Advertencia: Sailor moon y sus tópicos relativos son propiedad de Naoko
Takeuchi, Kodansha, TOEI Animation, TV Asahi, DiC y otros. Sus derechos de
explotación en méxico han sido concedidos a Ban-Dai de México, TV Azteca,
Editorial Toukan, Intertrack de México, Editorial Navarrete (Perú), Editorial
Vid, Industrias Kay y otras.
Yaocihuatl Coyolxauhqui y los demás caracteres y situaciones originalmente
desarrollados en esta página web son propiedad intelectual de su autor. Por
favor, no los utilice sin permiso previo.

===========================================

Como de costumbre, Milagros se dirigía a la secundaria caminando, con Tameme a
un lado.
Tameme: ¿Hoy dormiste mejor, "no cihuanton"?
Milagros: Por supuesto. ¿Sabes?, me ha dado mucho gusto conocer a Malinalli.
Creo que seremos muy buenas amigas.
Tameme: Y creeme, será una gran ayuda en nuestra misión.
Milagros: (deteniéndose de pronto) ¿Misión?
Tameme: (Deteniéndose a su vez, viendo a Milly con cara de enojo) ¿Acaso ya se
te olvidó por qué tienes a un perro parlante a tu lado?
Milagros: Claro que no, pero...
Voz: ¡Milly!
En ese momento, como de costumbre, Dolores se acercaba a ellos, por lo que
tuvieron que guardar silencio.
Dolores: ¡Qué tal!, ¿cómo te fue con los baños?
Milagros: Bastante mejor de lo que esperaba. Tuve una ayuda que no esperaba.
Dolores: ¿Ayuda para lavar los baños?, ¡Vaya! no sabía que teníamos
masoquistas en la escuela, y quién...
En ese momento, a unos metros de la entrada de la secundaria, un camión se
dÒ€îICŸÜ­ºékDJVž#{ߠŹW³ÃNwüp³,Im)K€zÚ›s«õ¶1Ù_Zê’]¦
_Ã&ªú'…¦›ÇZ¯ÿ„žÙð1¨àÏú[ØÎ¬]ÞˆPŠMµÓ2Ïî§(m9BwE4‚KkWÝ]ñÝôŸ÷–Ú£Äò}0³oÝ7Éýú
õÁ¨®¦,ê?VjïÁ’ö˜í'/.r«Çk¼îGî¯é¤þe|á'7L3•º®í²á²×ð¯Ï?KXîZGÌûÛ‹B,åå?g®ÑÚ)˜ ¼J3½Ò`özLã™_ÇÞ:ÂÒ70ݯ!Y§$…<íù­|Õ`öµ#¶É6Á¢ìîÓ°ñ,1ã— ,c-Þ],{*×°f5“¡'f‰k} „?”‰/ãB÷‡>ÌÀÐ`…<’VpN@¥aÚ5ÿJõ%YD¢Öˆ´?’©Gz>ì[[œŒz&Ç¿7Ö:oÆ…p'("ÁA$¢A*1£ 5-žH9Ä)Öâ55Iˆ82³ýîÖN‚ǃ…lÑI.	
‰Œúê)—·›..	{jt—”§«ÓÉ’cY£Ýo algo que Milagros nunca se esperó: Empezó a
retroceder hacia la escuela, parecía como asustada, o por lo menos no podía
ocultar que sentía un gran desagrado.
Lola: Yo... yo... acabo de recordar que... que debo ver a una compañera antes
de entrar a clases, ¡nos vemos! (Entra corriendo a la escuela).
Milagros: ¿Pe-pero qué...? No comprendo. (Voltea a ver apenada a Malinalli) Lo
siento mucho. En verdad no entiendo qué le pasó.
Pero Malinalli veía fijamente la puerta de la escuela. Ella conocía ese tipo
de reacciones demasiado bien.

===========================================

El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui
Amoxtli Ce: El Largo Camino a la Redención.
Amatl Macuilli: Amistades en Juego (Parte I).
Por Mahtlactli Atl.

