló por los aires, como si hubiera
recibido un golpe en la mandíbula, y de hecho así había sido. Desde el
piso, Coyolxauhqui volteó hacia arriba y vió a un hombre bastante
fornido de pie y señalando hacia el demonio con un palo de aspecto muy
extraño. Estaba vestido a la usanza de los Caballeros Aguila aztecas.
Hombre: ¡Retrocede, Mictlacatecólotl, y deja el alma de este hombre en
paz!
Coyolxauhqui: ¿Pero quién, tú quién eres?
Hombre: (Sin ponerle atención a ella) ¡He dicho que lo dejes libre!
Entonces el guerrero tomó el bastón por los extremos con ambas manos, y
gritó "¡Teo Toquiehecoatl, Ye!", y una corriente de aire, como un
tornado muy concentrado, voló hacia el pecho del perrero, lo que expulsó
de su cuerpo su cristal del corazón (como en Sailor Moon S), pero su
brillo no era rojo, sino negro.
Entonces el color negro salió del cristal en forma de una nube, la cual
creció hasta tomar la forma de un búho-humano.
Demonio: ¿Cómo osas tratar de sabotear los planes de nuestro señor?
Coyolxauhqui: ¿Qué cosa es esta?
Hombre: Yo todavía no tengo el poder suficiente para detenerlo. ¡Tú
tienes que hacerlo!
Coyolxauhqui: ¿Pero cómo?
Entonces el hombre se paró tras su espalda, tomando sus manos y
llevándolas hacia el Nahuiollin. Coyolxauhqui se sonrojó visiblemente.
Coyolxauhqui: ¿Pero qué haces?
Hombre: (Tiernamente, a su oído) Ahora toma el Nahuiollin (Ella lo
hace). Míralo directamente a los ojos y dí...
Pero en ese momento el búho lanzó varias plumas sobre ellos, las cuales
apenas lograron eludir, y que quedaron clavadas en la pared y la puerta
tras ellos.
Coyolxauhqui: ¡Aaaaaayyyy, Mamá, son como cuchillos!
Hombre: ¡Trataré de detenerlo!, ¡Tú prepárate!
Coyolxauhqui: ¡Espera!, ¿qué debo decir?
Hombre: "¡Cochiquetzalmetztli, Axcan!"
Coyolxauhqui: ¿Qué?
Pero el guerrero ya corría hacia el demonio, al tiempo que este arrojaba
más plumas, las cuales el hombre contuvo con su bastón.
Hombre: ¡Hazlo!
Coyolxauhqui: ¡Estoy lista!
Él sonrió, y entonces se abalanzó sobre el búho-humano.
Demonio: ¡Mi señor Tezcatlipoca me ordena destruírte!
Hombre: (eludiendo más plumas) ¡Pues yo digo que no! (En ese momento
vuelve a conectar al demonio en la mandíbula, y de inmediato voltea
hacia Coyolxauhqui) ¡Es el momento!
Coyolxauhqui: ¡Sí!
Ella cerró los ojos y se concentró en el Nahuiollin, el cual empezó a
emitir una luz naranja y a crecer hasta alcanzar casi el doble de su
tamaño normal. El búho empezó a levantarse, pero en cuanto volteó a ver
a la chica, esta abrió los ojos y miró directamente a los suyos.
Entonces ella gritó.
Coyolxauhqui: ¡Cochiquetazlmetztli, Axcan!
Entonces el amuleto lanzó la energía acumulada hacia el demonio, el cual
se desvaneció con un horrible grito. Coyolxauhqui se quedó ahí por un
momento, y se veía confundida.
Hombre: Lo hiciste muy bien. Nos volveremos a ver.
Coyolxauhqui: ¡Espera!, ¡Dime quién eres!
Hombre: Todavía no es el momento de que lo sepas. Ya podremos hablar
sobre ello después, pero por el momento quiero que sepas que tu madre
confía en tí, y ahora también yo. ¡Hasta luego!
Coyolxauhqui: ¡Espera!
Pero el hombre ya había dado la vuelta por el corredor, y cuando ella
llegó ya no había rastros de él. Coyolxauhqui caminó hasta la puerta de
entrada y se puso a buscarlo por la ventana, pero no había rastros de
él. Nuevamente se sonrojó.
Tameme: (Saliendo del sótano) ¡No Cihuanton! (se dió cuenta de que al
parecer todo había terminado, al ver al perrero desmayado en el piso,
justo cuando el cristal de su corazón regresaba a su cuerpo) ¿No
Cihuanton? (Siguió caminando por el pasillo, hasta encontrar a
Coyolxauhqui) Lo siento, pero no pude aparecer nada. Tal vez aún no sea
el momento... ¿Terminó todo?
