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Tras tomar sus cosas, Malinalli se quitó los zapatos de Mily, y se puso unas
sandalias de repuesto que siempre llevaba en su mochila. Milagros pareció
reaccionar, y se dirigió hacia ella.
Milagros: Malinalli, espera...
Malinalli: ¡NO!
Milagros se detuvo en seco.
Malinalli: (Tras permanecer un instante seria, le dirigó una sonrisa un tanto
forzada) Tienes derecho a pensar las cosas. Hazlo. Te veo mañana, ¿de acuerdo?
Milagros no contestó. Sólo vió a Malinalli alejarse corriendo, y después
volteó a ver sus zapatos donde su amiga había estado. Volteó a buscar a
Dolores, pero no la encontró por ningún lado. Entonces se quedó viendo al
suelo, con los puños apretados.
Dolores ya se encontraba en camino a su casa, pensando "¡Maldito fenómeno!".
Por lo mismo, no puso atención a un extraño resplandor rojo que se dirigía
hacia ella.

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El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui
Amoxtli Ce: El Largo Camino a la Redención.
Amatl Chicoazen: Amistades en Juego (Parte II).
Por Mahtlactli Atl.

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Esa misma noche, Milagros se encontraba recostada en su cama, pero era obvio
que no podía dormir, e incluso lloraba un poco. Tameme, en otra de sus
extrañas apariciones, se dirigió hacia ella.
Tameme: No cihuantontzin. ¿Estás bién?
Milagros: ¿Cómo entraste?
Tameme: Eso no importa. ¿Cómo te sientes?
Milagros: ¿Cómo quieres que me sienta, si mis mejores amigas me están poniendo
en la situación de elegir entre una u otra?
Tameme: Sé que es difícil, pero yo pienso que Malinalli...
Milagros: (Levantándose rápidamente, con expresión de enojo) ¡Yo sé que tú vas
a tomar partido por tu "bendita misión", pero no sabes lo mucho que me ha
ayudado la amistad de Dolores!, ¡Ella me aceptó como jugadora y como bailarina
cuando todos los demás me ponían a elegir entre una cosa u otra, incluso mis
padres!
Tameme se quedó pensativo un momento, y después habló.
Tameme: De acuerdo. Vamos a olvidarnos completamente de "la misión", e incluso
olvidemos que Malinalli sea Mayahuel. ¿Estamos? Nada de eso ha pasado.
Milagros: ¿Y?
Tameme: Dime. ¿Acaso no Dolores te está poniendo en el mismo problema del que
te libró en el pasado?
Milagros se quedó viendo fijamente al colchón de su cama.
Tameme: Dime. Si cuando aquella jauría quiso matarme, Dolores te hubiera dicho
"deja que lo maten", ¿lo habrías hecho?
Milagros: ¡Ella arrojó la primera piedra a los perros que te atacaban!
Tameme: Lo sé, y se lo agradezco, pero ¿si ella te hubiera dicho eso?
Milagros: Bueno... Ella de hecho me recordó que le tenía miedo a los perros...
Tameme: ¿Y tú que hiciste?
Milagros: Le dije... le dije que podía quedarse y ver mi destrucción.
Tameme: Es decir, ambas se dieron la oportunidad de decidir qué harían, sin
presiones ni imposiciones, ¿no es cierto?
Milagros volvió a bajar la mirada.
Tameme: Y dime, en este caso, ¿no es Malinalli quien te está dando la opción?
Milagros: ¿Qué quieres decir?
Tameme: Es algo obvio. Dolores ¿qué ha hecho?, ha fingido no oírlas, ha salido
corriendo, incluso ha tratado de agredir a Malinalli.
Milagros: ¡Eso...!
Tameme: Tú sabes que eso es cierto, pero déjalo a un lado. ¿Qué ha hecho
Malinalli en cambio?
Milagros: ¿Qué?
Tameme: Te dió plena libertad para elegir entre ella y Dolores. La decisión no
es más que tuya.