===========================================

La clase de Ciencias Naturales de Milagros salió al descanso unos minutos
antes de la campanada del recreo, por lo que Milly se dirigió al patio trasero
de la escuela. Pero para ello tuvo que pasar frente al taller de dibujo
técnico, donde vio que el grupo de Malinalli aún se encontraba trabajando.
Malinalli estaba sentada al final del salón. A un lado tenía una extraña
"cajita" en la que tenía ubicados sus conos para entintar y sus minas para
trazos. En su muñón derecho tenía puesta una de esas bandas de velcro que
Milly conoció el día anterior, pero esta vez tenía fijado su manguillo
portaconos.
Ella tenía puesta una banda para jugar tenis en la cabeza, ya que
aparentemente sudaba bastante. Tenía que hacer amplios movimientos con sus
codos y hombros, y en general con toda la parte alta de su cuerpo, para suplir
su falta de muñecas. Sin embargo demostraba una gran agilidad para lo que
hacía, y cambiaba los conos a una velocidad sorprendente, aunque algunos de
sus compañeros volteaban a verla con cierta impaciencia, como hartos del
"click-clack" que salía de la cajita cada vez que cambiaba un cono.
Malinalli se levantó de su silla unos instantes antes de que sonara la campana
del recreo, llevando su plano al profesor. Milagros alcanzó a ver el dibujo,
muy bien realizado, y no pudo menos que maravillarse con el resultado. Empezó
a pensar que sus compañeros tal vez estaba más preocupados por las habilidades
de Malinalli que ppor los ruidos de su equipo especial.
Milagros: (Pensando) ¡Wow!, Sin duda esta chica es un "estuche de monerías".
Seguida de sus compañeros, Malinalli salió del aula.
Milagros: ¡Hola!, Vaya que los sorprendiste.
Malinalli: (Algo distraída) ¿Eh? ¡Ah!, Hola...
Pero Milagros percibió algo de preocupación en los ojos de su nueva amiga.
Milagros: ¿Qué, te pasa algo?
Malinalli: ¿A mí? No, ¿por qué?
Milagros: (Con una sonrisa pícara) Bueno, pues yo vengo a ver si no tienes
pareja para almorzar durante el recreo.
Malinalli: (Devolviendo la sonrisa) Tengo que revisar mi apretada agenda, pero
no lo creo.
Milagros: ¿Dónde?, ¿Donde "la mano misteriosa" te dejó la nota el otro día?
Malinalli: (Riendo bajito) ji, ji... Por mí está perfecto.
Milagros: Pues vamos.