Coyolxauhqui: (Viendo al perro) No lo creo. (Entonces volvió a mirar a
través de la ventana, y repitió más bajo) No lo creo...
En un pequeño templo en la cima de una pirámide, dos figuras vestidas de
negro observaban parte de lo sucedido en un gran espejo negro. Uno de
ellos tenía la cara pintada con franjas horizontales blancas y negras,
mientras el otro la tenía pintada simulando un cráneo.
Cráneo: Parece ser que mi sirviente ha fallado.
Franjeado: No te preocupes. Apenas estamos empezando, y Quetzalcoatl ya
tuvo que hacerse presente. Eso ya es un buen logro.
Cráneo: ¿Y qué hay de la mujer?
Franjeado: Nada podría preocuparme menos. Tarde o temprano ella
regresará a mí. Ese es su destino. (Pensando) Y si ya lo logré
contigo...
Cráneo: No olvides que también debemos encontrar a mi esposa.
Franjas: Por supuesto. Ella también regresará a nosotros (Se acerca al
hombre de la cara de cráneo, y le pone una mano sobre el hombro) No te
preocupes, amigo mío. tan pronto como el Chicuazentonatiuh surja, el
mundo volverá a ser lo que hicimos de él alguna vez. Lo que siempre
debió haber sido... (Se rie quedamente)
Más tarde Milagros regresaba a su casa, llevando a Tameme con su
cinturón a manera de correa.
Tameme: Me siento como un payaso...
Milagros: No estamos en tus tiempos, perrito. Tuve que convencer al
perrero de que se me olvidó tu licencia, y no podemos correr el riesgo
de que otro perrero nos detenga.
Tameme: (Tras un profundo suspiro) Supongo que tienes razón.
Milagros: ¡Por fin en casa! Estoy que me muero de hambre, y... Oh, oh...
Ella dijo esto último ya que su padre la estaba esperando en la puerta
de entrada, y no lucía muy contento que digamos.
Papá: ¿En dónde has estado?
Milagros: Bueno, yo...
Papá: Son casi las siete.
Milagros: Te-tenía que encontrar al perro.
Servando: (Saliendo de detrás de su padre) ¿por qué?
Milagros: Pues... porque... porque... (en ese momento vió a su mamá y a
su amiga Dolores asomándose también por la puerta) ...¡porque es la
mascota del equipo. ¿No es así, Lola?
Lola: ¿Qué?. ¡Oh, sí, sí, lo es... ¿lo es?
Mamá: ¿Y qué está haciendo aquí?
Milagros: Lo rescatamos de una jauría que lo estaba persiguiendo, y yo
me ofrecí a cuidarlo anoche.
Servando: Pues ya lo hiciste, así que puedes devolverlo al club.
Milagros: ¡Pero quiero quedármelo!, ¿Puedo?, ¿Mamá?, ¿Papá?
Servando: No, tú...
Milagros: ¡Le estoy preguntando a nuestros padres!
Papá: ¡Cállense los dos! (Viendo al perro) ¿Dónde vas a tenerlo?
Milagros: En mi cuarto, o afuera, donde tú me digas. ¡Por favor, Papá!
Papá: ¿Tú qué opinas, Tere?
Mamá: (A Milagros) ¿Prometes cuidar de él tú sola?
Milagros: ¡Sí, mamá!
Mamá: ¿Y que nunca lo usarás de pretexto para no cumplir con tus
obligaciones?
Milagros: Sí.
Mamá: ¿Y que limpiarás tu cuarto a diario?
Milagros: (con otra gran gota en la cabeza) Bueno... (Tameme le rasca la
parte de atrás de la pierna) ¡De acuerdo¿ Lo haré, lo haré...
Mamá: Hasta el perro sabe que es imposible que cumplas eso, pero... es
lindo. De acuerdo, puedes quedarte con él.
Servando: (Muy molesto) ¡Grandioso! (Entonces señala amenazadoramente a
su hermana) pero si esa cosa mete tan siquiera su nariz en mi cuarto,
puedes irte despidiendo de ella. ¿Está claro?
Milagros: ¡No te atrevas a amenazarme, "Capea"!
Mamá: De acuerdo, ya basta. Es hora de que comas, o más bien de que
cenes, debería decir.
Milagros: Lo siento, mamá. No volveré a hacerlo.
Mamá: Entra. Espero que a tu perro le gusten las sobras.
Milagros: Supongo que las soportará, ¿no es cierto?
Tameme: (pensando contrariado) ¿Qué más puedo hacer...?
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FIN DEL CAPÍTULO 2
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