Milagros: ¡Eso es precisamente lo que me molesta de ambas! ¿por qué tengo que
tomar yo una decisión así?, ¿por qué si las quiero a ambas tengo que dejar de
querer a una para que la otra no se moleste?
Tameme: Yo creo que sólo una de ellas ha generado este problema.
Por unos segundos, ambos quedaron en silencio.
Tameme: Mira, yo no tengo por qué... (Repentinamente se interrumpió, como si
hubiera sentido una punzada) ¡Oh, Dioses!
Milagros: ¿Qué?, ¿Qué pasa?
Tameme: Tengo un mal presentimiento... ¡Mayahuel!, ¡Algo le pasa a Mayahuel!
Milagros: ¿Malinalli?
Tameme: ¡Sí!, ¡Tenemos que ayudarla!
Milagros: (Susurrando) ¡Habla más bajo, o despertarás a mi familia!, ¿Cómo
llegamos?
Tameme: Hay que buscar un lugar donde puedas transformarte, ¡deprisa!
Luego de que Milagros se vistiera apresuradamente, y de que ella escribiera
una nota, ambos salieron sigilosamente de la casa.
Tameme: ¿Cómo pudiste perder el tiempo con esa nota?
Milagros: Es nuestra coartada, ¡apresúrate!
Tras unos minutos de correr, lograron encontrar un claro entre unos árboles.
Tameme: Bueno, aquí es un buen lugar. ¡Transfórmate!
Milagros: De acuerdo. ¡TO NANTZIN METZTLI, OLLIN!
Luego de convertirse en Sailor Coyolxauhqui, Milagros se arrodilló, tomando su
amuleto entre las manos.
Milagros: Por favor, Nahuiollin, llevame hasta Mayahuel. ¡XIMO!
Tameme: ¡Milagros, espérame!
Pero cuando Tameme llegó al resplandor, este ya se estaba dispersando.
Coyolxauhqui se había ido.
Tameme: (Contrariado) Pero qué....

Cuando la luz se dispersó, Coyolxauhqui se encontró dentro de una espaciosa
casa que no conocía, pero antes de que pudiera asombrarse, escuchó algunos
ruidos de objetos cayendo en la planta alta.
Coyolxauhqui: ¡¡¡Malinalliiii!!!
Cuando llegó al cuarto de donde venían los ruidos, no pudo creer lo que vió.
Su amiga luchaba por soltarse de unas manos que la tenían sujeta por el
cuello, y estas pertenecían a una figura femenina.
Coyolxauhqui: ¡Detente ya, villana! No sé cuál es tú...
En ese momento, la persona volteó hacia ella, y Coyolxauhqui se quedó helada
en su sitio.
Coyolxauhqui: ¿¿DOLORES??
En efecto, era Dolores quien atacaba a Malinalli.
Coyolxauhqui: (Dirigiéndose a sus amigas) Lola, pero qué...
Antes de que pudiera decir más, ella le dió un terrible golpe en la mejilla,
que la hizo volar hasta el otro lado del cuarto, azotando con fuerza en una
pared.
Coyolxauhqui: ¡Aaaaawwww!, pero qué...
Malinalli: (Tratando de liberarse) No... no... su-sus ojos...
Fue entonces cuando Coyolxauhqui notó que los ojos de Dolores tenían un
extraño brillo rojo.
Coyolxauhqui: Por todos los cielos. ¡Sal de ahí, condenado demonio!
Ella trató de apartarlo, pero ahora ella parecía hecha de acero. No podía
moverla un milímetro, y por toda respuesta ella levantó un poco los brazos,
despegando a Malinalli del suelo.
Malinalli: ¡Aaah, Aaagghh...!
Coyolxauhqui: (A punto de llorar, y abrazando a su amiga poseída) ¡Dolores,
no!, ¡Por favor, no lo hagas! (No hubo respuesta) ¡Lola, yo sé que estás ahí
adentro!, ¡por favor, tienes que sacar a ese demonio de dentro de tí!