Ambas se sentaron a comer sus almuerzos.
Milagros: ¿De qué es tu sandwich?
Malinalli: Déjame ver. (Se lo acerca a la nariz) ¡Hmm! Jamón con germen de
soya y mantequilla de cacahuate.
Milagros: ¿¿¿Quéééé??? ¿Acaso estás embarazada?
Malinalli: ¡Oyeme!, deberías saber la cantidad de proteínas que este "bebé"
contiene. Además, a mí me encanta como sabe.
Milagros: De seguro mejor de lo que se oye.
Malinalli: A ver, ¿de qué es tu torta?
Milagros: (Tras fingir que lo huele aparatosamente) ¡¡¡¡¡Sssssnnnffffff!!!!!
Yummi, yummi. Pollo en mole rojo.
Malinalli: ¿¿¿Quéééé??? ¿Mole a esta hora? ¿Sabes lo que eso le hará a tu
estómago?
Ambas se quedaron calladas un momento, y luego empezaron a reír. En eso,
Milagros vió a su amiga Dolores.
Milagros: ¡Oye, Lola!, ¡Lola!
Pero Lola siguió caminando como si no hubiera escuchado, aunque no pudo
ocultar el hecho de que aceleró un poco su paso.
Milagros: Vaya, si no fuera por cómo camina, juraría que no me oyó. No
entiendo qué le pasa.
Malinalli: Yo sí.
Milagros volteó sorprendida a ver a su amiga. Esta parecía no ver más que a su
propia sombra en el suelo, y lucía apesadumbrada.
Milagros: ¿A qué te refieres?
Malinalli: Bueno, veras. Desde que sufrí mi accidente he conocido dos clases
de personas, las que sienten un rechazo profundo y las que tratan de
sobreprotegerme. Pues... bueno, me temo que tu amiga Dolores está en el primer
grupo.
Milagros: ¿Pero qué estas diciendo?, ¡Vamos, te equivocas! ¡Lola no es así!
Malinalli: (Alzando un poco la vista) Sí. Tal vez tú no lo sabías; incluso es
muy probable que ella misma tampoco lo supiera, pero conocer tan de cerca a un
discapacitado puede provocar reacciones muy extrañas en la gente. Creeme, lo
sé por experiencia. Mucha gente en la que yo confiaba ciegamente me volteó la
espalda después del accidente.
Milagros: (Tratando de reanimar a Malinalli) ¡Vamos, anímate! Deberías de
haber oído las cosas que Lola me decía cuando acababa de conocerme.
Malinalli: Es que eso no es lo importante...
Milagros: ¿¿¿???
Malinalli: Lo que me duele es pensar que yo pueda ser un obstáculo en tu
amistad con Dolores. Tú no te mereces eso, pero sé bien que puede pasar.
(Riendo con amargura) Como ves, ni siquiera soy una amistad fácil de
conservar... (Una lágrima corre por su mejilla).
Milagros: (Levantándose rápidamente) Bueno, pues yo digo que te equivocas, y
para comprobarlo, ¿por qué no me acompañas a mi entrenamiento de futbol
americano después de clases?
Malinalli: ¡Cómo!, ¿tú juegas futbol americano?
Milagros: Bueno, bueno, en realidad es "tochito banderola". ¡No me veas como
si tuviera los músculos de "Chanceymuerde". ¿Quién anda ahora de prejuiciosa?
Malinalli: Perdón... no debí...
En ese momento ambas se dieron cuenta de que estaban en la misma escena que en
la oficina del director, sólo que a la inversa, y de nuevo se soltaron a reír.
Milagros: Bueno, entonces está decidido. Vendrás conmigo a mi práctica.
Malinalli: Oye, espera...
Milagros: Nada, nada. Está decidido. ¿Quién sabe? a lo mejor descubres un
talento escondido, o un nuevo amor, (le da unos leves codazos en el brazo) Los
muchachos entrenan antes que nosotras....
Malinalli: Oye, ¡Qué cosas dices!
En ese momento sono la chicharra anunciando el final del recreo.
Milagros: Bueno, ni hablar, de vuelta al infierno. ¿Tú a dónde vas?
Malinalli: Me toca español, ¿y a tí?
Milagros: Taller de mecanografía, ¡Fúchila!. Bueno, nos vemos a la salida,
¿eh?
Malinalli: Creo que más me vale, si no quiero conocer la ira del huracán
Tuchmetztli.
Milagros: ¡Caracoles!, ¿cómo le hiciste para aprenderte mi apellido tan
rápido?
Malinalli: (Riendo de nuevo) Já, já. Bueno, vamonos. (Caminan en direcciones
opuestas del taller que les hacía sombra) Oye, Milly. (Ambas se detienen)
Gracias por todo, y no rompas tus amistades por mi causa.
Milagros: Eso ya te incluye...

La campana de salida sonó a las 2 en punto, Malinalli se dirigió al Salón de
Danza, pues tenía entendido que esa era la última clase de Milly.
Y en efecto, su grupo aún estaba en el salón, pues al parecer el maestro López
estaba inconforme con la labor de algunas de sus alumnas.
Sr. López: ...Bueno, señoritas. ¡No nos vamos a ir hasta que les salga bien!
Otra vez.
Nuevamente sonó la música de violín característica de la región huasteca, y
fue cuando Malinalli encontró a Milagros hasta enfrente del grupo. Bailaba con
una gran sonrisa, y sus pies zapateaban ágil y alegremente. Esta vez, fue
Malinalli quien no pudo ocultar su admiración.

10 minutos después el profesor López se apiadaba de su grupo y lo dejaba
salir. Milagros tomó sus cosas apresuradamente y se encaminó a la puerta,
donde tomó rápidamente del brazo a Malinalli.
Milagros: ¡Híjole, se me hizo tardísimo! ¡Vámonos, o Samuel me hará dara 5
vueltas extras al campo!
Malinalli: ¿Tanto así?
Pero Milagros no sólo se apresuró a llevársela rápidamente por ir a la
práctica. También lo hacía por evitarle algunos comentarios desagradables que
habían empezado a correr en su propio salón.