Tameme: Me temo que no sólo es el mictlacatecólotl.
Coyolxauhqui volteó sorprendida a ver a su perro.
Coyolxauhqui: ¿Cómo llegaste?
Tameme: No hay tiempo. Ese demonio sólo ha incrementado la repulsión de
Dolores por Malinalli, y la ha utilizado en su beneficio. ¡Tendrás que dañarla
para que suelte a Mayahuel!
Coyolxauhqui: ¡NO, ESO NO!
Desesperada, volteó a ver a Malinalli, y notó que ella estaba perdiendo
fuerza, pero en su mirada notó que ella estaba de acuerdo.
Tameme: Si no lo haces tú, ¡lo haré yo!
Tameme saltó sobre la muñeca de Dolores más cercana y empezó a morderla, pero
ella no se movió, y con un rápido movimiento arrojó a Tameme lejos.
Coyolxauhqui corrió a auxiliarlo.
Coyolxauhqui: ¡TAMEME!, ¿Estás bien?
Tameme: Sí, pero ya no hay tiempo. (La cara de Malinalli empezaba a tornarse
azul) ¡Tienes que usar tu Yecapil.
Coyolxauhqui: ¿Qué es eso?
Tameme: La gema de tu mariz.
Coyolxauhqui: Pero si nunca he logrado quitarme esta cosa de ahí.
Tameme: Concentrate en utilizarla como un boomerang, y al soltarla grita
"Metztli Yecapil, Ehua"
Coyolxauhqui volteó a ver la escena de sus amigas, y lentamente se levantó.
Lágrimas corrían por su rostro cuando llevó la mano a la nariguera. Malinalli
volteó a verla, y sus ojos se abrieron más cuando comprendió lo que
Coyolxauhqui se disponía a hacer.
Coyolxauhqui: (Muy bajo, al tiempo que tomaba el adorno en su mano) Lo siento,
Lolita... ¡METZTLI YECAPIL, EHUAAA!
Lo último lo gritó al tiempo que lanzaba el adorno, de manera muy similar a
como Sailor Moon lanza su tiara lunar. Dolores volteó inexpresivamente a ver
el arma que se dirigía hacia sus brazos, mientras Malinalli la veía con ojos
desorbitados. Coyolxauhqui se tapó los ojos y volteó hacia el otro lado. Pero
de pronto, todo lo que se oyó fue un tintineo cuando el Yecapil cayó al suelo.
Malinalli tenía una rasgadura en uno de sus zapatos, e incluso sangraba
ligeramente. ¡Había desviado el ataque con su propio pie!
Coyolxauhqui: Pero, Malinalli, ¿por qué...?
Malinalli: (Débilmente) No... no lo hagas... (Dolores se volteó lentamente a
verla y sus ojos parecieron reflejar alguna emoción) Yo... se qué... es eso...
no... no lo hagas...
De pronto, una lágrima rodó por la mejilla de Dolores, y la fuerza de sus
brazos disminuyó, lo que Malinalli aprovechó para, con un gran esfuerzo,
empujarla con los pies hacia su cama.
Coyolxauhqui: ¡¡¡Malinalli!!! (Corre a abrazar a su amiga, pero ella extiende
uno de sus brazos)
Malinalli: No hay tiempo ahora, ¡Tenemos otra amiga que ayudar! (Coyolxauhqui
simplemente asintió) ¡TO NANTZIN CHALCHIUHXOCHITL, OLLIN!
Luego de su breve secuencia de transformación, Coyolxauhqui y Mayahuel se
dirigieron a Dolores.
Mayahuel: ¡Escucha, mictlacatecolotl, esta vez llegaste demasiado lejos!
Coyolxauhqui: ¡Así es! aprovechaste la ofuscación de una chica ante una
situación desconocida, ¡y eso no te lo perdonaré! Yo soy Sailor Coyolxauhqui,
y para alcanzar mi redención y proteger al Macuiltonatiuh, voy a detenerte.
En ese momento, Dolores cerró fuertemente sus ojos, y enseguida soltó un grito
aterrador.
Dolores: ¡AAAAAAAAAHHHHHHHHH!
Al momento, su cristal del corazón ennegrecido salió volando, y de él emanó
una nube negra que fue tomando la forma de una mujer, pero con piel verde y
gran cantidad de espinas.
Demonio: ¡Imposible!, ¡esa humana logró expulsarme!
Coyolxauhqui y Mayahuel corrieron a proteger a Dolores, que se veía desmayada
y pálida.
Coyolxauhqui: ¡Dolores, Dolores!, Despierta.
El demonio trató de aprovechar la distracción de ellas.
Demonio: ¡Mi nombre es Tenocihuatl, y mi señor Mictlantecuhtli me ordena
destruírlas!
Tameme: ¡Oh, no! ¡Coyolxauhqui, cuidado!
Pero ya una gran cantidad de espinas volaban hacia ellas, Coyolxauhqui
comprendió de inmediato que no tendría tiempo de responder al ataque, cuando
se escuchó un grito: ¡METETEPAMEH, TLAKPAK!
En ese instante, unas paredes aparentemente ellas de luz verde recibieron las
espinas, y estas cayeron al piso. Mayahuel había dado ese grito.
Coyolxauhqui: ¡Cielos!, ¿tú hiciste eso?
Mayahuel: Pu-pues sí. No sabía que podía hacerlo.
Tenocihuatl: No crean que es mi único recurso. ¡Déjame darte un abrazo!
Mayahuel se levantó decidida a recibirla.
Mayahuel: ¿En serio?
En ese momento Mayahuel pareció trastabillar y caer, pero una de sus piernas
golpeó justo en la boca del estómago al demonio, que se fue hacia atrás
adolorido.
Coyolxauhqui: ¿Pero qué estas haciendo? ¡Parece que estuvieras borracha!
Mayahuel: Bueno, ¿qué podías esperar de Mayahuel, la diosa de la embriaguez?
El demonio arremetió de nuevo, y esta vez Mayahuel pareció caerse hacia atrás,
mientras Tenocihuatl trataba en vano de alcanzar su rostro. Al caer, Mayahuel
plantó ambas piernas en su estómago, y girándolas un poco la lanzó hacia una
pared lateral.
Tenocihuatl: (Levantándose lentamente) Maldición.
Mayahuel: ¡Ahora, Coyolxauhqui!
Coyolxauhqui asintió, y tomó el nahuiollin entre sus manos, al tiempo que se
concentraba. Justo cuando el demonio alzó la vista, Coyolxauhqui abrió sus
ojos y la miró, al tiempo que gritaba.
Coyolxauhqui: ¡COCHIQUETZALMETZTLI, AXCAN!
Y eso fue todo para el demonio.
Mayahuel: ¡Atiende a Dolores, yo tengo que ver a mi tío! (Sale del caurto a
toda prisa).
Coyolxauhqui: ¡Dolores, Dolores!, ¡Por favor, despierta!
Mayahuel: Ya volví, el demonio sólo le dio algo para que siguiera dormido.
¿Cómo está ella?
Coyolxauhqui: (Llorando) ¡No lo sé, pero se ve mal!
Mayahuel: Hay que transformarnos y llevarla a un hospital, ¡Deprisa!
Cuando Mayahuel se disponía a llevar sus brazos hacia el nahuiollin,
Coyolxauhqui tomó uno de ellos. Mayahuel volteó a verla.
Coyolxauhqui: Gracias...
Mayahuel: Como te dije, yo sé lo que es eso...
Mayahuel pasó junto a Tameme, que ahora se veía apenado.
Tameme: Lo siento, es que yo no sabía cómo...
Por toda respuesta, Mayahuel se arrodilló para acariciarlo y besarle la
frente.
Mayahuel: Lo sé. Gracias, amigo.
Enseguida se lavantó para ir al teléfono del cuarto de su tío.