Frente a un tablero en forma de cruz, dos figuras se disputan una partida de
Patolli.
Cara a rayas: El tiempo se sigue acercando, pero me temo que Quetzalcoatl
también está acrecentando su poder. Será necesario hacernos cargo de él antes
del Tlilcoatl.
Cara de cráneo: ¿Y qué hay de las Yaocihuameh (Guerreras)?
Rayado: Huum, es cierto. Razón de más para que aceleremos nuestros planes.
Creo que es el momento de mandar otro tipo de Mictlacatecolotl.
Cráneo: Se hará, se hará. (Luego de arrojar los dados) ¿Ninguna señal de mi
mujer?
Rayado: Ninguna todavía, pero no te preocupes, que sigo sobre eso.
Cráneo: Espero que te dés prisa. ¿Para mis demonios, tienes algo en mente?
Rayado: De hecho, sí. Hasta ahora hemos ocupado demonios que aprovechan en
manera muy pobre las capacidades de sus poseídos. Creo que habría mejores
resultados si aprovecharan mejor a los "macehuales" (plebeyos) que ocupen.
Cráneo: Bueno, algo habrá a tu gusto. (Tira otra vez los dados). Y con esto yo
gano. (El hombre de rostro a rayas vé contrariado el tablero) Lo siento, pero
así es esto del Patolli (Toma los granos de cacao que constituyeron la
apuesta, y se retira).
Rayado: (Para sí) Por ahora, "amigo". Por ahora...

Milagros y Malinalli llegaron al campo justo cuando Manuel estaba a punto de
sonar su silbato para iniciar el calentamiento. Tameme ya venía con ellas.
Milagros: ¡Coach, coach....!
Manuel: ¡Safe en home, Tuca!, ¿Dónde andabas?
Milagros: (Tratando de recuperar el aire) Yo... yo... lo... siento. Se me...
hizo tarde... en danza.
Bertha: Bueno, lo importante es que ya llegaste. Prepárate.
Milagros: (Ya más recuperada) Coach Domínguez, traje a una amiga conmigo.
¿Habrá problema en que vea la práctica?
Bertha: Ninguno. Es más, me gustaría conocerla.
Milagros: ¿En serio? ¡Gracias! (Ambas se dirigieron a la tribuna) Coach,
permitame presentarle a mi amiga Malinalli González. Malinalli, mi coach
Bertha Domínguez.
Malinalli no supo qué pensar, pero nunca esperó que aquella mujer la viera con
tanta naturalidad y cariño.
Bertha: Es un placer conocerte, Malinalli.
Cuando la coach le besó la mejilla, Malinalli sintió una calidez muy especial,
casi como si aquella mujer hubiera sido una amiga muy querida de toda la vida.
Malinalli: Pe-perdone, ¿acaso ya nos conocíamos?
Bertha: No lo creo, pero en todo caso puedo ver que eres una persona muy
especial. ¿No deseas practicar con nosotras?
Malinalli: ¿Futbol americano yo?, ¿qué no ve...?
Bertha (interrumpiendo): El "tochito banderola" es como el futbol americano en
el sentido de que es un juego de conjunto para todo tipo de gente, y donde
todo elemento es tan importante como cualquiera otro. ¿Tienes brazos, no?
podrías hacer la prueba como receptora. Además, una nueva regla permite el
pateo de goles de campo y puntos extras, ¡podrías ser pateadora!
Malinalli se sintió muy bien con la confianza que a primera instancia le
ofrecía la entrenadora, pero en realidad no le gustaba mucho este juego.
Malinalli: En verdad se lo agradezco, pero lo mío es el "panbol" [nombre con
que los jugadores de futbol americano en México llaman despectivamente al
soccer].
Bertha: Bueno, pero si cambias de opinión, calienta un poco y bajas al campo.
Se vé que te cuidas bastante bien, así que por eso sé que sabes realizar un
calentamiento. ¿Estás de acuerdo?
Malinalli: (Sonriendo) Esta bien. ¡Muchas gracias!
Bertha: Bueno, Milly, el emparrillado nos espera.
Milagros: Gracias, coach. (Bertha se adelanta un poco, mientras que Milagros
se detiene un poco con Maly) ¿Ves como no soy todavía una "especie en extinción"?
Malinalli: Debo admitir que esto "valió el boleto". ¡Ahora vete, o sí te
castigarán! (En eso Manuel volvió a sonar su silbato).
Manuel: Tuca, ¿cuánto más hay que esperarte?
Milagros: ¡Ya voy, ya voy! (Corre hacia el campo)
Malinalli: (A Tameme, quien finje dormir) Oye, Tameme, ¿por qué sentí algo tan
especial cuando esa señora me habló?
Tameme: (Pensando) Si ustedes supieran...