Tiempo después, en el hospital, Milagros y Malinalli esperaba la llegada de
los padres de Dolores. Estos llegaron al poco tiempo.
Padre: Milly, ¿qué pasó?
Milagros: No-no lo sé. Es que... bueno...
Malinalli: (Interrumpiendo) Es que fue a mi casa para aclarar algunas cosas,
pero trataron de asaltarnos. Su hija fue muy valiente.
Madre: ¿Qué le hiciste a mi hija?
Malinalli no esperaba esa pregunta, y sólo bajó la mirada. Milagros también,
pero ella sí habló.
Milagros: No ser perfecta. ¿qué más podía hacerle?
Hasta ese momento la mujer notó que Malinalli no tenía manos, y se sonrojó
visiblemente. En ese momento un doctor se dirigió hacia el grupo.
Doctor: Los parientes de la señorita Dolores Pérez.
Padre: ¡Nosotros somos sus padres, Doctor! ¿Cómo está ella?
Doctor: Algo delicada, pero saldrá adelante con una transfusión. El problema
es que su tipo de sangre es muy raro, AB negativo.
Ambos padres se voltearon a ver y después vieron al doctor.
Padre: Ya nos lo temíamos. Ninguno de nosotros tiene ese tipo de sangre.
Malinalli: Yo sí.
Todos voltearon sorprendidos a ver a la niña sin manos.
Malinalli: Cuando tuve mi accidente, parte de mi amputación se debió a que no
se pudo reunir a tiempo la sangre necesaria para el reimplante. Por eso sé mi
tipo. ¡Yo puedo donar la sangre, doctor!
Los padres de Dolores se abrazaron viendo a Malinalli, visiblemente
emocionados.
Doctor: Bien, no perdamos más tiempo, ¡sígame!
El Doctor y Malinalli se dirigieron al interior de un largo pasillo, mientras
los padres de Dolores y Milagros la veían alejarse.
Milagros: (Llorando de alegría) Gracias otra vez, Maly...

Unos minutos después, Malinalli salía por la misma puerta, llevando su brazo
izquierdo flexionado y sujetando un algodón. El Doctor venía junto a ella.
Padre: ¿Cómo está mi hija, Doctor?
Doctor: Como les dije, no era nada que una transfusión no pudiera superar. La
compatibilidad fue sorprendente. Me alegra decirles que su hija está
totalmente fuera de peligro.
Los dos señores se abrazaron, al tiempo que Milagros hacía lo mismo con
Malinalli.
Malinalli: Oye, ¿qué te pasa?
En ese momento, los padres de Dolores también fueron hacia ella.
Padre: No sé que pasara entre mi hija y tú, pero te agradezco mucho que la
hayas ayudado.
Malinalli: (Sonrojándose) No fue nada. (De pronto, sus ojos brillaron un poco)
Como le dije, tal vez, si yo... (en ese momento ella se abrazó a Milagros, y
ambas empezaron a llorar. Tras unos momentos, ella se separó y empezó a
enjugar sus lágrimas) Yo, lo siento, yo...
La madre de Dolores se acercó a ella, y tras secarle la cara con un pañuelo,
le dió un tierno beso en la mejilla.
Madre: Gracias, chiquilla, ¡Perdónanos, y gracias!
Malinalli: Pero a ustedes, ¿por qué?
Doctor: Discúlpenme por interrumpir, pero esta señorita acaba de donar sangre,
y tiene que ir a reponer energías. (A Malinalli) Aquí está tu pase de comedor.
Malinalli: ¿Puede acompañarme mi amiga? Después de todo no estaba prevenida
para esto, y tal vez necesite ayuda.
Doctor: No veo por qué no. (Saca otro boletito verde del bolsillo de su bata).
Toma, acompaña a tu amiga.
Milagros: Gracias, Doctor. (Ambas empezaron a caminar, mientras el doctor se
quedaba hablando con los Pérez. A unos metros de distancia, le habló a su
amiga) Oye, Maly, ¿por qué le pediste al doctor que yo te acompañara a comer?