Durante el calentamiento y la práctica de equipo en general, todo transcurrió
normalmente, pero cuando se dividieron en unidades, fue cuando comenzaron los
problemas. Mientras Manuel se llevaba a parte del equipo a un costado del
campo para practicar defensiva, Bertha llevaba a la otra mitad muy cerca de la
tribuna principal, para practicar pases. Milagros y Dolores estaban dentro de
este grupo.
Repentinamente, cuando Milagros fue a buscar un pase hacia afuera, Dolores
perdió inexplicablemente la puntería, mandando el balón muy arriba de ella...
y justo a donde se encontraba Malinalli.
Pero esta vez la chica no se dejó sorprender. Con un rápido movimiento del
brazo mandó el balón hacia arriba, y este descendió suavemente en su regazo.
Bertha: ¡Dolores!, ¿qué fue eso?
Lola: Lo siento, se me resbaló.
No muy convencida, Bertha continuó la práctica, pero cinco minutos después
sucedió lo mismo, y otra vez Malinalli reaccionó igual.
Bertha: Dolores, si sigues así, tendré que buscar una suplente entre las demás
chicas.
Dolores: (Con una mirada un tanto retadora) Lo siento.
Milagros: ¿Qué te pasa, Lola?
Dolores: (Molesta) ¡Ya dije que lo siento!, ¿Está bien?
Unos minutos después, en otra trayectoria de Milagros, Dolores tiró el balón
descaradamente hacia el otro lado, otra vez sobre Malinalli. Ella ya estaba
lista, pero una mano varonil tomó el ovoide a unos centímetros de su rostro.
Hombre: ¡Vaya!, es la peor pasadora que he visto en mi vida. Lo extraño es que
ya la he visto antes, y no es tan mala.
Malinalli: Muchas gracias.
Milagros: (Llendo por la pelota) ¡Bolita, por...!, ¡Vaya, pero si tu eres el
chico que me ayudó a salvar a mi perro!
Malinalli y Tameme voltearon a verlo, y entonces el perro lo reconoció.
Malinalli: ¿Ya se conocían?
Joven: Más o menos. Tú eres la chica del apellido raro, ¿no?
Milagros: (Algo molesta) ¡Oyeme, yo sólo venía a agradecerte por lo de aquel
día! Además, yo no sé tu nombre.
Joven: Cierto, disculpa. Me llamó Donají de la Paz.
Milagros: ¿Donají de la Paz?, ¿y a tí te parece que mi nombre es raro?
Ambos habrían seguido discutiendo, si no hubiera sido porque Malinalli se
levantó de su asiento de pronto, y empezó a caminar como si fuera a salir del
estadio.
Milagros: Oye, Malinalli, ¡Oye, espera!
Pero en una puerta de la pequeña malla del campo, dió la vuelta y empezó a
trotar rumbo a donde estaba Milagros.
Milagros: Pero qué...
Malinalli: (Pasando junto a Milagros) Dile a la coach Domínguez que me avise
cuando empiece la práctica de pateo. (Continua trotando).
Milagros: ¿La coach? ¡En la... la práctica!, ¡bolita, por favor!
Donají: ¿Eh? (Ve el ovoide en su mano, y se sonroja) ¡Oh, sí, aquí tienes!
Milagros: Gracias. ¡Nos vemos luego!

Malinalli siguió trotando hasta dar tres vueltas al campo, y empezó a hacer
ejercicios de estiramiento mientras la práctica de pateo iniciaba, y varias de
las jugadoras que lo habían intentado habían fallado en conectar goles de
campo de apenas 25 yardas. Sólo Dolores, con apuros, había conectado en dos
ocasiones.
Bertha: (Contrariada) Creo que tendremos que jugárnosla en cada extra... (A
Malinalli) ¿Cómo ves, estás lista?
Malinalli: ¡Aléjela 10 yardas más, coach!
Todas se voltearon a ver, no creyendo lo que aquella "manca" había dicho.
Bertha sonrió ante ello.
Bertha: Está bien. ¡Mayra, tú centras!, ¡Dolores, tú sostienes!
Malinalli se encaminó hacia donde estaba Milagros.
Malinalli: Oye, Mily. ¿Qué número de zapatos usas?
Milagros: ¿Cómo?
Malinalli: Es que patear sí lo hago mejor con tenis que con sandalias.
Milagros: Dos y medio. ¿Te quedan?
Malinalli: ¡Como guante! ¿Me prestas el derecho?
Milagros: Te presto los dos, pero ¿de veras lo intentarás desde 35 yardas?
Malinalli: ¿No decías que soy un estuche de monerías?
Pero mientras Malinalli se ponía los tenis de Milagros, Dolores le decía algo
a Mayra.
Las tres muchachas se colocaron en posición. Lola dirigía a Malinalli una
extraña mirada, mientras ella se concentraba en ver los postes de gol.
Mayra se dispuso a centrar, y al momento en que lo hacía se escuchó un
silbatazo. La pelota voló justo hacia la cara de Malinalli, pero Bertha la
tomó a medio camino.
Bertha: ¡Milagros, tú centras!
Dolores: Oiga, pero...
Bertha: Zamudio, tú ya puedes irte a tu casa. ¡Tu práctica terminó!
Dolores: (Contrariada) pero cómo...
Bertha: Es obvio que hoy no es tu día. Piensa lo que has hecho con calma, y
mañana vienes.
Dolores: (A su primo) ¡Manuel, haz algo!
Manuel: Oye, Bertha...
Bertha: (Con autoridad) Si quieres, dejamos que vea la práctica de pateo, pero
no me negarás que sus actitudes de hoy merecen una medida disciplinaria.
Manuel volteó a ver sucesivamente a Dolores y a Bertha, y no le quedó más que
bajar la cabeza.
Dolores: ¡Pero, primo...!
Bertha: ¡Milagros, tú centras. Yo recibiré la bola!
Milagros asintió, aunque volteaba a ver sucesivamente a Malinalli y a Dolores,
sin poder comprender lo que había sucedido a esta última.
Bertha: (Colocándose a siete yardas de Milagros, e hincando una rodilla sobre
la línea de la yarda 35, se dirige a Malinalli) Muy bien, recuerda que tienes
siete segundos desde que se centre la pelota.
Malinalli: ¡Lista!
Bertha vio otro momento a Malinalli, quien tenía la vista fija en el lugar
donde se pondría la pelota, y sonrió, entonces volteó hacia Milagros.
Bertha: ¿Lista, Mily? ¡No olvides agacharte luego de que centres!
Milagros: De-de acuerdo.
Bertha notó una expresión preocupada en Milagros, y ella se preocupó también,
pero decidió seguir adelante.
Bertha: ¿Lista? ¡HUT!
Milagros centro y puso su rodilla izquierda en el suelo. Bertha recibió el
ovoide, y al momento de ponerlo en el suelo Malinalli inició su carrera.
Conectó la pelota con buena técnica, y esta libró limpiamente el travesaño de
las haches... y la caseta de la casa-club, y hasta la calle frente al estadio.
La pelota pegó en el techo de una de las casas vecinas al campo. Si la patada
hubiera necesitado 60 yardas, Malinalli las habría conseguido. Todas las
jugadoras se quedaron con la boca abierta.
Bertha: ¡Magnífico!, ¿no te gustaría sumarte al equipo?
Pero Malinalli estaba viendo hacia Milagros, quien le devolvió una mirada
turbada. Entonces la chica manca bajó la vista.
Malinalli: Yo... lo siento, coach... pero ya le dije que... lo mío es el
"panbol".
Empezó a correr hacia donde se encontraban sus cosas. Tameme se levantó como
para decirle algo pero notó que Donají seguía sentado a su lado.
Malinalli: (A Donají) Oye, ¿pásame mis cosas, sí?
Donají: Claro.
Tras tomar sus cosas, Malinalli se quitó los zapatos de Mily, y se puso unas
sandalias de repuesto que siempre llevaba en su mochila. Milagros pareció
reaccionar, y se dirigió hacia ella.
Milagros: Malinalli, espera...
Malinalli: ¡NO!
Milagros se detuvo en seco.
Malinalli: (Tras permanecer un instante seria, le dirigó una sonrisa un tanto
forzada) Tienes derecho a pensar las cosas. Hazlo. Te veo mañana, ¿de acuerdo?
Milagros no contestó. Sólo vió a Malinalli alejarse corriendo, y después
volteó a ver sus zapatos donde su amiga había estado. Volteó a buscar a
Dolores, pero no la encontró por ningún lado. Entonces se quedó viendo al
suelo, con los puños apretados.
(Continuará...)

==============================================
FIN DEL CAPITULO 5

    Source: geocities.com/tokyo/field/7176/espanol

               ( geocities.com/tokyo/field/7176)                   ( geocities.com/tokyo/field)                   ( geocities.com/tokyo)