Malinalli: Como se ve que tú nunca has tenido que probar la insufrible comida
de hospital. ¡Eso sí que es deprimente!
Ambas sonrieron, por primera vez desde el recreo de esa mañana.

Al día siguiente, Malinalli entró al cuarto de Dolores, quien había insistido
en verla cuando supo que ella había donado la sangre. Cuando Malinalli entró,
Dolores miraba a la ventana opuesta a la puerta. La primera caminó lentamente.
Malinalli: (Con timidez) ¿Cómo sigues?
Dolores: (Sin voltear) Bien...
Malinalli: Me alegro.
Dolores: (Aún sin voltear) ¿Por qué lo hiciste?
Malinalli: Era mi deber.
Dolores: No es cierto. Pudiste decir que no eras del tipo de sangre adecuado.
Malinalli: No, no habría podido.
Dolores: (Insistiendo en no voltear) ¿Por qué?, Sabes que lo más probable es
que yo no hubiera hecho lo mismo por tí...
Malinalli: (Poniéndose seria) Lo sé, y es posible que algunas de las personas
que yo conocía me hicieran lo mismo, involuntariamente. Pero no espero que tu
opinión hacia mi cambie. ¿Sabes?, si hacerte enojar o hacerte reír pudiera
devolverme las manos, yo ya sería tu peor pesadilla o tu mejor sueño, pero
(tuvo que secar una lágrima mientras decía esto) pero eso nunca pasara.
Gracias a mi tío, por fin puedo aceptar lo que soy, y sé que puedo superarlo.
Dolores: Tal vez... Tal vez sea eso...
Malinalli: ¿Eh?
Dolores: Tal vez no era repulsión, sino envidia. (Por fin Dolores se atrevió a
voltear a ver a Malinalli a la cara, y además de que estaba llorando, estaba
completamente sonrojada) Yo... yo fuí la única amiga de Milagros por mucho
tiempo, y bueno... Además, tú eras el "bicho raro" de la escuela... Ser tu
amiga era...
Malinalli: "Suicidio social".
Dolores: (Bajando la mirada) Quizás. No quería eso para Milly.
Malinalli: Te comprendo.
Dolores: Gracias, pero ahora ni yo mismo lo comprendo. Debí haber hecho lo
mismo que tú. Darle a ella la oportunidad de decidir, pero el egoísmo me cegó.
(En ese momento levantó la mirada, y le ofreció su mano derecha a Malinalli)
¿Me perdonas?
Malinalli: Por supuesto.
Malinalli levantó su brazo derecho y Dolores lo estrechó, esta vez sin sombra
de rechazo.

Poco después, Malinalli salió del cuarto, y Milagros la estaba esperando.
Milagros: ¿Todo bien?
Malinalli: Sí, no te preocupes. Creo que lograste lo que querías. ¡Ya tienes
dos amigas que se aceptan entre sí.
Ambas sonrieron, y se dirigieron a la salida. De pronto, Malinalli se detuvo.
Milagros: ¿Qué pasa?
Malinalli: Nada, es que... Bueno, Dolores me comentó algo que no deja de tener
sentido. Ser mi amiga puede ser un "suicidio social". ¿Por qué no te decidiste
por Dolores?
Milagros: ¿Cómo te lo diré? Mira: hace tiempo leí en una revista, creo que de
"Chanoc", que un cojito se apuntaba para correr los 100 metros planos, y uno
de sus vecinos se acercaba y le preguntaba: "Oye, ¿cómo piensas correr los 100
metros con una pata de palo?", y él le contesto "Pues yo corro más con una que
tú con las cuatro".
Malinalli: (Volteando a ver a su amiga con ojos brillosos) Es una historia
curiosa, pero ¿qué tiene que ver?
Milagros: Nada, pero ¿a poco no te hizo reír?
Tras verse un momento, ambas se soltaron a reír y se abrazaron, dirigiéndose a
la parada del autobús.

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FIN DEL CAPITULO 6

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